México bien vale un alaciado

Nos encontramos a la mitad de la carrera promocional de las corcholatas, donde buscan posicionarse en todo el país, como EL o LA Coordinadora del Comité de Defensa de la Transformación más ad hoc a la imagen y semejanza de AMLO.  O lo que es lo mismo: EL o LA candidata presidencial de MORENA rumbo al 2024.

A título personal, ya me fastidió tanta sobreexposición de los involucrados.  

Dos meses y 8 días son demasiado tiempo y en algún punto, todos pudieran caer o si no, al menos resbalar.  

Quienes estamos siguiendo el proceso, miramos con lupa cada fotografía, cada clip de video, escuchamos atentos cada palabra en los discursos y sin duda, también nos adentramos en las vidas personales de los candidatos.  

Se enaltece la polémica más que las propuestas.  El escándalo nos mueve. 

En política nada es coincidencia.  Y que se transmita desde Televisa La Casa de los Famosos al mismo tiempo que los recorridos de Marcelo, Adán, Ricardo, Gerardo, Manuel y Claudia, tampoco lo es.  

Aburre muchísimo ver a Marcelo queriéndose promover como James Bond, con seguidores que lo reciben en sus reuniones vestidos con chamarras de piel y lentes oscuros.  Vendiendo con bombo y platillo su PLAN ANGEL para ver y capturar a los malos, sin atacar el fondo que sería la tan anhelada renovación estructural del poder judicial.  Aunque los atrapes carnal, doña Piña los suelta.

Me angustió dejar de percibir Agusto a don Adán, cuando explotaron las habladurías del acompañamiento de la diputada federal, Chávez, en todo momento.  Un golpe muy bajo.  Pero más bajo aún, el ingenuo asesor que le sugirió que llevara a su esposa a TODOS los mítines, para callar bocas.  Excusa no pedida, acusación manifiesta.

Ricardo, Gerardo y Manuel, están y no están.  

El primero mantiene la percepción de servir a intereses personalísimos, y de querer brincar a otro partido en cualquier momento.  Gerardo tiene seguidores muy fieles, aguerridos, pero su nivel más alto de campaña ha sido contar la historia de Pinocho en Aguascalientes.  Y bueno, Manuel dio mucho de qué hablar cuando López-Dóriga le preguntó si su esposa Anahí, de RBD, lo acompañaría a sus recorridos.  Sí, los que emocionaron fueron los fans de Mia Colucci.

Y aunque repitan hasta el cansancio: “caballo que alcanza, gana”, pues no aplica el adagio cuando Claudia recorre México en caballo de hacienda.  El blanco de todos los ataques es ella.  A la que hay que bajar es a la puntera, la que gana todas las encuestas de los medios simpatizantes y los tradicionales.  No les busquemos más, #EsClaudia.

Y sí, como todos, se cansa y tiene tropezones, pero la magnificación de los pequeños errores es de muy mal gusto.  Especialmente cuando vienen de adentro de casa.  La voracidad con la que atacan los seguidores de las otras corcholatas es tremenda.

Que ella no es auténtica porque tenía el pelo chino y ahora se lo alisó.  Que porque algunos panistas la quieren apoyar, ya no es de izquierda.  Que se enojó y respondió de mala gana durante una entrevista en Tabasco.  Que si esto, que lo otro.  Todo es ella, ella, ella.

Pues les dejo un dato curioso.  Durante mucho tiempo en campañas a la presidencia, el culpable de todo y el peligro para México, según sus odiadores; era Andrés Manuel López Obrador.  Así con Claudia, para bien o para mal, es ella a la que van a golpetear hasta más no poder. 

Pero PODER es justo, lo que ella tiene.  Una científica en la presidencia de nuestro país es lo que necesitamos, una mujer inteligente y determinada que no obtenga el cargo simplemente por género sino por capacidades comprobadas.  

Locos estaríamos por querer obtener resultados diferentes para México si seguimos eligiendo hombres políticos para dirigirlo.

Claudia es el giro de 180° que se requiere.  Probemos con nuestra Jacinda Ardern a la mexicana.  Es tiempo de mujeres.  

Y si para servir hay que cambiar de look, que así sea.  ¡México bien vale un alaciado y la queso!    

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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