El 31 de octubre de 2022 salí de un restaurante ubicado en una zona comercial del sur de la Ciudad de México. Había ido a tomar un café con una amiga y salimos alrededor de las 9:30 de la noche debido a una copiosa lluvia.
Para evitar contratiempos cada una solicitamos un Uber. Cuando llegó el auto me percaté que no traía la placa delantera y los vidrios estaban muy oscuros y con el pretexto de la lluvia no bajó los vidrios, no pude ver al conductor.
No abrí la puerta porque tenía que asegurarme de que su placa coincidiera con la que me indicaba la aplicación. Hay que aclarar que no había más gente a mi alrededor, era seguro que yo era la persona que solicitaba el servicio. Al momento en que me dirigía hacia la parte trasera del carro para verificar la placa, el chofer arrancó, canceló el viaje y lo cobró como si se hubiera realizado.
Esa noche preferí llegar a casa en transporte público, caminar no me afectaba, aunque pudiera mojarme un poco. Levanté una aclaración con el servicio de Uber para informar lo que me había sucedido y la plataforma me dijo que iban a revisarlo con el socio conductor, también me hizo la devolución del dinero que habían cobrado. Después de eso tardé bastante tiempo en volver a solicitar sus servicios. Creo que en este año sólo una vez lo he usado, sobre todo después de aquella experiencia desagradable.
Una de esas ocasiones en que requería un Uber fue el reciente 25 de mayo de este 2023, era alrededor de la una del día. Necesitaba llegar a una reunión cerca de casa y llevaba poco tiempo, pedí el servicio y como siempre me llegó la información relacionada con el “socio conductor”, en este momento recuerdo que la terminación de la placa tenía las letras KFN, en mi memoria no quedó registrado el número que tenía antes de eso.
Llegó al lugar donde estaba esperando y de nuevo la placa delantera no estaba. Como hacía bastante calor, el conductor tenía abajo las ventanillas del auto. Me acerqué a la ventana y le pregunté por qué no tenía la placa delantera, al tiempo que me dirigía a la parte trasera.
Cuando vi la placa no coincidía para nada con la que me marcaba la aplicación. Regresé a la ventanilla del conductor y le dije que no subiría porque la placa no coincidía.
Pero no sólo la placa, la foto del “socio conductor” tampoco. La foto indicaba un señor de mediana edad con barba y muy delgado, el que conducía el auto era un joven robusto, sin barba y definitivamente no tenía que ver con la información de la aplicación. De hecho, tenía que ser un auto negro y llegó uno gris plata, eso sí, de la marca que indicaba, pero esa fue la única coincidencia.
El chavo se disgustó porque le dije que no subiría. Él me dijo que si yo era la persona que lo había solicitado y me llamó por mi nombre. Le dije que sí, pero que no subiría porque el número de las placas no coincidían en nada. Trató de explicarme que la placa delantera no estaba en el auto porque a uno de sus compañeros se la habían retirado los policías para una multa, o algo así y se extrañó porque le indiqué que sus placas no coincidían. Preguntó qué número de placas tenía la aplicación y se las dicté.
El chofer se orilló sobre la avenida donde estábamos y yo comencé a caminar para cruzar el puente peatonal que me acercaría a donde podía dirigirme hacia mi destino. Sobre el puente peatonal la aplicación me insistía que el conductor ya estaba en mi lugar de origen para iniciar el viaje, yo traté de cancelarlo varias veces, pero no pude. Al otro lado de la avenida seguía viendo cómo el chofer continuaba estacionado. Y tuve que cancelar varias veces el cobro solicitado del conductor por haberle hecho perder su tiempo.
En una de esas ocasiones vi que ya no era la persona, el auto, ni las placas que yo había recibido antes, en mi historial de viaje ahora dice “Joel LJT154A” y no aparece ninguna foto. Al final Uber me dijo que revisarían el problema que había ocurrido en mi viaje solicitado y también lo del cobro de $80 que la aplicación me había hecho.
Ese mismo día a las 14 horas con 06 minutos, la plataforma me respondió un correo electrónico que dice así: “Analizamos tu viaje y notamos que fue redirigido a otro Socio Conductor. Una vez que un Socio Conductor aceptó el viaje, te informará el nombre, la placa y el vehículo. […] Para que tu solicitud no sea cancelada y necesites solicitar nuevamente, nuestro sistema envía tu solicitud una vez más a los Socios Conductores más cercanos manteniendo el mismo valor informado. Esto causa el cambio de los datos del Socio Conductor en tu aplicación. […] también puede cambiar el tiempo de llegada del vehículo, ya que […] puede estar en un lugar diferente del Socio Conductor anterior”.
Esto nos indica que Uber no se hace responsable por las fallas en la seguridad de su forma de operar, que las respuestas que uno obtiene son prefabricadas y que no podemos confiar en esa empresa. Mi llamado es a que si usan aplicaciones verifiquen siempre sus datos y no lo usen si no están en regla. Mucho cuidado por favor.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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