Marko Cortés, líder nacional del Partido Acción Nacional (PAN), sorprendió recientemente al expresar su interés en obtener el respaldo del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para enfrentar la delincuencia organizada en México. Este cambio de postura ha generado controversia y rechazo en distintos sectores políticos, especialmente entre legisladores de Morena y sus aliados, ya que esto constituye un acto de traición a la patria.
La propuesta de Cortés de redefinir el crimen organizado como “narcoterrorismo” abriría la puerta a la intervención militar extranjera, debilitando la autonomía nacional. Desde su perspectiva, esta medida facilitaría el apoyo internacional en la lucha contra el narcotráfico, aunque para otros resulta ser una amenaza directa a la soberanía de México.
El contraste entre sus declaraciones actuales y las críticas que lanzó contra Trump en 2016 no ha pasado desapercibido. En aquel momento, cuando el republicano visitó México invitado por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, Cortés condenó enérgicamente los insultos de Trump hacia los mexicanos, refiriéndose a sus comentarios como una afrenta al respeto y dignidad del país. “Nos vino a faltar nuevamente al respeto a nuestra casa,” declaró entonces, rechazando la idea de un muro que dividiría a ambas naciones.
Hoy, Cortés parece haber olvidado su postura crítica y apuesta por una “coordinación efectiva” con el mismo Trump al que alguna vez calificó de irrespetuoso. Según el líder panista, la intervención estadounidense podría ayudar a combatir los cárteles que, en sus palabras, “controlan casi la mitad del país.”
Esta transformación en el discurso de Cortés deja en evidencia un posible interés de corte político por encima de los intereses nacionales, lo que, para sus detractores, equivale a poner en riesgo la independencia de México en el ámbito de seguridad y justicia.
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