Se trataba de una revolución cultural, de efectos graduales.
José Agustín: Armablanca.
Por tanto, la revolución política sólo podía darse después
o a la par de una revolución cultural.
Corrían los años 80, y no había espacio para fingimientos. Las cosas en su lugar.
Auge de las movilizaciones de la izquierda sin equívocos y sin embozos. Los partidos políticos: el Socialista Unificado de México (PSUM), el Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Obrero Socialista (POS). Con todas las observaciones al margen que se les quiera hacer, la izquierda era la izquierda.
Las coordinadoras sindicales, campesinas y populares organizaban los amplios y diversos movimientos sociales: la COSINA (Coordinadora Sindical Nacional); la CONAMUP (Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular); la CNPA (Coordinadora Nacional Plan de Ayala).
Fue en una marcha de 1982 cuando los partidos y las coordinadoras, agrupados en el FNDSCAC (Frente Nacional en Defensa del Salario, Contra la Austeridad y la Carestía), llenaron el Zócalo de la Ciudad de México por primera vez desde 1968. Cada quien sabía en dónde estaba su lucha. Nada de máscaras, sin dobleces.
Los medios, ayer como hoy y como siempre, soslayaban, minimizaban las movilizaciones. ¿Qué hacer con la prensa, ay, siempre tan vendida? Sólo el unomásuno daba cuenta de los movimientos. ¿Revistas? Proceso, de Julio Scherer. Por Esto, la heredera del ¿Por Qué? de 1968, bajo la dirección de Mario Menéndez. El Machete, financiado por el Partido Comunista Mexicano y dirigido por ¡Roger Bartra!, con ¡Christopher Domínguez Michael! en la redacción. Las vueltas que da la vida. Quién habría de decirlo.
Intelectuales, artistas, escritores, ocupaban su lugar en el espectro político porque el arte debía tener un propósito para no caer en productos inanes y racistas como las películas de Luis Estrada. Ejemplo. La antología 13 Rojo, publicada por Ediciones de Cultura Popular en 1981, agrupó a escritores militantes del PCM. Algunos nombres: Juan de la Cabada, Gonzalo Martré, Gerardo de la Torre, Juan Manuel Torres –también cineasta- René Avilés Fabila, David Martín del Campo. Más claro, ni el agua.
Pero llegó 1988 y con él llegaron Carlos Salinas y el neoliberalismo y todo se fue al diablo porque abundaron, sobraron los recursos suficientes para facilitar que los creadores desarrollaran su obra artística sin sobresaltos económicos. (Discreta manerade llamar a la cooptación, casi el soborno).
Pero, veamos. Sucedió una escaramuza que enfrentó a los dos grupos culturales hegemónicos: el agrupado en la revista Vuelta, comandado por Octavio Paz, y el de Nexos, capitaneado por Héctor Aguilar Camín.
El primer grupo organizó en 1990 el encuentro La experiencia de la libertad, con invitados como Carlos Franqui, Cornelius Castoriadis y Mario Vargas Llosa. El segundo, en represalia por no haber sido convocados al convite de la inteligencia, consiguió el debido patrocinio gubernamental para organizar su Coloquio de Invierno, con Carlos Fuentes como figura señera, más Arnaldo Córdova, Carlos Monsiváis y Rolando Cordera. La derecha y la izquierda. Fue el canto del cisne de la crítica al poder. El adiós a las armas del intelecto. Hoy, un si es no es los confunde a todos. Hoy, los dos, Krauze y Aguilar Camín, van del brazo y por la calle nutriendo los menguados alcances políticos de una derecha errática sintetizada en la figura del pobrecito Señor X.
Ya que de noche todos los gatos son pardos, en la larga noche neoliberal dejó de distinguirse a unos de otros. Los gatos, además de ser pardos en la oscuridad, siempre caen parados. Como los intelectuales mexicanos. Gatopardismo autóctono.
Todos aplaudieron a Salinas. Que la Democracia, a pesar de los fraudes electorales. Que los Derechos Humanos, sin embargo de los atropellos. Que la Solidaridad, a despecho de los millones de pobres. Irreprochable el discurso priista, cerrado con un toque de billarista de tres bandas: la creación de organizaciones autónomas, ciudadanizadas, como garantes del respeto a las exigencias de la sociedad. ¿Qué más quieres, inconforme?
La política de la 4T ha provocado la caída de esas caretas intelectuales amorosamente cultivadas durante el periodo neoliberal. Careta y cara dura como la de Enrique Krauze, quien en el texto Narcotráfico, una guerra necesaria, publicado en el libro Historia de México1, afirma que “los resultados son los mejores de la historia del combate al narcotráfico”. De ese tamaño la sujeción al poder.
Cancelados los privilegios, los intelectuales decidieron atacar al gobierno. No era para menos. Pongamos cifras. Según datos aportados por el periodista Pedro Mellado en su videocolumna para el portal Sin Embargo, titulada Las irritantes mañaneras, Nexos recibió 11 millones de pesos en 2018 y sólo 150 mil pesos en 2019. En el mismo periodo, Editorial Clío se alzó con 9 millones y luego nada de nada, mientras el otro negocio de Krauze, la Editorial Vuelta, cobró la bonita suma de 14 millones y luego 140 mil pesos.
Con tantas mermas al pastel que antes era sólo suyo, cualquiera se convierte en rebelde de la pluma y si no se remonta a la sierra por lo menos se arrodilla ante el rey de España o ante el embajador de Estados Unidos a exponer con angustia el cataclismo de un México que ya no ahoga con millones de pesos los aplausos.
A estos intelectuales y a su claque2 ya no les ajustan los calificativos de demócratas. Señor, los tiempos están cambiando, como dijo Bob Dylan. Es otro México.
- 1 Historia de México. Gisela von Wobesser, coordinadora. FCE, SEP, Academia Mexicana de Historia, 2010.
- 2 claque 1. f. Grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en momentos señalados. 2. f. Grupo de personas que aplauden, defienden o alaban las acciones de otra buscando algún provecho.
- Esta definición, en palabras del clásico, es para los más jóvenes.
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