Lauryn Hill transforma el sorteo del Mundial 2026 en espectáculo 

Por Nathael Pérez

Lauryn Hill irrumpió en el sorteo del Mundial 2026 con una actuación poderosa, emotiva y poco habitual en eventos institucionales. La rapera brilló al presentarse con su hijo en el Kennedy Center de Washington D.C., donde transformó un protocolo deportivo en un acontecimiento cultural.

La presencia de Lauryn Hill en el Sorteo Final del Mundial 2026 sorprendió al público del evento. La artista, que rara vez aparece en ceremonias de corte institucional, acaparó reflectores desde el primer momento en que pisó el escenario para recibir a su banda, un gesto que ya anticipaba que algo distinto estaba por venir.

La ceremonia, realizada en el Kennedy Center, había mezclado música y protocolo durante toda la tarde, pero nada provocó tanta atención como el anuncio de la rapera. En un ambiente de luces, cámaras y tensiones previas al acomodo de grupos mundialistas, Hill irrumpió con su sello: profesionalidad, poder y absoluto dominio del escenario.

La emoción escaló cuando Miss Lauryn Hill invitó a su hijo al escenario, un gesto que sorprendió incluso a quienes siguen de cerca su trayectoria, pues lo presentó como un gran fan del fútbol, y juntos interpretaron fragmentos de sus canciones, provocando una respuesta cálida tanto en el recinto como en redes sociales.

La actuación no fue extensa, pero los pocos minutos bastaron para recordarnos por qué su obra —desde “The Miseducation of Lauryn Hill” hasta “The Score” con The Fugees— continúan como una referencia para la música urbana, el soul y el R&B. En un evento donde la FIFA buscaba mezclar espectáculo y diplomacia, Hill aportó autenticidad, cualidad que escasea en ceremonias de este corte.

Su presencia permitió que el sorteo no solo quedara marcado por decisiones futbolísticas, sino por una muestra de arte que reafirmó el impacto internacional de la cantante oriunda de Nueva Jersey, una figura que conserva su aura incluso en apariciones esporádicas en escenarios globales.

En un evento dominado por discursos oficiales, patrocinadores y cámaras, la “mal educada” Lauryn Hill logró lo que muy pocos artistas consiguen en espacios tan rígidos: convertir un trámite deportivo en un acontecimiento cultural.

Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *