Las mujeres que hicieron México… y siguen haciéndolo

Sin duda, la noche del 15 de septiembre siempre ha sido una fecha esperada por todo mexicano: el día en que festeja su identidad y desarrollo como nación. Porque sí, las ideologías patrióticas influyen en el comportamiento y sentimiento de las personas.

No obstante, el 15 de septiembre de 2025 será uno de los más significativos desde que Miguel Hidalgo arengó la insurgencia en la iglesia de Dolores. Tal vez muchos digan que exagero, pero en más de 200 años México no había tenido una mujer tan poderosa y reconocida como la presidenta Claudia Sheinbaum, aunque desde la independencia las mujeres jugaron un papel fundamental.

Poco se habla de quienes, con valor, participaron en la insurgencia. Muchas veces se les redujo al papel de “cuidar”, como lo dictaba el machismo: buenas para atender y recolectar. Sin embargo, estuvieron al frente y ocuparon cargos decisivos.

En el mundo se recuerda a Juana de Arco o a Mulan, pero ¿por qué en México no se habla de María Fermina Rivera, originaria de Huichapan, Hidalgo? Ella, convencida por el discurso de independencia, se vistió de hombre y combatió en el frente.

Hubo también mujeres que ocuparon puestos de mando. María Tomasa Estévez, “La Generala”, organizó grupos armados en Guanajuato. Antonia Nava, de Olinalá, Guerrero, acompañó a las tropas insurgentes y hasta entregó la comida de su familia para sostenerlas. Manuela Medina, indígena tlapaneca, fue conocida como “La Capitana” porque llegó a dirigir tropas y participar en batallas.

En la guerra, la planeación y la comunicación son vitales; sin ellas, las batallas se libran a ciegas. Por eso sorprende que no se reconozca a Carmen Camacho, quien en Veracruz organizó redes de comunicación y logística para los insurgentes.

La insurrección comenzó en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, pero menos de un año después, en marzo de 1811, Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron capturados y ejecutados. Entonces apareció otra heroína: Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín, quien organizó una conspiración en la Ciudad de México para liberar a los líderes insurgentes presos. Aunque el plan fue descubierto y no prosperó, su gesto reveló cómo incluso las mujeres de familias acomodadas arriesgaron prestigio y seguridad por la causa.

También está Luisa Martínez de García Rojas, de Guanajuato, quien sirvió como correo insurgente. Fue capturada y fusilada en 1817.

Aunque mi lista es breve y seguramente faltan miles de nombres, la intención es rendir un homenaje a todas ellas. Reflexionar en cómo, por el hecho de ser mujeres, su participación fue invisibilizada en la lucha más importante de nuestra historia. Hoy, que Claudia Sheinbaum es la primera presidenta de México, su triunfo es también una forma de justicia histórica, un eco del sacrificio de aquellas que nos dieron patria y libertad.

Recordarlas no es un acto de nostalgia, sino un deber con la verdad. Porque cada vez que gritamos “¡Viva México!”, también deberíamos gritar por ellas, las mujeres que se negaron a ser invisibles y que hicieron posible que hoy una mujer dirija la nación que ayudaron a liberar.

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