LAS MAÑANERAS SALVAGUARDAN EL DERECHO HUMANO A LA INFORMACIÓN

Qué lejos han quedado aquellos años en los que el periodista que escribía sobre la nación mexicana, que atendía sus grandes problemas, que debatía con otros actores del acontecer nacional, era visto como una figura cuya voz debía ser respetada, pues  en  ella se conjuntaba el dominio de las más diversas materias que iban desde la política, la historia, la economía hasta la poesía y el teatro. 

En los inicios del periodismo, el periodista tenía que conocer de todas las áreas del desarrollo humano y las artes; de música, poesía, arquitectura, medicina, política, derecho, etc.

Es por ello que gozaban de un gran prestigio intelectual, como lo señala el mismo Duque Job, era su obligación poseer un gran cúmulo de conocimientos que lo dotaran con la capacidad intelectual suficiente para discutir y resolver los grandes problemas de su tiempo. 

Bajo estas circunstancias la palabra del periodista cobraba mucha importancia para el ejercicio del gobierno y la política en general, de esta forma se fueron formando las dos grandes tendencias en materia pública: por un lado, la prensa magisterial o con un marcado tono de adhesión al gobierno en turno y, por el otro, la prensa de oposición, vigilante y crítica de cada una de las acciones que acometían los hombres que detentaban en poder. 

Tal era la influencia de la palabra impresa de los periodistas, que gozando de entera libertad, durante el gobierno de Juárez se convirtió, verdaderamente en el cuarto poder; la toma de decisiones del presidente estuvo custodiada por la opinión pública que, moldeada por la prensa, vigiló, sermoneó y en ocasiones  inhibió iniciativas presidenciales de reforma a la Constitución. (Cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia).

Es así que el periodismo fue ganando terreno en el ámbito de la política, y tanto que llegaban a influir en la población en general, en todos los aspectos de la vida cotidiana, incluso en el apoyo o no a los políticos en turno.

Se fueron dando cuenta del enorme poder que ejercían sobre la opinión pública y es cuando el periodismo entra en decadencia, pasa de ser una profesión de hombres de letras, personas con ética y con un alto nivel de estudio y conocimiento por lo que les decían intelectuales, a ser una empresa mediada por los intereses económicos y políticos de unos cuantos hombres.

Es durante el periodo neoliberal, cuando los periodistas se vuelven al servicio del poder político que gobernaba, y en total contubernio con políticos corruptos, dejan de informar a la población sobre la realidad del país, cambian su ética por millones, se vuelven un pasquín de la información, con tal de tener al pueblo engañado y sometido al régimen corrupto.

Se olvidan que su profesión los obliga a informar de manera veraz y oportuna, pero también se olvidan que existe el derecho a la información, y por lo tanto no pueden, ni deben transmitir información falsa, ni esconder las atrocidades del régimen neoliberal, las acciones de los traidores a la patria, pero no les importaba.

Es hasta la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se descubre el brutal engaño en que ha vivido el pueblo de México, es cuando se descubre que los pseudoperiodistas, intelectuales orgánicos, que ya de intelectuales no tienen ni el adjetivo, se mantenían callados de todas las atrocidades del gobierno neoliberal, ¡tanto! que estuvimos gobernados por el narcoPAN y nadie dijo nada.

Lo peor es que se encargaban de difundir notas de que el país estaba bien, mientras era saqueado y privatizado el patrimonio de la Nación, mientras nuestra constitución la reformaban a modo de sus políticas neoliberales, sin tomar en cuenta al pueblo de México y los daños que sus reformas ocasionaban, mientras éramos gobernados por narcos y genocidas, todo a cambio de sumas millonarias, suficientes para que a esos periodistas no les importara que también son pueblo y que también estaban siendo afectados, claro con millones tapándoles la boca, pues quien va a decir algo.

Pero no solo quedaron al descubierto sus engaños, sino que ahora se han convertido en sicarios de la información, siguen al servicio de la oligarquía y se dedican a difundir puras notas falsas, de ataque al gobierno del presidente López Obrador, no hay un solo día en que dejen de atacarlo y tampoco hay un solo día que difundan información veraz y oportuna a la población.

En tal sentido es que el pueblo de México quedaba a expensas de esos señores que han olvidado en que consiste la ética.

Es por ello que la única forma que existe actualmente de que el pueblo esté bien informado, de una manera real, es a través de las mañaneras, y el apoyo de periodistas independientes.

Las mañaneras se han convertido en el medio por el cual el presidente da a conocer al pueblo y a las población internacional todos y cada uno de los actos que lleva a cabo, la situación real económica, social y política del país.

Es como nos hemos enterado de todo el saqueo del que ha sido objeto nuestro país, de todas esas notas que callaron los pseudoperiodistas al servicio de la oligarquía, del enorme daño que hicieron a los mexicanos.

Y sobre todo es el medio para conocer los grandes logros de este gobierno de la 4T, logros que ningún periodista difunde.

Es el único medio que salvaguarda nuestro derecho humano a la información, ya que a los opositores y a los pseudoperiodistas se les olvida que el articulo 6º de nuestra constitución establece el derecho a libre manifestación de ideas, pero también establece en su segundo párrafo:

Es decir, la información es un derecho del que gozamos los mexicanos por mandato constitucional, y los opositores se dicen muy defensores de la constitución y de las instituciones, pero pasan por alto este precepto y también lo establecido por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien determina que; como parte del estándar de protección de los derechos humanos a la libertad de expresión y de acceso a la información, todo informador, en su calidad de intermediario de la programación que difunde, se encuentra obligado a que la información divulgada sea, por un lado, veraz y, por otro, imparcial, de tal forma que sea clara la distinción entre las “opiniones” o “juicios de valor” de quien informa, y el “contenido mismo” del mensaje noticioso.

Para lo cual, los concesionarios de radio y televisión, o medios de información, están obligados a cumplir con un mínimo deber de diligencia, tanto en función de su obligación de comprobar los hechos que son objeto de una noticia, como en función de la distinción entre lo que sí es “noticia” y la “opinión” que, sobre la misma, se difunde. Ello, pues sólo mediante la consolidación de una sociedad debidamente informada se contribuye al fortalecimiento, también, del régimen democrático en el Estado Mexicano.

Sin embargo la prensa en México pretende censurar al propio presidente, critica  sin  razón  ni  certeza, pretende  que  los  políticos  y hombres  de  letras le pertenezcan y no quiere que exista reciprocidad.

Se quejan de que no hay libertad de expresión, mientras hacen  y  dicen  disparates  tremendos y ofenden de todas las formas al presidente y a su familia.

Es justamente por salvaguardar el derecho a la información que no pueden dejarse de transmitir las mañaneras, ya que ha quedado en evidencia que los periodistas y medios masivos de comunicación siguen al servicio de la oligarquía y conservadurismo, por lo que si dejan de existir las mañaneras sería una regresión a la protección del derecho a la información.

Por tal motivo es indispensable que el sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador, siga con este ejercicio democrático, pero también y lo más importante para garantizar la protección de este derecho humano, tal y como lo ordena el artículo 1º de nuestra constitución.

Asi que la oposición se va a quedar con las ganas de que se terminen las mañaneras.

Un pueblo bien informado jamás será manipulado.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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