Las Mañaneras o la política como asunto de todos

Opinión de Juan Rosales

Saliendo al paso nuevamente a sus detractores quienes le auguraban poco “aguante” para mantener la cotidiana costumbre de salir a informar al pueblo de lunes a viernes a partir de las 7 de la mañana, el pasado viernes 20 de mayo del año en curso el presidente López Obrador cumplió 871 conferencias matutinas.

La práctica que ya realizaba estando al frente de la jefatura de Gobierno, del entonces Distrito Federal -diciembre de 2000 a junio de 2005- la recobró con mayor firmeza y decisión luego de asumir la presidencia de la República en el 2018, año en el que inauguró la posibilidad de hacer de la política nacional un bien público. Efectivamente, a decir de López Obrador la vida pública tiene que ser cada vez más pública y con ello promover una narrativa que acerque a la población a los acontecimientos que marcan la agenda de la Cuarta Transformación.

Las conferencias matutinas, conocidas como Las Mañaneras, se han consolidado por ser el espacio idóneo mediante el cual el gobierno lópezobradorista informa y forma opinión acerca de la dinámica transformadora hoy imperante en México. Diariamente se reafirma la importancia otorgada a informar con transparencia y oportunidad, a fortalecer la llamada Revolución de las conciencias y a motivar la participación ciudadana esencial en el cambio de régimen.

Este ejercicio cotidiano reúne a la población, que por miles sigue las transmisiones a través de medios públicos, privados y, también por supuesto, en las redes sociales, no solamente con el titular del Ejecutivo federal sino con prácticamente todos los integrantes del gabinete presidencial los cuales asisten para informar o ampliar detalles de temas tan diversos como lo es la problemática que en todos los ámbitos enfrenta, con desafíos contantes, el gobierno actual. Inclusive han participado gobernadores de todo el país, así como representantes empresariales, diplomáticos y otras figuras públicas nacionales e internacionales.

En estos espacios se han llevado a cabo eventos y ceremonias, otrora exclusivos de la clase política, en asuntos tales como salud, energía, seguridad y delincuencia, economía, política exterior, obras y servicios públicos de los tres niveles de gobierno, cultura, y hasta se cuenta con una sección dedicada a las “mentiras de la semana”, promovidas desde el poder mediático.

Hemos sido testigos de ocasiones en las que el presidente ha participado, aunque de manera virtual, en reuniones mundiales o regionales. La población ha tenido oportunidad de seguir de cerca la toma de decisiones presidenciales relacionadas con esos tópicos y otros más vinculados incluso con las posturas mexicanas adoptadas en materia de las relaciones bilaterales o multilaterales.

Como sabemos, la dinámica que siguen estas conferencias inicia con la participación del primer mandatario y cuando se requiere intervienen también funcionarios de su equipo, o en el caso de visitas a los estados, el gobernador correspondiente. Tras la exposición institucional se da la palabra a representantes de medios de comunicación tradicionales o corporativos, públicos y alternativos. Con frecuencia los periodistas incluyen sus propios juicios de valor, o la posición editorial del medio que representan por lo que, más que preguntas, resultan en cuestionamientos tendenciosos que pretenden obtener “la nota” con alguna declaración de López Obrador de la que puedan sacar “raja política”.

Sin embargo, el presidente responde a todos los planteamientos formulados haciendo gala de sus conocimientos históricos y casi siempre de reflexiones que resultan útiles para comprender sus posiciones y la perspectiva que aquellos le provocan. Por estas respuestas, e incluso por sus contenidos detallados, López Obrador es atacado por los opositores, quienes dedican amplios espacios en sus medios a denostar, manipular o simplemente mentir acerca de lo expuesto.

Una crítica reiterada, que se suma a todas las que se han mantenido sobre las conferencias, es la relacionada con lo que consideran la violación a los derechos humanos y a las libertades de expresión y prensa, situación que según la oposición se expresa cuando el presidente pone en evidencia a medios, noticias y/o mensajes en redes sociales. Según los opositores el presidente “abusa de su autoridad” y “lincha” a los periodistas o medios que representan.

Sin embargo, a decir del propio López Obrador lo que él hace es usar su derecho de réplica, al cual sin duda tiene derecho a no renunciar. A nuestro juicio su principal objetivo es contrarrestar los mensajes e informaciones canalizados por los medios empresariales de comunicación masiva, cuyos destinatarios o consumidores son miles o millones de mexicanos que no cuentan con opciones para informarse, por lo que resultan ser presa fácil de sus “noticias”.

Frente a ello, el titular del Ejecutivo federal dedica tiempo en Las Mañaneras para elaborar un contra mensaje que confronta el predominio de las narrativas con las características antes expuestas. Aunque esta estrategia funciona cada vez mejor, en lo que a la mayoría de la población se refiere, el alud de informaciones y mensajes producido por más del 90 por ciento de los medios y sus líderes de opinión cumple su propósito manipulador entre las élites y sectores de la clase media urbana.

Conviene recordar que estas conferencias no están dirigidas a los medios, a sus representantes, a los opinólogos e intelectuales orgánicos neoliberales, o a los sectores de poder sea este político o empresarial. La rendición de cuentas y la información que se da a conocer todas las mañanas, de lunes a viernes desde el salón Tesorería de Palacio Nacional, tiene un destinatario el ciudadano de a pie quien ha estado atado, preso, manipulado, y malinformado de la realidad que es de su incumbencia, a lo que tiene derecho, pero de lo que también se desprenden importantes obligaciones de participación y defensa de los fines de la Cuarta Transformación.

Antes de concluir, les comparto una reflexión acerca del poder mediático, corporativo y elitista que se considera intocable y que acusa al gobierno de estar violentado sus derechos: “… Pero ¿quién critica al poder mediático? Es el único en nuestras sociedades que no tiene contrapoder. Luego, no es democrático. No estamos cuestionando la libertad de expresión; estamos diciendo que los medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión, no aceptan ningún tipo de crítica. ¿No la aceptan en nombre de la libertad de expresión o no la aceptan en nombre de la libertad de empresa? Este es el problema, porque ¿qué es lo que defienden? En general son empresas mediáticas que evidentemente no aceptan la crítica; si alguien critica la institución mediática, se ve inmediatamente excluida del juego democrático. En Moraes, Dènis; Ramonet, Ignacio; Serrano, Pascual. Medios, poder y contrapoder. De la concentración monopólica a la democratización de la información. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2013.

No dejemos de seguir día con día a las conferencias presidenciales. Hay disponibles repeticiones, resúmenes, análisis, versiones estenográficas, en fin, una variedad de presentaciones por si no podemos seguirlas en vivo. Recordemos que desde esos espacios se marca la agenda nacional y desconectarnos de ellos, es hacerlo del acontecer nacional en estos momentos, por demás históricos, que afortunadamente nos tocó vivir.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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