La Suprema Corta

No era que no se pusiera de pie, lo que sucede es que ese es su tamaño. Se necesita ser “enano” de criterio para cometer semejante falta de respeto y actuar de forma irreverente y déspota ante el mandatario de todos los mexicanos. 

El Presidente de la República no representa una persona, se trata del jefe de Estado, esta vez legitimado por más de 30 millones de votos y más del 50 por ciento de la votación presidencial en 2018. Es decir, el presidente con más autoridad política en lustros. Pero eso no le importó a una jueza insolente que en su afán de protagonismo ramplón y estridente igual que el actual presidente de la mesa directiva de la cámara de los diputados, el panista Santiago Creel quienes con lujo de arrogancia y cinismo se pusieron el disfraz de demócratas. Ridículos, pues perfectamente conocemos sus antecedentes e historias plagadas de tráfico de influencias y corrupción. 

La jueza, hoy ministra de la Suprema Corte llevó a cabo una conducta omisa al ponerse de pie para recibir al jefe del Ejecutivo Federal durante la ceremonia de aniversario de la Carta Magna que protestó cumplir y hacer cumplir, ante esas actitudes inmaduras difícilmente podemos tener la certeza que aplicará criterios de una persona mayor de edad pues resulta evidente su animadversión y reticencia al Presidente de la República expresada con infantilismo. Y es que no se trata de pedir sumisión o supeditar facultades perfectamente establecidas en la relación de órganos de poder político, sino más bien de exigir que aquellos titulares de los mismos se comporten a la altura de las circunstancias y si existen las diferencias lógicamente entendibles, sean estas frontales y con los argumentos que exige su representación. No olvidemos que en los sexenios inmediatos anteriores los presidentes en turno de la SCJN fueron simples empleados del Ejecutivo Federal y gerentes del poder fáctico económico. 

Igual de bochornoso y escandaloso es el presunto plagio de tesis de una ministra de la Corte que el presunto tráfico de influencias de la ministra presidenta de ese órgano del Estado con la muy cuestionada protagonista del histórico caso del secuestro de Hugo Alberto Wallace quienes mantienen personas privadas de la libertad a raíz de construir verdades jurídicas lejanas de la justicia como ya quedó demostrado en los casos Florence Cassez e Israel Vallarta.  

La justicia secuestrada por el poder político y del dinero. Una cloaca que poco a poco se destapa en la que están involucrados impartidores, procuradores y encargados de su aplicación.

La acción de Norma Piña no es una actitud hacia el Presidente de los mexicanos, es una confirmación que el Poder Judicial vuelve a tener una titular que defenderá intereses sectarios y de grupos con poder fáctico infra constitucionales, no es un buen augurio pero definitivamente no volveremos a los tiempos en que los arropaba con complicidad todo el aparato gubernamental.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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