“En México el problema de la redistribución no sólo es la riqueza, sino la retribución también del poder.”
La democracia es como un poema recitado en el oído de los hombres libres, representa el poder del pueblo, derivado del griego “demos” que significa pueblo y “kratos” que significa poder; actualmente la mayoría de los países del mundo se rigen por la premisa de la democracia, y nuestro país no es la excepción. México es un país constituido democráticamente, enmarcado en el Artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano nos menciona:
“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”
El Estado mexicano está constituido en una república representativa, conformada por 32 estados libres y soberanos en su régimen interior, en los cuales sus gobiernos se eligen libremente a través del voto popular, siendo la libertad soberana la esencia de la forma de gobierno del Estado mexicano.
Es la representatividad la que otorga la base de legitimación del poder, sin embargo en las democracias modernas, se han establecido otras formas de acceder y obtener poder, como lo son los medios de comunicación, las élites económicas, las organizaciones internacionales, que han tenido un gran impacto en la forma de gobernar en la mayoría de los paises de occidente; sin embargo, estos factores de poder han desgastado la figura de la democracia como la conocíamos, haciendo que la base real del poder se diluya, que es la representación.
Son seis puntos principales de la reforma política electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, en esencia permite la entrada real de la democracia participativa en nuestro país, a diferencia de la reforma electoral del 2013 la cual sólo mencionaba las principales figuras jurídicas de la democracia participativa; esta reforma político-electoral permite que la ciudadanía se integre de manera más activa en la política mexicana.
Bajo la premisa del poder soberano, esta reforma político electoral busca el fortalecimiento de la democracia participativa en México, dándole armas y estructura electoral a las figuras jurídicas como lo es la consulta popular, la iniciativa ciudadana, las candidaturas independientes.
Así mismo, esta reforma busca la adecuada distribución del poder, quitándole considerablemente la cantidad de poder a las élites políticas de nuestro país, que han ocasionado problemas de representación popular como anteriormente mencionamos, esta inequidad en la distribución del poder ha ocasionado crisis políticas en nuestro país, porque la desigualdad no sólo es económica, también es política y social.
La propuesta de reforma tiene su idea de la elección de manera directa y secreta a los consejeros electorales, tal vez lo más controvertido de esta reforma, pero es lo más profundo de la misma, ya que al ser votados por el pueblo, los consejeros electorales sólo se deberán a la propia ciudadanía y no a los intereses partidistas de quienes hoy los eligen.
Se ha dicho de esta reforma que quiere desaparecer al INE y con ello el ejecutivo controle las elecciones, pero por lo antes expuesto esto está muy alejado de la realidad, ya que no hay una sola propuesta en esta reforma donde diga que será el poder ejecutivo el que el que organice las elecciones nacionales y locales, lo único que se pretende es fortalecer la participación ciudadana y debilitar al sistema de partidos.
Los que defienden al actual Instituto Nacional Electoral y el alto costo de las elecciones, lo que verdaderamente defienden es que la partidocracia siga controlando la democracia Y que haya un órgano electoral que permita el enriquecimiento de una élite política e intelectual, que, con el dinero del erario público, poseen sueldos estratosféricos, si lo comparamos con lo que gana un ciudadano común y corriente.
A pesar de que el gasto es estratosférico, la calidad de la democracia no ha mejorado porque sigue habiendo compra del voto, poca participación ciudadana, interferencia de gobiernos locales y hay recursos de dudosa procedencia, los cuales inciden en las campañas electorales a favor de ciertos candidatos.
Sin mencionar la parcialidad de la actual Instituto Nacional Electoral a favor de un grupo de partidos políticos que llevaron a los consejeros a su actual cargo; dicho lo anterior, el Instituto Nacional Electoral debería de ser la autoridad electoral inminentemente imparcial ante cualquier acción partidista, sin embargo se han visto que algunos consejeros electorales son políticos de algunos partidos, y por el contrario se han afectado decisiones y elecciones de otro grupo de partidos políticos, que no coinciden con la ideología de los consejeros actuales.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.