La pelota manchada

Opinión de Carlos Mendoza

Son tiempos de fútbol en el mundo, la pelota corre en un pequeño país de medio oriente y logra captar la atención de millones de personas como cada cuatro años. Así es, hablamos del mundial que se lleva a cabo en la nación de Qatar, uno de los más polémicos de la historia o quizás no lo es tanto (en comparación con los anteriores). De eso y más son las siguientes reflexiones que tuve a bien poner aquí en mi opinión.

Fútbol negocio

Sin duda el capitalismo que buscar convertir todo en mercancía y sacar provecho de ello, para beneficio de pocas personas en detrimento de la gran mayoría de la población, no tardó en hacer del fútbol un gran negocio. El deporte más practicado y popular del mundo genera hoy en día ganancias de más de 20 mil millones de euros anuales, mismos que se quedan en muy pocas manos.

No es de extrañarse que en el fútbol profesional opera toda la maquinaria mercantilizadora del sistema económico, privando claramente el aspecto monetario antes que el deportivo, social y/o cultural. No importan los trabajadores y trabajadoras de toda la industria futbolera, mucho menos tiene relevancia la afición de cada equipo.

Estamos hablando del fútbol negocio, donde todo es mercancía y se busca que se venda al mejor postor. Aquí, al igual que en todo lo demás, se pueden romper las leyes en total impunidad mientras se tenga poder económico y buenas relaciones. Por ello, sabemos de la gran corrupción que pocas veces es sancionada (acaso Qatar no compró mediante sobornos su copa del mundo actual).

Geopolítica del fútbol

El poderío económico de los países también juega un papel importante en el reparto y acomodo del mundo futbolero, tan sólo hay que ver en qué lugares se concentran las principales ganancias (Europa obtiene 15 mil millones de euros al año, de éstos la mayor parte en las ligas de Francia, Inglaterra, Italia, España y Alemania) para poder notar que existe un eurocentrismo muy marcado.

Por otro lado, en términos geopolíticos se puso interesante que los últimos tres mundiales habían sido en países miembros del bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) rivales económicos y políticos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), principalmente de los Estados Unidos. No fue de a gratis que con ese viraje interesante salieron a relucir los casos de corrupción de Joseph Blatter (expresidente de la FIFA) para moverlo de ese sitio y poder tomar el mundo del fútbol en manos estadounidenses, no es casualidad que el siguiente mundial será en esas tierras. Hay mucho dinero de por medio.

Ahora tocó a los qataríes ricos comprar el mundial actual con algunos milloncitos que les sobran. Este país también tiene su importancia estratégica al ser la tercera nación con mayores reservas de gas del mundo, lo cual lo pone en el escenario de la geopolítica como un lugar de suma importancia. No le iban a negar que hicieran su torneo de futbol de naciones.

Pero la pequeña nación de medio oriente ha salido a la polémica por sus condiciones sociales. Y es que estamos hablando de una monarquía con medidas que parecen más del medievo que del siglo XXI. La población LGBTTTQ+ tiene prohibido existir, las mujeres son sumamente violentadas y reducidas a objetos de los varones y no hablemos de derechos laborales también casi inexistentes.

Tan solo hay que ver que se usó a población de migrantes de los países de India, Pakistán, Bangladesh, Filipinas, Kenia y Nepal para construir los estadios del mundial, donde según los conteos murieron más de 6 mil 500 personas por las pésimas condiciones laborales y es que en estos campos de trabajo (casi de concentración al estilo fascista) se laboró de entre 16 a 18 horas diarias todos los días de la semana con tareas al aire libre bajo temperaturas que alcanzan los 50 grados, además de las viviendas precarias que les fueron asignadas.

Asimismo, el órgano rector del juego de pelota, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) es caracterizada por su incongruencia, alza la voz contra injusticias cometidas pero calla otras más graves, incluso ha llegado al absurdo de pretender separar la política de lo que ocurre en la cancha y su industria, como si fuera posible parcelar y meter en una burbuja ficticia al fútbol (a los especuladores de Wall Street les gustaría eso).

Así tenemos a una FIFA sancionando el grito homofóbico en los estadios, pero protegiendo a Qatar y sus leyes medievales (a todas luces sexistas y homofóbicas), también los tenemos sancionando duramente el racismo pero permitiendo y alentando las barras neonazis de Europa. La incongruencia es su esencia, hasta podríamos decir que el órgano rector es sumamente conservador y sólo es congruente con obtener más dinero a costa de lo que sea.

La pelota de todos y de todas

El mundial de Qatar es polémico por lo ya mencionado, quizás no sea el más criticable de la historia, recordemos que ya se han tenido torneos de países en lugares con una gran violación de derechos humanos, tan solo hay que recordar el de Argentina 1978 en plena dictadura militar o el de México 1970 con un régimen autoritario asesino de estudiantes.

Analizar el fútbol desde un punto social nos ayuda a entender muchísimas cosas, en él se encuentran reflejadas las dinámicas del sistema económico dominante, pero también es un espacio colectivo que podemos aprovechar para generar conciencia y entender nuestra realidad. Debemos seguir en el partido por un mundo mejor, nuestro equipo es mayoría y tenemos amplias posibilidades de ganar por goleada. Que la riqueza sea como la pelota, de todas y de todos.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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