Tengo 53 años y cada 5 de Enero, desde que tengo memoria hay algo de magia esa noche y muchos momentos de nostalgia y emociones inundan mi corazón, así como vienen grandes recuerdos también afloran lágrimas por esos, mis “Reyes Magos” que ya no están en la Tierra y se mudaron a otro plano y al centro del corazón.
He de reconocer que el haber sido hija única me otorgó grandes privilegios y los Santos Reyes me dejaron siempre los juguetes que pedí y mis dulces, sobre todo la famosa bota de dulces de “Tutsi Pop” que en mi infancia eran la gloria. Para mí, solo me resta agradecer por tanto cariño e ilusión
En antaño, los Reyes Magos se instalaban en la Alameda Central del Distrito Federal, en la calle de Avenida Juárez se colocaban muchos templetes con Melchor, Gaspar y Baltazar con camello, caballo y elefante de cartón para que los niños se tomaran la fotografía con ellos, además de entregar la Carta, podías subirte a la feria que se colocaba en la Alameda sobre avenida Hidalgo con tiovivo y una pequeña rueda de la fortuna; había puestos de antojitos, elotes, esquites y vendedores de algodón de azúcar, era un reto capturar los restos del dulce que volaban con el aire y que eran sumamente codiciados.
Era tradición ir a ver la “iluminación al Centro” y los escaparates de las tiendas, los más bonitos eran los de la desaparecida tienda de “Salinas y Rocha” (Se cayó en el terremoto de 1985) con figuras en movimiento, recuerdo unos angelitos que tocaban instrumentos musicales y que cantaban villancicos con otros muñecos vestidos de monaguillos, la decoración remataba con nubes de algodón y partituras musicales colgadas con hilo elástico. También en la tienda de artesanías ponían exposiciones de “Nacimientos”.
Durante mi infancia, la Carta de los Reyes Magos no viajaba en globo como hoy, viajaba en un zapato que se colocaba abajo del Árbol de Navidad o en la ventana de la recámara, mi mamá me decía que con el zapato los Reyes sabrían la edad que yo tenia y me dejarían los regalos de acuerdo a mi edad o que así sabrían cuántos niños había en cada casa, después averigüé que la costumbre de dejar el zapato viejo para recibir un regalo viene de Holanda: durante los festejos de San Nicolás, los niños, pobres en su mayoría, dejaban sus zapatos afuera de los templos y al salir de misa, las personas acaudaladas dejaban obsequios en ellos, dinero o castañas, esto databa desde el siglo XVI.
La noche de Reyes Magos casi nadie dormía, estábamos con la ansiedad ante el regalo prometido. La felicidad era a la siguiente mañana, cuando descubrías el obsequio tan anhelado, recibía yo tres regalos, uno correspondiente a cada Rey Mago, aunque los míos eran también Reinas Magas y lograron que yo viviera unas noches inolvidables. Fui una niña feliz y afortunada.
El fin de las festividades de fin de año era el 6 de Enero, se partía una Rosca de Reyes y se bebía chocolate, quien encontrará al Niño Dios haría tamales y presentaría al Niño Jesús en el templo. Era pura fiesta y alegría en aquellos primeros años de mi vida.
Con el paso del tiempo me di cuenta que no todos los niños tenían la fortuna de que los visitaran los Reyes Magos, que muchos no tenían dinero suficiente para festejar, mi niñez transcurrió en los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo y que a mí me visitaban porque todos en la familia trabajaban y hacían posible esas noches maravillosas e inolvidables pero eso no era la realidad de muchos otros.
En la primaria pública a la que yo iba nos hacían piñatas, para el Día de los Reyes ya habían reanudado las clases, nos daban unas bolsas con colaciones y una vez nos regalaron una pelota, para muchos compañeros ese fue el único obsequio. Ahí comencé a darme cuenta que existía la desigualdad y no alcanzaba a entender porqué los “Reyes Magos” hacían diferencias y a muchos niños, todos ellos muy buenos, no recibieron obsequios.
No es sencillo entender cómo funciona el Mundo cuando eres un infante, a medida que creces empezamos a comprender y apreciamos mucho más el esfuerzo de nuestros padres. Hoy en día muchas cosas han cambiado, no sé bien cómo celebran muchas familias esta noche porque no tuvimos hijos, así que mi esposo y yo no hemos tenido la oportunidad de ser “Rey Mago”, si acaso comemos una Rosca de Reyes con chocolate.
Este Año Nuevo 2023 ya hemos superado el encierro de la Pandemia, hace dos años, por primera vez los Reyes Magos no llegaron, muchos niños se quedaron esperando pero la venta de juguetes se suspendió, así que también el COVID-19 encerró a los míticos astrólogos y no salieron a repartir ilusiones, este año será diferente y los Reyes Magos han vuelto.
Deseo de corazón que ningún niño se quede sin obsequio, hay también un esfuerzo de la iniciativa privada para obsequiar juguetes a los niños menos afortunados y convocan al altruismo de la sociedad, es el ya famoso “Juguetón” presidido por Jorge Garralda, una labor loable y que yo aplaudo que consiste en recopilar juguetes nuevos en las televisoras de TV Azteca y en caravanas salen a repartir regalos a las comunidades más pobres, aquellas que el Neoliberalismo dejó rezagadas…
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios