La locura de Sandra Cuevas

Eres Alcaldesa de la demarcación considerada el corazón de la Ciudad de México, gobiernas a más de medio millón de habitantes, tienes una maestría patito, pero con Registro de Validez Oficial (o sea, no cualquier patito); estudiaste (según) en diez países y tu mejor consigna política, por cierto, la más aplaudida por tus simpatizantes y/o mentores, se reduce a un “les vamos a partir la madre”… Entonces algo anda mal.

Sin embargo, la mexicanísima expresión de Sandra Cuevas tras los sucesos que evidenciaron la existencia de propaganda negra en contra de Claudia Sheinbaum en oficinas de la Alcaldía Cuauhtémoc, no debiera de mirarse desde la subjetividad acostumbrada por uno u otro bando.

Es decir, no se trata de la amenaza en el sentido literal, ni tampoco de la expresión espontánea basada en el lenguaje soez. Analizándola en sus motivaciones, en su contexto y, sobre todo en la personalidad de quien la profiere, no es más que la exclamación de la locura. Y no, para nada se trata de colocar un adjetivo en sí a la señora Cuevas, sino de describir lo que a todas luces es evidente: la locura que acompaña tanto sus acciones como sus dichos, al menos si se observan desde la definición del Diccionario del Español de México. 

Pero dejemos por un momento la locura de Sandra Cuevas a un lado, revisemos lo conveniente y rentable que le representa a la oposición tener entre sus filas a este personaje si partimos de los siguientes puntos:

En fin, los puntos señalados no parten desde la visión catastrófica, pero debieran ser observados como elementos que le generan un beneficio a la oposición, sobre todo si agregas ese factor que considero acompaña y beneficia las locuras de Sandra Cuevas. Lo cierto es que la principal carta de la oposición para candidata a la CDMX es ella, aunque también es la más endeble, porque las mismas locuras que la hacen acceder a dicha posición, son las mismas que le pueden significar la derrota. No porque se desate una persecución política como ahora denuncia, sino porque pierde de vista que los arranques, casi casi trastornos de ira, no se traducen en votos, sino en circo y, en esta ciudad, el votante cada elección se vuelve (afortunadamente) más exigente.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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