La legitimación de Elon Musk y el posible futuro de Twitter

Opinión de Arantxa H. Sanoja

Hace poco más de una semana el internet explotó con las noticias de la compra de Twitter por parte de Elon Musk. Para muchos, esto resultó una decisión extraña e inmediatamente controversial. Para otros, una inversión inteligente por parte de un exitoso magnate de los negocios que bajó del cielo a bendecir a los proles con libertad de expresión como un santo católico alimentando a las masas. Para los que han observado sus actividades en años recientes, este es simplemente el más reciente capricho cuestionable en la larga lista de excentricidades de un hombre excesivamente rico al que nunca se le ha negado nada.

El mito de Elon Musk lo pinta como un genio emprendedor que salió de la nada. Los detalles de los orígenes de su fortuna más allá de los rumores son difíciles de definir de manera concluyente. La historia de la lucrativa mina de Esmeraldas de la familia fue confirmada personalmente por Errol Musk, padre de Elon, para un artículo de Business Insider publicado en 2018. Elon Musk negó esto mediante un tweet que escribió en Diciembre de 2019, respondiendo a una discusión en la que usuarios de Twitter criticaban el túnel “anti atascos” Vegas Loop para autos Tesla. En este tweet declara que el rumor es falso y no tiene idea de donde salió, y que además tuvo que trabajar mientras estaba en la universidad de Pensilvania para pagar sus estudios, terminando incluso con una deuda de alrededor de cien mil dólares, implicando que su padre definitivamente no lo ayudó económicamente y que todo lo que tiene lo construyó con sus propias manos. En su biografía, escrita por el columnista Ashlee Vance y publicada en el 2015, el autor nota que Elon Musk le aconsejó no hablar con su padre, insistiendo que su versión de los hechos no era confiable.

Resulta fácil establecer una imagen particular cuando decidimos que una fuente de información en particular es la “correcta”, y que todo lo que la contradice es consecuentemente falso. Este es un fenómeno que hemos visto una y otra vez con los medios tradicionales, hasta el punto en el que se declara que la censura de lo falso es lo moralmente correcto. La desinformación existe, claro, pero generalmente se desmorona ante el más mínimo escrutinio, y no siempre es lo que nominalmente se había definido como “falso”. En su biografía, se dice que cuando Elon Musk inició su compañía Zip2 con su hermano, su padre proporcionó veintiocho mil dólares. En otro tweet negó esto, aclarando que su padre sólo proporcionó el 10% de una inversión de doscientos mil dólares, que “hubieran obtenido de todos modos”.

Hay pocas fuentes confiables que detallen los orígenes de la fortuna de Elon Musk, pero el internet está repleto de rumores e incluso tweets escritos por el mismísimo Musk, y estos se han transformado en la base del mito. Muchos de sus fans lo consideran el Tony Stark de la realidad, sacado directamente de las páginas de los cómics en las que el heroico Iron Man amasa su fortuna vendiendo armas de alta tecnología (lanzallamas en el caso de Musk). No solamente es un millonario enfocado en proyectos que aparentan ser de una utopía futurista de ciencia ficción, es un millonario accesible. Tiene una presencia activa en Twitter, y muchos lo consideran carismático, es fácil identificarse con él. Responde a tweets, sube memes, y hasta se implica en golpes de Estado diseñados para obtener litio. ¡Es justo como nosotros!

La compra de Twitter no es sorprendente, la imagen de Elon Musk está intrínsecamente ligada a su cuenta. Ha forjado su legitimación tweet por tweet, y es la plataforma en la que logró cultivar un devoto grupo de fans beligerantes, dispuestos a defenderlo a capa y espada de cualquier detractor que cuestione sus excelentes propuestas para la hipotética colonización de Marte. La conclusión a la que muchos llegaron es que las únicas personas que podrían migrar a Marte serían los extremadamente ricos. Elon Musk aseguró que habría una forma en la que cualquier persona que quisiera ir a Marte podría hacerlo: Préstamos para los que no tengan el dinero, a pagarse con “trabajo”. ¿Y quién no quisiera endeudarse para ir a vivir en un desierto inhabitable sin atmósfera? Los detractores de Musk rápidamente reconocieron que este tipo de servidumbre por contrato está prohibida por prácticamente todas las constituciones en la Tierra, y el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.” Afortunadamente para sus fans ansiosos por llegar a Marte, en ese planeta no existen aún las constituciones.

No hay forma de predecir perfectamente el futuro de la plataforma, pero al analizar las partes más recientes y públicas del pasado de Musk, incluyendo las opiniones que ha compartido en su cuenta personal y la forma en la que ha manejado sus otras compañías, se pueden empezar a construir teorías e inferir las posibilidades.

Tesla, la compañía por la que es más conocido Musk, fue fundada por los ingenieros Martin Eberhard y Marc Tarpenning en el 2003, y Eberhard fungió como director ejecutivo hasta el 2007. Para iniciar un negocio de este tamaño los ingenieros requirieron de inversionistas. Uno de estos inversionistas tempranos fue Elon Musk, que inicialmente contribuyó treinta millones de dólares. Poco a poco, los fundadores originales perdieron el control de su compañía. En negocios de este tipo, el control que cualquier individuo puede tener sobre las decisiones de la compañía es decidido de acuerdo al número de acciones que posee, estas representan el porcentaje de la compañía de la que este individuo es dueño. En el caso de Musk, este porcentaje eventualmente superó al de Eberhard, quien tuvo que dejar su puesto en el 2007. Al año siguiente, dejó la compañía.

Esta estrategia en la que un accionista esencialmente toma control de la compañía una vez que posee más acciones que los demás ejecutivos quizás resulte familiar para quienes han observado el proceso mediante el que Musk adquirió Twitter. La compra inicial del 9.1% de las acciones lo transformó en el accionista principal de la compañía. Aunque esto le aseguró un lugar en el consejo administrativo, Musk prefirió continuar su estrategia y comprar la compañía por 44,000 millones de dólares, volviéndose el propietario único.

El el 2009 Eberhard demandó a Musk, acusándolo de orquestar la operación que lo sacó de la compañía, y declaró que “En su afán por apropiarse del legado de Eberhard, Musk mancilló la integridad de Tesla Motors, y manchó la reputación y prosperidad de Tesla Motors”. Hoy, Eberhard y Tarpenning tienen el derecho retroactivo de llamarse cofundadores de Tesla, pero no fundadores. Legalmente, ese título pertenece a Elon Musk, así como el de director ejecutivo de la compañía, que cambió legalmente a “Technoking”: el tecnócrata de

Tesla, diciendo que lo hizo como una broma, a pesar de perder la posición por tres años en el 2018 cuando se le investigó por fraude y tuvo que pagar una multa de 40 millones de dólares después de que anunció en Twitter que podía tomar Tesla Motors y cambiar el precio de las acciones de Tesla a cuatrocientos veinte dólares por acción. El número 420 es el número de la marihuana, y es otra broma favorita en el repertorio de Musk que empezó a usar con frecuencia después de iniciar su relación con la cantante Grimes en el 2018, quien lo introdujo a la droga. La cantante Azealia Banks, que estaba con la pareja el fin de semana en el que Musk escribió el tweet para una colaboración musical con Grimes, declaró a través de su historia de Instagram que el infame tweet en cuestión fue escrito por Musk mientras el magnate estaba bajo la influencia del LSD, aunque representantes de Tesla dijeron que esa historia era un total disparate.

Esta no fue la primera vez que fue removido de un puesto de director ejecutivo. Según su biografía, entró con ese puesto a Paypal cuando esta compañía se unió con el servicio de banca en linea que Musk estaba desarrollando con sus socios en el año 2000, X.com, adquiriendo otro título de fundador de una compañía que no fundó. Mantuvo su posición hasta Septiembre de ese año, cuando los conflictos internos causados por la insistencia de Musk por cambiar la infraestructura digital del servicio de una basada en Unix a una basada en software de Microsoft y la junta directiva decidió darle el puesto a alguien más. Cuando eBay adquirió Paypal en el 2002, Elon Musk recibió 175.8 millones de dólares al ser el socio con la mayor cantidad de acciones en la compañía. En el 2017, compro el difunto sitio X.com ya que para el este tenía un cierto valor sentimental.

El 2018 definitivamente fue un año difícil para Elon Musk, plagado por juicios y controversias. Aunque dice que la razón para su extraña actitud fue el tremendo estrés que manejar sus compañías le trajo. Una de estas bizarras controversias empezó con una operación para rescatar a 12 niños y su entrenador de fútbol que quedaron atrapados en una cueva en Tailandia en Junio de ese año, y que permanecieron ahí durante dieciocho días.

Elon Musk escuchó sobre el caso y decidió que quería ayudar. Utilizando el talento en ingeniería de sus equipos en The Boring Company y SpaceX, inició su plan de rescate. La primera opción que idearon fue un túnel inflable construido de kevlar que desplegarían a lo largo de toda la franja inundada de 1600 metros que habría que cruzar para rescatar los niños y su entrenador. Cuando fue aparente que esta opción no era práctica o factible, Musk pasó al plan B: Un pequeño submarino de alta tecnología.

Al final, el submarino nunca se utilizó ya que los coordinadores del rescate lo consideraron poco práctico para la operación, aunque Musk lo dejó en Tailandia en “caso de que se necesite en el futuro”. El operativo fue complicado y peligroso. Después de que los niños fueron localizados por un par de buzos británicos, uno de los buzos de la marina tailandesa que intentaron el rescate falleció en uno de los pasajes subacuáticos de la cueva, y otros tres fueron hospitalizados, pero al final fue posible sacar a todos de la cueva.

Pocos días después, entre un frenesí de tweets sobre el rescate en Tailandia, Elon Musk escribió un tweet en el que llamó “pedófilo” a uno de los buzos que participó en el rescate de los niños tailandeses, el británico Vernon Unsworth, quien decidió demandar a Musk por difamación. Musk ganó la batalla legal, argumentando que “pedófilo” es un insulto común e inocente en Sudáfrica, que el tweet en cuestión lo había escrito como una broma, y que no estaba pensado para que la gente se lo tomara en serio. Era todo sólo otro de sus “chistes”.

Ciertamente, Musk tiene un talento incomparable cuando se trata crear controversias mediante tweets. Sea por sus afiliaciones políticas en las que aparenta jugar para ambos bandos del sistema bipartidista de los Estados Unidos, pero codeándose con infames personajes de la extrema derecha como Joe Rogan, por mentir y decir que las fábricas de Tesla eran “más seguras que nunca”, cuando se comprobó que no estaban reportando todos los accidentes que sucedían, y que Musk personalmente ordenó remover las guías de seguridad pintadas en el piso de la fábrica porque no le gusta el color amarillo.

También ha propuesto servicios que calificarían a periodistas según su credibilidad, calculada “por votos de los usuarios”, pero cuestionando la credibilidad de ciertos periodistas e incluso atacando públicamente a los medios que critican su compañía,. Tendencias particularmente alarmantes considerando su más reciente adquisición.

Elon Musk prometió libertad de expresión para los usuarios de Twitter en el futuro, pero ¿de verdad se puede confiar en que una persona así pueda proporcionarla?

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