Con los aranceles que Trump castigó a diferentes economías del mundo en el mal llamado “día de la liberación”, quedó demostrado que el concepto de Norteamérica, del que habló López Obrador en su visión geopolítica para competir con China, lo comparte también el presidente norteamericano.
Se esperaba que México y Canadá se vieran afectados por los aranceles anunciados más allá del discurso xenófobo, pero no fue así. La lista de aranceles incluyó países tan obvios como ridículos, pero el T-MEC no se tocó. La integración de cadenas productivas a lo largo de Norteamérica es lo que sostiene productivas, competitivas y sanas a las 3 economías e ir contra esto sería meterse un tiro en el pie, aunque discursivamente es claro que Trump no podía defenderlo. Esto son buenas noticias para México de cara a mantener su modelo exportador, pero, de cara al futuro, queda claro que la sustitución de importaciones y la reindustrialización es la respuesta, siempre lo ha sido.
Los promotores del modelo aperturista neoliberal deberán hacerse cargo de su promoción y discurso aun y cuando hoy quieran salvar su pellejo diciendo que el NAFTA fue benéfico. No lo fue a pesar del mejoramiento de ciertos indicadores macroeconómicos. El modelo de integración de Norteamérica se basó en sueldos baratos y explotación de recursos de países del tercer mundo en beneficio de los del primero.
La prospectiva de México tiene que basarse en protección de sectores estratégicos como la energía y la agricultura, recuperación y nacionalización de la banca, la minería y la inversión en tecnología propia. No es un camino fácil ni rápido, pero es el único que nos garantiza no volver a depender de un país que, hoy por hoy, no es más un socio confiable.
El modelo globalizador neoliberal agoniza, y es lógico. Lo vendieron como la solución para los problemas del mundo, cuando realmente fue una forma de control y explotación de las grandes economías hacia las pequeñas que funcionó al principio, pero que al final se les fue de las manos cuando éstas últimas, especialmente China e India, han logrado no solo generar su propia innovación y competir de tú a tú, sino generar un importante superávit comercial.
No se trata de ideologías o radicalismos, se trata de entender que en un mundo cambiante y complejo como el que vivimos, depender lo menos de los demás, especialmente de Estados Unidos, es lo conveniente.
América del norte es el barco en el que tenemos que navegar nos guste o no, y contrario a lo que dicen los neoliberales sobre que AMLO y Sheinbaum se contradicen al defender este modelo, lo cierto es que una vez que el Salinismo decidió embarcarnos en este viaje a través del océano del aperturismo salvaje, pedir que paren la tormenta no es defender el viaje en sí, sino evitar que el barco se hunda y naufraguemos como economía.

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