El principal peligro para la democracia son los ciudadanos. Ciudadanos que anteponen sus necesidades a los intereses de la clase dominante. Es por ello que el objetivo no es salvar la democracia, jamás lo ha sido. El objetivo es instaurar una infocracia que establezca un totalitarismo sin ideología aparente, un totalitarismo que conduzca al ganado consumista mediante datos que aniquilen su capacidad de razonar, datos que no les permitan imaginar una realidad detrás de lo dado, detrás del dato, datos que desfactifiquen y descontextualicen la realidad, que fragmente la percepción y permitan ―dando la espalda a los hechos y la realidad― construir un discurso fundamentado en información que desoriente a la ciudadanía, información que oscurezca la realidad, que termine de matar el impulso a la verdad.
Para hacerlo, no es importante que los datos o afirmaciones que se hagan sean verdaderas, basta con lanzar cifras sueltas, fuera de contexto, para que el daño acontezca. Lo importante no es el fundamento de lo que se sostiene, sino sostenerlo sin argumentarlo. Rinde más afirmar que los libros de texto para el nuevo plan de estudios de la SEP serán nada más que propaganda, que demostrarlo, la efectividad de una noticia falsa es directamente proporcional a lo efímera que resulte. Y la verdad, cuando llegué, no tendrá forma de contrarrestar el daño.
Miremos un ejemplo, recientemente, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, calificó a los consultorios adyacentes a farmacias, como un engaño que no solucionan el problema de la salud pública ya que su objetivo no es otro que el de vender medicamentos. La reacción de la nobleza conservadora, que además de ser noble es caritativa, humanitaria y bien pensante, no se hizo esperar, de inmediato se acusó a López-Gatell y al gobierno de la CuatroTe de querer cerrar los consultorios de las farmacias y con ello aniquilar a la clase media que no tiene otra alternativa para cuidar su salud.
Afortunadamente, la repuesta visceral fue acompañada por la sabiduría y luminosa sagacidad mental de Sergio Sarmiento quien apuntó ―en un texto plagado de paja―que López-Gatell se ha dedicado a destruir el sistema de salud pública y como evidencia de ello arrojó lo siguiente: “Una de las razones más importantes de la expansión de los consultorios de farmacias es el deterioro de las instituciones de salud pública en la Cuarta Transformación. López-Gatell ha sido el gran privatizador de la salud en nuestro país.”
Poco importa que el dato, disfrazado de argumento, que esgrime Sarmiento sea falso. El objetivo es dejar sembrada en la mente ciudadana la idea de que el gobierno de Andrés Manuel está destruyendo el Sistema de Salud y dejarlo claro con algo que parezca evidencia: el enorme número de farmacias con consultorio que hoy por hoy hay en el país, las cuales (sin duda alguna) son más que las que había ayer, más que las que había al terminar el sexenio de Peña Nieto o el de Calderón.
La realidad, resulta absolutamente secundaria y nada importa menos que el que el Sistema de Salud hubiera sido abandonado desde la década de los ochentas, o que los consultorios adyacentes a las farmacias solo hayan aumentado su presencia un 13% durante el gobierno de AMLO, mientras que en el de EPN aumentaron en un 60% y en el de FECAL en un 285%.
Entrados en gastos: No faltará quien insista, defendiendo la democracia y apegándose fanáticamente a la realidad, en que el Sistema de Salud entró en deterioro acelerado durante los gobiernos de FECAL y EPN, el mismo argumento de Sergio Sarmiento parecería, revisando las cifras, abonar en ese sentido. Frente a ello, solo queda hacer aspavientos y levantar más polvo informativo para desorientar a la ciudadanía. Después de todo, la verdad jamás ha sido viral.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente
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