La ilusión de la marcha

Terminando la marcha convocada por los audaces defensores del voto y la democracia, comenzaron a aparecer una cadena de tuiters conmovedores autoría de varios de los convocantes que casi, casi, generaron el llanto a los lectores de esa red social por su alto contenido de heroico patriotismo en la defensa del Instituto Nacional Electoral. En verdad que ni Madero fue capaz de generar tal nostalgia en el pueblo mexicano como hoy lo hacen los voceros de Claudio X. González y muchos de sus aliados.

Pero caray, nuevamente se hace presente el mismo error que en la movilización pasada: la necesidad de engrosar o aminorar las cifras reales de los asistentes, como si en el fondo ese fuera el punto a analizar. Comete un error el ala convocante al señalar que eran más de medio millón de asistentes, así como comete un error la contraparte al querer minimizarla diciendo que eran uno cuantos. ¡No señores! Ni son tan pocos ni son tantos, es un número considerable, eso sí, pero para nada se trata de una movilización capaz de competirle al nivel de convocatoria que tiene López Obrador, porque ahí sí, digan lo que digan, existen miles de personas que se mueven por sí solas y por sus propios medios cuando el convocante es el tabasqueño. En ese terreno y, a poco menos de dos años de terminar con su mandato, jamás podrán vencerlo.

El asunto es más allá del número de asistentes, el problema en esta y en la anterior marcha radica en las motivaciones de los convocantes y que no son otras más que mantener el régimen de privilegios que fueron perdiendo y que lejos se ve de regresar, al menos en 2024 no será así por fortuna. Lo que la oposición debiera analizar, es que una participación nutrida en la marcha, no es más que un espejismo que les hace creer que realmente tienen posibilidades de arrancar el poder al proyecto de López Obrador, pero con esta lógica, los convocantes nuevamente muestran su desdén y menosprecio al electorado, pues no alcanzan a comprender que una buena parte de la sociedad dejó de manifiesto su hartazgo a lo que representan como partidos políticos y, sobre todo, contra el desastre de país que dejaron y que al día de hoy, ha sido más que complicado recomponer.

Lejos de buscar la manera de utilizar una narrativa acorde a la participación ciudadana y de buscar conformar una verdadera red de apoyo que logre posicionarlos en el ámbito electoral, optan por destacar las cifras y dejarla ahí para el anecdotario, pero ¿y luego qué? De nada les servirá malgastar recursos económicos para hacer una marcha de este tamaño si esta, (como quedará en evidencia) no logra mermar la presencia o popularidad de AMLO y, sobre todo, no posiciona realmente a un personaje capaz de aglutinar a toda la oposición para quedar como abanderado frente a quien postule MORENA. Bueno, Lilly Téllez que ya se siente candidata levantará la mano, pero más allá de la vacilada de su aspiración, difícilmente tiene posibilidad.

Por otra parte, MORENA no debería de perder el tiempo en señalar si sirve o no la marcha para la oposición, es decir, si le es redituable o si la cifra es mucho menor, lo más adecuado para ese partido debiera ser reconocer y respetar el derecho de cada quien a manifestarse, pero a la par, realizar ejercicios informativos en los que se informe a la sociedad sobre los verdaderos intereses de quiénes hoy convocan y la manera en que buscarán utilizar instituciones como el INE para generar un ambiente de inestabilidad. No por nada el verdadero traidor a la democracia llamado Lorenzo Córdova y su principal escudero Ciro Murayama, han comenzado a azuzar a los trabajadores del INE diciendo que el famoso plan B de la Reforma Electoral afecta a los trabajadores en sus derechos y estabilidad laboral.

En lo personal me da gusto que, sea como sea, salga la oposición a manifestarse, tienen derecho a defender sus privilegios, incluso, mal harían si no, pero el final de cuentas, no es la congregación en las plazas las que les otorgan la razón, en tanto que termina siendo no más que una especie de autoconsumo. Lo que dejan en claro es que no tienen mayor arma para enfrentar a Andrés que los recursos económicos y, al paso que van, poco a poco, muchos de los que hoy hacen un significativo aporte económico, irán retirando el apoyo cuando constaten que se les acabó el tiempo. Pocos se animarán a seguir gastando en un proyecto que ni es proyecto y que no tiene un cara visible que lo pueda encabezar.

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