La Cumbre de Líderes de América del Norte, victoria de la 4T

Siempre se ha dicho que en política la forma es fondo. En ese tenor, la Cumbre de Líderes de América del Norte, que conjuntó a los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México ha sido un rotundo éxito en todas sus dimensiones.

Se entrelazan las imágenes de Joe Biden, Justin Trudaeu y Andrés Manuel López Obrador y sus esposas, sonrientes y fraternos, en diversos momentos del encuentro, con los resultados concretos positivos de las negociaciones de los principales aspectos tratados en los diálogos realizados en el corazón de México. 

El desarrollo de esta Cumbre; la cada vez más fortalecida economía mexicana que tiene al peso más fuerte y apreciado como no ocurría en décadas; aunado al aterrizaje de los mandatarios de EU y Canadá en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; han significado noticias buenas para la mayoría de los mexicanos, y un golpe demoledor para la minoría conservadora, que agoniza asfixiada en su propio odio y envidia, que los ha dejado atrapados en telarañas mentales de negación de la realidad.

¿Cómo se construyó esta Cumbre que reposiciona a México como faro de esperanza para los pueblos de toda América, y que regenera el orgullo y prestigio de México en el mundo? Sin duda, la convicción del presidente Andrés Manuel López Obrador de edificar durante los primeros años de su gestión un Estado de Bienestar con enfoque de derechos sociales para todos, donde predomina el interés nacional, el interés general, el interés superior del pueblo para lograr una sociedad más justa, más fraterna y más igualitaria. El Presidente ha sido congruente con la premisa que siempre planteó en este ámbito: “La mejor política exterior es la interior”, gobernando y transformando la realidad con amor al pueblo y bajo la opción preferencial por los más desprotegidos, ha generado una gran legitimidad y fortaleza que permite asistir al concierto de las naciones en condición de iguales, así sean las superpotencias, México acude a dialogar ejerciendo su soberanía, autodeterminación y haciendo valer los intereses de los mexicanos. 

En este sexenio los países vecinos dialogan con un verdadero representante del pueblo organizado, no con un títere o cabildero de poderes fácticos como ocurría en los aciagos años del neoliberalismo.

Pero no son solo motivo de aliento las fotos de los presidentes sonrientes y cordiales en un ambiente de camaradería en el histórico elevador de Palacio Nacional, o el hecho de que por primera vez un presidente de otro país es invitado al automóvil oficial del presidente estadounidense conocido como “La Bestia” en un gesto de verdadero respeto a López Obrador, además de todos estos botones de buena vecindad entre iguales, hay resultados concretos alentadores de la Cumbre. Entre otros:

Los levantacejas, los intelectuales orgánicos del viejo régimen, y las remoras de las desprestigiadas elites políticas del neoliberalismo, naufragan junto con sus negros vaticinios, y los cuentos -que solo entre ellos creían- que habría una relación ríspida con México, que habría caos económico y devaluaciones. Hay relación de respeto, igualdad y fraternidad de México con las potencias de Norteamérica, se comparten valores de apoyo mutuo y la nuestra moneda está más fortalecida que nunca. Es una nueva derrota de la narrativa reaccionaria, y un triunfo de la Cuarta Transformación de México.

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