Ante la imposibilidad de tener elementos para criticar el próximo gobierno federal, los columnistas enemigos de la Cuarta Transformación encuentran en nimiedades tema principal de sus contenidos, que siempre han dejado mucho que desear en cuestiones de veracidad.
México tiene múltiples problemas, con un gobierno al que deben darse a conocer o reiterar la existencia de una multitud de conflictos, pero en lugar de hacer escuchar sobre estos temas para complementar la problemática real del país prefieren analizar lo anecdótico o comentar lo intrascendente.
En espera de línea para empezar a atacar las decisiones de la presidenta electa, los columnistas, ante su ignorancia política y su necesidad de cuestionar sistemáticamente toda palabra de los integrantes del gobierno, eligen poner atención en algo en lo que nunca repararon en el pasado. Buscar una ruptura abrupta entre Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.
A pesar que hubo repetición de partido en el poder por casi 20 periodos de gobierno nunca aprendieron a definir las diferencias entre un gobierno entrante y el saliente. Ya no digamos la trascendencia política y económica que implica la continuidad de un partido, que en el pasado sólo mostró mansedumbre y sumisión.
Creen que la gente no se dio cuenta de que se equivocaron en todo, que mintieron a favor de una derecha decadente, que los mantiene más como reliquia que como soldados de la mentira. Ellos quieren manchar lo que no tiene mácula a como dé lugar y afirmar, desde ahora, que conocen el futuro, aunque hayan fallado en todas sus profecías mal intencionadas.
Así, lejos de buscar los problemas de un país que se transforma, intentan analizar lo intrascendente, relejo de poca capacidad de análisis y de un total desconocimiento del ejercicio político más allá de las anécdotas que hicieron historia en el pasado gracias a sus indiscreciones y adivinanzas fallidas.
Hay quienes se apasionan y apuestan que el actual presidente seguirá detentando el poder, ante quienes sorprendidos se asombran de los temas en las que ponen su atención quienes se autodenominaron líderes de opinión. La subjetividad de toda especulación los muestra tal y como son, oportunistas, ignorantes, poco ilustrados y peor informados, etc.
Desconocedores de la historia, nunca se preocuparon por leer un libro por el placer de conocer más sobre la especialidad de la que comen, sólo leyeron los libros que les impusieron, como si la lectura fuera un castigo divino, esto lo demuestran en cada línea de sus escritos, cuando llegan a atreverse a escribir, porque los acentos, las comas y los puntos cuyo lugar en un párrafo desconocen. Necesitan una brújula de signos ortográficos para dar a entender lo que piensan o le dicen que piensen.
Elegir como tema de columnas políticas enteras la perpetuidad de una voluntad política acusa miedo, no sólo a la persona que deja el poder oficialmente sino a perder su lugar en el oscuro rincón de la disidencia de alquiler.
Acostumbrados a los chismes palaciegos encontraron en este tema por fin, una manera de hacer remembranzas y recordar viejos tiempos, de dar a conocer testimonios que guardaban por miedo al poder del pasado y chistes de quienes saben, ya nunca más estarán en el poder.
Para mostrar algo de congruencia acuden a mencionar datos históricos elementales, son hurgar en las causas ni los contextos y sacan de contexto hechos del pasado para darle solidez a un argumento frívolo y que denota mucha ignorancia.
Cuando el pueblo es el que expone sus necesidades, intereses e inquietudes el gobierno debe escuchar y acatar. Quien marca la agenda, en este sistema, es el pueblo. No es el presidente anterior ni la actual. No hay inspiración divina ni culto a la personalidad dos contos que identificaron la política mexicana por muchos años.
El estilo personal de gobernar se quedó con los gobiernos del PRI, donde los presidentes eran lo más respetados del país, aunque fueran uno corruptos. Adivinar, especular, pronosticar es para algunos columnistas su única manera de seguir hablando de política, el resto lo desconocen. Tienen años de no tocar un libro, (Confesión de parte de Peña Nieto), ni de capacitar o, por lo menos de actualizarse.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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