La chacota o el imperio de los resentidos

Opinión de Germán Castro

No se hagan, acéptenlo: la pretendida y patentemente fallida oposición entretiene. A la pobre derecha nomás nada le sale bien, pero, eso sí, ameniza, aporta todos los días material abundante y variadito para el solaz y la chacota. Sus políticos —es un decir— y jilguerillos mediáticos no se cansan de hacernos reír. Así que no hay que escatimarles el mérito. No pasa un día sin que la reacción de este país nos regale por lo menos alguna que otra sonrisita. Las carcajadas francas no faltan a lo largo de la semana. Sus desatinos, mentiras, yerros, prejuicios, olvidos y estruendosas insensateces provocan jolgorio y esparcimiento entre el respetable.

El bloque conservador mexicano muestra en este punto una incuestionable semejanza con el megalómano y mega-anómalo Donald Trump: son una mina inagotable de sentido del humor involuntario. Incluso para quienes prefieren, en lugar de reírse de ellos, dejarse llevar por la indignación y el enojo, diariamente ofrecen motivos. La diversión por lo pronto está asegurada. La oposición divierte.

No faltará quien sostenga que nada tiene de malo aprovechar ahora que tanto esparcimiento producen todavía. Por supuesto, nada es para siempre; de hecho, el vacío ideológico del prianismo y sus satélites naranja y amarillo está llegando cada vez más frecuentemente a un nivel de patetismo melodramático que comienza ya a provocar pena ajena. ¿Entonces? ¿A seguir mientras se pueda en la juerga y el sano cachondeo a costa de los conservas? No soy nadie para recomendar seriedad, pero ¡aguas!, hay un riesgo y no es menor.

Diversión es también el nombre de una acción militar, la maniobra destinada a dirigir la atención del enemigo hacia un punto de menor importancia, para debilitarlo en la acción principal. Ni en mi más loco alucine pensaría que su humorismo involuntario es estrategia voluntaria, no, pero el efecto es el mismo. Tampoco hay que olvidar que un sinónimo de divertirse es distraerse, y distraer significa, además de entretener, “apartar la atención de alguien del objeto a que la aplicaba o a que debía aplicarla”. Divertir → distraer → despistar → descuidar… Andar distraído es andar en Babia.

Ejemplos sobran. Uno: ¿cuál de estas dos informaciones tiene más potencial para la distracción? 

a) El señor De la Madrid junior, quien aún no ha amarrado siquiera en el PRI la candidatura a la Presidencia, ya anda ofreciendo secretarías de Estado, entre otras, la de Gobernación a la desgobernada Lilly Téllez, del PAN. 

b) La secretaria de Bienestar del gobierno federal, Ariadna Montiel Reyes, durante su comparecencia en el Senado de la República informó que durante el gobierno de AMLO en 1,627 municipios —esto es, dos tercios del total— se redujo la pobreza, y de ellos, 1,425 —57% del total—salieron de la pobreza extrema.

No me van a negar que la primera información da pie a un montón de chanzas y ofrece una veta de enormes potencialidades para la burla, mientras que la segunda no sólo no tiene ni pizca de graciosa, sino que además exige determinados conocimientos y cierta reflexión para comprenderla. Luego, no se necesita ser un genio para saber qué nota será más comentada y tendrá más eco en el ágora. Chacota mata análisis.

En su novela Antes de que hiele, Henning Mankell dice: “Vivimos bajo un diluvio de desinformación, de rumores y de muy pocas noticias decisivas”. Cierto, y en la primera información del ejemplo que acabo de plantear resulta evidente que el escritor sueco tiene razón. La ocurrencia del suspirante tricolor abre ricas posibilidades para la distracción:

— Ahora que Claudia Ruiz Massieu le ofrezca a Enriquito la cancillería.

Pero más allá del cotorreo, ¿qué trascendencia tendrá el episodio?

Como bien advierte Byung-Chul Han en su ensayo No-Cosas, “nos acostumbramos a percibir la realidad como una fuente de estímulos, de sorpresas…”, así que si la realidad no me aporta eso, fuegos artificiales y alboroto, no la atiendo, ¡qué aburrido! Desde luego, esta situación no es nueva. Recuerdo que hará unos treinta años un alumno de cierta universidad autónoma, muy decente él, pidió la palabra para pedirme:

— Sería bueno que nos pusieras unas dinámicas para que la clase fuera más divertida.

Con la paciencia que me caracteriza le respondí que yo acudía a esas aulas en calidad de docente, no de payaso, que lo que estaba tratando de armar era una cátedra no un circo, y que si él quería podía irse a su casa, prender la tele y divertirse de lo lindo. Eso sí, recuerdo que mi respuesta divirtió a muchos.

Hoy día es incuestionable que los conservadores han apostado por el pastelazo y el vodevil para llamar la atención: ríanse de mí, ódienme, pero no me olviden, ténganme presente. Y lo han conseguido. Quizá en sí mismo no sea negativo para el bien público que uno se siga burlando de tanta estulticia…, siempre y cuando, claro, guardemos cabeza para atender lo importante, y lo importante es que este país está cambiando radicalmente. Ok, qué risa que los conservas estén ya repartiendo secretarías…, pero atendamos y difundamos informaciones decisivas. Por ejemplo, además de que la X. Galvéz va a meter ooooootra demanda, ¿sabías que de los 623 municipios indígenas que hay en México, casi siete de cada diez redujeron su situación de pobreza? Es sólo un ejemplo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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