Heberto Castillo el histórico e inconfundible dirigente de la izquierda -con su sonrisa imperecedera, cabello entrecano, lentes, frente amplia y arrugada-, partió el 5 de abril de 1997. Una semana después se le rindió un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes, con la bandera y el Himno Nacional como testigos, el puño izquierdo en alto, una multitud de militantes y ciudadanos de a pie, y una variopinta presencia de lideres partidistas, intelectuales y ciudadanos prestigiados sin partido, que asistieron a un gran consenso: Heberto transitó de preso político a precursor de la democracia, la paz y la transformación en México.
Gilberto Owen escribió “Conocerán mi vida por mi muerte”. Heberto tuvo que padecer cárcel, persecución, tortura, difamaciones, embestidas políticas, cerrazón e intolerancia promovidos desde la medula del sistema político del PRI- gobierno, antes de llegar -tras una larga travesía-, al reconocimiento hipócrita de intelectuales orgánicos y medios de comunicación tradicionales, que no tuvieron de otra más que sumarse al valor profundo que ya le había otorgado el pueblo raso como verdadero héroe y constructor de un régimen de libertades y democracia. Rudeza condenable del sistema contra un hombre que era padre de familia, maestro, ingeniero exitoso, inventor, y un ciudadano honesto que obraba por el bien común; siempre fraterno, abierto, pluralista e incluso tachado por la extrema izquierda por su oferta cotidiana de apertura, dialogo y civilidad política.
Hace 25 años desde la tribuna del palacio de Bellas Artes, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a continuar los empeños y convicciones de Heberto por un México para todos, con quien apenas unos meses antes había competido por la presidencia nacional del PRD. Es simbólico, pero no es menor, que quien reseñó dicha ceremonia de homenaje como reportera para La Jornada, fue Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria federal de Seguridad y Protección Ciudadana, quien en su crónica refirió: “López Obrador hizo el compromiso de concluir la obra hebertista por la transición democrática, el diálogo, la unidad y la civilidad política”. Cuanto peso tiene hoy esa frase, de cara a un Heberto que partía físicamente dejando una senda de sueños y anhelos del pueblo, utopías que en estos días para la historia marcan el rumbo de la transformación nacional.
Heberto fundó un partido, el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Enrique Semo escribió: “Como todos los miembros de la izquierda pre-88, Heberto Castillo se veía a sí mismo como un revolucionario y hubiera rechazado cualquier intento de ser catalogado como un reformista. Todavía en abril de 1979 escribía: El PMT es el partido de aquellos que tiene necesidad de luchar por transformar la sociedad; ellos son los obreros y los jornaleros agrícolas. Ellos son necesariamente revolucionarios, porque su miseria, su explotación, los empuja por acabar con esas condiciones de vida. Pero en el PMT están -deben estar- aquellos que son revolucionarios, aunque sus condiciones de vida no los empujen a la lucha. En el PMT militan cada vez más, al lado de los revolucionarios por necesidad, los revolucionarios por convicción”.
Heberto fue un militante activo del movimiento estudiantil de 1968, el 15 de septiembre de aquel año dió El Grito en Ciudad Universitaria ante los estudiantes y todos los que luchaban contra el régimen autoritario provenientes de las colonias populares de la capital y de diversos sectores de una sociedad que despertaba. Meses después de los trágicos sucesos del 2 de octubre, tras andar a salto de mata, cuenta el gran periodista Miguel Ángel Granados Chapa que: “El 8 de mayo de 1969, Castillo fue capturado”. Su auto de formal prisión a través de pruebas muy endebles se basó en hechos como los siguientes: “el ingeniero Heberto Castillo venían desarrollando desde el año 1961 diversas actividades probablemente delictuosas, consistentes en realizar labores de agitación entre obreros y estudiantes y haber realizado viajes tanto a Rusia como a Cuba y otros países, así como que, formando parte del comité directivo del Movimiento de Liberación Nacional, propugnó por la creación de la Organización Nacional de Acción Revolucionaria”. ¿Dónde estaba el delito en las actividades políticas de Heberto?
A 25 años de su partida, conmemoramos un aniversario de su natalicio el 23 de agosto de 1928 en Ixhuatlán de Madero, Veracruz. En esta misma fecha, que honra la insistente y documentada lucha del Ingeniero Heberto por salvaguardar nuestra soberanía nacional a través de la defensa de los recursos naturales, y como precursor de preservar el petróleo, se publica en el Diario Oficial de la Federación el Decreto mediante el cual se “crea el organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal denominado Litio para México, con el acrónimo “LitioMx” agrupado en el sector coordinado por la Secretaría de Energía, con personalidad jurídica y patrimonio propios, con autonomía técnica, operativa y de gestión”.
Cuya razón es conservar este mineral estratégico como propiedad de la Nación en función del interés del pueblo. “El objeto de Litio para México es la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio, ubicado en territorio nacional, así como la administración y control de las cadenas de valor económico de dicho mineral”. No habría mejor homenaje a los pensamientos de Heberto que esta buena coincidencia y factor de congruencia en tiempos de transformación.
En una entrevista a Elena Poniatowska el Ingeniero Heberto Castillo aseveró: “Dentro de los grupos progresistas prefiero a alguien que este por amor a alguien que este por odio. Me llegan gentes que están amargadas porque los dejó la novia o el novio o no les hacen caso en su trabajo. ¡Qué bueno que vengan a poner tabiques en la construcción del partido! Sin embargo, cuando veo que alguien llega porque se puede realizar y tiene amor por la lucha, me interesa mucho más que los despechados porque tiene más fuerza. Algunos señalan que mi concepción revolucionaria es romántica y hasta cursi, pero yo les digo que no me interesan los calificativos. Yo estoy en esta lucha por amor. ¿A qué? A la especie humana y aspiro a que este planeta sea una diáspora y que nuestros descendientes pueblen el universo”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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