En una noche que parecía rutinaria en Sarajevo ocupada, el Gran Café, refugio de risas y conversaciones de los oficiales nazis y ustachas, se convirtió en el escenario de un estruendo que marcó la ciudad. Los partisanos yugoslavos, decididos a golpear el corazón de los ocupantes, colocaron una bomba en el lugar. La explosión fue devastadora: decenas de oficiales murieron instantáneamente, y el caos llenó las calles adyacentes. Sin embargo, no solo los opresores pagaron el precio; civiles inocentes, presentes por azar del destino, también cayeron víctimas de las llamas y los escombros. El aire se llenó de polvo, gritos y el eco de una resistencia que no buscaba pasar desapercibida.
Al amanecer, las consecuencias del ataque se hicieron sentir con brutalidad. En un acto de represalia, las fuerzas nazis y sus aliados desataron una ola de terror, ejecutando a cientos de personas, muchas de ellas ajenas a la resistencia. El mensaje fue claro: cualquier desafío al régimen sería respondido con sangre.
En la actualidad, los partisanos y las resistencias europeas que actuaron en el marco de la SGM son vistos como héroes. Estas organizaciones, estudiadas en las universidades de Occidente, son consideradas ejemplos de lucha contra un régimen genocida y de extrema derecha. Sin embargo, muchas de las tácticas que emplearon (como atentados, sabotajes y ataques en lugares públicos) serían hoy catalogadas como actos terroristas y, por ende, como acciones de “los malos”.
En el caso de las resistencias de aquella época, sería un despropósito histórico separar sus intereses con los de sus connacionales de antes de la dictadura fascista/nazi. Nadie se atrevería a decir que los partisanos no representaban la conciencia colectiva de los italianos o que la resistencia francesa iba en contra de las mayorías del pueblo de Francia.
Ahora vamos al presente.
En una mañana que comenzó como cualquier otra en el sur de la Palestina ocupada, las comunidades cercanas a la Franja de Gaza despertaron al estruendo de cohetes y la irrupción de combatientes armados. Hamas, decidido a golpear el corazón del régimen sionista de ocupación, lanzó un ataque coordinado que desató el caos en kibutzim y ciudades fronterizas. Los disparos, incendios y secuestros marcaron el inicio de una jornada que dejó cientos de muertos y decenas de rehenes llevados a Gaza. Sin embargo, no solo los objetivos militares o políticos sufrieron las consecuencias; civiles, sorprendidos por la magnitud de la ofensiva, cayeron víctimas.
Al caer la noche, las represalias no se hicieron esperar. Israel respondió con una serie de bombardeos masivos sobre Gaza, destruyendo edificios residenciales, hospitales y escuelas en supuesta busqueda de los responsables del ataque (búsqueda que ya lleva más de un año, ha asesinado a más de cuarenta mil personas, dejó sin hospitales a Gaza, ha cometido acciones que no se llevaron a cabo ni en el Gueto de Varsovia y dejó inservibles a más del 80% de los edificios en la franja)
En el caso de Hamas, Occidente reaccionó de forma completamente distinta. Mientras que en nuestras universidades se admiran las acciones de las resistencias que lucharon contra el régimen nazi, las acciones de Hamas son rotundamente condenadas. Además, se cuestiona la legitimidad de Hamas como representante de la resistencia palestina dentro de la Franja de Gaza, ya que sus métodos y su ideología son vistos como extremistas y peligrosos. Este contraste refleja una doble moral en la forma en que se interpretan los movimientos de resistencia, dependiendo de la situación geopolítica y las víctimas involucradas.
Si se condena a Hamas por sus acciones contra los israelíes el 7 de octubre de 2023, también se está realizando una condena histórica contra los valientes que se levantaron en Varsovia el primero de agosto de 1944, así como contra los grupos de resistencia que se enfrentaron al autoritarismo fascista en el siglo pasado. Al considerar los métodos de Hamas como terroristas, se tiene que aplicar el mismo juicio a aquellos que lucharon contra regímenes que perpetraron atrocidades masivas como los nazis o ahora los sionistas.
“El terrorismo de Hamás es el reverso dialéctico del terrorismo del Estado israelí. El terrorismo nunca es bonito ni emocionante, pero el de los oprimidos es generado por el de sus opresores
Enzo Traverso
“La única diferencia normativa que separa a los combatientes de un grupo o una organización terrorista de los soldados de un ejército es de tipo jurídico: Los primeros no poseen el estatuto legal que confiere la pertenencia a un estado”.
Enzo Traverso
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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