Las naciones menos fuertes han tenido que negociar su grado de independencia con las fuertes potencias para aumentar lo mejor que se pueda el área de soberanía, tomando en cuenta sus límites. México ha construido arduamente su Estado nacional tras independizarse de España en 1821. A pesar de sus guerras internas, se ha logrado construir un Estado nacional, el cual ha avanzado arduamente y de manera incierta a lo largo de su historia. Aun así, se logró frustrar el intento de los franceses de establecer un imperio tras el triunfo de los liberales para hacer efectiva la separación de Iglesia y Estado. Mediante un ejercicio y centralización del poder político por parte de los liberales, se llevó a cabo una negociación entre la presidencia, las elites nacionales y extranjeras. No obstante, se dio lugar a que se negociara un espacio de autonomía con el conjunto de naciones con intereses en México, en especial Estados Unidos, tras las reelecciones del general Porfirio Díaz.
“¿Qué entendemos por soberanía? Es la capacidad que tiene su sociedad de estructurarse, tomar decisiones y llevarlas a cabo con el apoyo de la sociedad en favor de interés nacional”. Fue la respuesta del Dr. Lorenzo Meyer, historiador y profesor emérito del Colegio de México, realizada los caricaturistas José Hernández y Rafael Pineda Rapé en una reciente entrevista para el programa Radio Averno,del canal de YouTube Chamuco Media. Esto será nuestro punto de partida para esta columna de opinión.
Nuestro país es inmensamente rico en recursos. Además, es el principal punto estratégico por sus accesos al océano Pacífico, al océano Atlántico y a los Estados Unidos. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la llegada del capital extranjero represento una oportunidad para entablar relaciones comerciales con México, para desarrollar el sistema ferroviario que conectarían al país y para crear un sistema bancario. De modo que, la nación logró destacar por la exportación de materias primas, productos básicos y elaborados. Entre las primeras estaban el café, caucho, henequén, algodón, minerales (cobre, oro, plomo) y en especial el petróleo. La localización geográfica de México jugaría un papel fundamental para la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El afianzamiento de un nuevo régimen a partir de 1917 permitió la transformación del conflicto revolucionario con el exterior en una fuerza nacionalista legitimadora del nuevo orden. De esa manera, se logró un avance en la soberanía, llevando a cabo la expropiación de todas las empresas extranjeras de esa industria en 1938, con el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, símbolo del dominio de las fuerzas gubernamentales mexicanas sobre sus riquezas por encima de los intereses extranjeros. Más aún, obtuvieron cierta autonomía y apoyo estratégico del gobierno estadounidense, tras entender la importancia del New Deal del presidente Franklin Delano Roosevelt.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) presentó la oportunidad de una necesaria alianza entre México y Estados Unidos, esto consistió la emigración legal de trabajadores nacionales para un mercado que requería de una fuerza de trabajo en los campos agrícolas, mineros, los ferrocarriles y las fábricas. Entre 1943 y 1945, aproximadamente 52,000 mexicanos por año trabajaron más allá de la frontera. Todavía cabe seña lar, que Estados Unidos se comprometió con créditos, equipo, refacciones e insumos para la construcción de ferrocarriles, la extracción de petróleo y minerales.
A pesar de las aportaciones de las relaciones entre la nación mexicana y estadounidense, esta política de independencia tuvo sus límites tras la crisis del modelo económico mexicano, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari dio un histórico giro y logró que México formara parte de las lógicas del modelo económico neoliberal con la firma del Tratado de Libre Comercio entre EE. UU y Canadá, integrando su economía a la estadounidense. 80% de sus exportaciones van al mercado del país del Tío Sam, reduciendo su espacio de autonomía económica.
Por otra parte, la incapacidad del presidente estadounidense Donald Trump de sentir empatía hacía los demás y dejándose llevar por sus instintos y sus fobias hacia la migración y al tráfico ilegal de drogas, lo ha llevado a decretar órdenes ejecutivas para imponer el 25% de aranceles a los productos mexicanos y a conceptualizar judicialmente a los carteles de la droga mexicanos como “organizaciones terroristas”, con el fin de convertirlos en un objetivo de una incursión militar en cualquier modalidad, usando el poder militar más grande del planeta.
En los últimos años, la extensión del uso del fentanilo en los Estados Unidos al mismo tiempo, su impacto ha crecido exponencialmente, convirtiéndolo en un gran problema sanitario y político. En 2016 el fentanilo estuvo detrás del 62% de las muertes por sobredosis en Washington. En 2022, fue la causa del 96% de las muertes relacionadas con el abuso de drogas. Llevar a cabo una guerra contra las drogas en México o llevando a cabo vuelos militares en la frontera sur de EE. UU, sin el permiso del gobierno mexicano, no sólo le arrebata su iniciativa política de combatir a las drogas usando el poder del Estado, sino lo fuerza a ajustarse a sus lineamientos estratégicos desde la política exterior y la economía, que afectan nuestra soberanía.
“Siempre que hay una crisis surge la evocación del Destino Manifiesto y sólido. Nada más destinarista que la idea, siempre esgrimida en las ocasiones importantes, de que EE.UU. es la nación indispensable. Es la convicción histórica del mundo de que lo que EE.UU. haga o deje de hacer es decisivo para el futuro de la humanidad. Y eso es pensamiento destinarista”, dice Anders Stephanson, profesor de historia de la Andrew and Virginia Rudd Family Foundation, especializado en relaciones exteriores estadounidenses del siglo XX, en una entrevista para el medio BBC Mundo.
¿Hacia dónde va México ante un incierto panorama internacional, en el que Estados Unidos está cambiando profundamente su naturaleza y sus relaciones con el exterior? En esa misma charla con el Dr. Meyer, el historiador propuso lo qué se podría hacer al respecto, aunque la comentocracia y las derechas partidistas la vayan a rechazarla “manejar bien la casa, nuestra mejor política externa es la interna, tener una estructura interna que funcione, fortalecer lo interno”. Por consiguiente, hay que abrir camino para entender el mundo en el que estamos viviendo, es necesario que el Gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum siga impulsando políticas y programas que disminuyan la desigualdad, utilizando el poder del Estado, solo así será capaz de revindicar con éxito su independencia, con todo y sus límites.
ENLACE
Programa Radio Averno. Charla con el Dr. Lorenzo Meyer, profesor emérito del Colegio de México, subido el miércoles 12 de febrero del 2025.

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