Ni siquiera en las elecciones de Venezuela la OEA fue tan contundente como ahora con los resultados fantasiosos de Ecuador, donde gana oficialmente Daniel Noboa, quien se reelige contra la voluntad del pueblo.
A pesar de que este organismo es muy conservador y apoya incondicionalmente a la derecha, da a conocer argumentos sólidos que comprueban el fraude del partido Acción Democrática Nacional, mientras que, respecto a las elecciones de Venezuela de finales de julio, sólo fueron comentarios de juicio, muy subjetivos, pero sin pruebas ni argumentos válidos.
Lo cierto es que el fraude fue un descaro y las condiciones para votar una burla a la inteligencia humana. Fuera de toda congruencia y sin precedente en la historia de los países que realizan una segunda vuelta, Luisa González tuvo un mismo número de votos cuando compitió contra 15 candidatos, de diferentes partidos, que ahora que estaba frente a uno solo, desprestigiado y corrupto. Esto sin tomar en cuenta el acuerdo que hizo con Leónidas Iza, quien obtuvo el tercer lugar en las preferencias electorales, de declinar, con sus más de 538 mil votantes, en favor de Luisa González en la segunda vuelta.
La militarización que impuso Noboa 24 horas antes de la jornada electoral, apagones provocados por el gobierno, un clima artificial de inseguridad provocado por políticas disfrazados de delincuentes, el hallazgo, supuestamente casual de cargamento de plátano con droga, la gran mayoría de las encuestas daban como ganadora a la candidata de Movimiento Revolución Ciudadana, y algo que remata la sospecha de fraude es que el gobierno de Donald Trump, fue el primero en reconocer el triunfo del conservador Noboa, a través del secretario de Estado, el cubano Marco Rubio.
Por si fuera poco, la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, de ultraderecha, fue desde España a Ecuador a hacer propaganda a favor de Noboa, con toda la carga ideológica del radicalismo fascista de este momento, sin que ninguna autoridad electoral le amonestara.
Luisa llegó a la elección de segunda vuelta, con un capital mínimo de 49 por ciento de los votos, más lo que el resto de los partidos que se habían quedado en el camino, pudieran aportar.
Llama la atención la convicción de las cadenas televisoras de noticias dando a conocer, desde el momento en que cerraron las casillas el triunfo de Noboa, a pesar de que hubo irregularidades claras, que nunca sucedieron en Venezuela, pero a las que le otorgaron espacio y tiempo.
Por su parte, los medios mexicanos también dieron por buena la elección, siguiendo los lineamientos de la política de Trump y contradiciendo los principios de política exterior que es tradición en la política de México y que enarbola la presidenta Claudia Sheinbaum.
La intención informativa de esos medios debe quedar clara para toda la gente, pero no falta algunos que se resisten a reconocer la verdad y se niegan a vivir en otra realidad diferente a la que consideran les es propia.
La negativa de la Presidenta de México al reconocer el triunfo de Noboa, acto que quiere presionar la oposición para que suceda, tiene como único propósito apoyar a la derecha en América Latina.
Porque nadie está obligado a reconocer triunfo o derrota de la elección de un país con el que ha roto relaciones diplomáticas.
Desde la invasión, ordenada por Noboa, contra territorio mexicano en Ecuador, el 5 de abril del año pasado, no hay manera de conciliarse con un gobierno entregado incondicionalmente a los designios de Estados Unidos y con una franca postura fascista.
La invasión a territorio mexicano fue orquestada desde el vecino país del norte para provocar un conflicto bélico, en momento en el que Joe Biden necesitaba urgentemente vender armas, tanto a Ecuador como a México, para mitigar la quiebra financiera que ahora Trump quiere arreglar con la imposición de aranceles a todo el mundo.
La invasión tuvo como pretexto la detención del vicepresidente Jorge Glas, y fue golpeado brutalmente hasta quedar tendido en el suelo, el diplomático mexicano Roberto Canseco por los uniformados, fuertemente armados, enviado por Daniel Noboa.
El fraude es uno de los más evidentes en la historia de América Latina, deberán volverse a contar lo voto, con observadores imparciales de todo el mundo

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