Expectativas realistas en el Estado de México

Ante la inminente victoria de Delfina Gómez en el Estado de México, la cual está respaldada por casi 20 puntos de ventaja según el último sondeo, los mexiquenses ven luz al final del camino y, parece, experimentarán no estar más bajo el yugo del PRI y del grupo Atlacomulco. Esto es una buena noticia porque las relaciones de poder, el estilo de hacer política y las perspectivas, cambian. Sin embargo y en un ejercicio de objetividad, deben quedar claras las expectativas y los indicadores por los cuáles se debe medir el desempeño de la posible nueva gobernadora, y ello tiene que ver con sus promesas de campaña.

Ante el ruido excesivo de medios y la vulgarización del sistema democrático en México, se personifica demasiado el poder y las responsabilidades de un gobierno, ejemplo máximo de ello es el presidente López Obrador, que según un análisis de medios reciente, es protagonista de 4 de cada 5 artículos de opinión, omitiendo, seguidores y detractores, que existen, al menos, otros 8 poderes diferentes que tienen inferencia en la vida pública de México. Es un error, por tanto, analizar más al sujeto en su ontología política para medir el desempeño como ocupante a un cargo y minimizar sus promesas de campaña, que es lo que debería ser el foco de la cuestión, es decir, ¿qué prometió versus qué cumple y cómo avanza?

En el caso de Delfina Gómez, existe un programa de gobierno que se precia de ser más realista y menos ambicioso que el de su contrincante Alejandra del Moral, y esto puede ser una lectura interesante para politólogos en formación: la sociedad ya no se deja engañar tan fácilmente por las grandes y ambiciosas promesas de un programa inverosímil, sino por propuestas concretas que coadyuven a resolver problemas y demandas específicas de la población. Ante una sociedad evidentemente más politizada, el discurso realista y honesto cobra alta relevancia, por ello y ante tantas promesas incumplidas del PRI en el Estado de México, parece ser que ni todo el aparato del Estado de México a favor de su candidata será suficiente para mantener el poder.

Ahora bien, Delfina Gómez tiene la gran encomienda de, al menos, demostrar cuanti-cualitativamente que será buena gobernante. No basta con tener el respaldo de Morena y el Presidente López Obrador, sino que deberá trabajar desde el primer día en cumplir los compromisos que ha hecho. Un aspecto relevante dentro de estas promesas tiene que ver con que, Delfina, como texcocana, tiene que voltear a ver mas hacia el Oriente del Estado de México, históricamente marginado y olvidado por el grupo Atlacomulco. Resulta una gran contradicción que el Estado de México, siendo la segunda entidad generadora de riqueza medida a través del Producto Interno Bruto, tenga los cinturones de miseria y pobreza más grandes de México. No es digno que muchas industrias y fábricas se encuentren ubicadas en el Estado de México y que la inseguridad y pobreza sean la imagen principal y el día a día de los habitantes de los municipios sobrepoblados y limítrofes al oriente con la Ciudad de México: Chalco, Ecatepec, Neza, Chimalhaucán, Cuautitlán, etc. Es claro que esta situación no se podrá revertir en pocos años de gobierno, pero si realmente cumple sus promesas de infraestructura, seguridad y atracción de la inversión, se revertirá la tendencia negativa que se viene arrastrando en esta parte de México desde hace muchos lustros.

Finalmente, si Delfina logra la gubernatura, es bien sabido que el proyecto de la 4T se asegura, al menos, otro sexenio en la Presidencia, lo cual y más allá de afinidades políticas, es conveniente para el Estado de México porque gobernaría un grupo político que coadyuvaría a tener estabilidad política y no entorpecería iniciativas y propuestas relevantes, como comúnmente pasa con gobiernos que son rivales.

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