La madrugada de este sábado 10 de mayo, Los Mochis, al norte de Sinaloa, fue escenario de una jornada violenta marcada por narcobloqueos, incendios de vehículos, llantas ardiendo y ataques coordinados, en lo que parece una demostración de fuerza de la delincuencia organizada tras días de advertencias ignoradas por autoridades locales.
En menos de una semana desde que Antonio Menéndez del Llano Bermúdez asumiera como alcalde sustituto, la ciudad perdió su estatus como uno de los municipios más seguros de la entidad. Apenas unas horas después de que el edil asegurara que “la ciudad estaba blindada”, diversos grupos armados tomaron por asalto varios puntos de la urbe, desatando el caos.

Con armas largas, los atacantes despojaron de sus unidades a conductores de tráileres, vehículos particulares y motocicletas, los cuales fueron incendiados y utilizados para bloquear vías estratégicas de acceso y salida de la ciudad. La carretera Mochis–Topolobampo se convirtió en un punto crítico, al igual que el bulevar Centenario, el canal Lateral 18, y la prolongación Degollado con carretera México 15, donde además se arrojaron ponchallantas para entorpecer la circulación.
En redes sociales, habitantes ya habían alertado días antes sobre recorridos sospechosos de camionetas con hombres armados en distintos sectores del municipio. No obstante, funcionarios municipales desestimaron estos reportes, calificándolos como “mentiras”, lo que ha generado una fuerte indignación ciudadana tras los hechos violentos.

Los testimonios e imágenes compartidas desde Los Mochis reflejan una coordinación criminal clara y una respuesta institucional insuficiente, pese al cambio reciente de mando municipal. Las calles fueron dominadas durante varias horas por civiles armados, sin intervención visible oportuna de los tres niveles de gobierno.
Hasta el momento, no se ha emitido un informe oficial detallado por parte de las autoridades estatales o federales respecto al número de vehículos incendiados, personas afectadas o el estatus de los puntos bloqueados. El silencio de la administración municipal refuerza la percepción de vacío de autoridad en una de las zonas tradicionalmente más estables del norte sinaloense.
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