Cuando cambian las reglas para elegir a los representantes, lo menos que se esperara es que se consulte a los representados; sin embargo, en la mayoría de los casos no se toma en cuenta a estos para hacer cambios en las reglas del juego, sencillamente se hace y la información no sale más allá de los que pertenecen a las elites políticas. No obstante, en lo que refiere a la actual coyuntura de la Reforma Electoral, el gobierno (los representantes), haciendo honor de su corazón de izquierda, está haciendo las cosas distinto.
La presidenta Claudia Sheinbaum, reunió una comisión conformada por Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Gobernación (con la ayuda también de Cesar Yáñez, Subsecretario de Gobernación); José Antonio Peña Merino, Titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones; Ernestina Godoy Ramos, Consejera Jurídica del Ejecutivo Federal; Lázaro Cárdenas Batel, Oficina de la Presidencia de la República; Jesús Ramírez Cuevas, Coordinador de Asesores de la presidenta; Arturo Zaldívar, Coordinador General de Política y Gobierno de la Oficina de la Presidencia; y, puso a la cabeza a Pablo Gómez Álvarez, uno de los líderes del movimiento estudiantil de 1968.
Los perfiles nos dan una idea de la prioridad y cuidado que la presidenta está teniendo al momento de preparar una reforma de esta clase. Sin embargo, la comisión no solo tiene la tarea de sentarse en una mesa a plantear la reforma solo con la expertiz de sus miembros, sino que se están dando a la tarea de escuchar al pueblo de México (con todos sus sectores) casi todos los días de la semana, mediante audiencias.
Estas audiencias públicas, organizadas por la Secretaría de Gobernación, se han convertido en un espacio de diálogo abierto donde ciudadanos, académicos, organizaciones civiles, representantes de partidos políticos y especialistas en materia electoral pueden expresar sus propuestas, inquietudes y críticas. A diferencia de los ejercicios cerrados que en la historia han caracterizado las reformas de esta índole, hoy se observa un proceso de construcción colectiva. No se trata de imponer una visión única desde el poder, sino de recoger la pluralidad de voces que componen el mosaico social mexicano.
Este proceso marca un precedente importante en la vida democrática del país (además de servir de ejemplo a nivel mundial). La Reforma Electoral que se está gestando no solo busca actualizar las reglas del juego político, sino redefinir la relación entre gobernantes y gobernados bajo una lógica de participación real. Escuchar al pueblo no es un gesto simbólico, sino una práctica que fortalece la legitimidad de las decisiones públicas y devuelve a la ciudadanía el papel protagónico que le corresponde.
Ya no se trata de señores aislados de corbatas largas tomando decisiones, ahora el cambio de enfoque va dirigido a gobernar con el pueblo, para el pueblo y desde el pueblo.

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