Durante la madrugada de este lunes, el Vaticano confirmó la muerte del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, a los 88 años de edad. El fallecimiento ocurrió en Roma, tras una hospitalización prolongada derivada de un cuadro clínico complejo que había iniciado en febrero de este año.
De acuerdo con el parte oficial emitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el pontífice murió a causa de un ictus cerebral que derivó en un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible. La noticia fue confirmada en un boletín médico difundido por el Vaticano en la mañana del 21 de abril.

Francisco había sido ingresado el 14 de febrero en el Hospital Gemelli, tras presentar complicaciones respiratorias atribuibles inicialmente a una bronquitis. Aunque en un principio se aseguró que su estado no era de gravedad, días después se informó que el Papa presentaba “un cuadro clínico complejo”, lo cual alargó su permanencia en el nosocomio.
El 18 de febrero, fueron canceladas todas sus actividades públicas programadas para el fin de semana. Posteriormente, los reportes médicos detallaron que se trataba de una neumonía bilateral provocada por una infección polimicrobiana, desarrollada en un contexto de bronquiectasia y bronquitis asmática.
“El TAC torácico al que fue sometido el Santo Padre esta tarde mostró la aparición de una neumonía bilateral que requirió un tratamiento farmacológico posterior. No obstante, el Papa Francisco está de buen humor”, señaló el Vaticano en un boletín fechado en febrero.

Con el paso de las semanas, el deterioro físico del pontífice se agudizó y, finalmente, en la madrugada del lunes, se notificó su muerte desde el Vaticano. El Papa Francisco fue el primer pontífice latinoamericano, jesuita y el último que encabezó la Iglesia Católica en el siglo XXI con una visión profundamente humanista y social.
Durante su pontificado, se distinguió por pronunciamientos firmes en defensa de los migrantes, por su crítica a los sistemas económicos que perpetúan la desigualdad y por su firme llamado a la paz mundial, especialmente en regiones golpeadas por la guerra, como Palestina, Ucrania y América Latina.
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