El sometimiento voluntario como acto de paz

Sectores sectarios de la opositora oposición mexicana han celebrado “que hayan puesto al Premio Nobel de la Paz en el lugar correcto” (Fernando Belaunzarán dixit), en manos de María Corina Machado Parisca. Los portavoces del corinato mexicano. Nunca tan exacta exactitud ha encontrado lugar entre los libertarios defensores de la defensa de los privilegios de la clase privilegiada nacional, para manifestar su ideario político: la convicción de preservar el statu quo que los movimientos populares, que han cooptado el poder político, han puesto en entredicho.

El reconocimiento a Machado Parisca no es sólo el reconocimiento a Machado Parisca, es el reconocimiento a una genealogía de privilegio y resistencia ante la pérdida del privilegio que se remonta hasta el siglo XVIII y que pasa por las figuras de destacados criollos venezolanos que como buenos criollos velaron por sus intereses frente a los de las clases populares. La labor política de María Corina se inserta deliberadamente en este linaje. De ahí su nunca sumisa y siempre libertaria cercanía con los grandes demócratas de nuestro tiempo, George W. Bush, Benjamín Netanyahu, Javier Milei y Donald Trump, de la consciente consciencia coriniana del lugar que corresponde a la clase dirigente latinoamericana, la de vasallos del imperio.

Se equivocan quienes critican que Machado respalde las sanciones, la presión militar extranjera y el intervencionismo. Se equivocan quienes cuestionan la falta de flexibilidad de María Corina. Se equivocan quienes, como Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, cuestionan que Machado dedicara el reconocimiento a Donald Trump. No entienden que la presencia estadounidense en el caribe, el bombardeo de embarcaciones frente a la costa de Venezuela, la recompensa de cincuenta millones de dólares por cualquier información que conduzca al arresto de Nicolas Maduro, el compromiso de privatizar la industria petrolera estatal de Venezuela, son el camino para la paz como vía del sometimiento venezolano, que no mejor pacifismo que el sometimiento voluntario.

Entrados en gastos

María Corina Machado no solo merece el Premio Nobel de la Paz por su radical sometimiento a los intereses del capital internacional, sus polémicas alianzas internacionales, su apoyo a las sanciones externas y su respaldo a estrategias coercitivas en contra del chavismo. Los merece por el entendimiento de la necesaria necesidad de mantener a Venezuela, y a cualquier país Latinoamericano, dentro de la órbita de dependencia colonial que hace de Latinoamérica el “patio trasero” de Estados Unidos, lo merece porque sabe que es una pieza del coloniaje estadounidense, sometida a sus intereses de dominación, sin que le preocupe el bienestar del pueblo venezolano.

  • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

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