El Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS), reveló el día de hoy como del 9 al 14 de agosto se realizaron narcobloqueos y actos vandálicos en cinco estados del país, lo cual provocó miedo entre la población. Situación fue utilizada por distintos actores políticos para beneficiarse con el dolor de la gente e imponer narrativas y percepciones.
El ‘Tlatelolco Lab‘ señaló que el pasado 9 de agosto se llevó a cabo una reunión en el municipio Ixtlahuacán del Río, Jalisco entre líderes del CJNG, la cual fue descubierta por el Ejercito, logrando la detención de seis personas que forman parte del dicho cártel.
El Secretario de Defensa dio a conocer que no se detuvo a ningún líder de la organización delictiva, sin embargo, el CJNG pensó lo contrario, por lo que realizaron narcobloqueos y actos vandálicos en Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Baja California, causando caos en México.
A esto se le suma la riña ocurrida el 11 de agosto en el Centro de Reinserción Social en Ciudad Juárez, Chihuahua, entre integrantes del Cártel del Pacifico y el Cártel de Juárez. El resultado fue de 3 personas fallecidas, en el lugar intervinieron elementos de Seguridad y Custodia Penitenciaria, Seguridad Pública Municipal, Policía del Estado, la Agencia Estatal de Investigación, Ejército Mexicano, Guardia Nacional y Protección Civil.
Tras los disturbios, medios locales reportaron diversos incendios y ataques en diferentes puntos de Ciudad Juárez, Chihuahua. También hubo reportes de que, además de los fallecidos, por lo menos 20 personas resultaron lesionadas.
También existieron reportes de que personas incendiaron tiendas de conveniencia, de acuerdo a medios locales ocurrió en la tienda Rapiditos Bip-Bip que se localiza en el cruce de Hiedra y Cártamo del Infonavit Juárez Nuevo. El atacante habría lanzado bombas molotov a pesar de que en el interior del lugar había empleadas que se encontraban trabajando. Además, de la quema de tiendas también hay registros de ataques de balazos a gasolineras.
Estos hechos causaron miedo, caos y pánico entre la población, lo cual fue aprovechado por actores políticos, quienes comenzaron a imponer narrativas, las cuales fueron respaldadas debido a la ausencia de una respuesta gubernamental clara e inmediata que explicara los hechos. Sin embargo, ‘Tlatelolco Lab’ analizó diferentes textos de opinión de distintos medios, logrando así encontrar tres variantes predominantes:
- a) La estrategia de seguridad del presidente es un fracaso.
- b) La violencia actual puede calificarse como terrorismo.
- c) El gobierno está detrás de los narcobloqueos.
La primera vertiente señala explícitamente al Presidente Andrés Manuel López Obrador del fracaso en el combate al crimen. Usando la ‘falacia de personificación’ se redujo la complejidad de los narcobloqueos al papel de un solo actor político, ignorando las causas históricas y estructurales de la violencia.
Algunos opinadores como Macario Schettino y Francisco Garfias utilizaron metáforas y adjetivos negativos contra la figura presidencial, buscando de esta manera generar odio y rechazo. Asimismo, Román Revueltas Retes y Victor Piz indicaron que la política de “abrazos, no balazos” no estaba resultando beneficiosa en México.
La segunda narrativa califica estos actos como “terrorismo”, y es que legisladores calificaron de esta manera los actos violentos en Ciudad Juárez, Jalisco y Guanajuato, porque hubo ataques directos de la delincuencia a la población civil, para sembrar miedo y terror.
El senador del Grupo Plural, Gustavo Madero Muñoz dijo que lo sucedido en Juárez no es un hecho aislado y recordó que la frustrada captura de cabecillas del Cártel Jalisco Nueva Generación en Guadalajara ha resultado “más caro que el caso de Ovidio” -Guzmán-, porque desato esta ola de violencia.
“Pues terrorismo es cuando ya se va hacia la población civil, y aquí ya empiezan a haber ataques directos a la sociedad civil para generar terror, miedo, para manifestaciones de protesta, de fuerza de la delincuencia organizada frente a la autoridad, y en ese sentido ya serían los primeros síntomas de actos terroristas estos ataques incivilizados”, subrayó.
Por su parte, el periodista Héctor de Mauleón enfatizó que “el Estado no tiene control del territorio”, mientras que el también comunicador Carlos Loret de Mola, señaló que existía una “crisis de la democracia”.
El PUEDJS reiteró que está versión está completamente basada en el miedo, además de ser carente de pruebas, y mostró su preocupación debido a que los periodistas que la sostuvieron laboran en medios con gran impacto, como no lo son DW Español, El Washington Post, Televisa e Infobae.
Por último, la tercera narrativa asevera que hay un contubernio entre el presidente y el narco, y señala la “sospechosa intervención tardía” de los cuerpos de seguridad. Lo cual fue respaldado por los periodistas Ricardo Alemán y Anabel Hernández.
“¿De cuando acá, los carteles de la droga se ponen de acuerdo, sobre todo si son antagónicos y siguen un manual?, porque lo que ocurrió esos días, es un manual de la estrategia de la atención. Prácticamente ocurren los mismos eventos en un lugar, en otro y en otro”, detalló Anabel Hernández.
Tras un análisis de contenido, con un modelo LDA, se identificó que los hashtag que más se utilizaban en Twitter era “narco”, “narcobloqueos” y “AMLOdictador”, siendo este último el más utilizado, teniendo el mayor volumen de publicaciones y más de 60% de retweets, utilizado para mantener esta narrativa presente en la plataforma durante los días posteriores a los eventos.
Al profundizar en el hashtag, el ‘Tlatelolco Lab’ logró observar que se buscaba asociar a López Obrador y MORENA con el narco, pues este fue retwitteado por intensamente por una comunidad de cuentas asociadas a ‘Liga de Guerreros’, un grupo de oposición que difunden sistemáticamente narrativas violentas y antidemocráticas.
Esto muestra la presencia de una estrategia de difusión de contenido para posicionar y amplificar interpretaciones y narrativas sesgadas sobre los hechos ocurridos, con el objetivo de atacar al presidente López Obrador y a su gobierno; aprovechándose del temor de las personas.
La propagación de desinformación, a través de estrategias digitales y medios de comunicación corporativos, debilita la democracia y enrarece la conversación pública, contribuyendo a crear una falsa percepción de inestabilidad política y social.
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