El privilegio de los anfitriones de Airbnb

A finales de noviembre fui a Nuevo León, participé en el XVIII Congreso Nacional de Investigación Educativa, en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Por cuestiones de logística siempre he preferido rentar departamentos a través de Airbnb para mis viajes ya que suelo necesitar una cocina para preparar desayunos o cenas, uno suele salir demasiado temprano a los congresos. 

Al ser un evento académico que reúne durante una semana investigadores de todo el país, los espacios suelen saturarse y sólo pude reservar en un departamento compartido. La “anfitriona” (nombre que le asigna Airbnb a los arrendatarios) me indicó que había un adolescente rentando otra de las habitaciones que tenía y que la estancia sería tranquila porque procuraba no rentar los 3 espacios al mismo tiempo. Esto último era cierto, el problema fue que los vecinos no eran muy considerados. 

La habitación contigua estaba la ocupaban un par de orientales, que vi sólo una vez de forma breve. Era una jovencita y un varón, no hablaban mucho español, en especial ella. La experiencia que tuve fue mala con esos vecinos, primero porque guardaban los trastes sucios o con salpicaduras de agua en los estantes de los trastes limpios, había comida sobre la barra dentro y fuera de los empaques. El refrigerador estaba lleno de restos de comida, reciente sí, pero no había posibilidad de guardar de un recipiente de leche a pesar de ser un espacio grande. Si quería comer algo, siempre tenía que lavar los utensilios antes y después de comer, porque no sabía cuáles estarían limpios o sucios. 

La segunda noche la anfitriona preguntó si estaba bien y le comenté los inconvenientes. Me dijo que sí era algo que siempre hacía la adolescente y que subiría a acomodar y a limpiar. Cuando llegué esa noche sí estaba acomodado y limpio, pero también mi nariz alérgica se encargó de identificar los restos del desinfectante en aerosol que había en la cocina, así que no pude cenar pues me picaba mucho la nariz. La alergia suele ser problema en todos lados. 

Mi habitación, la zona privada, tenía como decoración un par de plantas de plástico que cuando se movieron también me generaron estornudos. Por fortuna, sólo fue un momento y no tuve necesidad de medicamento. Al finalizar mi estancia la aplicación me pidió que evaluara el lugar y yo comenté que dentro de la habitación había plantas que guardaban polvo, así que recomendaba que si eras alérgico te previnieras para evitar recciones.

A la anfitriona no le agradó el comentario así que me dijo que su casa no tenía polvo y buscara la próxima un lugar para mi sola porque el adolescente no tenía la culpa. Es evidente que su comentario no tenía que ver con mi evaluación, lo sorprendente es que reportó mi comentario y Airbnb lo eliminó. Es claro que se necesita regular de mejor forma la información que los usuarios colocan en las aplicaciones para evitar situaciones desagradables. La próxima vez procuraré reportar de inmediato a los anfitriones que no dan la tranquilidad y limpieza que prometen a los usuarios. 

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