El fantasma de la inseguridad

Para la derecha la inseguridad siempre será un tema vivo, y aunque no haya índices alarmantes, su vocación represiva tiene como pretexto el combate a la delincuencia como una manera de mantener el control social.

Desde el inicio de la actual administración la obsesión de la oposición por colocar como el problema social más grave a la inseguridad, de tal manera que en nombre de la seguridad pueda mantenerse un estricto control social.

Para la derecha el Estado debe proteger, no ser mandatario de la voz del pueblo como es natural en la democracia. En una evidente herencia de la monarquía, que trabaja incluso contra la voluntad del pueblo, en nombre de éste. Fingir protección y cuidado a cambio de sumisión es uno de los puntos más oscuros de la lucha contra una inseguridad que suele ser exacerbada.

En nombre del combate a la inseguridad se militarizan países enteros, entendido esto como el control de calles y caminos por los militares, de tal suerte que las libertades quedan condicionadas a la voluntad de los funcionarios públicos, desde donde deciden lo que debe informarse y lo que es necesario callar, en nombre de la protección de la población. Incluyendo desde luego, las voces disidentes.

Así, mientras mayor es la “protección” se extiende la represión que justifica detenciones arbitrarias, encarcelamiento bajo sospecha, castigo a la disidencia en nombre de la seguridad, desapariciones por accidente, etc.

Es la derecha la que ha creado este esquema de anunciar inseguridad, incluso provocarla y magnificarla en los medios a su servicio, sobre todo en tiempos electorales. Se le crea a la población la idea de que mientras más control social hay, es mayor a garantía de seguridad, aunque sea el propio gobierno el que produce y reproduce la sensación de peligro.

Porque es en el miedo en donde se basan las medidas represivas y antes de aceptarlas, la población debe aumentar su nivel de miedo, que justifiquen las medidas represivas de un gobierno autoritario que reprime en nombre de una inseguridad inexistente, por lo menos en los niveles que quieren impulsar su autoritarismo.

Desde la educación hasta la información le miedo es la contante para preparar a generaciones futuras no sólo al temor por la inseguridad sino a la obediencia social que, al adoptarla sin condiciones, consideran que implica una seguridad total para la integridad de todos y cada uno de los miembros de una sociedad.

La percepción de la inseguridad se da a conocer con casos particulares, aislados, prácticamente sin trascendencia, pero son los que llegan al sentimiento del auditorio que quieren asustar. Así, el accidente de un menor, el robo a una familia, el golpe a una anciana, el maltrato a un niño, son los mejores temas para que la gente considere que vive un ambiente inseguro.

De esta manera, el periodismo deja de ser una actividad social para convertirse en un anecdotario de accidentes domésticos, donde la sensibilidad priva sobre la razón, y la percepción de miedo puede llegar con mayor rapidez e impacto al espectador de noticias que si se tratara de cifras sobre la criminalidad o el secuestro.

Es decir, mientras haya un individuo que sufra de un acto de delincuencia, seguirá imponiéndose el criterio de inseguridad sobre una lucha integra, organizada. con estrategia contra la delincuencia.

La individualidad deja huellas imborrables en quienes la padecieron, incluso quienes tuvieron un incidente hace 10 o 20 años. Esa acción les sirve para advertir a los demás que hay inseguridad desatada. No hay de por medio ni evolución del gobierno, mucho menos de la sociedad.

El miedo impone criterios y necesidades, hace que cada ciudadano en lo particular pierda su sentido de solidaridad porque el vecino puede ser un delincuente encubierto. Puede tratarse, en realidad, de un narcotraficante y debemos cuidarnos hasta de nuestra sombra porque la inseguridad no perdona ni edad, ni raza ni clase social ni religión.

Si la inseguridad se vuelve en el mejor antídoto de la organización social, a través de la imposición del terror ante todo y por todo. La calle, incluso la casa, se constituyen en campos de batalla donde luchas diariamente el bien contra el mal. Todo porque la inseguridad es, según los conservadores, el problema más grande del país.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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