El extraño enemigo

Opinión de Germán Castro

Si usted lee “un personaje de la política nacional”, podría pensar en Vicente Fox o en Felipe Calderón, incluso en Lilly Téllez, Kenia López o Alito Moreno… O quizá se acuerde de Patricia Mercado o de Ernesto Ruffo… Dependerá de sus querencias y sus referentes, así que también podrían venirle a la cabeza Pablo Gómez o Ifigenia Martínez o Alejandro Encinas… Claro, no faltarán quienes piensen de inmediato en Andrés Manuel López Obrador. Y si le cambiamos el adjetivo “nacional” por “internacional”, usted podría pensar en el megalómano y mega-anómalo míster Donald Trump o en Luiz Inácio Lula da Silva.

Ocurre que la política es un fenómeno humano poliédrico: tiene muchísimas caras, semblantes buenos, virtuosos, y también fachas horribles, perversas. A la política se dedican Indira Vizcaíno y Ricardo Monreal. Desde determinado punto de vista, la política es la búsqueda del bien común, pero desde su antípoda puede entenderse sencillamente como la lucha por el poder. El puente, me parece, lo trazó bien doña Hannah Arendt: “La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente… a partir del caos absoluto de las diferencias”.

Dialéctico también, para el marxismo clásico, la política no es otra cosa que la expresión del motor de la historia, puesto que la “la historia de toda sociedad… es la historia de la lucha de clases” y “toda lucha de clases es una lucha política”. En este orden de ideas, para que haya política —lucha política, si se me permite el pleonasmo—, es necesario el desacuerdo.

Dicho lo anterior, espero que no caiga en saco roto la siguiente advertencia: es un riesgo real para la Cuarta Transformación el hecho de no tener enemigo alguno en la oposición. Porque hay que decirlo: como están las cosas, el triunfo de la oposición no sólo es moralmente imposible, es imposible a secas. Tienen candidatos para aventar para arriba, y de todos y todas no se hace uno solo. Tanto Enrique de la Madrid Cordero como Claudia Ruiz Massieu Salinas no tienen otros argumentos que una especie de alcurnia aristocrática priísta, un súper poder de juguete.

Las posibilidades de la señora Lilly Téllez son tan serias como las del stripper neocristero Eduardo Verástegui. ¿Y qué decir de la experiencia de los aspirantes naranjas o de la frescura de los dinos azules y rojos? Aunque parezca increíble, el excandidato panista, hoy fugado, Anaya, sigue apareciendo en sus encuestas… ¿O tiene caso mencionar siquiera a lo que queda del PRD y sus suspirantes, Mancera y Aureoles? En suma: la oposición no es obstáculo para que en 2024 la Cuarta Transformación continúe.

El lunes en la noche, en la Cámara de Diputados, Leonel Godoy Rangel expresó bien la situación durante su intervención: “En el 2024 les vamos a ganar los nueve estados que van a estar en disputa, y les vamos a ganar la Presidencia de la República, y les vamos a ganar la mayoría calificada del Congreso de la Unión… Tenemos que estar unidos, organizados, porque depende de nosotros y de nadie más ganar la Presidencia de la República en el 2024. No depende de esa oposición que no tiene proyecto”.

Por eso el juego de la oposición y sus jilgueros es evidente: incentivar la insidia entre los seguidores de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrad, los dos punteros de Morena. Será necesario tener mucho cuidado, recordar que el asunto no es quién sí o quién no tiene derecho de suceder a Andrés Manuel, ni siquiera quién tiene más derecho de hacerlo. El asunto es quién puede conducir mejor la continuidad de la 4T. De hecho, quien no entienda esto y en cambio crea que el asunto es una cuestión personal no es opción.

Así que si apoyas a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, pues #EsClaudia. Y si apoyas al secretario de Relaciones Exteriores, pues #EsMarcelo. Y si respaldas al secretario de Gobernación, pues es #EsAdan. Considero que tú y yo y todos quienes respaldamos al obradorismo tenemos derecho a expresarlo. No creo que convenga, eso sí, que el apoyo a quien creas que es la mejor opción deba basarse en atacar a los otros dos. Los adversarios son otros. Porque si #EsClaudia, será necesario que tenga el apoyo de Marcelo y de Adán Augusto; y si #EsMarcelo, será necesario que tenga el apoyo de Claudia y de Adán Augusto, y si #EsAdán, será necesario que tenga el apoyo de Claudia y de Marcelo. Antes que cualquiera de ellos #EsLa4T.

Retomo lo que dijo el lunes el diputado Gerardo Fernández Noroña en su magnífico discurso también el lunes pasado en la Cámara: “Vamos a llegar unidos al 2024… Los vamos a hacer picadillo en las urnas”. Que tenga boca de profeta.

El extraño enemigo que hay que derrotar no es la oposición.

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