El decaído tío Sam y las trompetillas del Apocalipsis

Opinión de Germán Castro

Paradoja: Transitamos una época en la que cotidianamente ocurren cosas insólitas, de tal manera que muchas de ellas las dejamos pasar desapercibidas. En nuestra mesa, lo inédito se ha vuelto el plato de todos los días. Sucede así que, a pesar de que las grandes mutaciones se anuncian a tamborazos y alaridos, cuando se concretan nos pillan por sorpresa. Las vicisitudes que tuercen las predicciones han sustituido a las tendencias.

Por ejemplo. Con todo y la foto del diplomático declarante, sonriente y sombrerudo, en la portada de El Financiero de antier, martes 26 de julio, apareció una nota que debería resultarnos sorprendente, por decir lo menos: “EU, Canadá y México podrían liderar el mundo: Ken Salazar”. ¡Ah, caray! ¿Es que Estados Unidos no es ya mismo la súper potencia que lidera el mundo? ¿O es que acepta el gobierno norteamericano que no es más el policía de planetario, el papá de los pollitos de la aldea global? ¿Se acabó la era de la supremacía del tío Sam? ¿O es que, por primera vez nos convida a canadienses y mexicanos a disfrutar de su hegemonía? La información la mandan hasta la página 30, y si uno llega hasta allá puede leer: “El embajador de Estados Unidos… aseguró que, si México está dispuesto a trabajar de la mano con Estados Unidos y Canadá, las tres naciones tienen todo para ser potencias económicas mundiales”. ¿Así lo dijo, con el si condicional? Más abajo detallan que no se trató de una declaración de viva voz, sino de un tuit. 

Así que mejor opté por confirmar el aserto en a la cuenta de mister Salazar… Y resulta que no, que como acostumbra, El Financiero editorializa de más: el diplomático no involucra condicionante alguno, sólo afirma: “EE. UU. y México, junto con Canadá, tienen el potencial de convertir a América del Norte en una potencia económica.” O sea: parte de que América del Norte no es ahora una potencia económica. Y enseguida, la promesa… ¿Qué ofrece? Una magullada zanahoria, las mieles del modelo anterior, este que está desmoronándose en nuestras narices: “Al tiempo que respetamos la soberanía nacional, podemos liderar al mundo en cumplir la promesa de prosperidad y seguridad económica para todos los ciudadanos”. 

El agusanado ideal del progreso, pues, la falacia de que el crecimiento económico es sinónimo de desarrollo y bienestar para todos. ¿Y cómo es que ahora sí la dichosa dicha de la prosperidad económica será una vida mejor para todos y no sólo para unos cuantos? Ni media palabra al respecto, claro… Ahora, si bien agazapado en el nosotros tácito —“(nosotros) podemos liderar al mundo”— podrían esconderse nada más los gringos y sus intereses, en tanto que mexicanos y canadienses quedaran entre los liderados por ellos con el resto del mundo, líneas más abajo el embajador norteamericano reitera la generosa oferta, que sí, nos incluye: “Estados Unidos continuará trabajando con México para crear una Norteamérica… que lidere el mundo…” ¡Órale, nos sacan del patio trasero para invitarnos a entrar al cuarto de mando! Por supuesto, no faltarán los suspicaces que piensen que es un ofrecimiento de dientes para afuera, nada más que una jugarreta retórica… Quizá, pero incluso si ese fuera el caso habría que decir que nunca antes el gobierno estadounidense había considerado necesario tratar de timarnos con un embuste de esa calaña.

El mismo martes pasado, pero en la primera plana de El Economista, leí una noticia que hace no mucho tiempo habría tirado el peso, la bolsa de valores y hasta hubiera podido costarle el puesto al secretario de Hacienda: “Economía mexicana caería en recesión en 2023: Moody’s. El PIB caería 1.8% este año y contraería 1.7% en 2023.” ¡Sopas! ¿Y qué, se propagó el terror de Mérida hasta Ensenada? En lo absoluto, los trompeteros del Apocalipsis a estas alturas están muy desacreditados y ya espantan menos que el Coco o el Viejo del Costal.

Para cualquiera con tres dedos de frente y un mínimo de sentido común la declaración de los señores de Moody’s no es otra cosa que una ridícula expresión del pensamiento mágico disfrazado de Economía. ¿De plano no han tomado nota de que lo único que podemos por ahora saber del futuro es que cada día es más incierto? ¿O es que tienen una bola mágica de cristal? ¿Sabrán cuándo y cómo se resolverá la guerra en Ucrania? ¿O sabrán cómo se complicará el asunto? ¿Sabrán cómo será el comportamiento de las nuevas variantes del SARS-COV-2 o sabrán que ya no habrá nuevas variantes? ¿Conocerán los erráticos e irracionales vaivenes de los mercados?

Quien se haya tomado la molestia de leer los augurios de Moody’s, pudo constatar que la soberbia de los economistas puede alcanzar niveles de patología psiquiátrica: “El PIB se contrae 1.7% en 2023, después de crecer 1.8% en 2022. La economía mexicana acumula una contracción de 3.4% del segundo al cuarto trimestre del 2023, mucho mayor a la caída reportada por la economía estadounidense de 2.1%… El experto puntualizó que… la economía mexicana saldría de la recesión en el primer trimestre del 2024”.

De que todo está cambiando no hay duda; hacia dónde… nadie sabe. 

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