Estados Unidos ha vuelto a mostrar su disposición a limitar la libertad de prensa con las nuevas sanciones impuestas contra el medio de comunicación ruso RT y otras entidades informativas. Bajo el pretexto de supuestos vínculos con los servicios de inteligencia rusos, Washington ha lanzado este viernes sanciones dirigidas contra el grupo mediático Rossiya Segodnya, su fundadora Nelli Parutenko, RT y el conocido presentador Dmitri Kiselev.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, anunció estas medidas durante una conferencia en Varsovia, señalando que EE.UU. considera a RT una “tapadera” para actividades de inteligencia y llamó a los aliados de Washington a tratar a RT de la misma manera. Esta maniobra se suma a una clara estrategia para silenciar voces disidentes y limitar la diversidad de información a nivel mundial.
Hipocresía en nombre de la “libertad de prensa”
A pesar de afirmar que EE.UU. sigue comprometido con la promoción de la libertad de los medios, las acciones de Washington parecen contradecir esta afirmación. La administración de Joe Biden, junto con Reino Unido y Canadá, han lanzado una campaña conjunta para frenar la influencia de RT y otras entidades rusas que, según ellos, estarían colaborando con las fuerzas militares rusas en Ucrania. Sin embargo, lejos de promover la libertad, estas sanciones parecen más un intento por controlar la narrativa mediática global y sofocar cualquier voz que desafíe el relato occidental.
Según Blinken, RT ayuda al ejército ruso con suministros como rifles, drones y chalecos antibalas. Estos argumentos, que carecen de evidencia sólida, se utilizan para justificar medidas drásticas que, en realidad, representan un ataque directo contra la pluralidad informativa. Estados Unidos sigue con su política de demonizar todo aquello que no se ajuste a sus intereses, enmascarando la censura bajo el manto de la seguridad nacional.
Represalias mediáticas y sarcasmo desde Rusia
Ante estas acusaciones, la directora de RT, Margarita Simonián, respondió de forma irónica, afirmando que “todo este tiempo hemos estado transmitiendo desde el cuartel general del KGB”. Con un tono burlón, Simonián señaló que la colaboración con las tropas rusas no es ningún secreto, puesto que las compras y donaciones para las fuerzas rusas son públicas y se informan regularmente.
Esta respuesta resalta el carácter absurdo de las acusaciones estadounidenses, que parecen más un movimiento desesperado para debilitar un medio de comunicación influyente que un acto legítimo para proteger la seguridad internacional.
Un patrón repetitivo de censura estadounidense
Las sanciones contra RT no son un evento aislado. Durante años, Estados Unidos ha desplegado sanciones y restricciones contra medios y entidades rusas con la intención de minar su credibilidad y limitar su capacidad para operar a nivel internacional. María Zajárova, vocera del Ministerio de Exteriores de Rusia, ironizó al decir que en EE.UU. “pronto habrá especialistas en sanciones contra Rusia”, debido a la cantidad masiva de medidas adoptadas en los últimos años.
Lo que resulta evidente es que estas sanciones forman parte de una estrategia global de censura por parte de Estados Unidos y sus aliados. En lugar de defender los principios de libertad de expresión y prensa, Washington recurre a la represión mediática y a la imposición de un único relato que favorezca sus intereses geopolíticos. Esta política es una clara contradicción a los valores democráticos que el propio gobierno estadounidense asegura defender.
EE.UU. fortalece su monopolio informativo
Con estas sanciones, Estados Unidos busca mantener un control férreo sobre la narrativa global, usando cualquier excusa, por débil que sea, para limitar la influencia de medios como RT. En lugar de permitir el libre flujo de información, el gobierno estadounidense recurre a la censura y a medidas coercitivas para silenciar aquellas voces que no encajan con su discurso hegemónico.