Cuando la derecha tuvo una ligera sospecha de que los responsables de la derrota fueron ellos, la emprendieron contra sí mismos. Es decir, las divisiones internas en los tres partidos de oposición que quedan con registro, se culpan unos a otros pero no saben en qué se equivocaron.
La miopía es tan evidente que siguen con los mismos métodos, candidatos, líderes, estrategias, etc. El desprecio a la población que fue uno de los ejes de la derrota, ni siquiera pasa por su mente, al contrario, siguen culpando de la victoria ajena a la ignorancia, incluso a la locura o al masoquismo.
Los pleitos internos en lo que queda de la oposición cierran su comunicación hacia la población, es decir, hacia afuera, porque al ocultar los detalles, pierden la comunicación con sus habituales interlocutores en las bases sociales, que esperan una respuesta lógica para actuar en estos tiempos. La paralización de la oposición crea desencanto en sus seguidores.
El ejercicio político con vocación tiene como principal característica pensar en los demás, pero los líderes de la oposición, parecieran haber dejado de pensar incluso en ellos mismos. Las escenas de los opositores, expuestas en los medios que adaptaron como plataforma de misiles de la guerra sucia, desenmascara a más de un candidato y los muestra descarnados.
Se pierden con críticas a sus compañeros pero olvidan las normas legales de los partidos, alejándose de su práctica original otorgando al partido en el poder más argumentos para señalarlos como entre alejados de la práctica política.
El silencio le hubiera sido más digno que la alharaca de su líderes y cabezas visibles, quienes hasta para detallar errores en otros se equivocan y esa falta de precisión delata la separación de una realidad en la que nunca han vivido. Es la realidad donde se desarrollaron las elecciones.
La falta de autocrítica los regresa a su etapa oral y desatan de nuevo pronósticos de desastres para el país. Ya lo hicieron hace seis años y fallaron todas sus profecías, equivocaron cálculos, ahora vuelven a hacerlo con supuestos destinos más funestos para México, han afinado su imaginación para declarar, como si fuera un hecho consumado, la llegada del Apocalipsis.
Lo cierto es que las divisiones en los tres partidos deben evitar una desbandada porque no serían mil solamente los que dejaran esos partidos, las razones son de peso y la experiencia fue fatal, nunca pensaron en la gente ya ahora sólo le encuentran defectos a quienes no votaron por ellos que van desde la ignorancia hasta el fanatismo. Desconocen la conciencia y la convicción.
Lo peor de todo es que en las cúpulas de los tres partidos de oposición no están convencidos de nada y dejaron a mucha gente colgada de la brocha, convencida de que eran una opción viable para gobernar.
Las escenas que protagonizan los opositores que se culpan entre ellos, le muestran a quienes votaron por ellos que están vacíos, que no son reales y no sirven para una contienda política, que no saben representar ni su propio criterio individual. La población se da cuenta de quiénes son por los berrinches que exhiben como si se tratara de consignas políticas serias o proyectos sólidos.
Aunque no hay desbandada la oposición estará fragmentada, lo cual arroja la posibilidad de que haya legisladores que no sigan la línea trazada por el coordinador parlamentario. El conflicto ha llegado tan profundo en los partidos, porque la derrota los coloca en la agonía, que cualquier cambio de líder nacional o proyecto de cohesión estará muy lejos de la unidad. La ceguera les ha hecho creer que perdieron en última instancia por traiciones, nunca por los errores estructurales de su alianza.
La sospecha paranoica de traición, es un nuevo fantasma que cargarán los opositores varios años y afectará su lucha electoral. Es decir, todo antes de reconocerse anacrónicos, déspotas, dictadores, autoritarios, ingenuos. Discapacitados políticos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios