No me iré por las ramas, no hay mucho tiempo que perder. Es muy importante que todos los jóvenes en México conozcan a los héroes que defendieron hasta el último minuto de sus vidas la dignidad y la gloria de nuestra gran nación que hoy es México. Este escrito está dirigido principalmente a mis estudiantes a quienes me debo y por quienes escribo, por ellos y para ellos van estas palabras que no buscan otra cosa más que una reflexión sublime que los lleve a amar a su patria, a su tierra, a su pasado y nunca más a cometer el atropello de darle la espalda a la historia que es la madre de todas nuestras enseñanzas y aprendizajes.
De Cuauhtémoc diré que como fecha de su muerte se data el 28 de febrero de 1525, fecha en que los españoles le dieron muerte de la forma más cruel e infame. Como lugar de este acto vil y miserable se ubica a la localidad de Itzamkanac o El Tigre, antigua Ciudad Maya que se encuentra en lo que hoy es el actual Municipio de Candelaria, en Campeche. Cuauhtémoc lucho contra los españoles después de que estos ya habían dado muerte a Moctezuma y de que Cuitláhuac hubiera muerto de viruela, él toma el poder y lucha incansablemente y defiende con honor al pueblo azteca. Después de una lucha sangrienta y después de decenas de días sitiados por los españoles y por el gran amor a su pueblo al verlos sufrir por falta de agua, por hambre y por el padecimiento de enfermedades traídas por los españoles, finalmente decide poner a salvo a su pueblo y a su familia y se dirige a Tlatelolco, pero es apresado en su trayecto.
Es doloroso escribirlo, pero se sabe que Cuauhtémoc fue torturado, que le quemaron las manos y los pies con aceite hirviendo (para que les dijera a los españoles supuestamente dónde escondía el oro), lo ahorcaron y desmembraron, le cortaron la cabeza y la clavaron y colocaron en un lugar visible de la Ciudad de Itzamkanac para tormento de su pueblo y para denigrar al gran tlatoani. Hay registros que narran que el resto de su cuerpo fue colgado de pies de lo más alto de una Ceiba, árbol que para los mayas es sagrado. Tanto era el odio de los españoles que habrían querido desintegrarlo, machacarlo y mostrarle al resto de su pueblo, a los que presenciaron tal atrocidad, su supuesto “poder”. No cabe duda, cada día me convenzo más de lo retrograda, arcaico y rancio del pensamiento español de aquella época (y un tanto de la época actual). Su supuesto poderío basado en la ignorancia, en la pequeñez de sus hombres ambiciosos, miserables, traicioneros y sedientos de riqueza.
Sin duda este episodio será una mancha más en la historia del supuesto “imperio español” que dejó en ruinas a toda América Latina, una grandeza de la que hoy se jactan pero que tiene detrás el sufrimiento de gente buena y noble, de pueblos enteros a los que saquearon. Pero, por lo menos en México ya se les termino su cuento de la supuesta “conquista”, nunca nos conquistaron, su invasión y saqueo no nos logró dominar, porque nunca lograron dominar nuestros corazones, nuestro gran amor por México. Hoy salen de las penumbras y del polvo lo olvidado de nuestra grandeza cultural, de nuestro pasado de gloria, hoy podemos distinguir los dos pensamientos que siempre han estado en pugna (el pensamiento liberal y el pensamiento conservador), y del pensamiento conservador podemos decir que para vergüenza de muchos hoy es desnudado frente a los reflectores de la verdad y repudiado por todos los que fueron ofendidos y maltratados en la oscura noche neoliberal que recientemente ha terminado (con la llegada de AMLO en el 2018).
Cuauhtémoc representa un pasado de lucha, de una lucha por la defensa de un pueblo, de toda una civilización muy avanzada para su época, del gran imperio de Tenochtitlan. Que nunca se nos olvide, quisieron borrarlo de nuestros libros de historia, que quisieron que Cuauhtémoc sólo fuera la simple y vulgar referencia de una cervecería en México, hasta eso se quisieron robar, hasta el nombre de un líder y guerrero azteca, pero no pudieron, Cuauhtémoc es más que eso, es un símbolo viviente de dignidad, de resistencia y de valentía.
Así es que, a partir de ahora, apreciable alumno y alumna, cada que vea usted el nombre de Cuauhtémoc lo recuerde con el sentimiento de toda una nación, con respeto y dignidad. Repito, Cuauhtémoc no es un cualquiera en la historia, no es el nombre de una Alcaldía en la CDMX (por cierto, altamente corrupta y corrompida), no, eso no es Cuauhtémoc. Tampoco Cuauhtémoc es el nombre de un futbolista que sabe más de futbol que de gobernar un gran estado como Morelos, no, no se confunda, Cuauhtémoc es el nombre de un héroe nacional que se merece todo nuestro respeto y admiración, por eso, saque el pecho y siéntase orgulloso y orgullosa cada vez que se hable de este hombre, procure que a este indígena azteca nunca más se le sobaje, que nunca más se nos olvide de dónde venimos.
Hoy a 500 años de su asesinato, hoy se hacen conmemoraciones y homenajes a este gran hombre que defendió con su vida al pueblo de México frente a la avaricia del extranjero. En los documentos de aquel entonces, por cartas y escritos de los frailes que acompañaban a los españoles, se sabe que era un hombre bueno, que de forma estoica enfrento su sufrimiento y que nunca pidió ni perdón ni tampoco imploró frente a sus agresores, un ejemplo de resistencia, de dignidad que quedará recordado en la historia, historia de la que poco se habla en las aulas de clases pero que ahora tiene que resplandecer y hacer retumbar en los oídos de nuestros alumnos y alumnas, que sepan que estamos hechos no sólo de polvo de estrellas, sino también de la sangre derramada de grandes héroes que nos han defendido y enseñado el valor nuestra dignidad hasta su último suspiro.
¡Viva Cuauhtémoc y el Municipio de Candelaria!
¡Vivan todos las y los estudiantes que son agentes de cambio en esta nueva historia!
Y ¡Que viva nuestra gran nación que es México!
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