POR: EDUARDO BLANCO
Un duelo áspero, lleno de atajadas decisivas y con dominio repartido dejó la eliminatoria abierta, aunque con ligera ventaja para la Máquina rumbo al choque del domingo.
Cruz Azul y Chivas empataron 0-0 en un partido que prometía intensidad… y la cumplió en cada rincón del campo. El marcador quedó en silencio, pero el trámite fue todo menos tibio.
El primer tiempo tuvo dueño: Chivas y Diego Milito. El Rebaño controló la pelota, presionó arriba y obligó a Cruz Azul a resistir. Pero ahí emergió la figura inesperada de la noche: Andrés Gudiño, quien tomó el arco cementero ante la ausencia de Kevin Mier y lo defendió con autoridad.
Sus reflejos, achiques y lectura de juego evitaron que el dominio rojiblanco se tradujera en gol.
Para la segunda mitad, el guion se reescribió. Cruz Azul, ya más asentado, adelantó líneas y comenzó a generar peligro sobre la portería tapatía. El conjunto de Nicolás Larcamón encontró espacios y obligó al guardameta José “Tala” Rangel a lucirse con intervenciones oportunas que sostuvieron el cero.
Cuando el partido agonizaba, Chivas tuvo la última oportunidad del encuentro, un remate que pudo cambiar la historia, pero la definición no acompañó.
El suspiro colectivo en la tribuna fue el cierre perfecto para una noche marcada por la tensión y la falta de contundencia.
El desenlace llegará este domingo a las 7 pm, cuando Cruz Azul reciba a Chivas en el Estadio Olímpico Universitario. La Máquina tiene un matiz a favor: el empate le basta para avanzar debido a su mejor posición en la tabla.
Pero la serie, por lo mostrado, está lejos de resolverse en la teoría.
Con ambos equipos obligados a ajustar, dos porteros en estado de gracia y un ambiente que promete hervir, la vuelta se anticipa como un duelo emocional, abierto y lleno de nervio, digno de una liguilla mexicana.
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