CRÓNICA DEL BACALAO

23 de diciembre de 2023. “Elogio en boca propia es vituperio”. Lo sé, pero mi bacalao es tan bueno que desde hace más de 30 años parientes y amigos no me lo perdonan para las fiestas decembrinas. Me he resignado, de modo que a las seis de la mañana comienzan los preparativos. Ya el manjar noruego lleva un día desalándose y tres lavadas.

Nunca conocí al señor Ibáñez, pues en los años sesenta, que es cuando comienza esta historia, yo era un niño y siempre pensé que ese español de apellido vasco y dueño de una tlapalería en la colonia Doctores era la persona ideal para revelarle a mi joven madre la receta del bacalao a la vizcaína. Ahora sé, sin embargo, que ese tipo de bacalao, que se parece más bien a una receta veracruzana, solo se hace en México. Extrañezas culinarias del país en donde se crearon el mole y los chiles en nogada.

Para no ensuciar la mesa busco algún periódico o papel propagandístico, pero no hay nada. Ya no recuerdo cuántos años tengo sin comprar periódicos. ¿Para qué? Sería absurdo hojear las páginas del Reforma o El Universal, plagadas de noticias falsas, artículos ponzoñosos, verdades a medias… Con la ausencia de Miguel Ángel Granados Chapa sepultamos también el periodismo de opinión en medios impresos, salvo, como siempre, honrosas excepciones.

Llegaron, no obstante, las llamadas benditas redes sociales, por medio de las cuales destaca el trabajo de periodistas notables, muchos de ellos escritores que han revolucionado la actividad periodística, porque seguramente entienden la trascendencia de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. A riesgo de traición por omisión, distingo a tres: Fabrizio Mejía Madrid, Alejandro Páez Varela y Epigmenio Ibarra. Ellos son mis maestros, pero decenas más escriben, y lo hacen muy bien, desde distintas trincheras, como esta. Un saludo a Germán Castro, colega, amigo y, también, senséi.

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“¿Va a quedar olvidado el istmo como siempre ha estado olvidado?”. El encabezado es de un reportaje del 24 de septiembre de 2017 que aparece en Confabulario de El Universal, cuyo papel iba a utilizar para ponerlo debajo del ajo, la cebolla, el jitomate, el pimiento, el perejil, la almendra. En el número 224 de dicho suplemento, titulado “Historias del terremoto”, Eko dibuja en la portada un puño cerrado que resurge de entre los escombros. 

Lo que destaca del texto de Sonia Sierra es que admite sin tapujos el olvido, el sempiterno abandono que el Estado había tenido por el istmo de Tehuantepec, es decir por el sur-sureste, porque en el periodo neoliberal esta región del país que comprende los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, así como Tabasco, Campeche, Quintana Roo (salvo Cancún) y Yucatán, era poco más que nada en el escenario geopolítico de México.

Ahora bien, la nota se refiere al templo de San Vicente Ferrer, máximo símbolo católico de los habitantes de Juchitán de Zaragoza —la tierra del gran Francisco Toledo—, construido en el siglo XVI y dañado severamente por el sismo de 8.2 grados que el 7 de septiembre de 2017 devastó muchos lugares de Oaxaca. 

La respuesta a la pregunta que da título al reportaje es no. Porque si bien Enrique Peña Nieto y Alejandro Murat no hicieron mucho por reconstruir no solo ese templo sino los muchos monumentos que resultaron afectados en varios estados de la República, sí lo ha hecho el gobierno de la Cuarta Transformación.

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[Entrevistada en el Canal Once, una niña responde: “El arte es como el pegamento que puede volver a unir a esta sociedad tan quebrada”].

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12 de agosto de 2023. Con la coordinación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto de Patrimonio Cultural del Estado de Oaxaca y el Ayuntamiento Juchiteco se espera que pronto concluya la restauración total de ese y de otros monumentos, como el antiguo convento dominico del siglo XVI Rey Cosijopi, una construcción emblemática de Santo Domingo Tehuantepec que muestra la fusión de dos culturas: la occidental y la indígena.

La secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, señala lo siguiente: “Tenemos el registro de 3 mil 269 inmuebles afectados en 11 estados de la República; de ellos, 2 mil 386 ya han sido concluidos, han sido entregados… con una inversión de 6 mil 651 millones de pesos”.

Cuando los denigradores de la 4T dicen que este gobierno no invierte en cultura, dejan de ver que entre muchos otros apoyos y políticas, estos llegan directamente a los afectados, con el propósito de unir los pedazos desquebrajados de las obras de arte antiguo (además de muchas cosas que no caben en esta crónica).

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[El ajo se pica fino y nunca es demasiado, en rodajas la cebolla, luego el morrón picado y todo se fríe en aceite de olivo. Hay que pelar las papas cambray, la mitad de las aceitunas van picadas y nunca hay que olvidar las alcaparras. El jitomate se vierte una vez que se cuela y los chiles güeros se ponen siempre al final]. 

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27 de noviembre de 2023. Un satisfecho López Obrador muestra en la pantalla las imágenes de nuevas carreteras en una más de sus innumerables conferencias mañaneras. “Oaxaca —afirma—lleva más [kilómetros de carretera construidos]. En el caso de Quintana Roo, los caminos que se están haciendo hacia las zonas arqueológicas […] con este sistema de construcción son 4 mil 144 metros. Ya no estamos abriendo. Ya lo que queremos es cerrar. Imagínense cuánto trabajo. Por eso el sur-sureste, en el primer semestre del año, tiene una tasa de crecimiento anual del seis por ciento. Eso nunca había sucedido. Pero es todo esto, más el tren, más la refinería, más el istmo, porque esto tiene un efecto multiplicador. Te da empleo y se hace la obra en beneficio de la gente, porque el presupuesto se queda en los pueblos”. En pocas palabras —dice el presidente—, “todo el sur-sureste está creciendo al doble que el norte”.

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“Dad crédito a las obras —bien decía don Quijote— y no a las palabras”.

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