Los países que sorprenden históricamente por su sólido y rápido crecimiento son aquellos que mantienen continuidad en su estructura de gobierno. Así sorprendió Japón después de la Segunda Guerra Mundial; en China, el desarrollo inesperado surge de un permanente estilo de gobierno, instaurado desde 1949; Alemania la permanencia de la canciller, Angela Merker, por 16 años; En Rusia, la permanencia de Vladimir Putin desde 2012, al frente de Rusia, ha servido para desarrollar proyectos ininterrumpidos y con una congruencia que impulsa el progreso.
En México la continuidad es vista como una reelección, tomando ésta como un defecto de la política dada la herencia autoritaria y criminal de Porfirio Díaz, quien estuvo en el poder más de 30 años; sin embargo, nunca ha habido la continuidad de un movimiento social o de un proyecto económico afín.
A pesar de que ocupó el poder por casi 90 años el PRI, cada presidente trató de imponer su estilo personal de gobernar, cada nuevo mandatario trataba de borrar de la memoria de los mexicanos a su gran elector, Cada sexenio el ego y la necesidad de legitimidad exigía romper con los proyectos del sexenio anterior, incluyendo obras públicas que finalmente quedan inconclusas porque el tiempo les agotó y el territorio nacional está infestado de obras inconclusas a lo largo y ancho.
Una continuidad con disciplina, convicción y certeza como la que va a ocurrir en México es algo inédito y que seguramente tendrá resultados en el desarrollo económico y social.
La revolución de las conciencias sólo avanza con obras concretas, ya no es le discurso el que conducía el rebaño irreflexivo hacia el matadero. El control a través de la manipulación de los medios y la demagogia oficial desaparecieron, la nueva conciencia se basa en la percepción y no en dogmas de fe como antes.
En esta ocasión la continuidad es más importante que nunca no sólo por darle seguimiento a los cambios que significaron avance social y desarrollo económico en el actual régimen, sino porque enfrente sólo, puede advertirse improvisación. Poco conocimiento y mucho interés al frente.
Así, la continuidad ofrece, en primer lugar, estabilidad por mantener una línea de acción con el mismo origen y el mismo objetivo. Desde la perspectiva de la continuidad la realidad se vuelve cada vez más previsible, el hecho de que haya personajes que han dado excelentes resultados como el actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O., que otorga, confianza, credibilidad y certeza. Sin duda uno de los mejores secretarios de esa dependencia. Esta situación les permite panificar gastos, incluso sabe y puede experimentar audaces maniobras financieras con resultados seguros.
Cuando se escucha al pueblo y los mandatarios cumplen con su misión de hacer caso a sus necesidades, inquietudes e intereses, no hay posible desconexión de la realidad, ni rigidez. Menos aún hacer una copia del pasado que eso es propio de los conservadores que no sólo quieren que regresen los viejos tiempos sino que su nostalgia les impide vivir el presente.
Si hay consenso mayoritario a través del número de votos que arroja a un ganador a continuar, hay también armonía al interior del equipo gobernante. Los obliga al consenso y al trabajo en equipo. A diferencia de antes que los gobiernos eran la suma de individualidades corruptas en detrimento del pueblo y en favor de sus bolsillos.
Cuando se gobierna para el pueblo no hay posibilidad de llamarlo “pan con lo mismo”, a menos que así lo quiera la mayoría. Desacostumbrados a lo nuevo y con el vicio de ver con ojos de pasado el presente, para los conservadores la realidad parece compleja y dejan de observarla, ni siquiera son capaces de tratar de entenderla y de ahí sus críticas inconexas con la realidad.
La continuidad también define al contrincante y descubre quién de entre ese universo debe ser aplicada la mano dura. Por ejemplo, los poderes fácticos, que nadie elige y su fuerza radica el su potencial económico, deben ser armonizados con rigidez. Están ubicados desde hace tiempo y ya no pueden esconderse como lo hicieron durante el sexenio que está por concluir.
Porque para ser democrático también hay peso político y sobre todo social en cada grupo, si la fuerza del pueblo se expresa a partir de sus apoyos, habrá poderes fácticos que representan una minoría pero tienen la fuerza de difundir ideas y mentiras con una cobertura inmensa. Por ejemplo, la mentira en los medios no sólo es parte de la impunidad en México, y se ha convertido en el vehículo informativo de más éxito en los últimos años.
El desmentido ocupa la 10 parte del espacio que la mentira publicada anteriormente y esto, confunde a la población que todavía desconoce que el origen y la firma empresarial de las noticias son determinantes en la credibilidad de las notas y comentarios.
La continuidad, vista con objetividad es más buena que mala, pero quienes ven todo mal, tendrán mayores sorpresas.
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