Con ce de confianza…

… el caos y el temor paralizante son las únicas alternativas a la confianza.

Niklas Luhmann, Confianza.

Una sociedad es un enmarañado entramado de lazos de confianza. La confianza no sólo es un ingrediente sine qua non de la cohesión social, también resulta indispensable para cualquier persona. Si usted, de pronto, optara por desconfiar sistemáticamente de todo y de todos, quedaría atrapado en un pavoroso estado parecido a la catatonia.

La confianza es la fe en las expectativas que uno tiene, y desde ese uno individual la confianza es un componente necesario de la vida social. Ser confiado y que uno sea confiable para los demás: si la mayoría no nos actuamos así, no hay posibilidad de contrato social. Por eso, la confianza en las instituciones es decisiva.

Hace unos días se publicaron los resultados de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), que levantó el INEGI del 30 de octubre al 15 de diciembre de 2023. Su objetivo es recabar datos sobre las experiencias y la percepción de la población con trámites y servicios proporcionados por los diferentes niveles de gobierno, incluyendo seguridad pública y justicia. Además, explora el nivel de confianza de la ciudadanía en las principales instituciones.

En quienes más confianza tenemos los mexicanos es en nuestros parientes. A nivel nacional, nueve de cada diez personas identifica a sus familiares como los actores que mayor confianza inspiran —el porcentaje, 87.4%, se refiere a quienes contestaron “mucho” o “algo de confianza”—. En la antípoda, de las 25 instituciones o actores sociales respecto a los cuales la ENCIG evalúo el nivel de confianza que les tiene la ciudadanía, no hay sorpresas: los peores calificados son los partidos políticos: ¡menos de tres de cada diez confían en ellos!

Muy atrás de la familia, casi diez puntos porcentuales abajo, las universidades públicas aparecen en segundo lugar, al concitar la confianza de ocho de cada diez ciudadanos (78.7%). Prácticamente empatadas, se encuentran las escuelas públicas de nivel básico (78.5%). Ojo, estamos hablando de las escuelas que son atendidas por los maestros y las maestras a quienes Claudio X. González, cabecillita de la oposición, ha llamado “pinches delincuentes”.

Ahora, mientras que tres de cada cuatro confían en sus compañeros de trabajo, siete de cada diez lo hacen en sus vecinos. Así pues, en México los lazos sociales con los cercanos son fuertes.

A quienes insisten en que “AMLO está militarizando a México” les tenemos malas noticias: resulta que la franca mayoría ciudadana confía en la Marina y en el Ejército (71.5%). No sólo, la Guardia Nacional, apenas creada en el actual sexenio, alcanza un nivel de confianza de 65.6%, superando con mucho a las policías, las cuales no logran que ni siquiera cuatro de cada diez confíen en ellas (37.1%). También es importante señalar que el papel protagónico que han tenido las fuerzas armadas mexicanas en el proceso de transformación que hemos vivido durante la presente administración, lejos de debilitar el nivel de confianza que la gente tiene en sus integrantes, ha repercutido favorablemente: en 2017, la misma encuesta reportaba que el nivel de confianza que alcanzaban se hallaba casi diez puntos porcentuales abajo respecto al actual (62.2%).

Preocupa que los Institutos electorales consigan un buen nivel de confianza en apenas la mitad de la ciudadanía, aunque ojo, con respecto a 2021, cuando Lorenzo Córdova se mantenía al frente del INE, se aprecie cierta mejoría: de 53.1% a 54.7%.

Otro dato significativo: hoy por hoy, de la población adulta de México, uno de cada dos no confía en los medios de comunicación. Esta proporción da luz respecto a la importancia que han adquirido durante los últimos años las redes sociales y demás medios de difusión en línea, como los canales de video independientes y alternativos.

Tampoco reconforta saber que ni los gobiernos municipales ni los estatales tienen la confianza de la mayoría de la población que representan: sólo 49.9% y 48.2%, respectivamente, declaran confiar en ellos. En cuanto a la confianza que tiene entre la gente el gobierno federal, la ENCIG 2023 arroja buenas noticias: mientras que en 2017 el INEGI reportaba que únicamente 25.5% de la población mayor de 18 años confiaba en el gobierno federal, para 2021 la proporción había subido a 54.1%, y en 2023 a casi 60% (59.1%), el nivel más alto desde que se realiza la medición.

Finalmente, destaco que vivimos en un país en el que ni siquiera cuatro de cada diez personas (39.4%) confían en los jueces y magistrados, es decir, en los servidores públicos que encarnan al Poder Judicial. Desconfiamos en quienes están encargados y cobran, muy bien, por cierto, por hacer justicia. La situación no es nueva —jueces y magistrados, juezas y magistradas, siempre han salido reprobados en la ENCIG— y sí en cambio es sistemáticamente perjudicial para el país. Sería demasiado ingenuo pedir a estos funcionarios que renunciaran en vista de esta apabullante realidad, pero, afortunadamente ahora sí tenemos la sartén por el mango: la fecha es el próximo domingo 2 de junio, y el plan está cantado, es el Plan C, con ce de “confianza”.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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