Categoría: José García Sánchez

  • Poco candidato cero ideas

    Poco candidato cero ideas

    Cualquiera que sea el candidato o candidata oficial de la oposición terminará por rebasar a los partidos que la impulsan. La fuerza de la alianza al ser únicamente electoral, diluirá las fuerzas partidistas que sostienen la candidatura, la cual no está en peligro de muerte pero sí la unidad y la sobrevivencia de más de los partidos que la integran.

    La orfandad del candidato de la oposición está cantada dada la fragilidad de las tres fuerzas que lanzan la candidatura luego de trabajar cuatro años y medio en desgastar al partido en el poder como única tarea, que será la tónica de la campaña de su candidata o candidato oficial. La temática de las acciones proselitistas no serán diferentes a la política que ha mostrado a la fecha. Seguirán los insultos, las denostaciones, las acusaciones sin pruebas, las simulaciones, las fotos alteradas y las grabaciones modificadas

    La oposición carece de un trabajo político sólido como para respaldar una campaña a la presidencia dela república. Cualquiera que sea su candidato deberá retomar de las experiencias de sus partidos para lanzar un proyecto de nación, al que, además, habrá que darle un sustento mediático que no se diluya en su difusión.

    Si en la oposición surge como candidata mediática Xóchitl Gálvez, tendrá que dejar atrás su disfraz de indígena para convertirse en líder y olvidar los espectáculos que realizó como senadora para ser seria ante los ojos de los electores y los políticos de dentro y fuera del país. No puede continuar su labor de exhibicionismos mediáticos, pero al parecer, no sabe hacer otra cosa.

    Si bien la continuidad del trabajo de gobierno en el partido en el poder se critica mucho, la continuidad del no trabajo político es inminente y más cuestionable que darle seguimiento a un proyecto que bien que mal caminó y acercó a la población a la política. Pero, sobre todo, creó conciencia sobre las aguas profundas de las ideologías y, sobre todo, aprendió a leer los medios convencionales y desechó su habitual necesidad ante su desenmascaramiento.

    La oposición como alianza impulsará una campaña de desprestigio, no puede impulsar proyectos que nunc anayes había tenido, sin que parezcan plagio de los que existen, tampoco podrá ser muy novedoso porque la oposición misma redujo las alternativas al colocar a una aspirante que se dice pobre, para tratar de que la competencia sea en apariencia defensores de pobres contra otros espontáneos y simulados defensores de los pobres.

    La miseria de la oposición no está en el dinero sino en las propuestas, en las ideas, en la estrategia, en el debate, en el interés por la sociedad, etc. ante esta situación la complejidad de la campaña de la oposición aumenta. Han mostrado incapacidad para las cosas simples; de hecho, la complejidad de la política la simplifican involuntariamente porque no son muy doctos en esta materia. El marco histórico y jurídico de la política ha sido desdeñado por los políticos de la oposición, principalmente por los panistas, así que esperamos una campaña con mínimas consistencias, que seguramente no sorprenderán a nadie.

    La oposición debe darle sustancia política, consistencia ideológica, respaldo teórico, argumentación histórica, debate de altura, conocimientos legales, a su campaña. Factores que le son desconocidos, y que podrían compensar, de alguna manera, los integrantes de ese comité de iluminados que contrataron como caza talentos del vodevil que convirtieron la inscripción de candidatos.

    La campaña de la oposición será de las más pobres de la historia del país, no sólo de una oposición todavía aletargada por una derrota electoral sin precedente, que todavía no supera sino por la pobreza de vocabulario de su muy posible candidata, su ignorancia supina y su simulación exaltada.

    Ante esta pobreza política la campaña será una pesadilla para la oposición, desde luego, como acostumbrar decir en todas sus derrotas, afirmarán que van ganando y que las encuestas la favorecen.

  • Por una teoría de la 4T

    Por una teoría de la 4T

    Si los precandidatos a la candidatura de Morena a la Presidencia de la República pudieran ir más allá de su propio protagonismo podrían fortalecer, con más ideas que críticas, el movimiento de Morena, diferentes corrientes que confluyan en acción y pensamientos políticos, que depuren diferencias y fortalezcan coincidencias, dentro de un marco teórico propio.

    Sería dañino crear tribus como sucedió con el agonizante PRD, pero se busca el trabajo teórico ideológico que es uno de los vacíos de Morena, habrá que darle solidez al partido en el poder antes de que deje de serlo.

    A Morena le urge un pensamiento político que lo identifique en la historia. Su líder abrió caminos con sus pasos, y esto puede ser el principio del fin de Morena si no se construyen puentes para seguir trabajando por el mismo camino. Alterar, aunque sea un poco, arrojaría una grieta que anunciaría el fin; el surgimiento de una mutación que se dirija a la derecha iniciaría su derrumbe. Sin ortodoxias pero sin lejanías que contradigan los objetivos esenciales.

    Hace falta profundizar en lo que se hizo y no llevarlo únicamente como referencia, porque el partido no es un contendor de apoyos sociales a un proyecto que todavía no se desarrolla por completo. Por ejemplo, en la batalla interna por la candidatura, nadie puede pensar que haya cambios en las preferencias respecto a sus favoritos en la contienda pero sí pueden mostrarse fragilidades en los contendientes. Aunque las posturas están muy claras no faltarán deslices que descubran deslealtades o distanciamiento del camino. La sociedad debilitará a los frágiles, y fortalecerá los proyectos más sólidos de aquí al tiempo de las encuestas.

    Los méritos, las virtudes y los defectos surgen descarnados en cada acto de esta acción de defensa de la 4T que ha servido para develar verdaderas personalidades y, sobre todo, su auténtica ideología, que durante estos casi cinco años algunos supieron disfrazar de progresista, cuando en algunos no existe.

    Si se sostiene un proyecto propio, producto de la observación meticulosa de la sociedad, durante los 72 días de interacción con el pueblo, se reunirían factores que darán solidez; sin embargo, a pesar de todo, lo que hace falta es definición, y no sólo puede ponderarse el blindaje electoral.

    La reducción del trabajo partidista se muestra en el hecho de que desde 2018 Morena no tenía programa de credencialización para la militancia, transcurrieron un par de años con el padrón secuestrado, a pesar de que su actualización nunca debió detenerse, su suspensión acusa división, enfrentamiento pleito interno.

    Ganar elecciones es importante, pero darle al resultado de las urnas rumbo y un objetivo claro en la teoría y en la práctica, en lo ideológico y en lo administrativo es la parte que sigue mostrando vacíos que pueden llenar agentes extraños de derecha aún dentro de Morena, que, como cáncer puede crecer al interior, sin que muchos lo adviertan.

    La unidad que se busca no es la cohesión de la familia revolucionaria que el PRI convirtió en mafia, ni en la unidad efímera de un caudillo. Se trata de darle forma y pensamientos a las acciones que en su necesidad de transformar cayeron en un pragmatismo sin respaldo partidista, ideológico, o de pensamiento progresista incluso de izquierda.

    Por otra parte, la tarea de establecer una ideología propia de la 4T se ahuyentó ante la instancia monotemática de la oposición de llamarle comunismo al actual régimen, y ante el temor de ser catalogado de esa manera se abandonó el trabajo de otorgarle una idea sólida que respaldara cada acción y regalarle a cada acción una explicación y un rumbo donde la sociedad sea origen y destino.

    El reduccionismo corre el peligro de hacer de las corrientes progresista, populista, de izquierda, de culto a la personalidad, capillas míticas con los nombres de tribus ebradorisras, claudistas o adanistas. Es momento de crear pensamientos propios de la 4T, amalgamarlos a partir de las propuestas de sus líderes, mostrar que en realidad hay más unidad que guerra sucia.

    Si hacemos historia debe tomarse en cuenta que en México la imparcialidad, la neutralidad o el centro político nunca ha existido, hay demasiados intereses para evitar una radicalización de las ideas, y será a partir de este hecho que existen vacíos desde donde pueda establecerse una idea propia de lo que se hace, para establecer acciones con ideas claras y sólidas, que traspasen sexenios, incluso que trascienda la historia contemporánea.

  • Aprender de la victoria

    Aprender de la victoria

    Morena surge de un movimiento social, aglutina personas de todos los sectores, con ideas similares pero también divergentes. Los objetivos comunes se ponderan y se dejan al debate interno las diferencias para unificar criterios y postular ideas comunes.

    Los debates internos con el fin de encontrar más coincidencias en lo cuantitativos y profundizar en las tareas partidistas en lo cualitativo, nunca sucedió en Morena. Las leyes electorales, parecieran elaboradas para restar actividades sociales a los partidos y concentrarlas únicamente en las elecciones y los partidos, principalmente Morena, no tuvo la agudeza de advertirlo y cayó en la inercia de dedicar su cúpula, en cuerpo y alma a la tarea electoral.

    Desde luego que todo partido debe aspirar a ganar elecciones como esencia de su existencia, aunque sabemos que ahora más que nunca los hay que sólo quieren conservar el registro porque les significa una empresa electorera. Estos partidos están tanto en la derecha como en la izquierda y se vuelven la puerta de entrada para sabotajes e infiltraciones que redundan en traiciones o diferencias que ocultaron o crearon para desgastar finalmente a Morena.

    Un movimiento político vence las diferencias y se convierte en partido, pero su crecimiento inevitable, rebasado por un liderazgo que representa su propia vanguardia, les facilita la tarea de caminar baj0 la sombra del líder. Así se han pasado casi cinco años sin que aprendan del triunfo electoral lo más esencial de un partido: la unidad.

    En Morena hubo golpes de estado, protagonizado por personajes que fueron premiados por la cúpula; lo grupos chocan y ahora, ante la fragilidad que impone la división, la desbandada se anuncian en caso de que uno de los precandidatos no sea el bueno para la Presidencia. Y no precisamente del partido.

    La falta de estrategias de la oposición, su carencia de propuestas, la anulación de su voz ahogada en gritos e insultos, resultó involuntariamente, de chiripa, una estrategia.

    La oposición negándose a sí misma, y dejando a Morena como única fuerza política en el país, hizo que al partido en el poder le surgiera un tumor cancerígeno llamado disidencia interna, que todavía no se atreve a decir su nombre pero todos imaginan de quienes se trata.

    Desde luego que los integrantes de la oposición carecen de la capacidad como para crear esta situación, pero el origen y desarrollo de Morena se encaminaba hacia la separación de una parte que nunca aceptó con agrado todas sus políticas. Ahora, ven, en la figura de un precandidato que puede regresarles la fantasía que confunden con esperanza, la posibilidad de regresar, un poquito al pasado. Pero retroceso al fin y al cabo.

    Todavía la oposición no es consciente de que al negarse a participar de manera seria en política, dejó que las víboras en la cabeza de la Medusa, se destruyeran a sí mismas. Morena necesitaba de una oposición fuerte para permanecer unida, pero en este caso no había siquiera una oposición débil, simplemente no hay oposición.

    Puede decirse que la oposición dividió a Morena sin quererlo, porque al no encontrar un enemigo al frente lo encontró adentro. La tardía aparición del Instituto de Formación de Cuadros, las tareas deliberativas no sólo delos consejeros sino de los militantes, no fueron suficientes para cohesionar la militancia ni a los simpatizantes.

    Finalmente, la flojera de la oposición, la apatía de sus integrantes terminó hacer mella en Morena. La división está latente.

  • Abstencionismo, el candidato de oposición

    Abstencionismo, el candidato de oposición

    México es uno de los países donde resulta muy compleja la lectura del abstencionismo, fuerza pasiva electoral, a la que ahora quiere la oposición atribuir el triunfo en las urnas. A pesar de todo, la oposición no se ha acostumbrado a reconocer los triunfos de Morena y busca ganadores por otro lado, ahora aseguran que el abstencionismo lo consideran el gran ganador de la jornada del 4 de junio.

    El abstencionismo en México tiene su origen en la oposición por no saber canalizar la inconformidad social hacia sus colores. Ante la imposibilidad de algunos mexicanos, de verse representados por alguien, prefieren abstenerse de ejercer su derecho al sufragio.

    La descomposición y el desmembramiento de los partidos opositores conduce inevitablemente a la pasividad del abstencionismo, y desde luego a la falta de legitimidad de los ganadores, así como un desgaste inevitable a la democracia; sin embargo, el abstencionismo no es privativo de México en este tiempo. Basta ver diferentes países que superan el 60 por ciento, pero la oposición sólo ve al mundo cuando le conviene, mientras se encierra en una esfera de cristal que le impide comunicarse con el grueso de la población.

    En México el abstencionismo ha sustituido al voto de castigo ante la ausencia de una contraparte sólida, donde el voto de castigo sea eficiente y se note, pero el voto a favor de la oposición es tan gris y anodino como sus líderes y candidatos. Abstenerse fue, por algún tiempo, una manera de medir la inconformidad sin bandera ni partido. Acusaba una ausencia de protagonismo político, de presencia legislativa, de propuesta política, de proyecto administrativo, etc.

    La oposición se dedicó a evitar que Morena gobernara como ideología, acción política y único proyecto. El abstencionismo es, hasta cierto punto, provocado por los partidos satélites, porque deben llegar al mínimo de 3 por ciento de los votos emitidos, no de un porcentaje del padrón electoral, los cuales tienen en el abstencionismo a un aliado.

    La falta de personalidad política impulsa el abstencionismo. En México hay una sobrexposición de la personalidad política del presidente, una personalidad fuerte, por un lado; por el otro, una oposición sin personalidad. Es así como se señala a la oposición como responsable del alto índice de abstencionismo, aunque no deja de ser una culpa compartida.

    Porque no puede haber identificación con un color sin personalidad o con una palabra sin idea o con una persona que se diluye en la ambigüedad de su pensamiento. Es en la comunión de ideas, de necesidades, de inquietudes y de intereses donde se construyen los cimientos de la fuerza electoral de los partidos.

    Cuando el abstencionismo tenía una lectura en las elecciones mexicana se trataba de un grupo con participación pasiva; ahora sólo hay pasividad salpicada de venganza, rencor, resentimiento por causas tan diversas como dispersas.

    El abstencionista no valora su voto, para esa persona no es una herramienta política sino un innecesario trámite burocrático y al carecer de valor también carece de beneficios su emisión. Votar es para los abstencionistas la continuidad y no el cambio. Ellos o ellas no se consideran agentes de transformación sino elementos de continuidad. Decidir no es un factor histórico sino una rutina cotidiana, porque su existencia está basada en el maniqueísmo, alma de los conservadores.

    Votar a no votar es lo mismo que vivir o existir. Sólo darle a la vida el sentido de los caminos andados y no salirse de la línea del convencionalismo. Nada más confortable que la imitación, que tiene como uno de sus síntomas el abstencionismo.

    El abstencionista es conformista no aspiracionista, aunque a veces se disfrace de eso. Un disfraz al que se ha acostumbrado toda su vida, pero al fin y al cabo disfraz.

    • @Josangasa3