Categoría: Daniel Cervantes

  • Hacer crítica a la izquierda para ser de izquierda

    Hacer crítica a la izquierda para ser de izquierda

    Presupongo que la oposición partidista en México ha perdido todo peso. Partidos como el PAN o el PRI se han vuelto irrelevantes para la toma de decisiones prioritarias hacia el futuro de nuestra nación. El que fue nuestro partido de Estado por más de setenta años, ahora está más cerca de desaparecer que de ganar una elección presidencial. Por su parte, Acción Nacional no representa mucho más que su historia; han intentado imitar el estilo de López Obrador en su campaña anterior, pero solo lograron crear una burda caricatura.

    Parece que la izquierda tiene aseguradas, al menos, las próximas dos elecciones presidenciales. Hoy en día, es fácil afirmar que el partido en el gobierno se mantendrá en el poder durante el próximo sexenio. Si la situación en México continúa como en el mandato de López Obrador, tal vez no tengamos motivo de preocupación. Si la pobreza sigue disminuyendo y el gobierno persiste en la búsqueda de la soberanía, ¿por qué deberíamos criticar?

    Sin embargo, debemos ser conscientes de que la historia la hacen los pueblos, no los individuos. López Obrador llegó al poder como respuesta de un pueblo ofendido, una sociedad oprimida y olvidada durante más de 30 años de gobiernos neoliberales. El lopezobradorismo puede entenderse como un movimiento de crítica al establishment, y de ahí surgió el impulso que lo llevó al gobierno. La izquierda, reiterando, llega al poder partiendo de una crítica a lo que ya existía; la crítica es, en esencia, la definición misma de “izquierda”.

    Dado que la izquierda es crítica por naturaleza, debemos entender que esta acción no debe limitarse únicamente a la oposición, sino también volverse hacia adentro. Es prioritario observar las dinámicas dentro del partido en el poder y hacer explícitas aquellas que se desvíen de la lógica de beneficiar a la población, especialmente a los más desfavorecidos. Es nuestro deber señalar las prácticas y políticas que no sean beneficiosas para el conjunto o, en su defecto, representen una regresión en los logros ya alcanzados.

    No podemos callarnos por más que nos llamen a hacerlo, la institucionalidad del movimiento debe estar fundada en la crítica, no en ese típico silencio del político priista del siglo pasado. El abandono de la crÍtica es el abandono de la izquierda. 

    Como dije más arriba, la oposición partidista no tiene en este punto importancia alguna; no obstante, la oposición al proyecto de transformación si tiene un peso relevante ya que está dentro del partido gobernante. Llegó el momento de dar la batalla interna para seguir en dirección de la radicalización del movimiento y por ende del gobierno. 

    El pueblo no puede dejar de ser el protagonista del cambio, el partido no debe dejar de ser un instrumento al servicio del pueblo. El partido en el poder debe mantener su naturaleza crítica y abierta al debate interno para evitar caer en los vicios del pasado. La tentación de abandonar la crítica y aferrarse a una institucionalidad acrítica sería fatal para el movimiento. El silencio no puede ser una opción cuando lo que está en juego es el bienestar y la justicia para millones de mexicanos.

    La institucionalización del movimiento implica riesgos. Por un lado, el peligro de convertirse en lo mismo que se ha criticado durante décadas: un aparato rígido y burocrático, alejado de las demandas populares. Por otro, la posibilidad de adoptar una postura defensiva frente a la crítica, en lugar de verla como una herramienta para mejorar y corregir el rumbo. El movimiento debe ser capaz de evolucionar sin perder su esencia transformadora, y esto solo será posible si la crítica sigue siendo su motor principal.

    El reto que enfrentamos en el próximo sexenio, con la izquierda aparentemente consolidada en el poder, es no caer en la autocomplacencia. La continuidad no debe ser sinónimo de estancamiento, sino de profundización y radicalización en los cambios estructurales necesarios para alcanzar una justicia social plena. Esto implica una renovación constante de las políticas y estrategias, siempre orientadas hacia los sectores más vulnerables y marginados del país.

  • Antónimos sobre la realidad en la Palestina ocupada

    Antónimos sobre la realidad en la Palestina ocupada

    La defensa que los países autodenominados “del mundo libre” hacen de Israel es única en su tipo. Los argumentos que sustentan la existencia del estado sionista suelen contradecir la realidad, la lógica y la razón. Un ejemplo claro es el tan repetido mantra de Estados Unidos: “Israel tiene derecho a defenderse”.

    La manera más sencilla de comprender lo que sucede en la Palestina ocupada es escuchar un discurso de un jefe de Estado de nuestro vecino del norte sobre el tema, pero sustituyendo los verbos por sus antónimos. Por ejemplo:

    • Israel tiene derecho a defenderse = Israel tiene derecho de atacar
    • Israel busca la paz = Israel promueve la guerra
    • Israel respeta los derechos humanos = Israel viola los derechos humanos
    • Israel intenta coexistir con los palestinos = Israel se niega a coexistir con los palestinos

    El llamado derecho a la defensa de Israel se fundamenta en la ocupación y colonización de un territorio habitado por una población originaria. La simple existencia de un estado sionista en Medio Oriente representa una agresión hacia los países árabes y, en particular, contra la patria palestina. Antes del establecimiento de Israel, existía un pueblo palestino cuyo territorio formaba parte de una colonia británica. El cambio de gobierno en 1948 no hizo más que reemplazar a un colonizador por otro, marcando el inicio de un régimen de apartheid.

    Hablar de la defensa del Estado sionista equivale a justificar su derecho a continuar agrediendo al pueblo palestino sin la intervención de otros países árabes u organizaciones que apoyan la libertad de Palestina. Argumentar que Israel tiene derecho a defenderse es, en esencia, respaldar un régimen de apartheid y las políticas genocidas que han caracterizado su actuar, especialmente en el último año, sin que otras naciones puedan hacer algo al respecto.

    El argumento de que “Israel busca la paz” contrasta con sus acciones. Durante el último año, la entidad sionista ha agredido a países vecinos, a diversos estados árabes, a vehículos de ayuda humanitaria e incluso a bases de la ONU; utilizando como justificación los hechos ocurridos el 7 de octubre del año pasado, cuando el grupo de resistencia palestina Hamas llevó a cabo un ataque. Esta respuesta violenta ha servido como pretexto para intensificar sus políticas de agresión en la región.

    Israel no ha aceptado ninguno de los acuerdos de paz propuestos, tampoco ha acatado las resoluciones de la ONU para que detenga sus acciones en medio oriente. La entidad sionista está ahora concentrada en crecer el conflicto y en seguir llevando a cabo el genocidio en el territorio de sus víctimas.

    Israel respeta los derechos humanos”.  Para poder desmentir esto solo hay que ver los bombardeos israelíes, sus ataques son capaces de asesinar a decenas de civiles inocentes solo para alcanzar un objetivo de lo que ellos consideran un “terrorista”. Los sionistas son capaces de masacrar familias enteras solo por eliminar a una persona que consideran su enemigo. Son más de 40,000 palestinos asesinados en lo que va del último año.

    Para Israel vale más la muerte de lo que ellos consideran un “terrorista”, que una familia civil entera.

    El establecimiento del Estado de Israel desde el año 1948, ha marcado un conflicto prolongado, que es una forma moderna de colonialismo. La insistencia en la “defensa” de Israel, mientras se ignora la ocupación y los continuos ataques en Gaza y Cisjordania, equivale a justificar la opresión y la violencia sistemática contra el pueblo palestino. Este argumento sostiene que la defensa de Israel implica la perpetuación de un régimen que ha sido descrito como apartheid por organizaciones internacionales.

    Las cifras recientes de víctimas en Palestina, con decenas de miles de muertos en un año, ponen en duda las afirmaciones sobre el respeto a los derechos humanos por parte de Israel. La negativa del gobierno israelí a aceptar resoluciones de la ONU o propuestas de paz se ve como una prueba más de que la entidad sionista prefiere continuar el conflicto en lugar de buscar una solución pacífica.

    Es por ello, que considero que la mejor fuente para poder entender lo que sucede en Palestina es ver la postura de las potencias occidentales al respecto, pero cambiar todos los verbos utilizados por sus antónimos 

    “La escena es bastante paradójica. Es como si asistiéramos a una especie de juicios de Nuremberg a la inversa, donde no se juzgan los crímenes cometidos por los nazis, sino las atrocidades (indiscutibles) cometidas por los aliados”

    Enzo Traverso

  • Disculpas Reales de España

    Disculpas Reales de España

    España no le debe disculpas a México, al Estado mexicano. España y su pueblo son nuestros primos (no hermanos como lo son los ingleses de los angloamericanos). La rica cultura de nuestro país no sería entendible si quitamos a la península ibérica de la ecuación. Sin embargo, los pueblos de ambos países tenemos dos enemigos históricos comunes: la monarquía y la oligarquía española.

    La pausa en las relaciones entre España y México, debido a la carta del expresidente mexicano López Obrador, y la nula invitación al Rey Felipe VI como consecuencia de la inexistente respuesta de la monarquía europea a esa misiva, ha generado muchas conversaciones sobre nuestro pasado en común. Las reacciones en ambos lados del Atlántico han sido numerosas, y cada persona tiene su propia posición respecto a este tema que concierne a los habitantes de la región iberoamericana.

    Considero que España no le debe ningún tipo de disculpas a México; la existencia de la nación mexicana es consecuencia principalmente de la colonización y posterior establecimiento del virreinato de la Nueva España. No obstante, la anterior aclaración corresponde a la discusión común que tienen los conservadores españoles, no a la carta que envió el Lic. López Obrador al actual Rey de España. En la misiva al monarca ibérico, el expresidente mexicano plantea una disculpa conjunta, binacional, por los agravios cometidos por ambas naciones a las comunidades indígenas del actual territorio mexicano. 

    “La incursión encabezada por Cortés a nuestro actual territorio fue sin duda un acontecimiento fundacional de la actual nación mexicana, sí, pero tremendamente violento, doloroso y transgresor” 
    -Carta del Lic. López Obrador al Rey de España Felipe VI

    “…el Estado mexicano pedirá perdón a los pueblos originarios por haber porfiado, una vez consumada la Independencia, en la agresión, la discriminación y el expolio a las comunidades indígenas que caracterizaron el periodo colonial; el desagravio hará énfasis en las guerras atroces y genocidas emprendidas por el gobierno mexicano en contra de los pueblos yaqui y maya (la “Guerra del Yaqui”, en Sonora y Sinaloa, y la “Guerra de Castas”, en la Península de Yucatán), así como en la persecución racista que sufrieron los chinos en el territorio de México durante las primeras décadas del Siglo XX y en otros agravios y atrocidades que diversas autoridades cometieron contra la población”
    -Carta del Lic. López Obrador al Rey de España Felipe VI

    “…invitar al Estado español a que sea partícipe de esta reconciliación histórica, tanto por su función principalísima en la formación de la nacionalidad mexicana como por la gran relevancia e intensidad de los vínculos políticos, culturales, sociales y económicos que hoy entrelazan a nuestros dos países”
    -Carta del Lic. López Obrador al Rey de España Felipe VI

    Y es que, en ningún momento se trató de ese argumento simplista que sostiene la derecha española, de que “la nación mexicana exige que el reino de España pida disculpas”. En realidad, lo que se exhortó en la misiva fue que la monarquía y el Estado ibérico, junto con la República mexicana, pidieran disculpas a los pueblos que han habitado este continente desde mucho antes de la llegada de los europeos. 

    Concuerdo con la petición de nuestro expresidente más cercano; considero que la monarquía española (el Estado mexicano ya ha hecho este ejercicio) debería pedir disculpas a los pueblos americanos. Por otra parte, también creo que esa monarquía, revivida por Francisco Franco (y la oligarquía española a la que representa), le debe pedir perdón al actual pueblo mexicano, a los demás habitantes de América, y la disculpa principal que deben ofrecer es al propio pueblo español.

    A los pueblos milenarios de América les deben una disculpa por el genocidio cometido durante la conquista. Según el libro Nueva Historia General de México de El Colegio de México (institución fundada, por cierto, por republicanos españoles), en el año 1519, el futuro territorio novohispano contaba con 15 millones de habitantes nativos, mientras que para 1550, ese número había caído a 3 millones. ¿En verdad no merecen una disculpa?

    Al pueblo mexicano le deben una disculpa por los abusos y saqueos del periodo neoliberal, cuando empresas españolas como Iberdrola, Repsol y OHL obtuvieron contratos favorecidos por gobiernos corruptos. Un ejemplo es el expresidente Felipe Calderón, quien tras su mandato fue contratado por Avangrid, filial de Iberdrola, luego de implementar políticas que beneficiaron a estas empresas. Por los mismos motivos les deben una disculpa a los demás habitantes de América

    Y al pueblo español le deben una disculpa por muchísimos motivos, tantos que sería imposible mencionarlos incluso si le dedicara una columna completa. Sin embargo, señalaré las razones que considero principales: La abundancia de España durante su periodo imperial, que únicamente favoreció a los de arriba, no al pueblo. Durante el imperio español, como diría Eduardo Galeano, “España tenía la vaca, pero otros tomaban la leche”. Esta frase simboliza cómo España, al ser la potencia imperial, poseía los recursos y la riqueza, pero estos beneficios eran disfrutados por una élite, mientras que la mayoría de la población sufría la pobreza y la marginación; así como la nula capacidad de la monarquía española por industrializarse y solo intercambiar el oro por mercancías inglesas.

    Otras de las razones por las cuales la corona española, como representante de su oligarquía, debería pedir disculpas al maravilloso pueblo español son: El golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936, sus empresas monopólicas que suben sus precios en electricidad de forma unilateral, el peso económico que representan para uno de los países con mayores problemas de Europa, la carga que significan para el progreso y un sinfín de otras razones.

    Hay que tener bien claro quiénes son nuestros adversarios y no pelear entre pueblos primos que comparten adversarios en común. España y México tienen más en común por sus pueblos que por sus gobiernos. No podemos esperar que una monarquía moribunda, que tanto ha afectado a su propio pueblo, les pida disculpas a otras sociedades; sin embargo, también es fundamental considerar que solo hay una forma en la cual esa disculpa sería válida: la desaparición de esa institución anacrónica. Sin una transformación profunda que reemplace estructuras obsoletas, cualquier disculpa carecería de sinceridad y no lograría sanar las heridas históricas.

  • Sexenio de López Obrador

    Sexenio de López Obrador

    Para entender las acciones del presidente saliente, es esencial considerar el contexto en el que asumió el poder. El país estaba atravesando un periodo de profunda decadencia, una crisis aparentemente interminable. El neoliberalismo había traído consigo el abandono de las mayorías, favoreciendo a una oligarquía que se había enquistado en los proyectos gubernamentales.

    La llegada de López Obrador a la presidencia representó el ascenso de un pueblo oprimido desde las altas esferas del poder. Su presidencia no fue casualidad, sino el resultado de décadas de lucha de diversas corrientes de izquierda. El inicio de su gobierno marcó un hito en la historia nacional: por primera vez en mucho tiempo, una persona genuinamente del pueblo alcanzaba el puesto publico más importante del país.

    La presidencia de López Obrador fue, como consecuencia de lo mencionado, un gobierno que mantuvo una conexión constante con las demandas y necesidades del pueblo. Sus políticas, en su mayoría, reflejaron esa sintonía, y sus acciones estuvieron respaldadas por amplios sectores populares. Si hubiera que resumir su gobierno en una sola palabra, esa sería “legitimidad”. En ningún momento traicionó la confianza depositada en él por las mayorías, una confianza que se forjó desde los tiempos del desafuero y que se consolidó a lo largo de su mandato.

    En términos cuantitativos, el gobierno de López Obrador se distinguió por una serie de logros relevantes: la pobreza disminuyó, la economía creció de manera sostenida, la deuda pública fue manejada con responsabilidad y el tipo de cambio del dólar se mantuvo estable e incluso a la baja. México ascendió hasta convertirse en la 12ª economía más grande del mundo, el salario mínimo experimentó un incremento significativo, la delincuencia mostró una tendencia a la baja, el desempleo disminuyó y se realizaron importantes inversiones en infraestructura. Estos logros económicos y sociales fueron cruciales para estabilizar el país tras años de crisis.

    Si hablamos de los logros cualitativos, podemos destacar que durante este sexenio México ejerció una mayor soberanía en el ámbito internacional, algo que había estado rezagado durante años. El gobierno priorizó, por primera vez en mucho tiempo, a los sectores más vulnerables, fortaleciendo la legitimidad del Estado. Además, México se consolidó como un líder regional indiscutible, y hubo esfuerzos concretos por restaurar el tejido social que el neoliberalismo había debilitado.

    Uno de los puntos críticos que merece mención es el papel preponderante que asumió la SEDENA, un aspecto que ya abordé en otra columna. Sin embargo, fuera de esto, considero que no temo al afirmar que el gobierno de López Obrador fue el tercer mejor sexenio en la historia de México, solo comparable con los periodos de Benito Juárez y Lázaro Cárdenas. No sé si lo que presenciamos fue una revolución, pero sería ignorar la realidad no reconocer que se gobernó en favor del pueblo y que se desafiaron las estructuras del poder establecidas en periodos anteriores.

  • Reforma Guardia Nacional, error histórico: No son pueblo uniformado

    Reforma Guardia Nacional, error histórico: No son pueblo uniformado

    Antes de comenzar esta columna, le hago una pregunta al lector simpatizante con MORENA, ¿Eres de izquierda y derivado de ello va tu militancia, o eres militante y de ahí parte tu posición en la izquierda? Si te identificas con la segunda afirmación, esta columna no es para ti; en cambio, si tu simpatía va con base en un pensamiento de izquierda, te invito a seguir leyendo. 

    Comienzo advirtiendo que las instituciones no son simplemente el reflejo de decisiones individuales; más bien, operan como estructuras de poder al servicio de la clase dominante. Esto es especialmente claro en el sector castrense y dentro de las empresas. Al ingresar a una organización, los individuos son moldeados por las necesidades de dicha estructura, no al revés. Cuando una institución cambia, lo hace como respuesta a presiones históricas desde abajo, no por la influencia de “individuos elevados”. En ese sentido, los cambios siempre responden a la dinámica de los subordinados.

    Dicho lo anterior, sin importar que nuestro ejército esté nutrido en las bases por pueblo mexicano, en la práctica no tienen poder de decisión, siempre tendrán que actuar de acuerdo con las demandas de la institución a la que pertenecen. Para dejar claro el punto: El hablar de “el ejército” no es englobar un conjunto de individuos, es tomar en cuenta a una institución con una conciencia colectiva propia; y, en el caso del ejército, un poder vertical por naturaleza.

    Entendiendo lo anterior, procederé a hablar de la organización que nos compete. El ejército mexicano, sí tiene un origen popular, un comienzo en la revolución mexicana; sin embargo, no tardaron mucho tiempo en convertirse en la principal institución que ayudó al estado priista en la represión de sus opositores. La historia de nuestro ejército es sinónimo de la memoria de los movimientos sociales reprimidos (tanto de izquierda como de derecha).

    ¿Cómo olvidar la represión a los cristeros, la masacre de Tlatelolco en 1968, el Halconazo de 1971, la brutalidad en San Salvador Atenco, el operativo en Ciudad Juárez de 2008, los vuelos de la muerte, la guerra contra el EPR, el crimen de Acteal, los desaparecidos de Ayotzinapa en 2014, la presunta colaboración con el Cártel de Sinaloa durante el gobierno de Felipe Calderón, la guerra contra el narco y todos los asesinatos cometidos durante la guerra sucia? Estos son solo algunos de los innumerables crímenes de Estado perpetrados por nuestras fuerzas armadas

    ¿De verdad le piden al pueblo que tenga cariño por sus verdugos? En un país marcado por la desaparición forzada, ¿esperan que la gente quiera a sus asesinos? López Obrador llegó prometiendo que regresaría al ejército a sus cuarteles, pero una vez en el gobierno cambió completamente su discurso. Alguien podría argumentar que quizá tuvo miedo. ¿Cómo iba a gobernar con las fuerzas armadas en su contra? Tal vez quien diga eso tenga razón. Sin embargo, a esa persona le hago una pregunta: ¿Para no gobernar en contra del ejército era necesario aumentarle el presupuesto e incluso tratar de limpiar el nombre de la institución?

    Otro lector puede argumentar que era imposible sacar al ejército de las calles, quizá me deseen que vaya a las poblaciones “protegidas” por las fuerzas armadas debido a que son asediadas por el narcotráfico. A esa persona le aconsejaría que viaje a Cherán en Michoacán, a las zonas zapatistas o, que simplemente se de el tiempo de escuchar a una de las madres buscadoras que abundan por este país.

    El cambio de opinión es válido, sin embargo, deja de serlo en el momento en que ni siquiera se intentó la primera “opinión”. Nunca se intentó meter bajo ninguna política sexenal al ejército a los cuarteles, siempre fuimos en dirección de irle dando mas influencia en la política nacional. En el momento en el que escribo esta nota ya ni siquiera se está planteando la alternativa de no depender de las fuerzas armadas para seguridad interior. 

    Hoy, la principal disputa es si institucionalizamos la presencia de la SEDENA en las calles, estamos debatiendo el regalarle la policía interna al principal órgano asesino de mexicanos en nuestra historia. La reforma a la guardia nacional es un error histórico, los mexicanos del futuro van a juzgarnos duramente por ello.  En el futuro se recordará al gobierno de López Obrador por haber ido en favor de los mexicanos, por subir el salario mínimo, por pelear contra los poderes facticos y, por la politización creada en favor del pueblo de México; sin embargo, la “reforma a la guardia nacional” será un punto negro, significará la institucionalización de la militarización. Esto será el error del sexenio.

    Solo me queda hacer una pregunta a los senadores de Morena, ¿Qué semana pasarán la reforma a la Guardia Nacional? ¿La del 26 de septiembre o la del 2 de octubre?

  • Los conservadores están destinados a perder

    Los conservadores están destinados a perder

    El Partido Acción Nacional (PAN) de la actualidad, es el tataranieto neoliberal de los monarquistas del siglo XIX, bisnieto de los “científicos” del porfiriato, nieto de los hispanistas y fascistas mexicanos de los años treinta e hijo del sector empresarial y político que traicionó a los mexicanos con el FOBAPROA y la venta de empresas públicas.

    Para poder comprender a los conservadores de la actualidad, es necesario entenderlos como resultado (o parte) de un proceso histórico, no sería realista pensar que surgieron con el ascenso de la izquierda en el siglo XXI. Los movimientos conservadores han estado de lucha en lucha a lo largo de nuestra historia; sin embargo, todas (o la inmensa mayoría) las batallas que han librado, las han perdido contra la izquierda progresista que posee mayor legitimidad. 

    Para poder comprobar lo dicho anteriormente, solo hay que ver sus luchas en la actualidad y compararlas con sus anteriores causas; tomemos en cuenta que comenzaron su proceso en la historia nacional pidiendo que seamos una monarquía con un príncipe europeo, y ahora piden que se conserve la democracia liberal. Como es visible, sus derrotas hacen que entren en un proceso de resignación y luego de adaptación, para luego buscar nuevamente conservar el sistema que la izquierda deja atrás por su capacidad de buscar siempre mejorar en beneficio de las mayorías. 

    Dicho con otras palabras, la derecha está condenada a querer conservar las sobras que va dejando el proceso progresista de la izquierda. Si este razonamiento no convence al lector, a las pruebas empíricas me remito. Para poder mostrar mí punto, haré un muy breve recorrido por la historia nacional y las distintas posturas que ha tenido el sector más conservador del país en cada una de ellas.

    Una de las primeras batallas en las que se enfrentó la derecha a la izquierda después de la independencia, fue la dicotómica lucha entre si volvíamos a la nación un imperio con monarquía o una democracia liberal. Tras la caída del “Primer Imperio Mexicano”, la derecha tuvo que ceder ante la presión de lo que en ese entonces era la izquierda. Después de su pérdida y posterior adaptación de los conservadores al republicanismo, la izquierda dio otro paso, buscaba una república federal (cuyo representante fue Valentín Gómez Farías), sin embargo, la derecha siguió su lucha por conservar los poderes facticos, pero ahora desde la democracia. 

    Durante la década de 1850, se desató la Guerra de Reforma, en la que la derecha luchó por mantener el poder de la Iglesia y el centralismo, oponiéndose a las Leyes de Reforma de Benito Juárez. Sin embargo, fueron nuevamente derrotados, y los liberales consolidaron una república federal que separaba a la Iglesia del Estado. Pese a su derrota, los conservadores no se rindieron y, buscando mantener sus privilegios, invitaron a Maximiliano de Habsburgo, con apoyo extranjero, a instaurar el Segundo Imperio Mexicano.

    El imperio de Maximiliano fue efímero, y tras la intervención francesa, la república liberal fue restaurada en 1867 bajo el liderazgo de Juárez. Con la derrota imperial, los conservadores se adaptaron al republicanismo, pero continuaron buscando formas de preservar su influencia, que encontrarían durante el régimen de Porfirio Díaz. Hágase ver que otra vez se tuvieron que adaptar a una derrota contra la izquierda.

    Aunque Díaz fue un liberal en su juventud, su dictadura favoreció a las élites económicas y políticas, fortaleciendo el poder de los terratenientes y el capital extranjero. Los “científicos”, un grupo tecnócrata cercano al porfiriato, representaban esta alianza entre el conservadurismo y la dictadura, que buscaba el progreso económico a expensas de las clases populares. De esta forma se acomodaron los conservadores a un modelo republicano pero que les favorecía.

    Tras ver la izquierda (sector popular), que el modelo de gobierno de Porfirio Diaz era perfectible y que no los beneficiaba, nuevamente buscaron un cambio. La Revolución Mexicana marcó otro golpe para los conservadores, quienes vieron cómo los avances sociales y económicos de la Constitución de 1917 redistribuían tierras y limitaban el poder de las élites. Esto nuevamente iba en contra de los deseos de permanecer bajo un sistema dictatorial (porfiriato) de los conservadores, quienes dieron lucha para poder conservar sus privilegios.

    Nuevamente, los conservadores se reorganizaron, pero ahora para tener sus privilegios en el nuevo sistema. La derecha fundó el Partido Acción Nacional (PAN), en 1939. El PAN representaba a los sectores más conservadores del país, especialmente aquellos vinculados a la Iglesia y al empresariado. 

    Tras acomodarse con el nuevo sistema, aliarse con el PRI y privatizar empresas publicas con ellos; nuevamente surgió un movimiento de izquierda. Los conservadores no tuvieron mucho que hacer y se refugiaron en los medios de comunicación y el Poder Judicial. Cuando nuevamente la izquierda actuó y les quitó su lugar en el PJF, la derecha salió a las calles a tratar de conservar el nuevo sistema que les beneficiaba a ellos. 

    Como hemos visto, la derecha siempre va a tratar de conservar los sistemas que la izquierda innovó en algún punto y ahora quieren cambiar para mejorar. El proyecto original de la derecha en México fue el monarquismo, sin embargo, tuvieron que “entibiarse” al ir perdiendo de batalla en batalla. Por ello, tras una breve revisión a la historia nacional y teniendo en cuenta que el ser humano es progresista por naturaleza, no temo equivocarme al decir que los conservadores están destinados a perder 

    Nota: Si algún historiador lee esto, espero entienda que los reduccionismos en la historia hechos en la nota son dignos del espacio de una columna de opinión. Sin embargo, si se hiciera un estudio de la derecha en México de forma amplia, se llegaría a la misma conclusión del proceso de “resignación-adaptación” de nuestra derecha. 

  • Adiós Norma Piña (Adiós Mamá Carlota)

    Adiós Norma Piña (Adiós Mamá Carlota)

    1.
    Alegre el mexicano
    Con voz pausada canta,
    Y el puño ya levanta
    Con extraño rumor.

    La reforma va al senado
    Arrasando cual tornado.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    2.
    De la remota Corte
    Te mira con tristeza
    La estúpida alianza
    Del corrupto y del traidor.

    En lo hondo de su pecho
    Ya sienten su derrota.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor

    3. 
    Acábense en la corte
    Excesos, distos, lujos.
    Agítense los jueces
    En fuerza de dolor.

    La chusma de sus marchas
    Gritando se alborota.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    4.
    Murmuran sordamente
    Los tristes privilegiados,
    Lloran los magistrados
    Y el nepotismo común 

    El triste Loret de Mola
    Canta con lira rota:
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor

    5
    Y en tanto ya los chairos
    Que ya cantan la victoria,
    Guardando tu memoria
    Sin miedo ni rencor,

    Dicen mientras la reforma
    Ya pasa hacia el senado;
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    Contexto: El poema “Adiós, Mamá Carlota” fue escrito por Vicente Riva Palacio a mediados del siglo XIX, en el contexto de la partida de Carlota de Habsburgo a Europa, en busca de apoyo para salvar el imperio. Al enterarse de su partida y del declive en el respaldo francés hacia el monarca austriaco, Riva Palacio escribió este poema, inspirado en “Adiós, oh patria mía” de Ignacio Rodríguez Galván.

    El poema, que más tarde fue musicalizado, se convirtió en un himno entre la chinaca (la guerrilla a favor de la república), pues expresaba que ya tenían en jaque al emperador impuesto por una potencia extranjera. Invito al lector a buscar esta canción en internet; realmente vale la pena escucharla.

    Hoy, en un contexto en el que nuevamente tenemos en jaque a la reacción, he escrito una versión parafraseada, dedicada a Norma Piña.

  • En México no hay oposición y eso es bueno

    En México no hay oposición y eso es bueno

    En México, durante los próximos tres años, no habrá una oposición significativa. Morena podrá aprobar cualquier iniciativa que desee. En casi cualquier parte del mundo, esto sería preocupante, pues atentaría contra la pluralidad de voces y podría ir en contra de los principios democráticos. Sin embargo, en el caso particular de México, la situación es distinta.

    Es importante mencionar que los partidos de la alianza opositora (PAN-PRI) han gobernado el país con una mayoría calificada, o casi alcanzándola, durante los últimos cien años. Han tenido la oportunidad de implementar reformas a su antojo durante todo ese tiempo. Ante esto, le pregunto al lector: ¿Para qué se utilizó esa aplastante mayoría? ¿El pueblo se benefició en realidad de los gobiernos actualmente opositores cuando tuvieron semejante poder? ¿Por qué el PRI (y el PAN en los últimos 20 años) no se habían quejado de la “sobrerrepresentación” antes?

    Mi posición en la primera pregunta sería que se ocupó el poder en un comienzo (a principios del PRI) en beneficio del pueblo mexicano, algunos de los gobiernos emanados de la revolución si vieron por el beneficio de las mayorías; sin embargo, conforme el PRI se acercaba a las posiciones del PAN, a comienzos del periodo neoliberal, se comenzó a ocupar el gobierno únicamente para beneficio de los empresarios y la cúpula del poder, en esa lógica también se ejercieron las mayorías en las cámaras. Del PAN hablaré más adelante

    Mi respuesta para la segunda va conectada con la primera. Nadie podría dudar que Lázaro Cárdenas (cuando el PRI aun se llamaba PNR) ayudo a la nación y al pueblo en concreto; sin embargo, las políticas y acciones que ejercieron las administraciones de Gortari, Zedillo y Peña, iban en total perjuicio del pueblo, en completa sintonía de los intereses del sector empresarial y capital extranjero. Fueron ellos los que convirtieron a México en una maquila y a los mexicanos en prácticamente esclavos.

    La ultima pregunta se responde sola, únicamente porque les beneficiaba, podían moverse a su antojo sin peligrar. No tenían que hacer consensos con los partidos opositores para poder emprender acciones que le convinieran. 

    En cuanto al PAN, debemos tomar en cuenta que sus dos gobiernos fueron con un PRIAN ya bien establecido (el PRIAN nació con el fraude de 1988), por ello es por lo cual gobernaron con mucha movilidad en el congreso, sus periodos se ejercieron en contra del beneficio del pueblo de México, ningún periodo del PAN es salvable, siempre han sido enemigos de los intereses nacionales.

    Según mis respuestas a las preguntas (invito al lector a darles respuesta también), podría decirse que el PRI, en un comienzo, ocupó su poder en beneficio de las mayorías; sin embargo, el PAN, siempre ha estado en favor de los empresarios, los corruptos y valores sumamente conservadores. El caso del PAN es sumamente digno de un análisis completo, debido a que para estudiarlos no solo nos debemos quedar en sus espantosos gobiernos, sino que, si hacemos un viaje al pasado, podríamos encontrar pasajes como que fueron pro-totalitarismos durante los años treinta. 

    Algo que comparten ambos, sin importar como llegaron ahí, es que han sido un lastre para la nación en los últimos treinta años, juntos aprobaron el FOBAPROA, juntos hicieron el fraude de 1988 y 2012, juntos llevaron a cabo la reforma energética durante el sexenio del Lic. Peña Nieto, juntos modificaron el articulo 27, juntos entregaron el territorio nacional a la minería extranjera, juntos autorizaron el incremento al IVA, juntos estancaron el salario mínimo y juntos  repartieron el país y a su pueblo a intereses particulares. 

    El pueblo se dio cuenta de todo ello, por eso buscó otra alternativa y votó por López Obrador. Tras el triunfo del actual presidente, todo su sistema se puso en Jaque, cayeron en una crisis tan profunda que hicieron de sus principales figuras a Xóchitl Gálvez, Lilly Téllez, Kenia López Rabadán, Miguel de la Madrid y un número limitado de políticos que son burlescos o no representan nada; su crisis fue tal, que como no podían parar las iniciativas del oficialismo en el legislativo, lo hicieron desde el judicial. El tamaño de su desesperación llegó a tal grado de declararse en moratoria para votar todo en contra en las cámaras. Ese es el nivel que tiene la oposición hasta la actualidad.

    El actual régimen esta tratando de hacer un cambio en las formas de hacer política, tiene el discurso de acabar con el neoliberalismo, ha sacado cinco millones de personas de la pobreza, está intentando hacer las cosas para mejor. Incluso la persona que mas esté en desacuerdo con este régimen, sería necia si dijera que lo ha hecho peor que el PRIAN. Sería aceptable que una persona no simpatizante de la cuarta transformación dijera que este es un muy mal gobierno, siempre y cuando tenga en su panorama histórico lo que hicieron los predecesores del actual presidente de la república.

    Dicho esto, teniendo en mente lo que gobiernos del PRIAN hicieron en sus últimos mandatos y su actuar como opositores en el gobierno del Lic. López Obrador, le pregunto al lector si acaso es menos sano tener a una oposición apátrida   con poder de decisión o, la concentración de poder en un movimiento que al menos trata de beneficiar al pueblo que ha sido olvidado durante los últimos 40 años.

    ¿Mí respuesta? Yo prefiero tener una concentración de poder en un movimiento que trata de transformar la forma de hacer política en México, en contraposición de una oposición apátrida que traicionó la confianza del pueblo de mí país durante sus gobiernos y, además, cuando les toca ser oposición, se manifiestan en moratoria negándose así a hacer su trabajo para lo cual les pagamos los mexicanos. Sin olvidar, claro, que la posición en la que están las actuales fuerzas políticas es derivado de un proceso democrático, la ciudadanía ejerció su soberanía para darle forma a los siguientes tres años de la vida publica de nuestra nación.   

  • Respuesta de un mexicano al Embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar

    Respuesta de un mexicano al Embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar

    Sr. Embajador de los Estados Unidos de América, Ken Salazar:

    Reciba un cordial saludo de un mexicano promedio, un latinoamericano que, a lo largo de su vida y mediante la socialización, ha aprendido el significado de su país para nuestra región. Soy una persona que forma una parte minúscula de esa conciencia colectiva y ese sentir de los pueblos al sur del Río Bravo.

    Comienzo esta carta advirtiendo que no es sorpresa para ningún latinoamericano la postura injerencista que ha tomado su gobierno en el contexto de la reforma al poder judicial. Nosotros, los habitantes del sur, aún tenemos en la memoria las múltiples ocasiones en las que los Estados Unidos han intervenido en nuestros asuntos internos. Recordamos el Plan Cóndor, que utilizaron para instalar gobiernos títeres en el Cono Sur; también tenemos presente la operación ‘Rápido y Furioso’, donde armaron a los narcotraficantes mexicanos en pleno siglo XXI. No hemos olvidado el terrorismo que impulsaron en la región a través de la ‘Escuela de las Américas’, ni tampoco el despojo de territorios a México durante el siglo XIX, entre otras múltiples intervenciones de su país en nuestra región.

    Dicho esto, permítame trasladarme al presente, tras su declaración sobre la reforma judicial: Déjeme recordarle que por medio de un voto prácticamente unánime los ciudadanos mexicanos pidieron que se hagan reformas de carácter urgente para la nación mexicana, en ese contexto se ubica la reforma al poder judicial. Por lo dicho anteriormente, no temo equivocarme al afirmar que ese cambio en el juego político mexicano viene con una carga fuerte de legitimidad, ya que es producto de una elección democrática. El posicionamiento de los Estados Unidos en el marco de una reforma de política interna compromete la soberanía popular y la democracia en México, sumándose esta intervención a la lista de ejemplos que redacté en el primer párrafo.

    También es importante aclarar que el pueblo mexicano no ignora que su declaración no está aislada de la línea que han seguido los Estados Unidos con el actual Gobierno de México. Somos conscientes del financiamiento que han otorgado a los opositores para que representen los intereses de su país en nuestro territorio. El intervencionismo imperialista de su nación hacia la mía ya es de conocimiento público. El pueblo de México y de toda Latinoamérica no está despolitizado; ya no pueden ustedes perseguir sus intereses imperiales con la misma libertad y facilidad que en el siglo pasado. Permítame recomendarle, por su propio bien, que no subestime al pueblo de México.

    No venga a mi país con un discurso sobre democracia, cuando en el suyo no existe la igualdad ante la ley; el valor del voto de cada ciudadano depende de en qué estado es depositado, pudiendo definir una elección tan solo los delegados imaginarios asignados a cada uno, sin importar por quién voten las mayorías. Como sucedió en 2016, elección en la cual la mayoría votó por Hillary Clinton, pero su sistema rudimentario dio el triunfo a Donald Trump. Esto, sin mencionar la injerencia que tienen las compañías con intereses particulares dentro de lo que ustedes llaman “democracia”.

    Señor embajador, también le recomiendo reconsiderar el trato que tienen los Estados Unidos con su principal socio comercial si quieren conservar su lugar en el plano internacional. El surgimiento de un mundo multipolar se presenta ante ustedes como un peligro, peligro de perder su hegemonía; en cambio, para nosotros, llega como una oportunidad para poder comerciar, tener mayores oportunidades, entablar relaciones diplomáticas más importantes con las nuevas potencias mundiales y ejercer una mayor soberanía. Sin mencionar que varios países de esta región (incluyendo a México) pronto también estarán dentro de las diez principales economías del planeta.

    Sin más por el momento, saludos cordiales.

  • Francisco I. Madero, Salvador Allende, Chávez/Maduro: Venezuela hoy

    Francisco I. Madero, Salvador Allende, Chávez/Maduro: Venezuela hoy

    ¿Qué tienen en común los personajes que encabezan esta columna? ¿Sus ideas? Quizá podríamos relacionar a los últimos por sus causas socialistas; sin embargo, el primero de ellos rompe con esta similitud. Mientras que Francisco I. Madero fue un liberal y sus causas no iban más allá de la búsqueda de la democracia para su país, Salvador Allende y el movimiento iniciado por Chávez, ahora encabezado por Nicolás Maduro, tienen como bandera la construcción de un estado socialista.

    Lo que realmente tienen en común estos personajes (reduciendo por cuestiones prácticas los movimientos a sus líderes) es que, en su momento, representaron un cambio en los paradigmas y lógicas burocráticas de sus naciones. Mientras Francisco I. Madero inició una revolución que transformó a México y, durante su gobierno, otorgó más libertades al pueblo, Allende llegó al poder por la vía pacífica y comenzó a implementar políticas sociales que ofrecían mayores oportunidades a los chilenos. En el caso más reciente, Chávez —como Allende— llegó al Palacio de Miraflores por la vía electoral y, ya en el poder, comenzó a implementar políticas que beneficiaban a las mayorías, un legado que ha continuado Maduro tras su ascenso al poder.

    Como hemos mencionado, los tres movimientos rompieron con el status quo de sus respectivos países y lograron grandes cambios; no obstante, cuando ocurre un giro significativo, aquellos que se beneficiaban del régimen moribundo suelen iniciar una resistencia para preservar sus privilegios (los “conservadores”). Esto también implica que los personajes mencionados no solo comparten la ruptura del orden establecido, sino que, naturalmente, también ostentan en común el haber generado una feroz resistencia conservadora. Sin embargo, esta “resistencia conservadora” no solo está conectada por su naturaleza, sino que, en todos los casos, es impulsada por los mismos actores: el Gran Capital y los Estados Unidos.

    Francisco I. Madero derrocó una dictadura que permitía la esclavitud y fomentaba una excesiva desigualdad económica entre los mexicanos. Al hacerlo, se “echó encima” a los grandes hacendados, a los oligarcas de la época y, también, a los Estados Unidos, cuyos intereses en nuestro país se vieron perjudicados tras la caída de la dictadura porfirista. La reacción contra Madero condujo a su fracaso. Pocos años después de iniciado su gobierno, el embajador de los Estados Unidos, Henry Lane Wilson, unió a los distintos grupos conservadores para derrocar al gobierno emanado de la Revolución, con el fin de preservar los intereses de los grandes capitales mexicanos y los intereses de los Estados Unidos en territorio nacional.

    Mientras tanto, Salvador Allende, al llegar al poder en Chile, buscó implementar profundas reformas sociales y económicas que redistribuyeran la riqueza y redujeran las desigualdades en su país. Con estas medidas, se ganó la enemistad de la élite económica, los grandes empresarios y los terratenientes, quienes vieron amenazados sus intereses. Además, los Estados Unidos, preocupados por la expansión del socialismo en América Latina y por la nacionalización de industrias clave, consideraron a Allende una amenaza directa a sus intereses en la región. Al igual que con Madero, los conservadores aliados con los Estados Unidos lo derrocaron para poner de nuevo un régimen que beneficiara sus intereses. 

    En la actualidad, Venezuela sigue siendo un régimen incómodo para nuestro vecino del norte y el capital internacional. Hugo Chávez, al asumir la presidencia, emprendió un ambicioso proyecto de transformación social y económica conocido como la “Revolución Bolivariana,” con el objetivo de reducir la pobreza, redistribuir la riqueza y fortalecer el control estatal sobre los recursos naturales del país. Estas políticas, que incluyeron la nacionalización de industrias clave, alienaron a la élite económica venezolana y a los grandes empresarios, que vieron amenazados sus privilegios. Además, las reformas de Chávez generaron una fuerte oposición de los Estados Unidos, que consideraban sus políticas socialistas y su retórica antiimperialista como una amenaza a sus intereses en la región.

    Tras la muerte de Chávez, la Revolución Bolivariana sigue amenazando los intereses del capital en la región, manteniendo la soberanía venezolana sobre su territorio y sus recursos (recordemos que Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo). Hoy, Venezuela existe porque resiste. ¿Pero quién resiste? Su pueblo. La resistencia en el país sudamericano está sostenida por la mayoría, que continúa dando legitimidad al régimen chavista. Venezuela, su pueblo y su gobierno, luchan para no desaparecer, para que los intereses del gran capital internacional no se apropien de sus recursos.

    Los personajes mencionados lucharon por corregir injusticias; sin embargo, los primeros fueron derrocados. Esto debe servirnos de lección para las luchas actuales. No podemos permitir que la historia se repita, ni que los intereses de particulares y de los Estados Unidos vuelvan a imponerse sobre la soberanía de los pueblos. Tal vez el lector se pregunte: ¿Y yo qué puedo hacer para evitar que a los venezolanos del siglo XXI les suceda lo mismo que ya ocurrió en Chile y México el siglo pasado? La respuesta es sencilla: seguir hablando de Venezuela, mantener el tema vigente, y no caer en las versiones que calumnian a la Revolución Bolivariana, que los medios tradicionales continúan difundiendo (ahora más que nunca después de las elecciones).

    Recordemos lo que decía Noam Chomsky en su libro Hegemonía o supervivencia: La estrategia imperialista de Estados Unidos: “Quizá sigan existiendo dos superpotencias en el planeta: Estados Unidos y la opinión pública mundial”