Categoría: Carlos Bortoni

  • La derecha es la nueva izquierda y la izquierda es la derecha de siempre

    La derecha es la nueva izquierda y la izquierda es la derecha de siempre

    El discurso político de los precandidatos a las precandidaturas para dirigir los destinos de los dos principales bloques políticos que habrán de disputarse la dirección del destino de la nación está dominado por un lado, por un barniz de izquierda, progresismo, buena ondismo y preocupación por el otro. Escuchándolo, no es difícil pensar que la ventana política mexicana se ha deslizado significativamente a la izquierda. Y, sin embargo, a pesar de las aparentes apariencias, las preocupaciones de la gente de bien por un futuro trotskista, cuasi comunista, de una izquierda que verdaderamente amenace con socializar los medios de producción, o cuando menos con redistribuir la riqueza, son –Dios bendito– absolutamente infundadas.

    La virtud de un discurso que casi de manera homogénea se inclina a la izquierda, radica en que se trata de un discurso cuyo trasfondo garantiza que nada cambie, que todo se mantenga en su sitio y –si es posible– se desplace un poco, un poquito más de lo que se encontraba antes de la salvaje irrupción de las salvajes huestes que salvajemente votaron por Andrés Manuel López Obrador, a la derecha. Un discurso que sostiene que la derecha, sin dejar de ser la derecha, es la nueva izquierda para que surja una izquierda sea la derecha de siempre.

    Por un lado, quienes encabezan las preferencias de quienes nadie prefiere –los precandidatos del Frente Amplio por México– y ese pequeño gran ser humano que es Claudio X, defensor de la defensa de los privilegios de los privilegiados y baluarte del progresismo conservador incluyente de la exclusión como derecho fundamental de quienes asignan valor tanto a las cosas como a las personas, se han declarado como la izquierda más izquierdista de la derecha más recalcitrante –signifique ello lo que signifique. Una izquierda que pugna por que la gente que vive por debajo de la línea de pobreza haga lo que tenga que hacer para ganar su comida, porque nada es más izquierdista que brindar al otro la libertad de morir de hambre; una izquierda que reconozca la dignidad del sujeto si, y solo si, el sujeto es un sujeto asalariado; una izquierda echaleganista y meritocrática; tan de izquierda que no le preocupe la división entre derecha e izquierda ¿Qué cosa tan fea es esa de dividir cuando en un caldo homogéneo podemos diluir mejor a la ciudadanía?; una izquierda que deje la responsabilidad del aumento del salario mínimo a la mano invisible del mercado. Una izquierda ideal y al servicio de las clases privilegiadas.

    La derecha de izquierda de los Creel, Gálvez, PRIistas, PANistas, PRDistas, y todo aquel que entre bajo la noble sombrilla de Va por México, es tan de izquierda que finca sus reales políticos en la inmutable naturaleza humana que necesariamente necesita un orden y una jerarquía social; tan de izquierda que propone la competencia entre los individuos y la propiedad privada como camino a la fraternidad universal donde todos seamos uno mismo a partir de las diferencias que permiten a unos oprimir a otros; tan de izquierda que sostiene que la resistencia al cambio político y social es la principal forma de garantizar la renovación del orden político y social a través de la preservación de orden político y social; tan de izquierda que permita que lo que pasa en el mercado trascienda a la sociedad sin que nadie regule al mercado. En pocas palabras, la derecha de izquierda sabe que sólo a través de la concentración de la riqueza los sujetos serán capaces de emanciparse del yugo de pensar que pueden pensar por si mismos. Estamos hablando de la izquierda de la COPARMEX, el CCE, CANACINTRA, los Legionarios de Cristo, provida y –por supuesto– los marxistas del Yunque.

    Por otro lado, en pos de un sano equilibrio político camaleónico chabacano y maniqueísta, desde la izquierda se proyectan tintes de derecha que aniquilan la esperanza de que sigua en pie el proceso transformador, una izquierda inclinada tanto a la derecha que resulta completamente de derecha y pugna por una serie de avanzadas normas de geolocalización y seguridad que aprovechando la escasa inteligencia de la inteligencia artificial, imponga una vigilancia masiva de la cual nadie escape, que sea capaz de vigilar a propios y extraños, a víctimas y victimarios, a quienes cometen un crimen y quienes podrían estar pensando en la posibilidad de pensar en que quisa podrían cometer un crimen. Un mundo izquierdistamente feliz en el Plan ANGEL de Marcelo Ebrard, un mundo en el que los cuerpos de seguridad tengan la capacidad de declarar un crimen y juzgar a un delincuente por su forma de caminar –el debate decimonónico desempolvado por la habilidad de la inteligencia artificial para condenar a los sujetos a partir de sesgos raciales. Una izquierda de derecha que permita al gobierno identificar a todos en la vía publica, tener un seguimiento de los movimientos de la ciudadanía y revictimizar a los grupos sociales menos favorecidos con prejuicios “tecnológicamente” justificados. Una izquierda tecnocrática que cuide a los sujetos de los sujetos mismos, y sepa –anques que nosotros– cuando nos hemos convertido en criminales.

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    Superadas las diferencias entre derecha e izquierda, permitiendo que como se dice una cosa se diga otra en los discursos políticos, el futuro mexicano se antoja abierto a un abanico de posibilidades tan amplias como reducidas, donde potenciando la posibilidad de todo, se reduzca la realidad a su mínima expresión. De tal suerte que nadie pierda, al menos nadie de entre quienes tienen algo que perder. Los demás, los demás no importan, nunca han importado y sólo son necesarios en la medida en el que salir a votar sea un acto legitimador y no uno fundacional. Afortunadamente, las clases privilegiadas cuentan con representantes en ambos polos del espectro político mexicano que jugando a la polarización se acerca al círculo hermenéutico, representantes en la derecha de izquierda y en la izquierda de derecha y en cualquier otra contradicción estructural de las estructuras liquidas de ideologías que deliberadamente se venden como laxas para ocultamente preservar la posibilidad de cimentar una ideología tan profunda como invisible que permita a los ciudadanos conservar la fantasía de no ser súbditos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Populismo whitexican

    Populismo whitexican

    La sabiduría popular, que solo es sabia cuando sirve a los intereses de la clase alta, reza que, si no se puede con el enemigo, hay que unirse a él. En ese sentido, la siempre clarividente oposición opositora al populismo, que no se ha cansado –desde mucho antes de que Andrés Manuel López Obrador llegara a la presidencia– de advertirnos sobre lo peligroso que es anteponer el interés de la mayoría al interés de unos cuantos que saben mejor que la mayoría lo que a la mayoría le interesa, ha decidido abrazar el populismo para combatir el populismo, combatir fuego con fuego. No se confundan. No.

    Los patriarcas neoliberales, defensores de privatizar el derecho a privatizar, adalides de preservar el sacrosanto interés de quienes se interesan en explotar, para beneficio propio, lo ajeno, no están pensando en un populismo populista que busque transformar o cuando menos legislar a favor de los intereses de quienes viven pagando intereses. No. No. No. Nuestros próceres del dejar hacer, dejar pasar, tienen en mente un populismo al servicio de las clases privilegiadas como camino para la reconciliación nacional, es decir: como penitencia que se impondrá a la mayoría para pagar por el terror emocional en el que desde 2018 se ha hecho vivir a la minoría. Un populismo porfiriano donde se entrega el poder a alguien de origen humilde, indígena, a cambio de que se ponga talco en la cara para verse un poco blanco y obedezca ciegamente los mandatos del mercado y de quienes se benefician de su mano invisible. Un populismo whitexicanizado, validado por esa izquierda buena onda y certificado por la derecha de siempre. Un populismo que vista Pineda Covalin.

    Desde luego que dicho populismo whitexican –el mercado electoral tendrá que entenderlo– deberá ser populista en la forma, aspiracionista en sus aspiraciones, y clasista en el fondo. Por eso es Xóchitl Gálvez la abanderada, porque nadie como ella, por lo menos no entre los opositores que se distinguen por tener pura gente de bien en sus filas, guarda las formas populistas; procedencia humilde, ascendencia otomí, nombre indígena, lenguaje florido, y un anecdotario que evidencía su código postal, vendió gelatinas de niña para contribuir a la economía familiar, le hizo la parada al Metro de la Ciudad de México la primera vez que lo vio, etc. Incluso nominalmente es sencillo contrastar su origen humilde con el de Sheinbaum o Ebrard, cuyos apellidos los alejan del México mágico ¿Qué mejor para seducir a las masas acríticas que una mujer con rasgos indígenas de nombre Xóchitl? ¿Qué más necesita el elector en un candidato para votar a su favor? ¿A quién le importan las propuestas, programas, agendas, cuando la candidata vendió gelatinas?

    Pero las virtudes de Xóchitl no terminan ahí, Xóchitl no solo cumple con las formas populistas, también representa el echaleganismo más intenso, y su biografía es la muestra –así se trate de un garbanzo de a libra– de que querer es poder. Si Xóchitl tuviera un origen humilde y nada más, no sería suficiente, por eso es importante esa historia, que se acerca tanto al mito, de la mujer que habiendo nacido en una comunidad donde las mujeres no estudian, logró recibirse en la UNAM como ingeniera en computación, ser experta en robótica e inteligencia artificial y fundar su propia empresa. En pocas palabras, el imaginario populista hace un crossover con el echaleganismo y arroja a una mujer que siendo capaz de salir de la pobreza –con todo en contra– será capaz de sacar a los mexicanos de la pobreza –no dudo que esto les suene a algunos como mesianismo tropical, a esas personas les pido que respeten los derechos de autor de Enrique Krauze y compañía y no recurran a terminología patentada.

    Por si esto fuera poco, en el caso de Xóchitl dos más dos no suman cuatro. No. Suman mucho más. Carcasa populista, más echaleganismo aspiracionista puro no son las únicas herramientas de la abanderada del populismo whitexican. A ello hay que añadir el clasismo de fondo, ese clasismo propio de quienes enriqueciéndose gracias a las condiciones marginales que reinan entre la clase obrera, utilizan parte de la plusvalía para impulsar proyectos filantrópicos –si la filantropía es deducible de impuestos o no, importa poco– entre la población. Lo importante no es el que se repartan migajas entre la gente, sino que hacerlo permite mantener el orden social intacto, recordándole a los de abajo que su lugar es abajo, recibiendo migajas de los de arriba, migajas que no transformarán su realidad social. Ese mismo clasismo filantrópico, que es la piedra angular del populismo whitexican, es el que permitió a Xóchitl, noblemente, rociar a las policías con desinfectante durante la pandemia.

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    Los Xochilovers, ese grupo de ciudadanos buena onda responsables de hacer que las puertas de Palacio Nacional dejen de estar cerradas, de tal forma que al abrirlas permitan la entrada de la ciudadanía al recinto y al mismo tiempo la salida de la ciudadanía del proceso de construcción de su propio destino, habrán de ser los reconstructores de la nación que, enarbolando un proyecto demagógicamente incluyente, abierto y donde todos quepan, garanticen el regreso de un orden que perdió el paso en 2018, cuando la gente –equivocada– salió a las calles a votar y generar una narrativa distinta en el quehacer político nacional, los Xochilovers son los responsables de asegurar que ni en sus peores pesadillas, la clase privilegiada deje de ser privilegiada, ni la aspiracionista de pagar a meses sin intereses los excesos que les permiten convencerse de que son clase media.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Desplacemos el obradorismo a la derecha

    Desplacemos el obradorismo a la derecha

    A estas alturas del sexenio nadie puede dudar que en México el discurso hegemónico es el discurso de Andrés Manuel López Obrador, ese discurso que de forma ramplona la comentocracia iluminada y no tan iluminada llama obradorismo y que se resume –palabras más, palabras menos– en la idea de que el gobierno es el responsable de proporcionar una vida digna para todos los ciudadanos, lo que atraviesa por la redistribución de la riqueza y el poder económico; y se enfoca en el respeto a los derechos humanos, la inclusión social, y la implementación de una democracia directa mediante el uso de encuestas y consultas.

    Al mismo tiempo, el obradorismo tiene como ejes centrales el nacionalismo, la justicia social, la democracia participativa, el reformismo, la descentralización, el militarismo y el anti-neoliberalismo. Hasta aquí –insisto– nadie debería tener dudas, el obradorismo es la nueva ventana de la política nacional, es decir, el nuevo marco de referencia de las políticas que son aceptables de cara a la opinión pública, la ventana dentro de la que un político –de izquierda o derecha– se puede mover para no ser considerado extremista, peligroso. Este es el hilo negro con el que juega el pensamiento conservador, siempre luminoso en su profunda oscuridad, y es al que recurre para hilvanar su estrategia de cara a las elecciones de 2024. La clase privilegiada, representada por el siempre noble Claudio X y los esbirros del PRIANRD, en su infinita sabiduría, busca sacar a Morena de Palacio Nacional, a Morena, no al obradorismo, el obradorismo es algo con lo que tendrán que lidiar –pragmáticamente– durante algún tiempo, lidiar y desplazarlo, poco a poco, a la derecha, hasta que se encuentre tan a la derecha que deje de ser obradorismo.

    Es por ello que los próceres del conservadurismo, las buenas costumbres, los valores familiares y todo aquello que aumente la plusvalía de los dueños de los medios de producción y evite la redistribución de la riqueza, lejos de seguir criticando las “mañaneras” de AMLO y querer cancelarlas, han cambiado de estrategia y buscan participar en ellas. Llenos de humildad y sin circo alguno de por medio, amparándose en la justicia justiciera del Poder Judicial, se presentan en las puertas de Palacio Nacional esperando ser recibidos con alfombra roja, bombo y platillo, esperando ser anunciados con trompetas y ovacionados mientras se recita su nombre y título nobiliario –que es nobiliario por su nobleza inmanente y por su sangre azul que los distingue de la plebe. Es por ello que en un acto de creatividad democrática, disrupción política y emprendedurismo social, decidieron no imitar, imitando, el proceso a través del cual Morena elegirá al Coordinador Nacional de la Defensa de la Cuarta Transformación, esa insolencia ilegal y antidemocrática, para elegir al Responsable de la Construcción del Frente Amplio por México, esa genialidad legal y democrática. Elección que se realizará en prácticamente los mismos tiempos y a través de las mismas formas en las que Morena resolverá quien va a ser su candidato. Y que, sin embargo, será completamente diferente a la elección de Morena. Algo así como el Quijote de Pierre Menard.

    En ese mismo sentido, se impulsa en espontáneo nado sincronizado que tanto gusta a la derecha PRIANRDista, el más reciente ensayo para candidato de la oposición, del ahora bautizado Frente Amplio por el México de los Privilegiados y Aspiracionistas que se sienten Privilegiados, la candidatura de Xóchitl Gálvez, esa mujer tan obradorista que no puede ser obradorista, tan de izquierda que es de derecha, tan preocupada por la justicia social que defiende la reforma energética de Peña Nieto. Xóchitl es un fenómeno político donde el conservadurismo aplica todo su conocimiento, sabiduría y reduccionismo para llevar el obradorismo a su mínima expresión, hacer una caricatura de él y buscar ganar la simpatía del electorado. Xóchitl es el entendimiento que tiene la clase privilegiada, que siempre es mejor que el entendimiento que podemos tener quienes vivimos al día, de lo que necesita el electorado para votar por alguien, un producto mercadológico que puede conectar con la base social, que está dispuesta a defender el apoyo a adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, becas Benito Juárez para niños, y que sostiene que los programas sociales son indispensables aunque represente a quienes sostienen que los programas sociales producen parásitos sociales. Xóchitl es la reducción de México al lugar común del “mexican curios”, aparentemente franca y malhablada. Una mujer indígena que es capaz de hacer que conviva la lógica obradorista de “primero los pobres” con el échaleganismo más aspiracionista. Xóchitl es un mensaje sencillo que puede imbuir de esperanza a quienes no teniendo nada más que esperanza están dispuestos a votar por quien les dé un poco de esperanza.

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    Si hacemos caso de lo que dice ese gigante que es Vicente Fox, gigante del oportunismo, la corrupción y la habilidad para entregar recursos nacionales a empresas internacionales, “Xóchitl es todo lo que Morena hubiera soñado: una mujer indígena, que viene desde abajo, que ha vencido todos los obstáculos, sin engañar ni traicionar a nadie. Es todo lo que el PAN hubiera soñado: una mujer capaz, generosa, con aspiraciones y exitosa. Es todo lo que hubiera soñado el PRI: una mujer heroica, valiente y revolucionaria. Es todo lo que el PRD hubiera soñado: una mujer de izquierda, inteligente, liberal, progresista. Es todo lo que MC hubiera soñado: una mujer atrevida, diferente, genuina”, deberíamos fusionar el Frente Amplio por México y la Defensa de la Cuarta Transformación y tener en Xóchitl una candidata única de un Frente de Amplia Defensa por la Cuarta Transformación de México, una candidata con la que se identifiquen todos los mexicanos, con esa habilidad que ha mostrado, en la imagen que se difunde en redes sociales promoviendo su candidatura, de maquillarse para verse más blanca y aplicar una buena dosis de fotochop, de tal forma que sin dejar de ser indígena –muy a la Porfirio Díaz– y conectar con la base, resulte más atractiva para nuestra euro mexicana clase privilegiada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Detengamos la reelección que no busca reelegirse

    Detengamos la reelección que no busca reelegirse

    Para todo aquel que esté mínimamente en contacto con el quehacer político nacional y el devenir de los derroteros del Estado Mexicano, es claro que el proceso de sucesión presidencial –que culminará con el relevo de Andrés Manuel López Obrador– comenzó hace varios meses. Lo que puede no ser tan claro, en especial para aquellos sujetos ideologizados que no ven que no ven, es que dicho proceso es la evidencia clara de que Andrés Manuel piensa perpetuarse en el poder, entronarse en la silla presidencial y jamás abandonarla. ¿Qué otra interpretación puede darse al hecho de definir las reglas del proceso de selección de candidato de Morena para la presidencia? ¿Para qué más orquestar a los candidatos –bautizados como corcholatas– en aras de garantizar que la sucesión, que no habrá de ser sucesión, no genere rupturas al interior de su movimiento? ¿Si verdaderamente pensara retirarse de la vida política se preocuparía por el proceso electoral de 2024?

    Ninguna, para perpetuarse, y desde luego que no… no hay otra posible respuesta a las preguntas anteriores. Si Morena está buscando candidato para 2024 es porque López Obrador y Morena han decidido que el único candidato posible es el actual presidente de la República, nadie más.

    Por favor, no vengan con argumentos que intenten convencernos de que AMLO es un demócrata y que por ello está buscando un proceso bien llevado y controlado de definición de candidaturas y estrategia al interior de Morena, no insistan en que está jugando el papel que debe jugar quien antepone el movimiento a las individualidades (él incluido) ¿Qué evidencia tienen para sostener eso? ¿Les parece que alguien que define que la gente será quien decida al futuro candidato es alguien que va a dejar la decisión en la gente? ¿En verdad creen que establecer que el segundo lugar en la encuesta, para definir quién será el coordinador de defensa de la 4T, debe ser el líder de la bancada de Morena en el Senado, que el tercer lugar el líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados y que el tercer lugar formar parte del gabinete del próximo gobierno, es un acto que busca garantizar la continuidad del movimiento? ¿Qué tiene de democrático hacer eso? Democrático es hacer lo que está haciendo la oposición: perder procesos electorales y no tener un solo candidato que valga la pena.

    ¡Abran los ojos! ¡Escuchen a los iluminados que causalmente se han refugiado en las madrigueras más oscuras de los más oscuros intereses de la oposición! ¡Entreguen sus voluntades a quienes saben que ustedes no saben lo que es mejor para ustedes! En el mejor de los casos, si López Obrador se va, es para seguir mandando desde donde quiera que esté, “cuando se instaura un sistema de izquierda radical en una nación no hay vuelta atrás”, a diferencia de los sistemas de derecha –siempre reaccionarios– que juegan con la ilusión democrática de la alternancia y los golpes de timón que garantizan que todo se mantenga en su sitio, la izquierda busca transformar las condiciones existentes y definir proyectos transexenales.

    Todo lo que el actual gobierno hace y deja de hacer, obedece a esa lógica perversa de mantenerse en el gobierno. Si no se han dado cuenta, basta con que se fijen como desde su origen Morena buscó darse de alta ante el INE, participar en todas las elecciones en las que les fue posible, presentar candidatos, hacer propuestas, convencer a la ciudadanía y conseguir sus votos ¡Cuanta perversión! Morena no es otra cosa que un partido político en búsqueda de conquistar el poder, y ahora que lo ha conquistado, no pieza relajar su estrategia y abandonarlo, seguirá participando en las elecciones y luchando para ganarlas. Ojalá todos nuestros gobiernos fueran como el de Peña Nieto, ese prócer de la libertad, la democracia y la mediocridad absoluta, y se retiraran después de su mandato a disfrutar los frutos de sus robos en lugar de insistir en transformar al país. Lamentablemente no es así, Andrés Manuel ayuda a la gente para garantizar que la gente apoye su proyecto de transformación ¿De verdad es tan fácil engañar a los mexicanos? ¿De verdad es suficiente con buscar la mejora de sus condiciones de vida para que ellos defiendan un proyecto político? 

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    Si el electorado está dispuesto a sacrificar el derecho a la libre acumulación de riqueza, explotación y plusvalía que la noble clase privilegiada mexicana ha ejercido desde tiempos inmemoriales con tanta sabiduría y en beneficio exclusivo de ellos mismos, en nombre de una transformación que no busca otra cosa que combatir la desigualdad en nuestro país, no debería sorprendernos que el avasallamiento que están sufriendo los Poderes Legislativo y Judicial, culminen en su transformación para que contribuyan a la consolidación del proyecto de transformación que empuja la CuatroTe. Entonces sí, olvídense de que nuestra clase privilegiada pueda conservar sus privilegios. Pero no vengan en 2024 a decir que no se les advirtió, nuestros comentócratas llevan advirtiéndolo desde hace mucho tiempo, llevan advirtiéndolo desde antes de que Andrés Manuel fuera presidente, no importa cuantos compromisos firme ante notario para no reelegirse, lo único que esos compromisos demuestran es que busca relegirse, la evidencia resulta evidente para el que quiere verla.

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  • ¡Sí hay tiro!

    ¡Sí hay tiro!

    Desde una perspectiva corta de miras, sin fondo, incluso humilde, podría afirmarse que la sacrosanta alianza, que se sacrifica en pos de salvar México de las manos de la tiranía no tiránica de una dictadura que se niega a reprimir a propios y extraños, sufrió una terrible derrota a manos de la CuatroTe en las pasadas elecciones en el Estado de México. Insisto, desde una perspectiva que se antoja humilde, podría pensarse que fue así, que llegar a este punto perdiendo –en cinco años– 23 estados, y coronarlo con la pérdida del estado que más electores tiene en el país, es una derrota de la cual no podrán recuperarse y que pone la estocada final a su noble misión de luchar por los privilegios de la clase privilegiada.

    Sin embargo, cuando se ve la imagen completa, cuando se entiende que basta dar rienda suelta a la imaginación para habitar el mundo que uno desea habitar, nos damos cuenta de que aplicando una simple regla de tres y jugando con más de una variante, inversamente proporcional a lo que mejor nos venga en gana, a Morena le costó tanto trabajo ganar en el Estado de México –para llegar a esta conclusión es necesario sumar los votos del proceso electoral de Coahuila que si bien no tienen nada que ver con los del Estado de México, permiten construir esa narrativa donde la oposición puede dormir como un lirón– que prácticamente perdió. Y si Morena perdió, significa (pésele a quien le pese) que la alianza opositora ganó, incluso si en esa victoria el PRD perdió su registro y si a pesar de la derrota la próxima gobernadora del Estado de México será Delfina y no Valiente.

    Morena perdió porque el total de votos que obtuvo en las dos entidades apenas fue superior a los de la alianza de Don Claudio X, marqués del papel de baño, sólo 1.5 puntos porcentuales superior. Realidad de un universo paralelo en el que si consideramos que si el 17% de los votos que Delfina recibió en el Estado de México corresponde al Verde y al Partido del Trabajo, Morena simplemente no tuvo suficientes votos para ganar la elección. En otras palabras, Morena perdió y está derrota resulta directamente proporcional a la derrota que sufrirá –si no es que ya sufrió– en 2024. La oposición se queda corta y demuestra su infinita bondad cuando afirma que ¡Sí hay tiro en 2024! Falso. No hay tiro, la oposición ya ganó la presidencia, que digo la presidencia, la oposición ya está gobernando México y lo hará de forma interrumpida por el resto de nuestra historia.

    No dudo que habrá quienes intenten demostrar que no encuentran lógica en la falla del argumento opositor. No me sorprende, el entendimiento de elementos complejos es propio de mentes complejas, no de sujetos que anteponen sus necesidades a la agenda política nacional. Sin embargo, a todos ellos los invito a considerar que si consideramos que votante no es aquel que vota, sino aquel que vota de forma inteligente, como bien dice la siempre elegante y nunca monstruosa Kenia López de quienes salieron a votar por PRI, PAN y PRD, ese “electorado inteligente” que es el único electorado que existe y que en su calidad exclusiva se distingue de esa “base de apoyo clientelar”, como denomina la siempre calmada y nada histérica Lilly Téllez a quienes votaron por Morena, esos “malviviente corruptos que venden su voto por tortillas”, como se refiere al electorado que apoya a la CuatroTe buena parte de la realeza tuitera, entenderemos que no hay forma que los rescatadores de los privilegiados y el libre derecho a pagar a meses sin intereses, puedan perder las elecciones futuras: solo sus votos son votos, lo demás es clientelismos ideologizado.

    Por si lo anterior les sigue pareciendo poco, no se debe olvidar, como no permiten que lo olvidemos esos grandes lideres, esos espíritus elevados materializados en forma humana en Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, que poco más de la mitad de la población se quedó sin ir a votar. Que, sin duda alguna, todos aquellos que no votaron hubieran votado por la candidata Valiente ¿Por quién más? El abstencionista es gente de bien, gente decente que, no estando dispuesta a entregar su voto a la maquinaria clientelar comunista, decide quedarse en casa y resguardar su libertad desde la seguridad de su sofá. Siendo así, habría que contabilizar los no votos de quienes no votaron como votos a favor de los esbirros de Claudio X, y hacerlo no solo en el Estado de México sino de una vez darle esos votos a la alianza opositora para 2024 ¿Ya se dieron cuenta? La fuerza de la oposición es tal que ya ganaron la presidencia y todavía no son las elecciones. México será salvado de las manos salvajes de los mexicanos. Y por favor, no me salgan con que el Estado de México siempre ha tenido un porcentaje alto de abstencionismo ¿Eso qué? Ese no es el tema, el tema es que un voto no emitido en las urnas es un voto a favor de la sacrosanta, trigarante, unión en defensa de los derechos de la clase privilegiada.

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    Cuando Zambrano, líder de ese heroico remedo de remedo de partido otrora conocido como PRD, declaró triunfante que no perdieron por “un numero de dos dígitos”, que simplemente perdieron por ocho puntos y que eso es igual a haber ganado, lo que estaba diciendo es que si piensan un número, le suman 5, multiplican el resultado por 2, a lo que quedó le restan 4, el resultado lo dividen entre 2, y a lo que quedó le réstan el número que pensaron, el resultado será el triunfo de la alianza en 2024 y la tranquilidad de la clase privilegiada y de todos aquellos que disfrutan defendiendo a quienes se dedican a oprimirlos.

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  • Embajadores de la democracia

    Embajadores de la democracia

    A Doña Denise Dresser, ejemplo inaudito de la hipocresía liberal reinante.

    Molestó, como sólo molesta aquello de lo que no entendemos nada más allá de que debe molestarnos y por añadidura lo envidiamos, el estoico viaje que Madame Fifí hizo a Ucrania, esa nación devastada por el espíritu post imperialista y neo comunista de Vladimir Putin y ese enorme gulag postmoderno que llamamos Rusia.

    Molestó, insisto, porque no entendemos los riesgos que la Doctora Dresser padeció en reuniones de alto nivel, entrevistandose con el presidente de los comediantes y comediante de la OTAN, Zelenski y su mujer, encuentros casuales con líderes de esa resistencia ucraniana que no se avergüenza de portar esvásticas en sus uniformes, y cenando en restaurantes diseñados para manipular a los comensales y hacerles creer que Ucrania y Rusia no están en guerra. Molestó porque no entendemos el potencial de la visita, porque nuestros celos nos ciegan hoy como nos han cegado desde siempre, porque sumergidos como estamos en ese discurso polarizante que nos ha hecho creer que la desigualdad es un problema, que los recursos deben redistribuirse entre toda la población, que los privilegios de los privilegiados son injustos e insostenibles, no podemos apreciar la trascendencia transformadora y revolucionaria que los viajes de Denise, Chertorivski y Loret, si se demuestra que efectivamente estuvo en Ucrania y no fue un simple montaje el que lo puso en medio de los bombardeos, tienen para los mexicanos y para la humanidad entera.

    Si lo entendiéramos, si tuviéramos la humildad suficiente para apreciarlo, no sólo celebraríamos que viajen con credenciales del Gobierno de la República, creariamos un fideicomiso para garantizar sus viajes y que no les falte nada cuando los realicen. Es más, estaríamos hablando con el gobierno de Tayikistán para comparar el otrora avión presidencial con todo y sobrecosto, con tal de que los próceres de la libertad de prensa, democracia y los derechos humanos pudieran viajar como merecen hacerlo.

    Desde luego que, a estás alturas, no faltará quien se esté retorciendo en su lugar, como no faltan quienes llevan días retorciéndose, de solo contemplar la posibilidad de pensar en la idea de becar a estos embajadores plenipotenciarios de la hipocresía liberal. Es más, hubo quienes –en un intento de caricaturizar los nobles esfuerzos de Madame Fifi para retratar la guerra al estilo Vogue– contrastaron a la doctora Dresser con Gerda Taro o alguna otra periodista que cubrió distintos frentes de guerra ¿De verdad? ¿No pueden diferenciar a esos propagandistas de izquierda de una verdadera intelectual que no busca otra cosa que defender el derecho a preservar el orden mundial que si bien no es el mejor que pudiera ser, es menos peor que lo peor? Insistir en retratar la miseria humana cuando hay tanta abundancia de la cual rendir cuenta y está tan concentrada en tan pocas manos que no es difícil de encontrar, es insistir en lo incurable, en el martirio y la victimización ¿Queremos enseñarle a nuestros hijos que el mundo es un lugar inhabitable? ¿No es mejor rendir culto al derroche y los excesos de consumo para que las generaciones que vienen detrás de nosotros vivan perpetuamente aspirando a gastar lo que no tienen?

    Hacer de las y los comentócratas, acostumbrados al chayote y la vida a expensas del erario a cambio de aplaudir como focas lo que el gobierno en turno les indicaba que debían aplaudir, embajadores de buena y desinteresada voluntad por preservar una vida llena de privilegios y golpes de pecho, que lleven a los rincones más recónditos del planeta el discurso liberal buena onda, de los derechos humanos capitalistas donde cada quien puede elegir como morir de hambre, y la libertad de prensa que libremente colabora a levantar polvo y fragmentar la percepción de la población, contribuirá –cuando menos– a la internacionalización de la lucha por los derechos de las clases privilegiadas, al entendimiento de que democracia no es lo mismo que el gobierno del pueblo, a la difusión de los valores neoliberales donde la unica libertad que vale es la libertad de consumo; y –al mismo tiempo– dará un respiro a la sociedad mexicana que descansará del yugo de la sabiduria y podrá cometer el error de creer que sabe lo que es mejor para si misma sin que le estén recordando que solo los Dresser, los Loret, los Majluf, los Crespo, los Curzio y los Casar, por mencional a algunos, saben lo que la sociedad necesita, que no es otra cosa que garantizar que ellos –y sus patrones– preserven esos privilegios que si bien no son un derecho de nacimiento, deberían ser considerados como si lo fueran ¿No es una inversión que vale la pena en aras de poder respirar libres del peso iluminado de sus comentarios y –al mismo tiempo– compartir con el resto de la humanidad el conocimiento enciclopedico de estás grandes mentes para construir un verdadero liberalismo internacional que anteponga los privilegios de unos cuantos al de las mayorias egoistas que solo piensan en si mismas?

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    Hace poco, Sergio Sarmiento, quien también debería formar parte de esa valiente avanzada de avanzados, escribió en su columna que asombraba “que el presidente López Obrador haya escogido a una mujer pequeña y mesurada, de 62 años, gafas gruesas, discreta en el hablar, como su nueva villana favorita”, refiriéndose a la ministra Piña, defensora de la libertad de los recovecos del debido proceso legal para garantizar que al status quo se mantenga intocable. La descripción que Sarmiento, en su infinita sabiduría, hace la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sorprende por esa honestidad accidental que no caracteriza a nuestros liberales ilustrados y que recuerda a la descripción de Adolf Eichmann, y el concepto de la banalidad del mal.

    Pareciera –y si no conociera como conozco que a los Sarmientos del mundo los mueve el hambre pensaría que es cierto– que Don Sergio insinúa que en Norma Piña existe una incapacidad para pensar por sí misma, la cual se ejemplifica por el uso constante de frases hechas y clichés autoinventados, demostrando una visión irreal del mundo y una falta agobiante de habilidades de comunicación, que resuelve recurriendo al “lenguaje burocrático”, a través del cual hace que la aplicación de lo legal antepuesto a lo legítimo parezca “de alguna manera aceptable”.

    Insisto, sin lugar a dudas, se trata de una honestidad accidental que en ningún momento debe empeñar el intachablemente despreciable historial de Sergio Sarmiento y sus compañeros de causa.

  • ¡Ya no quieren trabajar…!

    ¡Ya no quieren trabajar…!

    A Gabriel Quadri, incansable paradigma de la zafiedadque es incapaz de avergonzarse de sí misma.

    A todas luces, sobre todo a aquellas luces que no alumbrando nada concreto deslumbran a todos al punto de cegarlos, los subsidios, apoyos, becas, programas sociales y demás perversiones que el gobierno de la CuatroTe ha promovido para ayudar a nadie ─porque, seamos honestos, ninguno de los beneficiados tiene relevancia alguna en el escenario global que es el único que importa─ y afectar los privilegios de quienes privilegiadamente se beneficiaban del erario y los negocios que el Estado permitía se realizaran a sus costillas, ponen una zancadilla al incremento de los indicadores macroeconómicos mexicanos, que tanto crecieron durante los sacrosantos gobiernos neoliberales, y que tanto ayudaron al bienestar de quienes están acostumbrados a vivir en bienestar, manteniendo relegados a quienes se debe mantener relegados, y amenazan con destruir la desigualdad que durante más de 500 años se ha trabajado para consolidar en este territorio, aniquilando con ello la esperanza de la clase aspiracionista de vivir a base de un echaleganismo que les permita acariciar las mieles de las que goza la clase privilegiada; al mismo tiempo que consiguen que los trabajadores ya no quieran trabajar.

    El sentido común ─y las lecciones de los guetos y campos de exterminio nazis─ indica que, mientras más cerca se mantenga a la población de la amenaza de morir de hambre, sin ninguna clase de apoyo, más sencillo será orillarlos a trabajar a cambio de un salario miserable e incrementar con ello la plusvalía que empresas y empresarios merecen.

    No importa si esos apoyos se tratan de pensiones para adultos mayores o becas para estudiantes, toda clase de apoyo pone en riesgo la democrática desigualdad de nuestro sistema político social y, al hacerlo, afecta la posibilidad de que la derrama económica sea derramada encima de quienes debe derramarse, sin salpicar a aquellos que ni siquiera saben lo que es no tener hambre y deben trabajar bajo condiciones inhumanas por un mendrugo de pan.

    Desde luego que, no faltarán las personas ─si cabe llamarles personas a quienes no se detienen a considerar a ese otro que tiene la necesidad de preservar sus innecesarias necesidades intactas─ que sostendrán que resolver el problema de la desigualdad es más importante que el crecimiento económico, personas que piensan que es imposible sostener el crecimiento económico si la desigualdad es alta, gente tan mezquina que es capaz de sostener que el aumento en el salario mínimo genera un incremento en la productividad, individuos que ─en resumen─ no entienden que no entienden que no hay porque ayudar a quienes no entienden que deberían conformarse con contemplar el espectáculo de las clases privilegiadas ¿Para que creen que se exhiben las revistas ¡Hola! y ¿Quién? ¿En los puestos de periódicos?

    Seguro no es para que las compren, se tratan de ventanas para que contemplen lo que debe motivarlos, esa zanahoria inalcanzable que deben perseguir de forma incansable.

    No entender que la desigualdad es un incentivo para que las personas se esfuercen y trabajen más y mejor, que la inflación es una herramienta de control social, y lanzar subsidios a diestra y siniestra para cuestiones tan banales como gasolina, energía eléctrica, alimentos, siembra de árboles, pequeños agricultores ─¿de verdad la palabra “pequeños” no les deja claro que hay que ignorarlos?─, fertilizantes, peajes en autopistas, etc. pone en riesgo el principal incentivo que tiene cualquier ser humano para despertar todos los días y hacer lo que tiene que hacer: el incentivo de saber que hay alguien debajo de él que vive una situación mucho pero que la suya y a quien puede pisar libremente.

    No sólo se afecta a los dueños del capital y sus hordas de cortesanos y esbirros. No. Se afecta también a esa clase media ─sin importar si es clase media o solo cree que es clase media─ que ve amenazada esa posición pseudo privilegiada que ha conquistado con el sudor de su frente y un alto nivel de estrés, manejando un buen historial crediticio o endeudándose para pagar deudas, esa clase aspiracionista que desborda los centros comerciales los fines de semana para ver en los escaparates como podría ser su vida con unos cuantos meses sin intereses más en su tarjeta, esa clase que sabe que hablar ingles es mejor que hablar español y que teme perder su línea de crédito, su departamento en renta o el coche que manejan gracias al esquema de leasing que les permite pagarlo mensualmente y renovarlo un par de años después.

    Entrados en gastos:

    La amenaza de los subsidios es tan grande y pone tanto en juego, que nadie debería sorprenderse de que el grupo parlamentario del PAN en el Senado pidiera a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que destituya al presidente Andrés Manuel López Obrador, que se le exhorte respetuosamente a iniciar el procedimiento… para destituir de su encargo al Presidente de la República, al Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, al Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González, y al Secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán.

    Lo que debe sorprendernos e indignarnos es que luego de hacerlo recularan y dijeran que no era lo que querían decir, que se trató de un error ¿Dónde están los sinarquistas y yunquistas cuando el pueblo de México los necesita? ¡Despierta ultraderecha tradicionalmente moderna y acaba con este reino del terror que busca reducir las desigualdades, apoyar a quienes necesitan apoyo y dejar de privilegiar a quienes no saben vivir sin privilegios! Si desde el Poder Ejecutivo se propone que a los ministros se les elija democráticamente, no estaría mal que desde el Poder Judicial se determine que a los representantes populares, presidente de la República incluido, electos por voto libre y secreto, sean designados por un consejo de sabios que sepa ─como no lo sabe la gente─ lo que la gente necesita.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • El bucle expropiatorio

    El bucle expropiatorio

    Acostumbrado a hacer difícil lo que debería ser sencillo, el gobierno de la CuatroTe emitió un decreto que confundió a propios y extraños y el cual solo la siempre ilustrada, siempre enciclopédica, siempre culta oposición ha podido descifrar. Declarar de “utilidad pública” para el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, tres tramos de vías ferroviarias concesionadas a Ferrosur, propiedad de Grupo México, del nobilísimo empresario Germán Larrea, no es otra cosa que expropiar lo que el gobierno, de ese catedrático ejemplar que es Ernesto Zedillo, había entregado ─a manera de concesión─ al capital.

    En opositoras palabras, y para que quede tan claro como el agua fangosa en la que nuestra demócrata oposición suele moverse, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador expropió lo que le pertenece al Estado y había sido concesionado a la empresa de Larrea, inaugurando así un bucle expropiatorio del que difícilmente podrá salir porque expropia lo que es suyo y en consecuencia esos tramos ahora pertenecen por partida doble al Estado Mexicano.

    Sumado a ello, dicho bucle acarrea al fantasma que ─luego de recorrer, con mediano éxito Europa─ sentó sus reales entre los gobiernos populistas latinoamericanos: el fantasma del comunismo, haciendo entrar (así sea solo con unos cuantos kilómetros de vías férreas) a nuestro país en la misma lista en la que se encuentran Cuba y Venezuela. La expropiación de esos kilómetros de vías férreas que ya pertenecían a México convierte a Andrés Manuel, sin duda alguna, en un dictador sediento de más expropiaciones.

    De entrada, todas las concesiones están en riesgo, ya lo dijo el periódico Reforma, con la honesta honestidad que los caracteriza: “a partir de hoy están en riesgo canales de televisión, estaciones de radio, pozos de agua, la industria minera, aeropuertos privados, muelles y un sinfín de industrias […]” El bucle expropiatorio terminará por absorberlo todo, en una de esas ─y para ganar tiempo─ el Estado Mexicano se termina expropiando a sí mismo.

    Frente a este salvaje acto, completamente carente de toda civilidad y ajeno a las buenas costumbres, donde la Secretaría de Marina, cuyos elementos tomaron control de las instalaciones ferroviarias, queda a cargo, el gobierno sostiene que indemnizará a quienes resulten afectados ¿Indemnizar a los afectados? ¡Por vida de Dios! ¿Cómo piensan indemnizar a Grupo México de ese terrible golpe que significa saber que el Estado Mexicano deja de estar a sus pies? ¿De que manera se indemnizarán el vacío que deja en el corazón de Germán Larrea y la clase empresarial el constatar en los hechos, más allá del discurso, que la CuatroTe considera la “utilidad pública” por encima de la “utilidad privada? No hay forma. No hay forma. No.

    Y lo peor, no falta quien dice que solo se trata de 120 kilómetros de un total de más de mil 500 que tiene ese tramo de Grupo México, 120 kilómetros de los más de 26 mil kilómetros de vías que privatizó Zedillo ¿De verdad? Ya los quiero ver llorando cuando el gobierno expropie, argumentando que es de “utilidad pública” el baño de visitas de sus casas, solo es un baño, ni siquiera tiene regadera, es solo el baño de visitas ¡Patrañas!

    Tampoco faltan quienes sostienen que las expropiaciones están contempladas en la ley, que son parte del Estado de Derecho, que se trata de un mecanismo que frecuentemente utilizan los gobiernos democráticos del mundo y que los ahora partidos opositores también realizaron expropiaciones cuando fueron gobierno ¿De verdad van a salir con eso? ¿Acaso los gobierno PRIANISTAs pusieron a México de frente a la amenaza comunista cuando realizaron las expropiaciones que realizaron? ¿De verdad nos van a decir que los PRIANISTAS antepusieron la “utilidad púbica” a la privada?

    Desde luego que no, no es lo mismo que expropie un gobierno de Morena que uno de los ahora tristemente opositores, ellos lo hacían siguiendo una agenda completamente distinta a la de Lopez Obrador, una agenda que buscaba preservar y profundizar los privilegios de los privilegiados, no diluir esos privilegios en lo público ¡Que horror! Dicen que Larrea no se ha visto afectado por las decisiones de este gobierno, que ─según Forbes─ de 2020 a la fecha, su fortuna creció en un 149% ¿Eso qué?

    Típico conformismo cuatroteista ¿Por qué celebrar un crecimiento de la riqueza de un individuo de solo el 149%? ¿Por qué no exigirle al gobierno que haga su trabajo y entregue lo que sea necesario entregar para que nuestra golpeada clase empresarial pueda crecer su riqueza a razón de un 500% o más? ¿No se dan cuenta que gracias a la expropiación de lo que le pertenece al Estado nuestros mejores propagandistas infodémicos están diciendo que Larrea quiere bajarse del proceso de compra de Banamex? Independientemente de que Larrea diga lo contrario, si los infomatas dicen que se quiere bajar, esa es la realidad de la realidad. No hay más. Y todo gracias al decreto del gobierno de Andrés Manuel.

    Entrados en gastos:

    El gobierno pone en riesgo mucho más de lo que puede ver, olvídense de la estabilidad económica y la confianza de los inversionistas, pone en riesgo la estabilidad emocional de la clase empresarial, los partidos que viven al servicio de la clase empresarial y los muchos aspiracionistas que no buscan otra cosa que ser como los hombres más ricos de México, aunque jamás vayan a lograr siquiera vestirse como ellos ¿Creen que se hayan detenido a pensar en eso? ¡Desde luego que no! Al gobierno de la CuatroTe solo le importa sacar adelante el Corredor interoceánico y beneficiar con ello a la región más pobre de México, Andrés Manuel y sus colaboradores en su afán destructivo anteponen el bienestar del mexicano promedio, a la preservación de ese status quo que depende de la profundización de la desigualdad para sacar adelante a los privilegiados de siempre, a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • Bukelemanía o las dictaduras cool

    Bukelemanía o las dictaduras cool

    Parece increíble, pero hay quienes ponen peros a la brillante y nada reduccionista estrategia del autonombrado dictador más cool del mundo mundial ─Nayib Bukele─ para combatir al crimen organizado en El Salvador. Estrategia que ha permitido a la nación centroamericana celebrar un año sin homicidios y ha dado ─entre otras cosas─ dos satisfacciones sin comparación alguna al pueblo salvadoreño: la revocación de la alerta de viaje por parte del gobierno de los Estados Unidos a sus ciudadanos, y ─mucho más importante─ la promesa de que El Salvador será la sede del concurso de Miss Universo.

    A pesar de que personas de izquierda y defensores de los derechos humanos han manifestado preocupación por el actuar de Bukele y su gobierno, no todo el mundo es tan mezquino y desde la oposición mexicana ─esa derecha que modernamente se aferra al pasado─ se ha celebrado la victoria salvadoreña y se ha resaltado el combate frontal al crimen organizado y la humillación de los pandilleros como el camino para erradicar la violencia en nuestro país, poniendo ─con una ancestral sabiduría demenciada─ el acento en aniquilar el síntoma y no en esa maroma de entender el crimen como un problema social. En otras palabras, Bukele se ha convertido en ejemplo para la nada reaccionaria rección mexicana, de cómo recurrir a la violencia para acabar con la violencia sin atender las causas que generan la violencia.

    La oposición mexicana bukelemaniaca aplaude que el Plan de Control Territorial, se centre exclusivamente en los principales problemas que agobiaban a la sociedad, inseguridad, extorsión, asesinato, secuestro, desaparición y muchos otros delitos que cometen los grupos criminales ¿Qué es eso de pensar que vivir por debajo de la línea de pobreza es un problema? ¿Quién necesita tener un trabajo bien pagado o una vivienda digna? ¿Para que comer tres veces al día?

    Esos no son parte de los principales problemas que agobian a la sociedad, mucho menos a quienes viven muy por encima de la línea de pobreza, tienen ingresos asegurados, cuentan con más de una propiedad y comen hasta saciarse ¿Por qué habrían de preocuparse por problemas que no son suyos? ¿Por qué insistir en que las clases privilegiadas deben mirar a los de abajo? Lo único que importa es garantizar que las clases bajas asuman su sitio y no busquen modificar su realidad, ya sea por la vía democrática o el crimen organizado.

    Bajo esta lógica, justamente se exige al gobierno que Andrés Manuel Lopez Obrador que, si Bukele ha capturado a más de 63 mil pandilleros, aquí se haga lo propio con los plebes, la chapizza y todos aquellos que han buscado en el narco una forma de sobrevivir ¿Sobrevivir? ¿Cómo se atreven a tanto? Los de abajo viven mientras los de arriba quieren ¿En verdad no lo han entendido?

    Por eso en El Salvador, de la mano con la declaración de guerra a las pandillas, se destituyó al fiscal general y a los magistrados de la sala de lo constitucional de la Corte Suprema de Justicia, para concentrar la justicia en las manos de quienes entienden que la justicia es para quienes pueden comer tres veces al día y nada más; se prohibió la simbología relacionada con las pandillas, porque la libertad de expresión es derecho exclusivo de quienes pueden pagar para portar simbología de marcas trasnacionales; y se obligó a las familias de los presos a que paguen por la comida de su familiar si quieren que coma ¿Es en serio que esperan que el Estado los mantenga? ¿Qué sigue, que todos delincamos para que nos den techo, ropa y alimento?

    Es el colmo del conformismo. Por supuesto que poco importa que en El Salvador el PIB per cápita sea similar al de Fiji, Mongolia, Tonga o Indonesia, ocupando el lugar número 32 en una región compuesta por 46 países; o que la deuda de su gobierno sea superior a la de Uruguay, México o Perú; y ─mucho menos─ la creciente deforestación que están viviendo. Volvemos a los mismo, nada de eso tiene que ver con los problemas principales que agobian a la población.

    Los problemas de la población se arreglan con muros de concreto de 11 metros de altura y dos de profundidad, con celdas de 100 metros donde duermen 80 personas, con nada más que dos sanitarios y con espacios de castigo de apenas dos metros en completa oscuridad y una cama de cemento. Los problemas de la población se resuelven cuando se deja de pensar en el criminal como un ser humano y se sacude uno de encima esas tonterías de los derechos humanos ─ya lo decía Montiel, padrino político de ese prócer incomprendido que fue Enrique Peña Nieto: “los derechos humanos son para los humanos”, urge deshumanizar al criminal. Los problemas de la sociedad se terminan cuando se borra de la historia aquello que no se quiere ver, empezando por los pandilleros y siguiendo con las condiciones sociales que los llevaron a ser pandilleros.

    No hace falta darle vueltas al asunto, se les saca de las calles, se prohíbe su simbología y se les desaparece de la historia. Y así, en 365 días uno tiene un nuevo país que pueda entregarse de lleno a la banalidad y albergar el certamen de Miss Universo, que daríamos los mexicanos por una oportunidad como esa, sin importar si mañana tendremos suficientes recursos para comer.

    Entrados en gastos

    La concepción de Bukele, y tantos otros conservadores, de que los ciudadanos son como ovejas a las que no solo hay que proteger de los lobos, sino a las que hay que pastorear, debe convertirse en el mantra de los políticos mexicanos. No importa que las ovejas quieran que cambien sus condiciones, no importa gobernar de acuerdo con sus intereses. No. Las ovejas están para ser ovejas y servir del modo que los ganaderos/políticos/poderes facticos decidan que deben servir.

    Las ovejas están para posibilitar la reelección de los dictadores de la modernísima derecha moderna, aunque la constitución de su país lo prohibiera. Y a las ovejas se les pastorea desde lejos, a través de una cuenta de tuiter donde de forma unidireccional se puede jugar a ser cercano con la gente cuando en realidad solo se está enviando un mensaje a poco más del 7% de la población. A ese 7% que en verdad importa.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • Que se avergüencen los pobres

    Que se avergüencen los pobres

    Recientemente, la siempre lucida y nada estridente senadora y precandidata a la precandidatura para ser candidata a la presidencia por el nada homogéneo bloque opositor, al que sólo lo aglutina el interés por regresar al poder y sacar provecho personal de ello, Lilly Tellez, sostuvo que “a nadie debería avergonzarle representar una derecha moderna”.

    Las palabras de la senadora, llenas de una honestidad raramente vista en la derecha, son muestra del orgullo propio de quienes considera que, por derecho, se encuentran por encima del resto de la población; orgullo de quienes conocen la realidad como la palma de su mano, porque su realidad se limita a la extensión de la palma de su mano; un orgullo que no debe esconderse como no se esconde la ignorancia de pensar que el mundo que ha construido la derecha es un mundo justo y lleno de oportunidades; un orgullo que debe gritarse a los cuatro vientos porque está a favor de “defender la vida, el esfuerzo individual, la familia, la propiedad privada, el orden y el Estado limitado […] un modelo de educación libre de adoctrinamiento partidista y de ideologías de género [que] agrede a la mujer y cancela a la familia como el espacio natural de la persona, porque desconoce el derecho legítimo a compartir valores, tradiciones y fe entre padres, hijos y hermanos”. Representar una derecha moderna, como dice la senadora llena de una sabia ignorancia, no debe ser motivo de vergüenza. Vergüenza deberían sentir los pobres por seguir siendo pobres, y la gente de izquierda por preocuparse por asuntos tan banales como la justicia social.

    Urgen más voces como la de Lilly Tellez, voces que desde la incongruencia y el desconocimiento absoluto estén dispuestas a sostener que están dispuestas a “defender nuestras razones [las de ellos, que son las únicas que importan] frente a las ideologías que condenan al deterioro moral”. Urge una defensa de la moral desde el entendimiento de que el orden social ─tal como lo conocemos, con opresores y oprimidos─ y las jerarquías que velan por la sana preservación de ese orden social, no solo son inevitables en su forma actual, sino que a demás resultan deseables y se encuentran arraigados en la naturaleza humana ¿De que otra forma pudieron sobrevivir los primeros homínidos si no fue sometiéndose los unos a los otros? ¿Colaborando entre ellos? ¿Repartiendo los recursos que tenían? ¡Por favor! El que no aplasta al otro no tiene futuro, y quien se avergüenza de aplastar al otro se condena a si mismo, condena a sus hijos y condena a los hijos de sus hijos a vivir una vida miserable ¿Por qué habríamos de avergonzarnos de que existan diferencias de personalidad entre los individuos y de que esas diferencias condenen a unos a morir de hambre mientras que otros viven con excesivos excesos que jamás podrán terminar de disfrutar?

    Es necesario que tengamos lideres con la diminuta estatura de Lilly Tellez y su precaria precariedad moral que pongan al individuo por delante de todo, la confesionalidad por encima de la razón, la propiedad privada ante cualquier cosa que atente con afectar la plusvalía y amenace con revivir soterradas pasiones colectivas; lideres que se opongan al reformismo social que amenaza la tradición de tener una clase privilegiada e inútil que este consagrada a si misma y parasitariamente explote a quienes deben trabajar para mantenerla. No hay nada de que avergonzarse en defender a ultranza la libre competencia entre aquellos bien alimentados y quienes a duras penas comen una vez al día, la libre competencia entre los grandes consorcios y la pequeña empresa, la libre competencia entre quienes pueden elegir y quienes están condenados a resignarse ¿De que podrían avergonzarse? ¿De sacar provecho de su situación? Una cosa es tener una posición privilegiada, y otra ser un oligofrénico que no se aprovecha de ello.

    Entrados en gastos

    Avergonzarse del sutil discurso antidemocrático de la derecha, que recurre al desprecio como método de adoctrinamiento para evitar que el otro piense que puede pensar que “en una de esas” es igual que la gente de clase privilegiada, es tirar por la borda toda una tradición que encontró su lugar en el mundo moderno el día que los diputados franceses que estaban a favor de preservar el poder absoluto del monarca se colocaron a la derecha del presidente de la asamblea. No es posible avergonzarse de defender el estado actual de las cosas, el orden establecido, la lógica de que unos deben estar arriba y otros abajo. No. En todo caso, si cabe alguna vergüenza entre los representantes de la derecha, es la vergüenza de haber perdido el poder y el control férreo que tenían del gobierno a manos de una turba enardecida que agresivamente salió a votar y manifestar sus preferencias. Eso si resulta vergonzoso: perderlo todo a manos de quienes no tienen nada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.