Categoría: Carlos Bortoni

  • Que lo público no sea público

    Que lo público no sea público

    A todas luces, Andrés Manuel López Obrador, busca adueñarse no solo del discurso público, sino del hablar de los mexicanos. Muestra de ello, es esa terriblemente autoritaria manera de querer hablar para todos, de quererse dirigir a todos los mexicanos, de no utilizar intermediarios, de hablar de forma franca, sin eufemismos, que no busca más que eliminar la libertad de expresión, como valientemente ―con esa valentía que sólo puede ser valiente porque no corre ningún riesgo― señala Don Lorenzo Córdova, otrora marqués del INE, en una columna que nadie ha censurado, en un periódico de circulación nacional. Es tal el afán dictatorial de López Obrador que ha impuesto su hablar a sus opositores, se ha adueñado del decir público y, ¡horror de los horrores!, se empeña a dirigirse a la ciudadanía entera, hablándole de tú a tú. Garantizando que lo público se discuta públicamente.

    La nuevalengua cuatrotera, como la llama Córdova Vianello, apoyándose en Orwell ―cuya distopía del gran hermano se quedó muy corta en comparación con la distopia de “Un mundo feliz” que se acerca más a la apuesta neoliberal que el mismo Córdova defiende― resulta “vulgar, reducida y simplificada”. Recurre a términos tan autoritarios como cuarta transformación para bautizar a su movimiento e insertarlo en una narrativa histórica que la emparenta con la Independencia, la Reforma y la Revolución ¡Así o más vulgar, todas esas transformaciones fueron tan populares como populacheras!

    Andrés Manuel llama mañanera a la reunión informativa que tiene con los medios cada mañana, pueblo al pueblo, movimiento al movimiento político que encabeza, conservadores a quienes defienden el conservar el estado de las cosas, fifís a los fifís, neoliberales a quienes están a favor del neoliberalismo, clasistas a quienes desprecian a otros por no pertenecer a la misma clase social, racistas a quienes discriminan a otros por motivos raciales, privilegiados a quienes tienen privilegios, neoporfiristas a quienes defienden un régimen de corrupción, privilegios e injusticias, corruptos a los corruptos, y aspiracionistas a quienes pretender ser algo que no son ¡Así o más simplista! ¡Que feo que llame a las cosas por su nombre!

    El reduccionismo a través del cual López Obrador “ha venido instrumentando ―de manera muy exitosa― una permanente y progresiva vulgarización, reducción y simplificación del lenguaje político”, es tan reducido que pudiendo nombrar las cosas de forma rebuscada y apoyándose en eufemismos que garanticen que diciendo no se diga nada, prefiere llamarlas por su nombre y poner el dedo en la llaga. El reducido reduccionismo, del que Lorenzo Córdova con sabia sabiduría acusa a Andrés Manuel de hacer uso extendido para reducir la realidad y apoderarse de ella, es tan reducido que termina reduciendo a nada el discurso opositor que intenta señalar la brutalidad autoritaria donde no hay brutalidad autoritaria, denunciar el acoso a la libertad de expresión donde no hay acos ¡He ahí la maligna malignidad del maligno Andrés Manuel! Ha instrumentado un lenguaje político tan reducido que resulta inidentificable, no rastreable, que no deja huella de su autoritarismo y monstruosa persecución, lo ha reducido al absurdo, a un absurdo tal que para el ojo no entrenado en las sospechosas artes del sospechosismo creelista ―en el cual Córdova Vianello ha sido entrenado― pudiera parecer que no existe ni autoritarismo, ni acoso a la libertad de expresión.

    Otra historia, otra cosa, otro nivel, es el de Lorenzo Córdova que, como estoico representante de la estoica oposición que si bien no puede controlarse a si misma, tampoco puede controlar la forma desmedida en la que hace berrinches, no sólo tiene la estatura moral ―como proto líder opositor― para criticar los nulos abusos del gobierno en turno, sino que ha mostrado, en los hechos, lo que implica instrumentar un lenguaje no vulgar, no reduccionista y no simplificado; un lenguaje respetuoso que no elimine el hablar del otro y no se apodere de forma autoritaria de lo que se puede y no se puede decir, ni de como se puede y no se puede decir. Muestra de ello es lo que entre los conocidos conocedores se conoce como el fenómeno Toro Sentado.

    Ese ejercicio de crítica lingüística que Don Lorenzo desarrollo luego de hablar con el jefe de la nación chichimeca y que le permitió concluir: “Se ve que este güey yo no sé si sea cierto que hable así, cabrón, o vio mucho Llanero solitario, con eso de Toro, cabrón. No mames, sólo le faltó decir: ‘Yo gran jefe Toro Sentado, líder gran nación chichimeca’. No mames, cab, está de pánico, cabrón.” Lamentablemente, la hipocresía de la sociedad mexicana, orillo a Córdova a afirmar que tan elevado ejercicio fue poco afortunado, un comentario jocoso. Si Andrés Manuel y las huestes cuatroteras pudieran expresarse con el nivel y desde la altura imperial desde donde Lorenzo Córdova Vianello ―conde de la marea rosa― se expresa, el nivel del debate político sería otro, gracias a la democrática y libertaria exclusión de quienes deben ser excluidos del debate público.

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    Si, como indica Córdova Vianello, prócer del ensanchamiento del espacio público a través de la reducción del espacio público, “las democracias hacen de las libertades de pensamiento, de expresión y de manifestación de las ideas, uno de sus pilares básicos”, urge fortalecer ese pilar y protegerlo a toda costa. Y nada garantiza una mejor protección de nuestra democracia, de nuestras libertades de pensamiento, expresión y manifestación de las ideas, que el limitar quienes pueden pensar, expresarse y manifestar sus ideas, el pueblo debe ser pueblo para que la clase privilegiada sea clase privilegiada. Nombrar las cosas por su nombre permite que cualquiera entienda lo que sólo deben entender unos cuantos, esos que deben tener el control privado de lo público.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Guerra sucia con chismes y todo

    Guerra sucia con chismes y todo

    Hace no mucho, Jorge G. Castañeda, apóstol y mártir de la conversión política para sobrevivir políticamente y tener comida sobre la mesa, con la valentía que caracteriza a quienes por cobardía parecen valientes, sostuvo en una mesa de ficción analítica o propaganda disfrazada de análisis político, que a la campaña presidencial le hace falta “guerra sucia, pero sucia en serio contra Claudia”. De inmediato, ante la reacción enfadada, y típica de la hipócrita hipocresía liberal de quienes se presentan como demócratas sólo si la democracia los recompensa con privilegios y canonjías, de los presentes, reculó sin recular y volvió a decir que no es que él “recomiende que lo hagan, yo no tengo vela en el entierro, me da enteramente lo mismo lo que hagan o no, pero me parece lógico. El manual ahorita es ‘go negative’ con Claudia, no con López Obrador, o también con López Obrador, pero ya con ella, con investigación de oposición, con chismes, con todo.”

    La propuesta del otrora revolucionario marxista converso al PANismo más democrático que pueda existir, no debe ignorarse como si lo hubiera dicho alguien cuyas palabras no tienen valor alguno, aunque lo haya dicho alguien cuyas palabras no tienen valor alguno. No. Iniciar la guerra sucia en la campaña es una necesidad política y una deuda que los partidos y sus contendientes tienen con el electorado, si bien no para informarlo y ayudarlo a tomar una buena decisión, si para entretenerlo… faltando menos de tres meses para la jornada electoral, el circo montado ha resultado bastante aburrido. Hasta ahora, lo más entretenido ha sido seguir la cuenta de cuantos chicles va dejando Xóchitl pegados por donde pasa. En este sentido, propongo a los estrategas PRIANRDistas y de Claudio X, algunas ideas que podrían ser utilizadas en esa guerra sucia que Castañeda no propone cuando la propone.

    En primer lugar, habrá que correr el rumor de que la carrera política de Carlos Ímaz fue destrozada por la ambición infinita de poder que tiene Claudia. Los fajos de billetes que recibió Ímaz fueron un cuatro, un CuatroTé. Habrá que contar con los servicios del siempre diestro y siniestro Carlitos Loret, amo y señor de la prensa que no se vende porque nació comprada, para que haga un montaje como sólo él puede hacerlos en el que se vea que Ímaz pensaba que iba a recibir una bolsa con el mandado y que no sabía que en la bolsa había dinero. La idea es apelar a todos esos seguidores de la CuatroTe que no por ser seguidores de la CuatroTe dejan de ser machistas y se sienten incomodos votando por Claudia, darles ese empujoncito que necesitan para justificar que nunca podrían votar por una mujer. Después habrá que hacer algo para convencerlos que de voten por Xóchitl, quien también es mujer, pero ese es otro tema e incluso si al final deciden votar por Máynez, no pasa nada.

    Siguiendo con la guerra sucia, tan sucia como se puedan imaginar, inmunda, habrá que insistir en el punto del origen judío de Claudia. Si bien, Don Vicente Fox, maestro del arte de simular que se es oligofrénico, cuando sus limitaciones mentales están más allá de la oligofrenia, ya hizo lo propio, no parece suficiente. Hay que insistir en el origen judío de la familia Sheinbaum y construir una narrativa alrededor de los vínculos sionistas de Claudia con el Estado de Israel. No con otro objetivo que asestar un golpe emocional a sus seguidores y convencerlos, o cuando menos sembrar la duda, de que Claudia está en contra del Estado Palestino y su lucha por poder vivir en el territorio que les pertenece. Es bien sabido que los chairos son afines a la causa palestina y asociar a Claudia con Israel tendrá un impacto negativo en su imagen.

    Por último, hay que difundir imágenes que le recuerden a la población que Claudia tiene el pelo chino. Esto puede parecer una banalidad, pero apela al más profundo clasismo y racismo mexicano que asocia el pelo chino con pobreza y falta de higiene. Difundir imágenes que rescaten el imaginario telenovelesco de María la del Barrio, Rubí o Rosa Salvaje en las que la mujer de clase baja tiene el pelo chino, hasta que da un “salto” social a la clase alta y al mismo tiempo su pelo se vuelve lacio. Con ello garantizamos el voto de todas esas niñas bien, que hace décadas dejaron de ser niñas, que como Lupita Loaeza tienen momentos de ofuscación y podrían votar por Claudia o ―peor aún― decir que Xóchitl “se ve aburrida y frustrada, que no inspira, que sus atuendos ya no son tan bonitos y su pelo se ve demasiado corto y oscuro”.

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    No sería guerra sucia, y mucho menos guerra sucia en serio, como demanda Castañeda, si se limita de forma única y exclusiva a difamar a Claudia. Me parece que hace falta ir más allá, hacer eco a las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, Marquesa de Casa Fuerte, tan bien recibidas por Xóchitl y todos aquellos que anhelan los tiempos de la colonia, y humillar al electorado mexicano, decirles que se dejan engañar por que son mediocres e ignorantes, insistir en que no están a la altura de una política como Xóchitl ni de un movimiento democrático salvador y libertario como el del PRIANismo (el PRD realmente no tiene proyecto alguno). Machacar una y otra vez en la bajeza de quienes simpatizan con MORENA. Estoy seguro, que no hay nada que garantice más votos a la oposición, que despreciar al electorado. Nada como decirle mediocre al 62% de la población para ganarte su confianza.

    Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir

    Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir

    La principal virtud de nuestro sistema democrático, aquella de la que emanan el resto de sus virtudes, aciertos y sabios mecanismos para garantizar que todo se mantenga en su lugar, radica en que se trata de una democracia representativa, una democracia donde el/la/le candidato/candidata/candidate, se presenta como la voz del electorado que lo eligió y ―consecuentemente― los representa, incluso cuando esa voz, ese actuar y esa persona, no represente a nadie que no sea su propia persona y sus intereses, o los intereses de quienes interesadamente lo patrocinan, postulan, apoyan y encumbran al puesto de representación popular. He ahí la gracia y grandeza de la democracia representativa, permitir que la ciudadanía / pueblo “elija”, negando que la ciudadanía / pueblo tenga acceso a cargo público alguno y asegurándose de que no se ponga en riesgo la estabilidad de aquello que debe mantenerse estable. En ese sentido, a nosotros, la masa electoral, la masa que se inclina por alguna u otra alternativa dentro del espectro político nacional, no le queda más que aplaudir ―con férrea disciplina partidista― las decisiones que se toman en las cúpulas de los partidos políticos, cúpulas de dudosa procedencia democrática, a riesgo de evidenciar que no estamos del todo convencidos de aquello de lo que estamos convencidos.

    Así, sin importar cuan aristocrático sea el origen del votante de la derecha mexicana, o cuan aristocrático le gustaría a ese votante que fuera su origen; sin importar si vota por la derecha porque le gusta tener la bota en el cuello o porque al votar por la derecha siente que puede fantasear con ser privilegiado, ese votante debe aplaudir que su candidata firme con sangre el compromiso de no eliminar los programas sociales del gobierno progresista-comunista de Andrés Manuel López Obrador, aplaudir las manifestaciones de apoyo (genuinas o no, poco importa) de Xóchitl a la comunidad LGBTQ+, aplaudir que ambiguamente se manifieste a favor del aborto, aplaudir que hable mal el castellano y peor el inglés, que tenga un diluido origen indígena, un presunto pasado trostkista, y que vista con huipil ―así sea de Pineda Covalin. 

    Del mismo modo, pero del otro lado del espectro político, que cual circulo hermenéutico tiende a acercar a los opuestos, el votante perteneciente a  la masa obrera y que no se avergüenza por ello, debe aplaudir que PRIistas de la mejor peor ralea y PANistas extraviados ―por ultra conservadurismo o pragmatismo extremo, o una mezcla de las dos― resulten atractivos para los listados de candidatos a diputados y senadores de MORENA, además de una serie de personajes cercanos a MORENA y completamente alejados de las lejanías del obradorismo. Aplaudir fuerte y estruendosamente que aplaudir el que MORENA no se convierta en el PRI o PAN, sino que incorpore a sus listas a  representantes del PRI y El PAN y podamos encontrar personajes de la talla de Javier Corral, representante de la siempre combativa y obrera derecha moderada, que Ricardo Monreal siga teniendo un espacio, que aparezca Napoleón Gómez Urrutia, charro entre charros, Cuauhtémoc Blanco, ídolo de la afición americanista y notable gobernador de Morelos y Sergio Mayer, cuyo principal atributo es no tener atributos, por mencionar a algunos y sin olvidar que Scherrer tendrá una curul gracias a su hijo y al Partido Verde. Aplaudamos también que MORENA y el Partido Verde ―ejemplo del arte de hacer política para defender los privilegios familiares― sigan siendo aliados.

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    Aplaudamos, así sea con desgano, a Álvarez Máynez, no por ser candidato a la presidencia, tampoco por lo que proponga o deje de proponer, ni siquiera por sus borracheras al mejor estilo yuppie. No. Aplaudamos a Álvarez Máynez y todo el Movimiento Naranja por dos razones. Por pura inercia, porque si algunos le aplauden a la marea rosa que parece más sargazo que un movimiento social, y otros aplauden a MORENA, partido político que reforma a lo peor de la clase política nacional para convertirlos en férreos defensores de la transformación, podemos aplaudir a lo que sea. Aplaudámosle porque a pesar de todo, consigue despertar todas las mañanas y hacer acopio de fuerzas para enfrentarse al peso aplastante de la realidad de ser él. Aplaudamos, en resumidas cuentas, porque, como escribió dijo e.e. cummings, podemos mandar todo al carajo, menos el circo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¡Libérenos de la libertad!

    ¡Libérenos de la libertad!

    A riesgo de perder las certezas que le dan certeza a la certeza de que unos deben ser los dominantes y otros los dominados, nada ni nadie debe ponerse por delante y/o encima de la ley. No sólo porque no apegarse a las leyes que fueron consagradas por gente consagrada y asentadas en libros asentados, es propio de bárbaros y salvajes, sino porque esas leyes fueron creadas más que por capricho, para defender el derecho al capricho y los privilegios de la caprichosa clase privilegiada.

    Atentar en su contra, y anteponer a ellas, valores y conceptos tan superfluos como ambiguos, como la justicia, el pueblo, la democracia, la autoridad política, la autoridad moral o la libertad, es no entender que no se entiende que nunca se ha entendido que las leyes no necesitan ser legitimas para ser legales, y que su peso emana de su legalidad, sin importar cuan abominables e inhumanas resulten. Poner en tela de juicio el carácter sacro de las leyes, establece precedentes que atentan en contra de la existencia misma de la sociedad en su conjunto. Si aceptamos tamaño sacrilegio, el día de mañana los menos ―los que menos valen― buscaran imponerse a los más ―los que más tienen.

    Y no se confundan, no estoy proponiendo que nos liberen de la libertad para defender a una periodista estadounidense de quien el presidente, Andrés Manuel López Obrador, divulgó datos personales. No. Si el mundo entero tiene o no el teléfono de dicha periodista es un tema menor que me preocupa poco. Lo verdaderamente preocupante es el hábito que parece cada vez más arraigado en la clase social de los desclasados, de dignificar su existencia a pesar de que las leyes claramente establecen es que no pueden hacerlo. Eso de contestarle al tu por tu y de igual a igual a los poderes fácticos, no solo es de muy mal gusto, sino que sienta un pésimo ejemplo al resto de la ciudadanía que se sentirá con el derecho a insubordinarse como si fueran quien para hacerlo. Desde luego que la ley no fue creada pensando en ellos. Por supuesto que la ley se escribió para garantizar que el orden social se mantenga ordenado e inmóvil. Claro que la ley existe para amarrar de manos a las fuerzas populares y garantizar que ningún cambio tenga la profundidad necesaria para ir más allá de la renovación de un par de colores en los comunicados estatales. Nada de eso es nuevo, deberían estar acostumbrados y dejar de quejarse al respecto. Respeten lo que por mandato divino se les ha indicado que deben respetar, hay cosas que no deben tocarse.

    Es necesario que los prohombres PRIistas, PANistas y PRDistas que se niegan a separarse de sus fueros y dejar de vivir del erario, y se niegan a ceder espacio a mujeres de sus mismos partidos, redacten tan rápido como les sea posible y con la urgencia de la urgente situación que vivimos una serie de leyes o una Ley Nacional que degrade a su degradante nivel a la justicia, el pueblo, la democracia, la autoridad política, la autoridad moral y la libertad, al punto de prohibirlas para liberar a los mexicanos de su pesado yugo. Urge declarar que los mexicanos son súbditos que no pueden aspirar a la justicia, la democracia o la libertad. Legislar en contra de todo aquello que permita argumentar ―en especial si esa argumentación es verdadera― que la ley es ilegítima. Legislar para que resulte imposible demostrar que le ley está al servicio del quietismo sociopolítico. Legislar en contra de aquellos, valore, conceptos o principios que mueven a los seres humanos a moverse para transformar su realidad.

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    No hay forma de detener a las hordas de barbaros y salvajes, si no es desterrando la idea de dignidad del imaginario colectivo, y fortaleciendo la divinidad de lo legal. Envalentonados por el voto masivo que encumbró a Andrés Manuel a la presidencia, el pueblo (espero que esta sea la última vez que profiera dicha palabra, espero que pronto sea prohibida) ha creído en la absurda idea de transformación que AMLO les vendió y busca llevar esa transformación a un punto que les permita vivir dignamente. Inconsciente de que la vida digna es solo para quienes la heredaron y una zanahoria para que los menos afortunados vivan persiguiéndola toda su vida. Es necesario, para preservar los valores de la justicia, la democracia y la libertad, que se legisle en contra de la justicia, la democracia y la libertad, que se salvaguarde dichos valores en un museo donde todos podamos contemplarlos, pero nadie pueda poner en riesgo nuestra existencia, haciendo uso de ellos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Sin derecho a los derechos

    Sin derecho a los derechos

    Pocas personas tienen el vulgar valor que caracteriza a Sergio Sarmiento, quien, con un mano en la cintura, y desde el privilegio de su posición privilegiada, no duda en arremeter en contra de aquello que garantiza la supervivencia de la humanidad. Nadie como él, apóstol del apocalipsis, se atreve a decir lo que todos pensamos y no nos atrevemos a decir: ¿Por qué todos deben disfrutar libremente del agua? ¿Por qué el agua es un derecho humano? Si todos la necesitan, el agua debería ser una mercancía de cambio que se pague tan caro como pueda pagarse, ¿eso hará que no todos tengan acceso al agua? ¡Qué pena! Si no pueden pagar por ella, que se muden a la costa o a las orillas de un rio. Punto. Que el agua sea un derecho es igual a regalarla, dice Sarmiento con esa sabiduría propia de quien desde la superioridad se siente superior. Peor aún, es regalarla a gente que habrá de desperdiciarla y pondrá en riesgo su disponibilidad futura para aquellos que no solo pueden pagar por ella, sino aquellos que realmente, por derecho divino, la merecen.

    Como si no fuera ofensivo que se considere que los derechos humanos deben ser derechos para todos los humanos y no solo para los humanos privilegiados, buscar que se garanticen por igual para vivir la vida humana en condiciones de plena dignidad, e insistir en que el agua debe ser un derecho, es indignante para todo aquel que entienda el plusvalor de la plusvalía. “El agua es un ‘satisfactor’”, indica Sarmiento en una explicación que no es cantinflesca porque carece de sentido del humor. Y uno puedo vivir con plena dignidad sin agua ¿No? Por lo menos durante tres o cinco días. Además, si el 60% de nuestro cuerpo está formado por agua, y el 75% de nuestro cerebro también está formado por agua ¿Para que quieren más agua? De verdad, parece que no se conforman con nada. Habiendo tanta agua, y estando esta no solo al alcance de todos, sino dentro de todos, “debemos impulsar políticas públicas que hagan que el agua se aquilate en todo su valor, tenga un precio adecuado, se administre con prudencia y genere recursos suficientes.” ꟷcomo bien dice Sarmiento. Aquilatar el agua para enriquecer a quien sí merece tener derecho al agua y derecho a enriquecerse cobrando por el agua.

    Que nuestra constitución reconozca, en el artículo 4, párrafo 6, el derecho humano al agua, diciendo que “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”, bajo el pretexto de que el agua es indispensable para la vida, resulta grosero. Nadie discute que el agua sea indispensable. Lo que se discute es si todo el mudo puede tener una vida digna ¡Evidentemente no! Y si no pueden tener una vida digna, y los derechos buscan que todos vivan una vida digna, para que gastar recursos tan importantes como el agua, en gente que habrá de vivir ꟷcon o sin aguaꟷ de forma indigna. Preferible negar el derecho al agua que regularla. Regular es casi como prohibir y prohibir lo que se dice prohibir solo debe hacerse con la gente que no tiene privilegios. Los demás, que son los menos, deben vivir sin cortapisas a sus privilegios.

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    Eliminar el derecho al agua no es suficiente. Urge que se ponga en manos del mercado la totalidad de los derechos humanos, de tal suerte que sólo puedan disfrutarlos aquellos que pueden pagar por ellos. Podría crearse un esquema de membresías para el disfrute de los derechos humanos, un tabulador donde se establezca la posibilidad de disfrute de acuerdo con el pago que se realice, de tal suerte que tanto pobres como millonarios puedan disfrutar del derecho a la libertad de expresión, con la diferencia correspondiente al nivel de membresía que adquieran. Así, habrá quien pueda expresarse libremente una vez al año, y habrá quienes pueda hacerlo 24/7, los 365 días del año. Lo mismo debería establecerse con el resto de los derechos, incluso se pueden armar paquetes donde la gente pague por los derechos que le interesa ejercer. Los padres que quieran tener hijos tendrán que pagar por su membresía los primeros 18 años de su vida, llegado a la mayoría de edad, el hijo habrá de cubrir su propia cuota si desea seguir vivo ¿Igualdad? ¿Libertad? ¿Seguridad? Pagar por cada uno de ellos. ¿Transito? Depende por donde quieras pasar el costo de la membresía ¿Libertad religiosa? Pagas o el Estado te impondrá una religión de forma aleatoria ¿Derecho a la verdad? Perdón, ese es demasiado costoso como para que puedan soñar a pagar por él. Mientras, confórmense con las notas infodémicas que los consorcios corporativos entregan gratuitamente y a cambio sólo piden la alienación de sus audiencias.

    Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • No nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos

    No nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos

    A todos nos queda claro, con una claridad cegadora, que las veinte iniciativas de reforma constitucional de Andrés Manuel López Obrador, no son otra cosa que un esfuerzo por distraer a la ciudadanía de los distractores que arduamente se ha esforzado la oposición por colocar en el centro del debate público, sin pruebas, sin evidencia, sin nada que los sustente más que la incansable cantaleta goebbeliana que busca hacer de la mentira una verdad a través de la repetida repetición de la mentira. Resulta antidemocrático que el presidente utilice su poder para ꟷaplastando la libertad de expresiónꟷ acallar la campaña infodémica de la opositora oposición, opuesta incluso a lo que defiende con tal de contradecir al gobierno de la CuatroTe, con veinte reformas que lo único que buscan es poner en riesgo el delicado equilibrio de privilegios que constituye la base de la injusta sociedad neoliberal que tantos años le tomó construir a las elites mexicanas, ese sistema de privilegios que permite que unos cuantos vivan rodeados de excesos y a la mayoría rodeada de nada.

    Lejos de concentrarnos en elementos que profundizan la polarizada polarización de la polarizante sociedad mexicana, elementos como la perdida del poder adquisitivo durante el periodo neoliberal o el que “México era un país de unos cuantos”, deberíamos enfocarnos en que fue gracias al periodo neoliberal que los grandes millonarios y sus lacayos en el gobierno y los medios, pudieron aumentar sus riquezas de forma descomunal, que fue gracias al periodo neoliberal que se pudo rescatar a los banqueros y a sus amigos para que no tuvieran que vivir en la desgraciada desgracia en la que viven los obreros mexicanos, que fue gracias al periodo neoliberal que el país estaba en manos de unos cuantos que sabían como explotar al país para beneficios de esos cuantos.

    ¿Para que queremos enfocarnos en que los pueblos indígenas y afromexicanos sean consultarlos sobre obras que afecten su entorno? ¿Esas consultas traerán más riqueza a los pobres empresarios que arriesgando todo generan empleos al explotar a la ciudadanía? ¿Qué sentido tiene hablar de pensiones, cuando eso significa destinar dinero que podría engordad los bolsillos del gran capital y la clase política, a ciudadanos que durante toda su vida han malvivido y de igual forma habrán de malmorir? ¿Qué futuro tiene dar becas a estudiantes de familias pobres? Lo único que se va a conseguir es que esos estudiantes, cuando terminen de estudiar, exijan que se les paguen sueldos dignos y se nieguen a trabajar por una miseria, poniendo en riesgo el aumento de la plusvalía de los empresarios ¿Para que queremos garantizar la atención médica gratuita a todos los mexicanos? ¿Qué sentido tiene hablar de cualquier cosa como algo gratuito? ¿Por qué no garantizamos el pago universal de todos los mexicanos por todo lo que necesiten? ¿Por qué ahondar en los derechos públicos y no en el aumento de la riqueza privada? En fin, los cuestionamientos siguen, como bien indica la senadora plurinominal que pidió licencia indefinida para ser jefa de oficina de Xóchitl Gálvez, y quien encabeza la lista de diputados plurinominales del PAN para las próximas elecciones, Kenia López Rabadán, la legisladora por la que nadie voto y la próxima diputada por la que nadie habrá votado, todo ello es un gran distractor.

    Que los trabajadores y familias puedan ser dueños de viviendas, es un distractor. Prohibir el maltrato a animales, es un distractor. Prohibir el fracking, otro distractor. Respetar zonas con escasez de agua y solo utilizar concesiones de uso doméstico, distractor. Prohibir vapeadores. Prohibir fentanilo. Penalizar las extorsiones y el fraude fiscal con factureras. Distractor, distractor, distractor. No permitir que el aumento al salario mínimo sea menor a inflación, distractor de distractores. Que el salario mínimo de maestros, policías, soldados, enfermeras no pueda ser menor a lo de los trabajadores inscritos al IMSS, distractor. Garantizar derecho a la educación y al trabajo, distractor. Que el Estado deba garantizar derechos de internet. Devolver a la CFE su carácter de empresa pública y estratégica, distractor y distractor. Reducir de los gastos a campañas y partidos políticos, disminuir regidores, evitar el uso de excesivas estructuras burocráticas, eliminar plurinominales, distractores que buscan acabar con los distractores. Jueces, magistrados y ministros serán electos de manera directa por el pueblo, distractor y sacrilegio. Que la Guardia Nacional se integre a la Secretaría de la Defensa Nacional, distractor. Convertir en política de estado la austeridad republicana, distractor que atenta contra el aspiracionismo. Por último, eliminar todas las dependencias y organismos onerosos y elitistas, supuestamente autónomos, distractor que atenta en contra de la democracia promoviendo la democracia misma.

    Evidentemente, esas reformas no buscan mejorar el nivel de vida de los mexicanos, al reformar aspectos que permitirán mejorar el nivel de vida de los mexicanos. No. Lo único que Andrés Manuel quiere es que dejemos de hablar de lo aquello que careciendo de importancia resulta importante porque la oposición dice que es importante justo porque no es importante. Quiere silenciar la evidentemente no evidente complicidad de Morena y el crimen organizado que no sólo no se ha demostrado, sino de la cual incluso la DEA ha afirmado no tener prueba alguna. Los asesinatos y desapariciones en su gobierno que escandalosamente muestran una tendencia a la baja. La corrupción de sus hijos, que es corrupción porque la oposición dice que es corrupción y porque hay unos audios en los que se mencionan los nombres de sus hijos. Los legisladores de la oposición, dando ejemplo de debate, capacidad de dialogo y vocación democrática no van a caer en la trampa de discutir aquello que debe discutirse para definir el derrotero de México. No. Ellos insistirán en discutir y hacer eco de notas falsas y acusaciones que no sólo carecen de fundamentos, sino que no se preocupan por tener fundamente alguno.

    Entrados en gastos:

    Sin dejar de afirmar que lo que le preocupa es detener la inseguridad, tener médicos y un sistema de salud que funcione y que los mexicanos cuenten con un salario que les permita vivir dignamente, la oposición no sólo no está dispuesta a caer en la trampa de explicar porqué permitió que la criminalidad creciera al largo de todos los sexenios en los que gobernó, ni porqué abandonó el sistema de salud, o porqué no incrementó el salario mínimo. No. No. Y no. Tampoco van a caer en la trampa de legislar para establecer las bases que contribuyan a disminuir la inseguridad, mejorar el sistema de salud o garantizar que el salario de los mexicanos no pierda su poder adquisitivo. No. Lo verdaderamente importante, el foco de la oposición es evitar que nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos para que en un descuido Xóchitl llegue al poder y corrija todo lo que este gobierno ha destruido, restituyendo el sistema de privilegios y excesos que permitía a la clase privilegiada vivir privilegiadamente.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • El diablo está en las generalidades

    El diablo está en las generalidades

    Dadas las circunstancias actuales, la semana pasada me fue imposible cumplir con mi entrega en este espacio ¿Cuáles fueron esas circunstancias? No importa, importa sólo que son actuales y que no me permitieron hacer lo que normalmente hago. Si eso tuvo que ver con un catarro que se apoderó de mi y no me dejaba hilar una sola línea con el mínimo de coherencia necesaria para publicarla, o si se trató de una amenaza que puso en riesgo mi libertad de expresión, ese “bien público que el Estado debe promover y los mexicanos debemos defender” como con sabiduría hipócrita afirma Margarita Zavala y me obligó a autocensurarme, da lo mismo. Como nos lo enseñó Doña Azucena Uresti, santa patrona de la libertad de prensa, las notas no confirmadas y el quehacer infodemico, cuando de forma temeraria y con una valentía propia de cantinflas dijo nada y dejó las puertas abiertas a la especulación mercenaria con su celebre “dadas las circunstancias actuales”, lo importante no es comunicar, sino jugar con la imaginación de la audiencia, dejar que su pensamiento se vaya por las ramas intentando dilucidar cuales son esas circunstancias actuales que llevaron a la lectora de noticias a tomar la decisión de salir de Milenio.

    Las circunstancias actuales tienen un potencial infinito, ilimitado y que puede aplicarse a cualquier circunstancia. No importa lo que se diga o el contexto en el que se esté hablando o la postura política que se pretenda defender o se simule defender. El medio es el mensaje, así que basta con decir las palabras mágicas: “dadas las circunstancias actuales” y añadir un dato, para que la formula urestiana surta efecto. Reparemos en algunos ejemplos: Dadas las circunstancias actuales, el Tren Maya ha transportado a más de 37 mil personas. Dadas las circunstancias actuales, en Oaxaca protestan contra la gentrificación en el estado. Dadas las circunstancias actuales, Xóchitl Gálvez inicia con su propia mañanera. Dadas las circunstancias actuales, reviven el caso Colosio. Dadas las circunstancias actuales, tenemos que hacer frente a las circunstancias actuales. No importa ni el contexto, ni el trasfondo.

    Ni siquiera es necesario dedicarle dos centímetros de frente a la invención de notas falsas. El principal recurso de la nueva y heroica prensa conserva es el uso y abuso del prejuicio de sus audiencias, apelar al prejuicio sin enunciar el prejuicio. Si algo han demostrado los estoicos opositores a la CuatroTe, es que no necesitan razones, ni argumentos para oponerse a la CuatroTe, así que no hay por que perder el tiempo en ello. Hay que dejar que su imaginación vuele y sus prejuicios se desborden, que su lógica ꟷsi hay algo de lógica en la defensa que el oprimido hace del opresorꟷ se vaya por las ramas y alcance conclusiones inesperadas, no hay mejor noticia falsa, ni mayor creatividad infodemica, que la que se alimenta de las voces aspiracionistas que resuenan en las cabezas siempre biempensantes de los derechairos ¿Cuáles son las circunstancias actuales? El derroche de dinero del gobierno en sus megaproyectos, el ecocidio en la selva maya, el gusto de los oaxaqueños por vivir en la pobreza, la necesidad de un foro que no polarice y diga la verdad, la voluntad electorera de distraer a la gente, las circunstancias actuales son las circunstancias actuales, eso ni se duda, ni se pregunta.

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    La formula urestiana tiene tal valor que, permaneciendo en la generalidad de quien no dice nada, permite reconciliar siempre y cuando no se pretenda profundizar las más irreconciliables posturas. Haciendo acopio del más refinado arte de la cantinfleada y del más profundo chilindrinismo, “las circunstancias actuales” no solo tienen la virtud de no decir nada, sino que; como dicen una cosa dicen otra, de tal suerte que con un poco de esfuerzo por parte de los chairos se podría aceptar que la renuncia de Uresti fue claramente, así lo dijo ella al referirse a las circunstancias actuales, porque hay tal pluralidad en los medios mexicanos que consiguió un mejor trabajo. Toda interpretación es válida ante la frase que inicia con “dadas las circunstancias actuales”, la que sea. Uresti inaugura el posmodernismo infodemico en la prensa mexicana, los medios nacionales, de la mano con Azucena se ponen a la vanguardia mundial y dan ejemplo de como se puede dar una nota que signifique lo que cada quien quiera que signifique, los algoritmos de Facebook para entregar noticias acordes con los prejuicios de la audiencia son cosa del pasado, lo de hoy es permitir al lector construir su propia nota, reportando nada más que generalidades, es que es como todo, hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Tengan más hijos y tendremos mejores pensiones

    Tengan más hijos y tendremos mejores pensiones

    Resulta cansado que inevitablemente se acuse al neoliberalismo de ser responsable de todos los males que promovió el neoliberalismo. Es decir, hay que ser muy mala leche para pensar que cuando los gobiernos neoliberales promueven que la seguridad social deje de ser un derecho social, para convertirse en un sistema de seguridad privado, están buscando que la seguridad social deje de ser un derecho social, para convertirse en un sistema de seguridad privado.

    Nada más lejano a la realidad, lo único que quieren es que la seguridad social deje de ser un derecho social, para convertirse en un sistema de seguridad privado. El que las pensiones se convirtieran en afores y que las afores se beneficien más a sí mismas de lo que benefician a los ahorradores, obreros, nada tiene que ver con el que neoliberalismo anteponga en interés y el enriquecimiento privado al interés y la seguridad social pública. La razón —cómo claman los honestos y nunca privilegiados defensores del neoliberalismo— es otra y tiene mucho más que ver con la dinámicas sociales de esa sociedad por la que los gobiernos neoliberales están profundamente preocupados y en constante búsqueda para explotar de forma que puedan sacar mayores ganancias y reducir lo que se tiene que invertir en ella.

    Que, en 1997, Ernesto Zedillo propusiera reformar la Ley del Seguro Social y que las cámaras aprobaran esa reforma para transferir las funciones de administración e inversión de los fondos de pensión, de las que se encargaba el gobierno, a las afores que invierten el ahorro de los trabajadores a través de sociedades de inversión especializadas, no tuvo nada que ver con un afán privatizador. No. Lo que Don Ernesto Zedillo —santo patrono de rescate bancario— buscaba con su reforma, era salvar a las familias que, tras alejarse de los valores cristianos propios de las primeras tres cuartas partes del siglo XX, empezaron a tener cada vez menos hijos. Familias con más hijos garantizaban que hubiera más obreros activos que obreros retirados. Tener muchos hijos permitía que —cuando menos— uno de ellos pudiera mantener a sus padres después de su retiro. Se trataba de un esquema familiar, como indica Enrique Quintana con esa sabiduría rancia y reaccionaria que lo distingue. Más que las políticas de un estado de bienestar, las pensiones eran soportadas por un perfil demográfico que hoy demuestra lo falaz de esa falacia progresista que convenció a todos de que la familia pequeña vive mejor.

    No fue un cambio político—económico, no fue la visión de gobierno lo que se modificó con la llegada de esos benefactores de la explotación neoliberal. Nada de eso. Si la gente no tiene pensiones hoy, y si su retiro no es con el 100% de lo que tenían de sueldo, es porque la gente no quiso tener más hijos. Fueron las familias y no el neoliberalismo quienes antepusieron lo económico a lo social. Fueron las familias quienes construyeron este destino en el que ahora se ven desamparadas, si hubieran tenido más hijos seguramente hubieran vivido más apretados, pero no enfrentarían este problema al llegar a su retiro. Lamentablemente el dinero que se ahorraron teniendo dos hijos en lugar de cinco, no los va a poder cobijar en la vejez.

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    Resulta imposible que luego de trabajar toda la vida, pagar impuestos, e intentar sobrevivir, le demandemos al Estado que garantice un retiro digno para todos y cada uno de nosotros. Quienes no tenemos el privilegio de explotar a los demás para vivir con excesos y retirarse sin sacrificar esos excesos y privilegios, debemos vivir eternamente agradecidos por el que las afores no se queden con el 100% de nuestros ahorros y nos entreguen una parte de ellos para que —medianamente— tengamos forma de sobrevivir el tiempo que tardamos en morir. Exigir al gobierno y a la iniciativa privada, que jinetea nuestros ahorros a lo largo de nuestra vida laboralmente activa, una pensión como debe se,r es tan vil y mezquino como pedir que se establezcan impuestos a la riqueza.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Que se retiren quienes puedan retirarse

    Que se retiren quienes puedan retirarse

    Como si lo que hiciera falta son nuevas calamidades, el presidente López Obrador anunció que presentará ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones. En otras palabras, y como lo señalan los comentócratas con mayor inteligencia emocional, expertos en el arte de decir nada, lo que Andrés Manuel busca es —más allá de la expropiación de las Afores o la desprivatización del ahorro para el retiro de los trabajadores— acabar con esa suerte de ruleta rusa en la que se ha convertido el retiro en México, a raíz de la reforma hecha en 1997 por el gobierno de Ernesto Zedillo, que quitó las pensiones entregadas por el gobierno e inauguró formato del ahorro individual mediante Afores, donde el obrero siempre sale perdiendo y las Afores siempre salen ganando al jinetear justa, estoica, heroica y mañosamente el dinero del ahorro de los trabajadores. Acabar con la diversión, los nervios, la adrenalina que viven quienes se jubilan y no saben si podrán sobrevivir con el dinero de su Afore, y al mismo tiempo matar el negocio de esas ejemplares jineteras financieras que son las Afores.

    Poco importa si las Afores desaparecen o no. Poco importa si se regresa a un esquema donde el dinero de los contribuyentes sea administrado por instituciones públicas o se deja en manos de mercaderes privados. Lo importante es que, si se pone el acento en permitir que la gente reciba el 100% de lo que debe recibir para poder vivir dignamente, se merman las ganancias de esos mercaderes que lo sacrifican todo y ponen en riesgo sus privilegios para poder explotar a los obreros incluso más allá de su vida laboral.

    El justo derecho a explotar al otro siempre y cuando el otro pueda ser explotado y el explotador se encuentre en una posición privilegiada se verá amenazado por la iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones que pretende presentar, ante el Congreso de la Unión, López Obrador. El ahorro para el retiro no es algo que deba entregarse a la gente que ahorró para su retiro ¡Por vida de dios! ¿Qué ideas son esas? La gente no sabe qué hacer con el dinero, si no lo malgastan en baratijas, lo malgastan para poder sobrevivir. El ahorro de los trabajadores para su retiro será mejor aprovechado si se invierte en paraísos fiscales —lástima que la isla de Epstein no siga activa, sería un lugar ideal para jinetear ese ahorro.

    A los obreros —y por favor, aquellos que mueren por ser fifí no se confundan, si no son dueños del capital son obreros— solo hay que darles lo mínimo necesario para que puedan sobrevivir o morir sin afear el escenario ni dar lastima por la calle. Si un trabajador no puede vivir con el 50% de lo que ganaba antes de retirarse, entonces no debió de retirarse. Como bien dijo Diana Mondino, ministra de relaciones exteriores, comercio internacional y culto de la nación argentina (y héroe de esos nobles canallas que defienden lo indefendible), “si no tiene plata en el bolsillo, no va a comprar cosas muy caras.” Así de sencillo, si antes medianamente sobrevivían con su salario, tras el retiro sobrevivirán de alguna forma menor que medianamente. La posibilidad de retirarse, de vivir sin trabajar es un derecho exclusivo de la nobleza privilegiada, la oligarquía, que sí puede vivir sin trabajar (muchos de ellos jamás han tenido que trabajar para vivir). El resto, los que siempre estamos de más, tenemos que asumir que o trabajamos hasta morir o morimos por no trabajar.

    Entrados en gastos

    Mantener personas que se niegan a trabajar por el sólo hecho de que trabajaron toda su vida, pagaron impuestos y fueron ciudadanos honrados en una premisa hiper, ultra, requete ideologizada que lo único que generará es una aspiración en nuestros jóvenes por envejecer lo antes posible y poder retirarse ¿Queremos eso? ¿Queremos jóvenes que inicien su vida laboral aspirando a ser viejos? ¿Queremos convertirnos en una sociedad sin empuje, de gente que vejeta en las calles y los centros comerciales disfrutando de una pensión que no merecen? ¿No sería mejor ser un país próspero para quienes son dignos de ser prósperos? ¿No sería preferible que —privatizando los ahorros de los trabajadores— se invirtiera el dinero de esas pensiones en mercados de valores que hagan más ricos a los muy ricos? Lejos de anunciar que presentará ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones, Andrés Manuel debería anunciar ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre salarios en la que se permita —como en la Argentina libertariamente libertaria y libre de mínimo sentido común— pagar a los obreros en especie, con carne, lecho o, ¿por qué no? con sal.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • El oráculo de Polanco

    El oráculo de Polanco

    Con la madre de todas las elecciones en puerta, bautizada así más por temas de marketing electoral en beneficio de los noticiarios y medios de información que por lo que verdaderamente sucederá a lo largo y ancho de la contienda, una elección en la que la oposición, sus esbirros y sus patrones se juegan seis años más de no poder saquear el presupuesto, ni de hacer negocio con los recursos de la nación, la infinitamente heroica Doctora Dresser, que cuando no es perseguida por las cámaras del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, está llorando en marchas que conmemoran las luchas sociales, o escribiendo la misma columna una y otra vez, lo que sólo demuestra perseverancia, ha puesto el acento en el peligro en el que nos encontramos los mexicanos de volver a defraudar a los dueños del capital y a la pequeña burguesía facturera, limitando con nuestro voto su poder, margen de acción e injerencia para que sean ellos quienes conduzcan los predestinados destinos de nuestro país y se ven beneficiados por ello, mientras que el resto de la población no hace más que mirar al cielo en espera de que caigan unas cuantas migajas con las que puedan distraer su hambre.

    Como las mejores pitonisas trasnochadas de Delfos, Amón o Upsala, la Doctora Dresser nos dice que la primera señal de alarma del esfuerzo totalizadoramente totalizador de la totalitaria CuatroTe, es la profundización de la polarización.

    Si algo evidencia la evidente vocación autoritaria de Andrés Manuel y compañía es que en los cinco años de su gobierno, lejos de promover un espíritu de resignación que abrace al opresor y —más que perdonarlo— se compadezca de él por no tener más posibilidad que la de oprimir, incluso en contra de su deseo, ha denunciado el doble discurso de la ideología conservadora democrática liberal reaccionaria que se ha establecido como pensamiento hegemónico de la clase dominante y sus lacayos y ha intentado sacar a flote sus contradicciones, hipocresías e intereses. Si López Obrador fuera un verdadero demócrata, desde que era candidato habría agachado la cabeza y nunca jamás de los jamases se hubiera atrevido a cuestionas la bonhomía de los gobiernos anteriores —desde la Colonia— que, si bien han humillado y sojuzgado a la población, lo han hecho por su bien, el bien de mantenerse completamente sometidos a una autoridad que sabe que lo mejor para todos es lo que solo beneficia a ella.

    Siguiendo con sus predicciones, Denise anticipa que, otra muestra del autoritarismo que viene serán la promesa y el esfuerzo para acabar con las instituciones que fueron concebidas para contener los impulsos de la autoridad. La lucha en contra de los organismos que representan a los poderes fácticos, también conocidos como organismos autónomos, esos organismos que no representan más que el interés por garantizar que nada pueda cambiar o transformarse sin la venia de los poderes constituidos sin constitución alguna. Arrebatar el poder de las manos de unos cuantos para diluirlo en la participación ciudadana no puede ser otra cosa que el esfuerzo por concentrar el poder. Resulta evidente, mientras más capacidad de decisión tenga la ciudadanía sobre esa horrible cosa pública que es lo público, más poder concentrar el gobernante en turno ¿No? Para conjurar eso, para conjurar los peligros de la democracia, para conjurar el peligro de hacerle creer a la gente que puede decidir, pensar y actuar por sí misma, fueron creados los organismos autónomos, para dar un fuerte golpe sobre la mesa y recordarle a cada quien, cuál es su lugar en el mundo.

    Entrados en gastos

    Los augurios de la pitonisa fifí terminan como solo pueden terminar, de forma apocalíptica y con la certeza de que “la poca democracia que México logró construir estará en riesgo de extinción” si Claudia llega a la presidencia. Es importante, para entender las declaraciones de la doctora, que se tenga claro que cuando ella dice democracia, no se refiere a ese espantoso sistema político que pretende que la soberanía resida en el pueblo. No. Nada de eso. El ‘demos’ de Dresser, se reduce a unos cuantos que siendo ‘demos’ no son pueblo, sino todo lo contrario, una suerte de ‘demos’ ultra pasteurizado, purificado y bañado en oro, un ‘demos’ que es leal a las mejores prácticas del colonialismo contemporáneo y que es consciente y no pretende cambiar el lugar que México ocupa dentro de la división internacional del trabajo, un ‘demos’ blanco y de clase alta, en el peor de los casos un ‘demos’ aspiracionista, que, a lo largo de la historia de nuestro país ha sabido construir, preservar y consolidar un sistema que hoy se pone en entredicho por la ambiciosa ambición de ese otro ‘demos’, el ‘demos’ moreno y obrero, que piensa que puede tomar el control de las cosas.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.