Categoría: Carlos Bortoni

  • Ignoremos que el pasado pasó

    Ignoremos que el pasado pasó

    Como si hiciera falta, Andrés Manuel termina su sexenio insistiendo insistentemente en la insistencia de insistir en culpar al pasado de todo aquello que no se hizo en su sexenio. Afirmando, una vez más, durante su último informe de gobierno, que “[…] todavía es notorio el atraso por el periodo en que el gobierno estuvo en manos de oligarcas que saquearon e impidieron el progreso con justicia de quienes vivimos en este paraíso llamado México”. Es notorio el atraso por el periodo que el gobierno estuvo en manos de oligarcas, los resultados de los mexicanos en las olimpiadas de Parías son culpa de los gobiernos del pasado, los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son culpables de la violencia en el país. Todo, absolutamente todo tiene que ver con el pasado. Tenemos un presidente que ꟷpara molestia de nuestra noble oposición carente de noblezaꟷ no mira al futuro, habita en un presente que está concatenado al pasado. Un presidente incapaz de fantasear con un fantasioso futuro mejor y sin fundamento, sin posibilidades, sin nada más que velar por los intereses de la interesada clase privilegiada.

    Sin importar los grandes esfuerzos pedagógicos de la comentocrácia al servicio de los intereses de quienes solo se interesan por ellos mismos, López Obrador se empeña en que el ser humano es un ser histórico y en que la sociedad es producto de las decisiones que tomó en el pasado. Se aferra a la obtusa idea de que en lo humano no hay nada que se de por generación espontánea, que todo es fruto de ese devenir en el que estamos insertos, de nuestra condición histórica y la condena del tiempo. Pareciera que prefiere vivir en el pasado, a encarar con valentía el futuro, hacer un par de decretos para motivarse, enfocar la mente y lograr objetivos que materialmente resultan inalcanzables. Nuestro presidente se niega a utilizar afirmaciones positivas que atraigan el éxito y prefiere vivir anclado en el tiempo, victima de las consecuencias de los acontecimientos pasados.

    México necesita un presidente que entienda la entendida necesidad de mirar de frente el vacío del futuro. Un presidente dispuesto a construir castillos en el aire. Un presidente que no tenga miedo a romper retóricamente con el pasado, darle la espalda y seguir adelante ignorándolo por completo, como si nunca hubiera existido, como si uno pudiera ser y estar sin arrastrar consigo la forma en la que uno fue y estuvo ayer, hace un mes, hace un año, hace una década. Necesitamos un presidente libre de todo rastro anterior a él, un presidente que sepa que la única certeza que tenemos es la incertidumbre del futuro. De nada sirve voltear atrás, de nada sirve vivir en el presente, lo único que tiene sentido es habitar ese tiempo que no es, ni ha sido, habitar ese tiempo que no sabes si habrá de llegar. No entender esto implica no entender que vivimos en un mundo de posibles posibilidades para aquellos que tienen posibilidades. Implica vivir anclado a lo que se es y no a lo que se puede ser, a lo que hay y no a lo que puede haber, a lo que se tiene y no a lo que se puede tener. No tiene sentido regresar constantemente a un pasado que ya pasó, mucho menos cuando ese pasado no fue esplendoroso.

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    Aferrarse al pasado, a lo que ya fue, no sólo bloquea la posibilidad de ser otra cosa que no se es, o de negar lo que somos. Estar atorados en una realidad material que nos determina y determina las posibilidades de lo que podemos determinar, es un terrible motivo de vergüenza para nuestra plebeya clase aristocrática llena de aspiracionismo, echaleganismo, y tarjetas de crédito con múltiples deudas. Resulta difícil presumir que uno es lo que realmente no es, resulta imposible dar la espalda a nuestra realidad, a lo que somos, a ese lugar del que venimos, carente de monarquías, ausente de noblezas, escaso de un pasado dinástico que nos garantice el privilegio de heredar un futuro privilegiado, cuando con tanta insistencia se insiste desde el gobierno en las consecuencias del pasado.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  •  ¡Salvemos México, invadan México!

     ¡Salvemos México, invadan México!

    Cerrando el sexenio con broche de oro, como solo lo puede cerrar un gobierno que se ha empeñado en esa terrible necedad de ser neciamente un gobierno para su país y no un siervo para las potencias y el capital extranjero, López Obrador decidió pausar la relación con las embajadas de Estados Unidos y Canadá. Todo por la muy pero muy minúscula intromisión de sus embajadores en asuntos internos mexicanos. En particular por que se mostraron honesta y cínicamente preocupados por el futuro de sus intereses, en este territorio que ellos siguen viendo como colonia y nosotros nos empeñamos en llamar país, de cara a la reforma judicial y la elección de jueces, magistrados y ministros. Resulta increíble que alguien pueda llegar a la presidencia de México, sólo porque la gente votó por él o ella, y que no entienda que la presidencia de México debe estar al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Canadá es lo de menos, pero oponerse a Estados Unidos y afirmar que primero está la soberanía nacional atenta contra la soberana soberanía de someterse frente al imperio. Porque no sólo es el sector privado nacional quien se ha manifestado en contra de dicha reforma y la eliminación de los organismos autónomos, que autónomamente obedecían los intereses del capital. No. El gobierno de Estados Unidos está preocupado de que los mexicanos piensen que pueden gobernarse por si mismos. Las declaraciones del embajador Salazar revelan el nivel de dichas preocupaciones y preocupa que el gobierno mexicano no esté preocupado por esa preocupación.

    Y no se trata, como dice equívocamente al no equivocarse Andrés Manual, de que nuestro vecino del norte, a quien debemos eterna gratitud porque benévolamente nos permite someternos a su voluntad, quiere “tener injerencia en asuntos que solo corresponden a los mexicanos.” No. El asunto es de una gravedad más grave.

    El asunto tiene que ver con una idea de soberanía cuatrotera propia de cuatreros de la cuarta transformación, una idea trasnochada, desvelada y egoísta de soberanía antiimperialista ¡Antiimperialista! ¡Cómo si se pudiera genuinamente ser antiimperialista y vivir a la sombra del imperio! Una idea de soberanía que no entiende que no entiende que es necesario entender que la soberanía se reduce al margen de acción que la interdependencia globalizada permite a los países que nunca deben dejar de estar en vías de desarrollo. La soberanía es el libre ejercicio de los límites que las naciones se imponen a partir de sus relaciones comerciales, la inversión extranjera que reciben y los acuerdos, tratados y convenios internacionales que suscriben. Limitando su soberanía, una nación muestra civilidad, y no hay nada más civilizado que reconocer que dependemos del todavía Imperio Yankee, agachar la cabeza y dar marcha atrás a cualquier idea que no les parezca correcta ¿Soberanía? Patrañas ideologizadas que anteponen la dignidad al libre y honrosamente vergonzoso derecho de vivir sojuzgados.

    En este contexto, nuestro gobierno y su máximo representante embriagado de representación popular ha declarado que está dispuesto a asumir las sanciones comerciales en aras de defender aquello a lo que se comprometió y por lo que la gente votó. Frente a ello, no han tardado en surgir las heroicas voces que ꟷdesde dentro de nuestras fronteras y fuera de ellasꟷ claman por un intervencionismo que no permita a México ejercer el terrible derecho a la autodeterminación. Y es que tiene todo el sentido el que para defender la presunta independencia del Poder Judicial se esté dispuesto a sacrificar la independencia mexicana. Desde luego que nadie está hablando de mandar batallones del ejercito estadounidense a invadir México. Lamentablemente no. Pero sí de recurrir a una estrategia financiera que logre, a través de la especulación, reventar la economía mexicana. Una estrategia que retire capitales e inversión y deje al gobierno sin recursos para realizar sus grandes proyectos. Que digo grandes proyectos. Deje al gobierno sin recursos. Urge apretar los mercados financieros, atacar al peso, generar una crisis, hacer caer el índice de precios de la Bolsa Mexicana, aumentar la tasa de interés de la deuda mexicana, sacrificar al país para salvar los intereses de quienes importantemente importan en el país.

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    Necesitamos enviar una nueva comisión al nuevo Miramar para que envíen a un nuevo Maximiliano que ponga en su lugar los aires soberanos de nuestro soberano gobierno. El PRIANismo y la civil sociedad civil se están tardando en escoger cuidadosamente, puesto que todos deben ser dignos de representar la tradición entreguista de las huestes aspiracionistas y conservadoras, a los hombres y mujeres encargados de ofrecer el trono de México al mejor postor. Hombre y mujeres que clamen humilde y fervorosamente por la detención del envío de remesas, por el cese de la pasividad ante la destrucción de las instituciones que el PRIANato creo con tanto cuidado para preservar los derecho y privilegios de la privilegiada clase privilegiada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¡Muerte a las ideas fijas!

    ¡Muerte a las ideas fijas!

    Nos acercamos al final del sexenio y la infinitamente heroica oposición no ceja en el estoico esfuerzo de denostar las “mañaneras” del presidente López Obrador. Fieles al principio presuntamente einsteiniano que reza que, si buscas resultados distintos, debes hacer siempre lo mismo, o algo parecido, insisten en insistir insistentemente en despreciar el ejercicio matutino del obradorato. Desprecio enfocado en la recuperación de la potestad exclusiva del discurso público, la palabra y el dictado de la agenda nacional. Desprecio enfocado en aniquilar las ideas fijas y encumbrar ideas guangas, huecas, vacías, que puedan llenarse del contenido necesario en el momento necesario… ideas con las que los mandatarios puedan llenarse la boca diciendo nada y justificando todo.

    El llamado “humanismo mexicano”, ese modelo de gobierno de la cuatrera y cuatrotera cuarta transformación, es muestra de esas ideas fijas y de ese desprecio que la privilegiada clase privilegiada siente por las ideas fijas sobre las cuales no tiene control. La oposición echaleganista bien dice cuando dice que ni siquiera son ideas, “que más bien son emociones”. Emociones fijas que fijan ideas en el discurso obradorista y que esconden, detrás del orgullo por el pasado mexicano, detrás de la convicción de que lo bueno de México no llegó con los europeos, sino de 3 mil años de “culturas originarias”, detrás de la satisfacción de creer en la grandeza cultural milenaria y la excepcionalidad y fecunda historia política de este país; un perverso interés por el bienestar común en contra del crecimiento infinito de quienes sintiéndose dueños del país deben ser reconocidos como tales ¡Cuan diferente sería contar con un presidente estoico que contra viento y marea afirmara que la corrupción “es una debilidad de orden cultural”!

    ¡Un presidente que despreciara la historia de la construcción identitaria de nuestro país y celebrara el colonialismo europeo como ese hermoso y desinteresado proceso que permitió, a estas tierras profanas en las que vivimos, y a sus habitantes, ser evangelizados y civilizados! Pero no, tenemos un presidente que celebra el pasado mesoamericano ꟷ¡ni siquiera lo llama prehispánico!ꟷ y la construcción independentista de una identidad que dio la espalda a la herencia española de colonia sometida.

    Sin embargo, bueno sería que esas ideas fijas se redujeran a un entendimiento jipiteca de la grandeza mesoamericana y a un fervor nacionalista de ese constructo heterogéneo que llamamos mexicanidad. No, lamentablemente estas ideas fijas que con sabia sabiduría desprecia nuestra opositora oposición, van más allá y proponen una nueva política económica, moral y social que “consiste en fomentar el progreso con justicia”, buscan la distribución equitativa del ingreso y la riqueza y que la gente pueda vivir “feliz y libre de miserias y temores.” Y en ese sentido, este gobierno puso todo su empeño, todo lo fijo de sus ideas fijas en incrementar el salario mínimo significativamente. Y lo hizo de forma tan fija y obstinada que, al incrementarlo, incrementó también el consumo y la inversión ¡Háganme el favor! ¡Lo importante es el crecimiento macroeconomico que no es otra cosa que el crecimiento de los menos afectando a los más, el crecimiento de quienes nacieron para crecer y el estancamiento ꟷcuando no la pauperizaciónꟷ de quienes nacieron para vivir a duras penas, para sobrevivir, para malvivir. Esas son las ideas fijas que hacen daño a nuestro país que no es otra cosa que el país de los privilegiados, ideas que reducen la enorme rebanada del pastel que a diario se sirven del mercado mexicano, a una rebanada no tan enorme, ideas que deberían ser guangas y ajustarse a las necesitadas necesidades de preservar una sociedad desigual que permita a algunos ver menos a la mayoría.

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    En este sentido, en el sentido de lo fijo de las ideas fijas y lo perniciosas que resultan para el saqueo de nuestro país, sus recursos y su gente, preocupa al honorable y siempre modesto Consejo Coordinador Empresarial la iniciativa de prisión preventiva por evasión fiscal. Iniciativa que desincentiva las inversiones ¡¿Quién va a querer invertir si no puede evadir al fisco?! ¿Cuál es el atractivo si no es posible ocultar bienes o ingresos con el objetivo de pagar menos impuestos? Un gobierno de ideas guangas sería capaz de conciliar significantes vacíos con los intereses de la iniciativa privada para dar atole con el dedo a la gente mientras se garantiza que lo único sea el cambio, el cambio de un entorno en constante precarización, el cambio de barrios y ciudades a través de la gentrificación, el cambio de la constante perdida de identidad en aras de la libre explotación del libre mercado.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Los cárteles sí existen

    Los cárteles sí existen

    Hace poco más de seis años, se publicó un libro perverso que buscaba desarticular la narrativa hegemónica del narcotráfico y revalorarla en su justa medida, como un subproducto cultural diseñado para no perder el control poblacional que amenazaba con desaparecer tras la caída del Muro de Berlín, el fin del sistema bipolar y el fantasma del comunismo que los gobiernos latinoamericanos utilizaban como si fuera el coco para mantener a raya a sus ciudadanos y establecer los limites de lo que podían pensar, decir, hacer, no pensar, no decir y no hacer. La reciente, y estruendosamente discreta, captura en Estados Unidos de Ismael ‘El Mayo’ Zambada y Joaquín Guzmán López, desarticula el esfuerzo desarticulador de Oswaldo Zavala ―autor del libro antes referido, titulado Los cárteles no existen― y deja al descubierto no sólo la existencia de los cárteles del narcotráfico, sino ―y quizá esto sea más importante― la necesaria necesidad de su existencia para hacer frente a esa otra amenaza imaginaria que las elites privilegiadas insisten en sembrar en el imaginario colectivo: el comunismo populista destructor de todo aquello que es sagrado y de todo aquello que no lo es.

    Poco importa si a ‘El Mayo’ y al hijo del Chapo los capturaron en El Paso, Texas o en algún lugar de México, poco importa si se violó o no se violó la violada soberanía mexicana, poco importa si se entregaron o los capturaron, o sí ‘El Chapito’ entrego a ‘El Mayo’. Poco importa si un hijo del Chapo engañó o traicionó a ‘El Mayo’ o sí fue ‘El mayo’ mismo ― famoso por su extrema cautela―quien pactó con el gobierno de Estados Unidos.

    Lo único que verdaderamente importa es que la captura de ‘El Mayo’, el narco intocable, el más empresario de los narcos, ‘El Rey’, ‘El Grande’, ‘El MZ’, responsable de la distribución de drogas en el mundo y uno de los hombres más buscados, mantiene viva la narrativa de los cárteles del narcotráfico como héroes de novelas telenovelas y series vía streaming, como entes supranacionales que controlan el trasiego de drogas de México a cualquier rincón del mundo, sin importar cuan remoto e inaccesible resulte. No hay nada más poderoso que el narco en el mundo, ni un solo gobierno, ni un solo ejército, ni un solo nada de nada, nada, nada, nada, nada. Y, sin embargo, de vez en cando, especialmente si hace falta políticamente, uno que otro jefe de jefes, cae en manos del gobierno.

    Es en ello donde el análisis racional, justificado y perfectamente argumentado que Zavala presenta en su perverso, muy perverso, libro que se opone a la narrativa oficial, enfrenta un problema. No importa si el poder de los cárteles y sus lideres ―que no son otra cosa más que la maligna encarnación del mal, un mal más malo que Stalin, Hugo Chávez o Andrés Manuel López Obrador― es verdadero o si se trata de un constructo narrativo diseñado para justificar la intervención del gobierno en áreas que resultarían injustificables si no existiera la narrativa del todo poderoso narcotráfico (piensen en “La guerra contra el narcotráfico” del pequeñamente heroico Felipe Calderón y patrocinada por el demócrata de Obama). Lo importante es la funsión que el discurso de los cárteles del narcotráfico cumple en el imaginario del aspiracionismo nacional. La clase privilegiada, sus esbirros y las huestes echaleganistas que sobreviven bebiendo del aliento de los magnates mexicanos y de las migajas que dejan caer de sus mesas, han visualizado un México dominado por el narcotráfico, un México donde sus bardas deben ser más altas, sus puertas deben estar reforzadas, sus autos blindados, sus guardaespaldas deben cubrirles las espaldas, sus hijos deben estudiar en el extranjero, y sus vidas deben vivirse de forma ajena a la realidad del grueso de los mexicanos ―que solo deben trabajar, consumir, endeudarse y seguir trabajando, para pagar sus deudas, seguir consumiendo y seguirse endeudando― para dormir tranquilos en su tranquila intranquilidad constantemente amenazada por el resentimiento y la sed de venganza de quienes injustificadamente consideran que todos debemos vivir dignamente. El narcotráfico, insisto en que no importa si existe o no existe, si es más poderoso que la Santísima Trinidad o un empleado del gobierno, justifica todos los miedos de las clases privilegiadas y sus lacayos, al mismo tiempo que les permite ponerle una raya más al tigre del terriblemente terrible populismo comunista al que se le puede culpar de todo lo que se le quiera culpar y más.

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    Negar la existencia de los cárteles es negar la posibilidad de asustar a la población para que se atrincheren en la esfera del consumismo privado, para que no se arriesguen a pisar el espacio público. Esa es la importancia del narco y sus jefes de jefes, la creación de un entramado que haga imposible la construcción de una masa crítica que busque transformar sus condiciones materiales. Si ‘El Mayo’ sale de escena al ser capturado por el gobierno de Estados Unidos y es sustituido por un líder más malo y terrible que él, más joven y carismático que él, que resuene entre las nuevas generaciones de productos infodémicos, o ‘El Mayo’ hace un regreso triunfal esfumándose de donde sea que los agentes del FBI lo tengan detenido y apareciendo sin aparecer para seguir controlando el submundo de la droga, da igual. Lo que no da igual, lo que no debemos dejar de creer, con ese fervor que creen los terraplanistas, es que los cárteles sí existen, en lo más oscuro del absurdo y retorcido imaginario de las clases echaleganistas, y son, al mismo tiempo, un ejemplo a seguir y un ente maligno al cual tenerle miedo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Sobrerrepresentación sí, pero sólo a favor del PAN y el PRI

    Sobrerrepresentación sí, pero sólo a favor del PAN y el PRI

    Defender que la ley es la ley es una obviedad que solo tiene sentido cuando se defiende que la ley es la ley en favor de quienes deben ser favorecidos. En otras palabras, la ley es la ley solo cuando la ley preserva los privilegios de las clases privilegiadas y sus esbirros. No cuando la ley se utiliza para impulsar un proceso de transformación que ―en el mejor de los casos― amenaza con destruir todo aquello que el régimen neoliberal había destruido y desarticular eso que el PRIANato se esforzó por articular de forma tan enmarañada que garantizara que nada pudiera cambiarse. En el fondo, ese es el problema que pone sobre la mesa la potencial mayoría aplastante que Morena y sus aliados tendrán en el Congreso de la Unión y los Congresos locales: el uso de la ley para transformar la ley, el uso de los mecanismos del sistema para la transformación de la maquinaria del sistema ¡Un escándalo! Un escándalo que resulta tanto más escandaloso no porque sea anticonstitucional e ilegal, sino justo porque es constitucional y legal, ¿en que momento los barbaros se civilizaron y apropiaron de la civilización para barbarizarla? ¿Cómo nos sucedió esto? ¿Cómo no nos dimos cuenta?

    En aras de defender la democracia de los excesos de la democracia que ponen en riesgo el control de la democracia como herramienta social de transformación social, urge preservar la pluralidad política impidiendo que las voces históricamente relegadas del quehacer político puedan manifestarse, impidiendo el exceso de diputados de Morena que pone en riesgo la supervivencia del estatus quo al eliminar la sobrerrepresentación histórica de la minoría privilegiada en las cámaras y orilla a los heroicos partidos atrincherados en su opositora oposición a una nueva, aunque esta vez involuntaria, moratoria constitucional, dejándolos con un voto que tendrá poco peso.

    Lo primero que debe quedar claro es que no es lo mismo que el PRI y el PAN se vean beneficiados por la sobrerrepresentación que la ley les otorgó a partir de las reforma de 1996, la eliminación que en 2008, siendo mayoría, llevaron a cabo PAN, PRI y PVEM, del párrafo cuarto del artículo 59-A del entonces Cofipe, que decía que “a la coalición les serán asignados el número de senadores y diputados por el principio de representación proporcional que le correspondan, como si se tratara de un solo partido”, y la negativa ― en 2012 y 2015― cuando Morena no tenía la posibilidad de frenar reformas constitucionales que el PRIAN pactara, de reformar el artículo 54 de la Constitución para establecer que la sobrerrepresentación no puede ser superior a 8 puntos porcentuales, para partidos o coaliciones; a que Morena se vea beneficiada por la ambigüedad de la que sacó provecho el PRIANato y pretendía seguir sacando provecho. No. No. Y no. Dicha ambigüedad, dicho beneficio, dicha negativa a reformar la ley para regular la asignación de congresistas tenía un espíritu claro y dicho espíritu debe defenderse, honrarse, respetarse y preservarse: impedir que la democracia hiciera lo que le viniera en gana pasando por encima de organismos, instituciones y leyes que fueron creadas para defender los derechos de la oligarquía y mantener el orden ordenado, no para buscar la igualdad de los mexicanos.

    La literalidad de la norma, el que la ley sea la ley resulta absurdo cuando se utiliza para atentar en contra de la norma y la ley que son inatentables justamente porque de atentar en contra de ellas se ponen en entredicho la supervivencia de un sistema que garantiza la desigualdad y la injusticia en favor de los que más tienen. Poco importa que la lógica de asignación de congresistas haya sido por partidos políticos y no por coaliciones desde que reformaron el párrafo cuarto del artículo 59-A del entonces Cofipe. Lo que importa es garantizar el quietismo legislativo que sólo debe salir de su permanente estado de contemplación e inactividad cuando existan razones de peso para legislar a favor del capital, las trasnacionales o las clases privilegiadas y los magnates déspotas que no dejan de presumir su desprecio por el resto de la sociedad. Bajo ninguna otra circunstancia el Poder Legislativo debe legislar, mucho menos para hacerlo en contra de los agentes antes mencionados.

    Sumado a esto, y a manera de corolario, resulta terriblemente ofensivo y vergonzoso para las buenas costumbres de las buenas costumbres que el PVEM y el PT cuenten con porcentajes de representación que superen al PAN y al PRI, ni hablar del PRD, en numero de legisladores. No puede ser, por amor a Dios, ¿a quién se le ocurre? ¿Cuándo se ha visto semejante barbaridad? Pluralidad significa la defensa del derecho de ser diferente, la democracia no debe atentar en contra de este derecho, sobre todo cuando esa diferencia consiste en beneficiarse del sistema político, económico y social para hacerse rico a costillas del resto de la población. La pluralidad también incluye a los privilegiados que aprovechando relaciones, palancas, vacíos legales y rompiendo la ley han construido su imperio de privilegios. La pluralidad también debe garantizar la digna supervivencia de todos esos esbirros y perros guardianes, comentócratas que hoy en día están muriendo de hambre a falta de chayote y políticos dedicados a resguardar los privilegios de sus patrones y de quien mejor les pague. Pluralidad, en resumen, implica anteponer los intereses de una minoría interesada en si misma a las necesidades y derechos de una mayoría que está acostumbrada a vivir sin satisfacer sus necesidades y sin derechos.

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    Evitar que Morena y los cuatreros de la cuatrote tengan una representación en la cámara que les facilite legislar en el sentido por el que la mayoría de la población votó, es solo el principio, garantizar que los partidos de oposición ―que no saben a qué se oponen pero se siguen oponiendo― puedan ejercer su libre derecho a realizar una huelga de brazos cruzados y negarse a debatir para la aprobación de las reformas por las que la gente votó, en lugar de verse obligados a quedarse de brazos cruzados mientras ven como la aplanadora del voto ciudadano les pasa por encima, es solo el principio. Debemos tomarla bandera de la defensa de lo que no dice la constitución para ir más allá. Debemos exigir al próximo gobierno que en nombre de la pluralidad oligarca no solo renuncien a la representación que les corresponde en los Congresos, sino que también entreguen la designación del gabinete y funcionarios públicos de alto nivel a la oposición y a sus patrones. No es correcto y resulta anticonstitucionalmente anticonstitucional que sólo porque ganó avasalladoramente, Claudia Sheinbaum y su equipo sean quienes designen al gabinete de su gobierno. Un verdadero demócrata entregaría ese poder a la oposición para garantizar que se gobierne para todos, con un acento especial a favor de las clases privilegiadas en contra de quienes tanto se ha atentado.

    Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • Disfruten lo votado, pero sólo si no lo disfrutan

    Disfruten lo votado, pero sólo si no lo disfrutan

    No es nada nuevo, pero la mezquindad humana ha vivido uno de sus mejores momentos en últimas fechas. La aparentemente espontánea campaña socarrona, que invita a los votantes ―que garantizaron la continuidad cuatrotera― a disfrutar lo votado cuando el Metro de la Ciudad de México se inunda o sufre una falla, cuando un huracán azota el sureste o el noreste del país, cuando hay una nueva crisis de inseguridad en Acapulco, cuando hay desplazados por la violencia, zonas inundadas, cobro de piso, etc. es, aparentemente, el punto máximo de la humanidad siendo ejemplarmente inhumana. La solidaria campaña que invita a todo aquel que no se preocupa por el preocupante bienestar de las privilegiadas clases privilegiadas es una muestra de lo mejor que pueden dar las huestes aspiracionistas y echaleganistas, de su espíritu y estatura moral, de los consientes que son de que nadie aprende en cabeza ajena y lo necesario que es que la gente, que antepuso el bien común a la estabilidad emocional de los patriarcas del oligarcado mexicano, sufra la consecuencia del abandono en el que el oligarcado tenia al país y que esos 35,924,519, que votaron en contra del regreso de un modelo inhumano que enaltece la desigualdad, padezcan en carne viva por querer abrir posibilidades que les permitan modificar su situación y la de millones de mexicanos.

    Sin embargo, la pura buena voluntad que invita a disfrutar lo votado, cuando lo que se invita a disfrutar no tiene nada que ver con lo votado y no se puede disfrutar, no es suficiente. Las intenciones buenaondistas se quedan cortas cuando se trata de un objetivo tan alto, tan noble y de un impacto pedagógico vivencial como el de hacer que el electorado que ha perdido el camino escarmiente de tal forma que quede condicionado ―cual temeroso perro de Pavolv― para ni siquiera ser capaz de pensar que puede pensar por si mismo.

    Es necesario que la oposición, que se opone a todo lo que no sea preservar los privilegios propios y los de sus amos, desarrolle las campañas, medidas, estrategias, tácticas y practicas que posibiliten del disfrute de lo votado. Desearlo es solo el primero de una serie de pasos que deben darse en pos de garantizar que el nuevo humano no vea la luz. Desde luego que no digo que dejen de desearlo, nada de eso, sigan deseándolo, deséenlo cada vez más, sigan gritándolo a los cuatro vientos, hagan playeras con el mensaje, lancen campañas más allá de las redes sociales, impriman espectaculares que inviten, una y otra y otra y otra vez más, a disfrutar lo votado.

    Pero complementen esto con sabotaje activo que permita acelerar el disfrute de lo votado, si tienen dudas ―porque es normal tener dudas cuando se actúa por mezquindad― deben recordar que se trata de un sabotaje pensando en el otro, en el disfrute ajeno, en el aprendizaje que permitirá que nunca más vuelvan a descarriarse. Y si necesitan ejemplos, ideas, mejores prácticas, volteen a ver al Sindicato Nacional de Trabajadores del Metro, quienes, anteponiendo sus intereses al bienestar de la ciudadanía y los usuarios del Metro, han realizado una serie de nobles sabotajes con fines políticos y para ganar terreno de negociación con el Gobierno de la CDMX. Tirar aspas de una lavadora en las vías del Metro es solo una muestra de lo que todos y cada uno de nosotros podemos hacer. Piensen cuanto colaborarían si saturan el drenaje de sus ciudades con bolsas de plástico, si difunden noticias falsas sobre potenciales catástrofes naturales, ya sea para aumentar el estrés de la población cuando no hay motivos, o para disminuir su capacidad de hacer frente a la adversidad. Ideas sobran, ¡urge un sabotaje que aumente el disfrute de lo votado!

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    De poco sirve entrar en luchas intestinas, en una cacería de brujas al interior de la oposición, quemar vivo a Marko Cortés o a Alito, llorar por la extinción del PRD o pensar en la formación de un nuevo partido político si no sentamos las bases que posibiliten el disfrute de lo votado por quienes votaron sin pensar en quienes debían pensar, que no eran ellos ni sus familias. Si las condiciones materiales moldean a las personas, moldemos las condiciones materiales para llenar de miedo a las personas, piensen en lo que hizo el salinismo para garantizar la continuidad del sistema en el 94, piensen en lo mucho que México necesita hoy, mujeres y hombres comprometidos en contra de la causa de las mayorías para que este país no vuelva a pensar en pensar que se puede vivir de un modo diferente al que dicta la oligarquía.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¡Mientan, mientan, no dejen de mentir, que el gobierno sin chayote se tiene que morir!

    ¡Mientan, mientan, no dejen de mentir, que el gobierno sin chayote se tiene que morir!

    Es del todo claro que repetir una mentira mil veces y convertirla en verdad no la hace real. Incluso en la cabeza trastornada del infómata más trastornado, hay una diferencia entra la verdad ―aquello de lo que está firmemente convencido o aquello de lo que pretende convencer a los otros― y la realidad ―aquello que acontece. A pesar de ello, esta distinción de matices, la distinción entre lo que es y lo que se cree que es, no debe ser un impedimento para que bajo la consigna de “¡Infómatas del mundo, uníos!”, los infómatas, generadores de contenido falso, propagadores de fake news y demás agentes responsables de levantar polvo, se unan y arenguen el ánimo colectivo difundiendo una, dos, cien, mil, miles de noticias falsas y repitiéndolas una y otra y otra vez hasta convencer a todos de que es imposible estar convencido de nada o de que podemos convencernos de cualquier cosa, de lo que sea, sin importar cuan absurdo, descontextualizado, o infantil resulte. No debe haber restricciones para el libre ejercicio del noble oficio infodémico, mucho menos autocensura, el cielo es el límite ¡La imaginación al carajo! ¡La infodemia al poder!

    Los ejemplos sobran, el sexenio de López Obrador contribuyó ―este es un mérito que ni sus más grandes detractores le pueden negar― a consolidar una oposición sin propuestas, pero experta en la propagación de mensajes falsos, tenemos a Loret, a Dresser, a Aguilar Camín a Krauze, a Negrete Cárdenas, a quien ustedes gusten y manden, infómatas que se respeten es lo que menos hace falta en este país.

    Todos ellos han elevado el nivel infodémico a alturas inimaginables, muestra de ello es el resurgimiento, seis años después y luego de un proceso electoral en el que Andrés Manuel no participó, del fantasma de la reelección, temor de los temores de una intelectualidad orgullosa del maniqueo entendimiento de la Revolución Mexicana y de la forma en la que la clase política consiguió contener el pernicioso impulso popular de la misma. Desde antes de que López Obrador fuera candidato anunciaron su sed de poder y su malignamente maligna intención de perpetuarse en él, ya como presidente anticiparon que jamás soltaría la silla presidencial, durante la campaña electoral de Claudia Sheinbaum insistieron una y otra vez en que Claudia no era más que un títere de Andrés Manuel y ahora que Sheinbaum es virtual presidenta electa, insisten en insistir y vaticinan que López Obrador y Morena pueden modificar la Constitución para permitir la reelección no consecutiva en 2030, o que la modificarán para que AMLO regrese al poder al “separar las funciones del titular del Ejecutivo y depositar en una persona las funciones de jefe de Gobierno y en otra las correspondientes a jefe de Estado.” (Sergio Negrete Cárdenas dixit). Lamentando incluso el que Andrés Manuel no pueda autoproclamarse rey, ya que sería un exceso.

    La genialidad de propuestas como esta, difícilmente pueden apreciarse desde nuestro limitado horizonte histórico, habrá de reconocerse con el paso de los años, cuando todo caiga en su lugar y podamos contemplar con la distancia necesaria, en todo su esplendor, lo que ahora parece un simple fantaseo de escuincles berrinchudos como lo que realmente es: un simple fantaseo de escuincles berrinchudos. Mientras tanto, en lo que la historia nos alcanza, debemos tomar la iniciativa de Negrete Cárdenas y llevarla más lejos, imaginar cómo será la inevitable coronación de su alteza super serenísima Andrés Manuel López Obrador I, quienes asistirán a ella, si será el Papa o algún otra autoridad espiritual quien lo invista, si López Obrador, cuando llegue su momento y muera, resucitará de entre los muertos al cuarto día ―o al segundo, dependiendo la necesidad narrativa del momento― y ocupará el trono celestial desde la silla presidencial mexicana. Propaguemos mensajes sin fundamentos hablando de la nueva nobleza morenista, de la izquierda champán cuya existencia indigna a quienes con sabia sabiduría piensan que vivir bien es un derecho exclusivo de quienes están a favor de preservar la desigualdad entre las personas.

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    Vivimos tiempos que no nos permiten refrenar nuestros impulsos, taras y ensoñaciones post apocalípticas distópicas. La cultura popular nos ha saturado con referentes y clichés que podemos explotar para llevar el credo infómata a todos los rincones de nuestro país y más allá. Pensar en Andrés Manuel como dictador es pensar a corto plazo, imaginar que será rey es no ir más allá, López Obrador y Morena pueden reformar la constitución para convertirnos en una república teocrática adoradora de su imagen, donde él no sea el representante de Dios en la Tierra, sino Dios mismo en la Tierra. El clásico krauziano del mesías tropical o macuspano, carece de la imaginación necesaria que el momento demanda a las mejores mentes infodémicas, no se trata de insistir en que se considera un hombre enviado por Dios para salvar a la humanidad, sino de sembrar la idea de que se ve a sí mismo, y Morena está realizando todo el trabajo político-cultural, utilizando todo el aparato del Estado, como Dios mismo que no ha venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Cualquier otra cosa que se diga, cualquier otra nota sacada de contexto, cualquier otra forma de levantar polvo, será juzgada por la historia.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Preservemos la desigualdad

    Preservemos la desigualdad

    Cuando se hacen las cosas bien hay que reconocerlo y aplaudirlo, no importa cuan de izquierda y malvado sea un político o gobierno. Si lo que propone es bueno y conlleva beneficios para una minoría rapaz, debe ser respaldado por todos y celebrarse. En ese sentido, el anuncio de la presidenta electa, la doctora Claudia Sheinbaum, de no hacer una reforma fiscal hay que recibirlo con beneplácito, festejarlo y agradecerlo. No sólo porque ello implica no tocar los privilegios de los privilegiados para garantizar una redistribución de la riqueza entre quienes están acostumbrados a tener menos, sino porque es una muestra de la madurez del nuevo gobierno y el entendimiento que tiene sobre la importancia de los poderes fácticos, al interior de nuestro país y más allá de nuestras fronteras, para la supervivencia de México como una república bananera que permita la explotación de los explotados en aras de garantizar el privilegio de los privilegiados y el funcionamiento de un orden mundial que necesita que existan latitudes donde se pueda hacer negocio y enriquecerse groseramente sin tener que pagar por hacerlo.

    No realizar una reforma fiscal que aumente la tributación de los trabajadores de altos ingresos, no gravar significativamente la riqueza ni las herencias, tiene la virtud de permitir que la riqueza se acumule y trasmita libremente entre unas cuantas familias. La virtud de no modificar, impactar o retribuir en lo más mínimo al resto de la sociedad. Una cosa es que el gobierno sea responsable en su gasto para disminuir el déficit, y otra querer afectar a los que más tienen y obligarlos a pagar más impuestos sólo porque tienen más gracias a la explotación de los que menos tienen ¿De que se trata? ¿Además de ser explotados quieren tener algún beneficio de su explotación? ¡Inaudito! No se conforman con nada, no les basta con ser explotados, quieren que la riqueza, que su explotación genera, sea redistribuida para beneficio de todos. La riqueza es de quien explota al obrero, de quien sabe sacar provecho de la sociedad y está del lado correcto del mercado, no de la sociedad en su conjunto que sólo está ahí para ser explotada.

    Si el 1% posee más del 40% de la riqueza en nuestro país es porque el 99% restante no quiere ser rico, si quisieran lo serían, la biblia echaleganista no puede estar equivocada. No se trata de una mala distribución de la riqueza. Para nada. Se trata ―casi― de una suerte de selección natural que mantiene todo en su sitio, que hace de los privilegiados, privilegiados y de los obreros, obreros. Y no hay porque hacer nada para cambiar eso, nada para redistribuirla de forma distinta para fortalecer políticas sociales. No. No. No. Que el 0.1% de las familias en México tenga el 22.3% de la riqueza neta, es justo y necesario, ellos saben que hacer con el dinero, a diferencia de nosotros; ellos ―de la mano con un sistema creado para la preservación, conservación, defensa y mejoramiento de la desigualdad― han sabido aumentar la riqueza neta total de nuestro país a un ritmo mayor que el ingreso nacional. Combatir esto no sólo es un sinsentido que atenta en contra de la libre libertad de oprimir a los oprimidos, es una afrenta solo imaginable en la cabeza de quienes no conocen el lugar de nuestro país dentro del orden mundial. México no es ni será un monstruo socialista destructor de las familias y las buenas costumbres como los son la Monarquía de Suecia, la Monarquía de Bélgica, Francia, Israel o Estados Unidos, no lo es y no lo será.

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    Da gusto saber que la presidenta electa hace caso de las palabras de ese ilustre conservador de izquierda, don Gerardo Esquivel, representante de la escuela ético – económica del Hombre Araña, quien claramente sostiene que la responsabilidad debe estar por encima del bien común y la construcción de una sociedad menos desigual, anteponer ahorros en dependencias con gastos innecesarios y recaudación entre la privilegiada clase privilegiada, a la estabilidad de los mercados nos deja a merced del capricho y chantaje de los mercados y expuestos a una crisis económica que aumente el costo de la deuda, deprecie el peso y haga que la Bolsa siga cayendo. Siempre será preferible padecer una crisis moral y defender un sistema que permite que una gran mayoría de mexicanos, aquellos que no forman parte del 1% porque no quieren formar parte del 1%, mueran de hambre como mejor les parezca.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Urge traicionar el voto popular

    Urge traicionar el voto popular

    Más de una brillante mente brillante de nuestra opositora oposición en permanente oposición a todo lo que tenga sentido, pasando por la libertadora Denise Dresser ―cuyo nombre debería estar escrito en letras doradas en el Congreso― y el erudito salinista Héctor Aguilar Camín, se han dado cuenta que si Claudia quiere demostrar que no es el títere de López Obrador, tiene que dar la espalda a la continuidad obradorista y al llamado “plan C”, de tal forma que deje claro que ella tiene su propia agenda, sus propios principios y ―sobre todo― que nadie le manda. Porque la duda está ahí, no pueden esperar que alguien en su sano juicio piense que Claudia está convencida de la Cuarta Transformación e impulsará el “plan C” porque cree en el “plan C”. No. Si lo impulsa, quedará claro que quien gobierna es Andrés Manuel y no ella. Si se apega a lo que propuso en campaña, si honra su palabra, será evidente que no es más que un títere al servicio de una agenda que le ha sido impuesta.

    Desde luego que no faltarán quienes piensen ―con ilusa ilusión― que Sheinbaum está obligada a respetar la voluntad popular expresada en las urnas y defender las reformas, las 18 reformas que impulsó en su campaña como parte del “plan C”. No faltarán quienes consideren necesario apegarse al plan propuesto y por el que la gente voto ¡Menuda tontería! Si algo saben Dresser, Aguilar Camín, Alito, Marko y la oposición entera es que lo que pasa en campaña se queda en campaña, que no hay necesidad de llevar la campaña al gobierno y cumplir lo que se ofreció. Claudia tiene todos los elementos para ignorar el voto de la ciudadanía y no realizar ni una sola de las 18 reformas. Quizá pueda elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, pero las otras 17 reformas ¿qué?

    Es más, las otras 17 reformas deben ser el legado claudista que ponga un alto al obradorismo que representa, si quiere demostrar que no es títere de nadie, Claudia debe sacudirse a AMLO y sacudirse también a los votantes, a la ciudadanía entera y consolidarse como una presidenta que ni vea ni oiga a nadie y haga nada de lo que se comprometió a hacer. Para consolidar la transformación Claudia debe dejar todo intacto. De lo contrario, de insistir en cumplir con el “plan C” demostrará que está al servicio de la democracia, de una democracia en la que el pueblo decide que camino quiere que tome el país, una democracia sin contrapesos a la tiránica tiranía popular, sin contrapesos que cuiden, vigilen, resguarden, protejan, conserven, custodien, mantengan, velen y preserven, los privilegiados privilegios de las clases privilegiadas, de nuestro heroico empresariado, de jueces y magistrados que pueden perder su seguro de gastos médicos mayores, de la casta dorada, de los factureros, de quienes evaden impuestos y tantos otros nobles profesionales parasitarios cuyo ejemplo es el principal motor de la clase aspiracionista.

    Revisemos el impacto negativo de algunas de las reformas propuestas. Reformar el Poder Judicial para que magistrados, jueces y los integrantes del Consejo de la Judicatura Federal sean electos mediante el voto popular en las urnas, topar sus salarios y reducir su número, solo abonará a fortalecer un sistema democrático que ya ha demostrado ser un peligro en manos de la gente, ¿Quién defenderá a los evasores fiscales si no están los magistrados elegidos por los grupos de interés? Reformar el sistema político para revisar el tema de los diputados y senadores plurinominales que se representan a si mismos dejará sin representación a Lilly Tellez, a Alito Moreno, a Beltrones y a tantos otros por los que nadie vota, del mismo modo que reducir el financiamiento de los partidos políticos no hará otra cosa que eliminar el atractivo de formar un partido político y lucrar con el dinero público. Desaparecer los órganos autónomos, que sólo son autónomos de la decisión popular implicará volverle a poner esas cadenas al poder económico que los libertadores de la academia y la comentocracia le habían quitado. Revertir las reformas a las pensiones aprobadas en 1997 y 2007 por los presidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, y garantizar que los trabajadores puedan jubilarse dignamente, provocará que la gente quiera dejar de trabajar, que nadie se esfuerce por sobrevivir o morir en el intento.

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    Insistir en dignificar y democratizar la vida pública y las condiciones de la gente, así como en ampliar derechos a quienes históricamente se han visto excluidos del acceso a los derechos, reconociendo en la Carta Magna a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos, dándole nuevamente el rol de empresa pública estratégica a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), reconociendo a la Guardia Nacional como una fuerza policial de carácter permanente y adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional para hacer frente a la violencia e inseguridad generadas, principalmente, por el crimen organizado, crear un sistema de salud que garantice la atención médica integral, universal y gratuita, que incluya estudios médicos, intervenciones quirúrgicas y medicamentos necesarios, prohibir la contratación o adquisición de bienes o servicios innecesarios o superfluos, blindar los salarios de docentes, personal de seguridad, médicos y enfermeras, para que sea equivalente al salario promedio registrado en el IMSS, elevar a rango constitucional programas sociales, elevar también a rango constitucional el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, castigar con cárcel la producción, preparación, venta, compra, importación, exportación, transportación y distribución del fentanilo y todas las drogas sintéticas, prohibir la producción, distribución y venta de cigarrillos electrónicos, vapeadores y cualquier aparato similar, prohibir el maíz transgénico en suelo nacional, blindar el consumo de agua para uso doméstico y negar concesiones de uso de agua en zonas con baja disponibilidad, prohibir la extracción de hidrocarburos a través del fracking, elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, fomentar los servicios de trenes de pasajeros, y ampliar las facultades del Infonavit, no traerá nada bueno para quienes lucran con la lucrativa posibilidad de hacer negocio con las necesidades del grueso de la población ¿En verdad queremos eso?

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Negar la realidad

    Negar la realidad

    Luego de que el INE ―ese INE que se defiende y no se toca― anunciara en cadena nacional el reporte del comité técnico del conteo rápido, mismo que indicaba una tendencia favorable a Claudia Sheinbaum, se dio una respuesta contundente por parte de la sociedad civil, una respuesta del tamaño de la marea rosa y su tsunami de frustraciones, una respuesta proclamando el inicio de la resistencia, una resistencia clasista que ha anunciado, como primer medida, dejar de dar dinero a viene vienes, limpia parabrisas y “cerillos”, propina a los meseros, y donativos cuando haya desastres naturales. En pocas palabras, la marea rosa, ese alud de ciudadanos que inundó las calles con su buenaondismo clasista, echaleganista y aspiracionista, no esperó nada para lanzar su primer campaña no polarizante, no humillante y no soberbia, para ajusticiar a las hordas de chairos que ―desobedeciendo las instrucciones de las clases privilegiadas― decidieron votar por Sheinbaum como presidenta.

    La ciudadanía apartidista que votó por la candidata del PRIAN, la amalgama de partidos más tradicionales de la tradición tradicionalista de la política mexicana, gritan a los cuatro vientos: “no más migajas”. A partir de ahora, no dejarán que nada caiga de sus mesas, quienes votaron por MORENA, quedan exiliados de la bonhomía clasemediera, relegados a ser ellos y a asumir que son ellos. Lamentablemente, la campaña #QUELESAYUDEMORENA no es suficiente, urge ir más allá, urge asumir la realidad como enemiga y enfrentarla. La infodemia al poder.

    El discurso opositor, de cara al fracaso electoral y al terrible golpe que la realidad les ha propinado, no tardó nada en denunciar que se cometió un fraude, un fraude de tal proporción que implicó más de diecisiete millones y medio de votos. Denunciar el fraude es solo el primer paso para enfrentar esa realidad que ahora se ha puesto en contra de quienes siempre supieron como beneficiarse de ella. Denunciar el fraude, así sea sin pruebas, es fundamental para negar la realidad, pero no deja de estar conectado con la realidad, se niega ―como deben negarse esos más de 30 puntos de ventaja que sacó Claudia a Xóchitl― que la mayoría, la mayoría más mayoritaria que haya votado por un candidato en las ultimas siete elecciones presidenciales, eligió a Claudia. Y por favor, por ningún motivo dejen que les digan que estamos hablando de más de diecisiete millones y medio de votos, y que en otro momento los defensores del institucionalismo, la democracia con contrapesos y la libertad de expresión para algunos, defendieron el triunfo de Calderón con una diferencia de menos de doscientos cincuenta mil votos ¿Eso qué? Si MORENA es tan grande como dicen quienes dicen apoyarlo, ¿no podría hacer el fraude más grande de todos los fraudes?

    Profundizando en la misma línea, y asumiendo que impugnar las elecciones y anularlas será terriblemente difícil dado que los mismos ciudadanos que hoy critican al INE hicieron del INE un órgano intocable, omnipresente y omnipotente, debemos estar dispuestos a dejar de lado la lucha por el reconocimiento del fraude más difícil de reconocer y abrazar de lleno la negación de la realidad. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, eso lo sabe cualquier hijo de su infómata madre, necesitamos repetirnos mil veces y cuantas haga falta que Claudia no ganó, no ganó, no ganó, no ganó. Que quien resultó triunfadora fue Xóchitl y que quien gobernará será Xóchitl, pero que lo hará tras bambalinas, que, por acuerdos políticos, estabilidad social, o simplemente para no romper el corazón de las hordas chairas que verían su frágil estabilidad emocional horadada si Claudia no resultaba ganadora, es decir: por un acto de amoroso amor de Xóchitl, se pactó para mantener a Claudia como imagen, con Xóchitl como cerebro (soy consciente de la paradoja que propongo). Que quien realmente gobernará, aunque no lo veamos, será Xóchitl: ¡La infodemia al poder!

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    Aferrarse a la idea del fraude más grande de la histórica historia mundial y a la posibilidad de que Claudia gobierne bajo instrucciones de Xóchitl, que Claudia claudique y se de cuenta que las mejores propuestas (aunque fueran propuestas de los cuatroteros) eran las de Xóchitl, es solo un ejercicio para negar de forma definitiva la realidad, disociarse de ella y construir un mundo que se pueda soportar. Un paso intermedio para que las Laura Zapata, los Carlos Alazraki y los Pedro Ferriz de Con, que abundan entre las mejores familias mexicanas, puedan dormir tranquilos. Lo verdaderamente necesario, es que nos convenzamos de que Xóchitl gobierna, que cuando aparezca Claudia en algún acto oficial, veamos a Xóchitl, que cuando Claudia tome posesión o de su primer informa de gobierno, veamos a Xóchitl tomar posesión, recibir la banda presidencial y dar su informa de gobierno. No hay imposibles para alguien que se ha dedicado a consumir, y creer en, noticias falsas durante los últimos seis años, sin importar que tan absurdas fueran. Empecemos a proyectar a Claudia dentro de una botarga, eso hará más fácil la visualización de Xóchitl y la existencia de nuestra castigada y pobre clase privilegiada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.