Artesanas indígenas dan identidad al estilo de Claudia Sheinbaum

El uso de prendas bordadas por mujeres indígenas ha colocado la moda tradicional mexicana en el centro del debate cultural, político y social, revalorizando oficios históricamente marginados.

Desde San Isidro Buen Suceso, Tlaxcala, hasta comunidades de Oaxaca y Chiapas, un grupo de mujeres artesanas indígenas está detrás de la vestimenta que ha distinguido a la presidenta Claudia Sheinbaum, convirtiendo el bordado tradicional en un símbolo de orgullo, identidad y justicia cultural. Sus diseños no solo han acompañado actos históricos, sino que también han llevado la moda indígena mexicana a escaparates internacionales.

Una de ellas es Virginia Verónica Arce Arce, bordadora de origen náhuatl, quien desde su hogar crea piezas inspiradas en la flora y fauna de La Malinche. Su trabajo alcanzó una visibilidad inédita cuando Sheinbaum lució uno de sus diseños durante la ceremonia del Grito de Independencia, permitiendo que millones de personas reconocieran el valor del arte popular tlaxcalteca. “Cada bordado tiene historia, pensamiento y legado”, expresó la mandataria al destacar el trabajo de las artesanas.

El estilo de Sheinbaum fue reconocido incluso por el New York Times, que la incluyó en su lista de las personas más elegantes del año, subrayando su apuesta por la ropa bordada indígena como una declaración política y cultural. Lejos de ser un gesto superficial, su vestimenta funciona como una plataforma de visibilidad para comunidades históricamente excluidas.

Además, el equipo de la presidenta prioriza la reutilización y adaptación de prendas, transformando huipiles en trajes formales y extendiendo la vida útil de cada pieza, una práctica alineada con el consumo responsable. Este enfoque ha impulsado una tendencia que hoy despierta interés en todos los sectores sociales.

La presidenta también ha sido firme en la defensa del arte indígena frente al plagio, señalando a marcas internacionales por apropiación cultural y reivindicando los derechos colectivos de los pueblos originarios. Para artesanas como Claudia Vásquez Aquino, de Oaxaca, este reconocimiento marca un cambio profundo: de la discriminación al orgullo. “Antes escondíamos el huipil; hoy lo mostramos al mundo”, afirmó.

Así, cada prenda que viste Claudia Sheinbaum se convierte en un acto de memoria, resistencia y dignificación, donde la moda es también un vehículo de transformación social.

Con información de AP

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