Anodina y aberrante

Toda la anodinidad, toda la grisura, toda la vulgaridad
de los libros inútiles está aquí.
Azorín, Un pueblecito.

El Universal publicó el jueves un texto firmado por una figura emblemática del conservadurismo mexicano, la diputada federal Margarita Zavala. La pieza es un adefesio. Para quienes hayan escuchado hablar a la panista no será una sorpresa. Presto atención al esperpento editorial porque es un buen ejemplo, transparente, escandaloso, de la vacuidad que hoy día caracteriza a la oposición en México. La esposa de quien, haiga sido como haiga sido fue presidente de México y hoy anda, como su sucesor, disfrutando del autoexilio, dice que ella piensa que “sí podemos unir todos nuestros esfuerzos para lograr el México que podemos llegar a ser”. Ese es el grado de insustancialidad del proyecto de nación de lo que queda del prianismo. Una señora que ya fue candidata a la Presidencia de la República muestra sin ningún reparo toda su anodinidad: el país que desea es “el México que podemos llegar a ser”. Seguramente no le pasó por la cabeza el hecho de que no hay alternativa: solamente podemos aspirar a eso, puesto que ningún país podría lograr ser el país que no puede llegar a ser.

El bodrio se titula “Fortalecer la esperanza”. Ahí se afirma que “debemos normalizar la Política”, así con mayúsculas… Puede uno entonces suponer que la diputada panista entiende que por ahora la política es algo irregular, desordenado o al menos fuera de la vida normal del país. Y claro, no tengo duda de que así lo han de estar sufriendo los conservadores, porque lo que lo que ellos llaman “polarización” no es otra cosa que el resultado de un acelerado proceso de politización, impulsado no sólo desde las bases, sino también, a partir de 2018, desde Palacio Nacional. “Normalizar la Política” para el prianismo significa volver al tiempo en el cual la Política sólo era asunto de los políticos. Porque evidentemente, si la señora Zavala pide “identificar nuestras buenas razones para tener esperanza en que México recupere el rumbo”, juzga que ahora el país va por mal rumbo, y que antes iba bien. “Recuperar el rumbo” es una consigna descaradamente reaccionaria.

Como las cosas no le pintan nada bien a su ideal de país, cualquiera que eso sea, alega que hay que tener esperanza. Y la esperanza a la que alude es la católica. Lo afirmo sin sobre interpretar nada. El esperpento de la señora Margarita Ester Zavala Gómez del Campo comienza con una proclama religiosa: “Yo celebro la Pascua… Esta es una temporada en la que escuchamos una narrativa que nos recuerda que ni la injusticia ni la tristeza ni la muerte tienen la última palabra; se nos habla de amor, de fe y de esperanza”. Así que no hay duda: si la oposición no tiene ni programa ni candidato ni agenda ni alianzas confiables, pues habrá que mirar al cielo. En el cristianismo —informa el diccionario—, la esperanza es la “virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido”.

La misma persona que en noviembre pasado se puso la camiseta rosita con el lemita #ElINEnoSeToca acusa en su escrito que el partido político que ella y su esposo, Felipe Calderón, intentaron registrar, fue víctima del “autoritarismo que vivimos con sus complicidades y amenazas”. ¿Contradictorio? ¡Total!, como dice una cosa…

El atajo de disparate es grueso. Sostiene la abogada Zavala: “Sí, mi esperanza se deposita en los ciudadanos buenos, honestos y trabajadores que requiere la política y que no dividen entre ‘ustedes y nosotros’ sino que saben que tenemos que ir todos…” ¿Se dan cuenta? Conforme al aserto anterior, México se divide dos: por un lado, “los ciudadanos buenos, honestos y trabajadores… que no dividen entre ‘ustedes y nosotros’”, y del otro, obvio, los no buenos, los malos, los que sí dividen entre “ustedes y nosotros”… Pobre, seguramente ni cuenta se dio de la aberración lógica que espeta. En la misma tónica, la icónica prianista cierra su texto con frase que le ha de haber sonado muy una tertuliana e ingeniosa:  “… yo me formo en la fila de la esperanza…, soy capaz de creer firmemente en lo increíble”.

Considero que la composición —es un decir— de la señora Zavala es tan profunda, lógica y aguda… como pueden serlo los argumentos y exabruptos verbales de sus afines Téllez, Gálvez y López Rabadán. Eso sí, mucho menos escandalosa. La esperanza de la esposa del señor Calderón se encuentra tan bien fundamentada como las alianzas entre priístas y panistas, como la unidad interna del tricolor, como las propuestas y críticas del señor hijo del expresidente De la Madrid, como las críticas y reproches de Alazraki, Javier Lozano y la señora Pagés Llergo. En fin, la admonición de la licenciada Zavala a la polarización que vive México es tan certera como veraces son los reportajes de Loret de Mola.

A estas alturas queda claro: la única esperanza más o menos racional que le puede quedar a la oposición no está en sí misma, sino en los errores que se puedan cometer Morena. 

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