AMLO y la teoría de conjuntos

Apreciable lector, seguramente recordará haber hecho alguno de esos ejercicios en la escuela que consistía en separar distintas semillas y colocarlas en recipientes diferentes. Para esa actividad algunos maestros empleaban semillas de frijol, arroz, lentejas o semillas de girasol. De una forma didáctica, esos juegos ayudaban a los más pequeñitos a distinguir unas semillas de otras, ya sea por sus diferencias en el color, en el tamaño, en la textura, etc.  Lo que se buscaba es que el niño o la niña identificara las características que distinguen a una semilla de otra. Finalmente, la actividad se realizaba correctamente si cada semilla se encontraba en el recipiente correcto y no se mezclaban unas con otras.

Pues bien, estas actividades que parecían tan sencillas buscaban enseñar a los estudiantes poner cada cosa en su lugar. Estas actividades básicamente son el primer acercamiento que los más pequeñitos realizan para lo que más adelante se enfrentarán y que conocerán como Teoría de Conjuntos. Esta teoría forma parte de las matemáticas básicas de todo universitario y resulta ser la plataforma sobre la que se construye todo un edificio de matemáticas mucho más complejas. En términos simples, la Teoría de Conjuntos nos permite identificar elementos que se pueden agrupar y se pueden distinguir de otra colección de elementos, de la misma manera que como hace ya varios años alguna vez lo hicimos en la escuela con las semillas. 

Esta simple actividad didáctica podría servir para una nueva pedagogía de la política. Observe lo importante que resulta hoy en día el saber distinguir una cosa de otra. En la escuela coleccionábamos semillas e íbamos separando con base en un criterio específico que nos permitía decidir si una semilla iba en un recipiente o en otro. Por ejemplo, si nos fijábamos en el color y decíamos que la semilla es de color blanco (como el arroz) o que la semilla es de color negro (como el frijol), o si decíamos que era redonda y de color café (como la lenteja), teníamos pues la razón suficiente para poder distinguir la lenteja de la semilla del arroz o de la semilla del frijol. 

Esta breve cápsula de re-educación política nos permite decir que, así como antes separábamos la lenteja del arroz, o el arroz del frijol, así hoy podemos separar lo que representa la Cuarta Transformación (4T) del presidente AMLO de lo que representa la oposición. 

Hoy sabemos que la Cuarta Transformación (4T) es un movimiento de izquierda, liberal y social progresista, mientras que la oposición representa un movimiento de derecha, conservador y neoliberal. Hoy es fácil distinguir un dirigente honesto (como AMLO) de uno corrupto (cualquiera de la oposición). Hoy podemos distinguir las palabras o el argumento de los hechos concretos. Por ejemplo, el Presidente no prometió una refinería, hizo una refinería; el presidente no prometió un aeropuerto, hizo uno. No es casualidad que en su campaña se tenga como lema: “Hechos, no palabras”.  Lo mismo aplica para cada una de sus obras y mega proyectos, el presidente cumple lo que promete. Recordemos que llegó a la presidencia teniendo claro los principios rectores de: “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”. 

Hoy podemos separar lo bueno de lo malo, lo que queremos que perdure de lo que queremos que desaparezca. Como nunca el pueblo de México tiene claridad en que “Nunca más” quiere que vuelva el racismo, el clasismo y la corrupción en nuestro país. Hoy se están agrupando en un solo bloque los que siempre mintieron (PRI, PAN, PRD y MC) y se están reafirmando con mayor contundencia los que genuinamente (como el PT) apoyan y han apoyado a Morena desde sus orígenes. Es hoy que se entiende con mayor lucidez la frase del presidente de que es “momento de definiciones”, de separar lo que es genuino de lo que es falso, es momento de derrumbar las caretas de los hipócritas y falsarios, de exigirle a los “tibios y medias tintas” que ya se definan y dejen de obstaculizar a este movimiento de transformación por el que atraviesa el país. 

La “revolución de las conciencias” de las que habla nuestro presidente es el criterio que hoy nos hace distinguir lo bueno de lo malo, así como se distingue lo negro del blanco y lo logramos distinguir porque ya no buscamos las respuestas en los supuestos “líderes de opinión”, los “especialistas”, en los “analistas” o “intelectuales”, no, las respuestas están y siempre han estado en lo que somos como cultura y como pueblo, en nuestra historia, esa que quisieron borrar hasta de los libros de texto, esa que torcieron para ocultar a nuestros próceres, esa que nos hicieron creer que no existía y que el mexicano no era más que un “hijo de la chingada” (qué equivocado estaba el arrogante de Octavio Paz). 

Hoy sabemos quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Hoy sabemos que México no nació en 1521, que España no es nuestra “madre patria”, que no nos “descubrieron” sino que nos invadieron y saquearon, hoy sabemos que, a pesar de su sanguinaria represión, su intento de “conquista” fracaso. Hoy resulta evidente lo distinto que es el corazón noble de una cultura indígena originaria y lo terrible que fue esa supuesta “civilización” europea, egocéntrica, ignorante y ambiciosa. También para esto sirve la Teoría de Conjuntos, para distinguir lo que es de lo que no es, aunque lo aparente.

Hoy sabemos que México tiene una historia milenaria, que está lleno de cultura, de arte, de bio-diversidad, de una cosmovisión del mundo que resulta envidiable. Por siglos se dieron a la tarea de saquearlo todo y no pudieron, quisieron ocultarlo todo y no les dio tiempo, quisieron enterrarlo, destruirlo o crear una narrativa negacionista y despectiva de nuestros orígenes y no lo lograron, ahora, México resurge como uno de los países con mayor potencial económico, social, cultural y político. El Tren Maya, simbólicamente, hoy devela con toda su grandeza el México del pasado que nos constituye y nos conforma (basta mirar los miles de vestigios arqueológicos y monumentos milenarios encontrados en la península). 

México necesitaba un maestro como AMLO para seguir adelante. De haber continuado con esta decadencia, en México habrían ocurrido más desgracias de las ya vividas. Mucha gente, me incluyo, se lamenta el no haber tenido a AMLO antes, sí, antes de que migraran más personas para buscarse un futuro mejor, un futuro que les negaron en México, sí, antes de que desintegraran a las familias y mandaran a ambos padres a trabajar porque “no alcanzaba”, antes de que pauperizaran las condiciones laborales de los trabajadores estancando los salarios por décadas por la falsa ideología monetarista de Milton Friedman, un mitómano y de los peores economistas de la historia. 

Sin duda AMLO llegó a la presidencia cuando tenía que llegar, México tenía que atravesar por una etapa oscura antes de mirar de frente un nuevo amanecer. A pesar de que AMLO siempre ha estado ahí, con más de 50 años de una digna lucha social, resulta muy interesante saber que no teníamos los elementos para poder distinguirlo, mucho de ello tiene que ver con lo aturdido que estábamos con los medios de comunicación, el monopolio que tenían de nuestra mente y lo absurdo y monótono que hacían con nuestro tiempo. Bajo la analogía de las semillas, podemos decir que no podíamos distinguir el arroz del frijol, veíamos a través de los ojos de una cámara de televisión, o repetíamos lo que escuchábamos en la radio, incluso replicábamos lo que nos instruían, hablábamos lo que leíamos en sus periódicos e imprentas, nos alejaron de la esfera social y política, nos redujeron a ser sólo ciudadanos de unas horas, unos simples votantes con democracias de un día.

AMLO no llegó tarde ni temprano, llegó en el momento correcto. No pudo evitar el saqueo ni las privatizaciones, pero nos ha enseñado a distinguir al buen funcionario del funcionario corrupto y que solo busca enriquecerse a costa del erario público; no pudo evitar los endeudamientos ni las crisis bancarias (como la del FOBAPROA), pero nos ha enseñado que se puede dirigir un país de forma honrada y transparente, con inversiones sanas, productivas y sin endeudamiento;  no pudo evitar la entrega de concesiones pero predica con el ejemplo al no dar nunca más una concesión a privados; no pudo evitar el daño que le hicieron a PEMEX y CFE pero ahora nos ha enseñado su valor, la importancia que tienen nuestras empresas públicas y se ha empeñado en su recuperación, y nacionalización, nos ha regresado la soberanía energética que habíamos perdido;  no pudo evitar la explotación y tala de nuestros bosques, pero ahora nos ha enseñado que podemos tener (como nunca) cada vez más reservas naturales protegidas.

El pueblo de México se encontraba en un letargo, embriagado de la manipulación mediática desde la cual no podía distinguir casi nada, donde todo parecía del mismo color (todavía no llegaban las ¡benditas redes sociales!). Para ello, se dieron a la tarea de exacerbar nuestro valemadrismo, nuestra indiferencia por la esfera política y por la esfera pública, rompieron en pedazos a la familia y colocaron como prioridad nuestra preocupación por llegar a fin de mes. Nos metieron en una capsula individualista, en una burbuja de la que salíamos a votar cada seis años para seguir igual y soportar, simplemente soportar un sexenio más.  Ahora no es así, ahora sí hay de otra. 

El proyecto de nación de AMLO es la opción, la mejor alternativa, representa el rescate a mucho de lo que todavía podemos recuperar de nuestro ¡México lindo y querido! AMLO representa no solo un cambio de partido sino un cambio de régimen de gobierno, un cambio de mentalidad, una nueva forma de hacer economía y política. AMLO es en sí mismo es una escuela de pensamiento del que podemos aprender los principios rectores de la nueva administración pública, representa el perfil del funcionario y del presidente que el pueblo de México se merece. AMLO refleja la calidad de persona y las cualidades de buen ciudadano (con solvencia moral) que requieren tener nuestros próximos mandatarios. AMLO es un humanista y un ejemplo a seguir como líder genuino, no solo en México sino en el mundo. 

AMLO nos ha enseñado con claridad las bases para la separación de las cosas que son correctas para México de las que no lo son, de la misma manera que en la escena bíblica en la que Jesús nos dice: “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, es de esto de lo que hablamos cuando hablamos de Teoría de Conjuntos. De esa misma manera nuestro presidente nos ha dado los elementos para formarnos un criterio propio y decidir en democracia lo que es mejor para el pueblo de México. En mi existir (casi 40 años), considero que el presidente AMLO es al único presidente vivo que admiro, es al único que, al revisar las cifras económicas clave (yo como economista), lo respeto por su veracidad y transparencia, es al único que le creo porque ha cumplido sus promesas (recuerde, ¡Hechos, no palabras!), sencillamente porque es una persona sencilla, honesta y justa. 

De forma congruente, AMLO vincula dichos con hechos. Su forma de pensamiento es coherente con sus actos. De la misma manera en que valora su dignidad, lucha constantemente por la dignidad del pueblo de México. En más de una reunión internacional ha sido claro en su postura, por ejemplo, en la lucha contra el fentanilo, en contra de la guerra, a favor del cese al bloqueo de Cuba y Venezuela, en franco apoyo a los hermanos migrantes (con más inversiones en Centroamérica que Estados Unidos), en el respeto a la soberanía nacional y en la ayuda humanitaria (recordemos el apoyo a Evo Morales, Pedro Castillo y el cobijo y protección a su familia). AMLO ha alzado la voz solicitando llegar a un acuerdo para el cese al fuego entre Rusia y Ucrania y la liberación de Julian Asaange ofreciéndole asilo político. Apegado a los principios de los grandes libertadores, ha buscado la integración de una sola América que una a los países del sur, centro y norte en un solo bloque.  

La importancia de la definición y clasificación de las cosas (tal como lo hace la Teoría de Conjuntos) es un tema muy importante en la arena política. Recientemente en la Cumbre por la Democracia 2023, AMLO nos recordó la importancia de reflexionar y re-pensar el significado original y verdadero del concepto de democracia. Hoy podemos decir que en México hay una verdadera democracia y no una democracia simulada como en el pasado. Hoy hay contrapesos, no hay represión, ni censura, ni persecución. Hoy más que nunca gobierna en México el pueblo y no la oligarquía, no el poder sin pueblo, sino el poder del pueblo y para el pueblo. 

AMLO ama al pueblo y el pueblo lo ama. AMLO nos ha enseñado que “amor con amor se paga”. Reiteradamente se refiere a los jóvenes como promesas para la continuidad de un buen gobierno y dirige a ellos sus enseñanzas, les habla de historia recordándoles quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde se dirige México. Constantemente nos recuerda que el que quiera dedicarse al noble oficio de la política tiene que tenerle amor al pueblo, algo que nunca lo había escuchado ni en las facultades universitarias. AMLO ha puesto las cartas sobre la mesa, ha separado el agua del aceite, sin él no sabríamos la importancia de erradicar la corrupción, hoy vemos al corrupto no como un modelo a seguir, sino como alguien inmoral, como persona non grata

Quisiera finalizar diciendo que nuestro presidente continuará enseñándonos Teoría de Conjuntos, con esa paciencia y sabiduría que lo caracteriza (cualidades que sólo tienen los grandes maestros). Continuará como todas las mañanas moralizando al país y re-educándonos tanto en política como en economía y contrario a lo que desea la oposición, seguirán las mañaneras, seguirán porque así lo pide el pueblo de México.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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