José Ángel Gurría, Rosario Robles, Luis Carlos Ugalde, Elba Esther Gordillo, Graco Ramírez y los que faltan todavía en los meses siguientes, son apenas algunos de los muertos políticos que han visto en la Cuarta Transformación inmejorable oportunidad para reaparecer. Algunos de ellos con larga tradición en las corruptelas de la clase política de antaño en el PRI, otros con un pasado más reciente, pero, en conjunto, todos ellos identificados con el bloque opositor de la política actual.
El Ángel de la Dependencia, famosísimo entreguista y orquestador del atraco a la nación llamado FOBAPROA, reapareció de la mano de la derecha para ocupar un papel preponderante en el proyecto que pretenden vender como alternativa política. Claro está que, si se trata de recuperar el terreno perdido por los vividores de la política neoliberal ¿Quién más que José Ángel Gurría para encabezar esos trabajos? Cierto que parece absurdo para la visión crítica de quienes se han enfrentado al modelo neoliberal desde la izquierda, para otros pareciera que apelan a la desmemoria como sucede con las ruinas de lo que fuera el perredismo.
Así también, pisando el terreno de lo absurdo y la desmemoria se encuentra el caso de Rosario Robles, la misma que lejos de reflexionar sobre las verdaderas causas que la llevaron a la cárcel y los efectos de haber formado parte del sofisticado esquema de corrupción en la SEDATU durante el sexenio de Peña Nieto, hoy se presenta como el “Rosario de México” arremetiendo contra la política lópezobradorista tratando de vender una imagen que poco corresponde con su realidad, la de un personaje político marcado por la corrupción y, lo que es peor, por su traición a las causas que la llevaron en algún momento a presidir el PRD y ser la primer mujer en ocupar el cargo de Jefa de Gobierno del Distrito Federal.
Ugalde por ejemplo, quizá en más burdo de los títeres que han estado frente al INE, un día sí y el otro también, trata de mostrarse como el paladín de la democracia mexicana con un cinismo desmedido que acompaña sus recién descubiertas cualidades: la de prever el riesgoso futuro del país si triunfa nuevamente MORENA recordándonos la famosa campaña que hacía ver a AMLO cómo un peligro para México. Vaya personaje nefasto, ahora resulta que el artífice del fraude electoral de 2006 reaparece en el ámbito de la “opinología” para abonar a las mentiras reiteradas de la oposición. Pero, para entender de mejor manera la forma en que atentó Luis Carlos Ugalde contra la democracia, hay que remitirse a Elba Esther Gordillo, la verdadera jefa de éste cuya relación data desde el primer trienio del foxismo en el que la maestra imponía condiciones en la Cámara de Diputados y en el PRI. Total que la maestra siempre ha dado de qué hablar, reiteradamente en el escándalo y marcada con la mancha de la corrupción que la llevó al encarcelamiento del que no la pudieron librar las cuentas en suiza; pero hoy, sí que estamos lucidos: no sólo marcha gritando que “el INE no se toca”, arremete contra este gobierno pidiendo a los maestros alzar la voz, o sea, a los mismos maestros que manipuló y vendió al sistema para enriquecerse, ¡haga usted el favor!
Por último, aunque faltan muchos más por mencionar, el caso de Graco Ramírez es el que más cae en la burla para buena parte de la opinión pública. Tras la reciente vinculación a proceso en la que se dictó prisión preventiva justificada al desprestigiado Fiscal Morelense, Uriel Medina como presunto responsable del delito de obstrucción de la justicia, al intentar retardar las investigaciones del feminicidio de Ariadna Fernanda, aparece Graco levantando la voz para acusar persecución política en contra del fiscal y violación a la Constitución sumándose a la cantaleta esa de que en México se persigue a la oposición. Ya ni la amuela, el vil traidor del movimiento estudiantil, del PMS y su lucha democrática, avanzó desde la militancia activa a la gubernatura morelense manchando el apellido para terminar con señalamientos de delincuencia organizada, defraudación fiscal y operación con recursos de procedencia ilícita que lo alejaron de la vida pública.
Rosario Robles, Elba Esther y Graco Ramírez son corruptos para el imaginario colectivo, eso no cambiará, pero que hoy aparezcan nuevamente en el escenario político, por supuesto que no es una casualidad, forman parte del cinismo que caracteriza al bloque opositor y que se alimenta de la tirria profunda contra Andrés Manuel. Su reaparición posee una lógica clara: la idea de que el estigma de la corrupción puede borrarse de un “tuitázo” y que, a partir de enfrentarse a la Cuarta Transformación desde las redes sociales, puede configurar el escenario perfecto para regresar de una u otra forma al poder o a beneficiarse de éste. Cuanta pobreza intelectual y sobre todo, qué nivel de menosprecio a la sociedad mexicana. Hagan lo que hagan, por ningún motivo arrebatarán la exigencia de cambio que los desterró del poder en el 2018.
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